15 julio 2019

¿ES IMAGINABLE LA UNIDAD ENTRE 'COMUNIDAD CIUDADANA' Y 'BOLIVIA DICE NO'?


Carlos Rodrigo Zapata C.

Al observar el debate nacional que se lleva a cabo a través de los diversos medios de comunicación de nuestro país, se puede apreciar que existen múltiples supuestos y malentendidos en la actual disputa electoral. 

El mayor supuesto aún no justificado es que todos los partidos participantes en la contienda electoral tendrían como norte de su actividad la preocupación por el país en su conjunto y que en ese entendido serían opositores de Evo Morales, el candidato que representa la violación de la Constitución y la usurpación del Estado de derecho. A partir de estos supuestos se asume adicionalmente que por tanto dichos partidos supuestamente opositores tendrían una base común para aliarse y enfrentar conjuntamente al oficialismo en esta hora aciaga para Bolivia. 



Lo que no se está entiendo es que hay diversos proyectos en marcha, que ponen el tema de Bolivia, o sea, el tema de enfrentar al usurpador del Estado de derecho, en segundo plano, por lo que la posibilidad de alianzas entre dichos frentes políticos son prácticamente inimaginables.

Veamos brevemente la situación de los partidos con alguna opción electoral para concentrarnos luego en los principales frentes opositores.

En el caso de Félix Patzi, por ejemplo, que calcula “estar en primer o segundo lugar” al final de la contienda, se puede percibir que su finalidad es eminentemente personalista, centrado en su deseo de figurar como candidato a la presidencia de Bolivia, por lo que toda otra consideración pasa a segundo plano.  Su enfoque del Tercer Sistema está tan poco desarrollado que resulta muy difícil emitir un juicio sobre su viabilidad o posible trascendencia. En suma, este frente no se “bajará” de la contienda en ningún caso, aunque la votación que reciba muy probablemente estará en torno al 3% a nivel nacional y muy probablemente le reste más votos al oficialismo que a algún otro frente político. 

La opción de Víctor Hugo Cárdenas con la UCS no luce mucho mejor. Resulta sorprendente que un hombre de la trayectoria política de su candidato se haya lanzado a la contienda apoyado por un partido de cuño neoliberal que se consideraba ya retirado de la arena política, con el cual seguramente no tiene más afinidad que el deseo común de poner un pie en la ALP. Da la impresión que ha pesado más la inquina que Cárdenas le tiene a Mesa que su posibilidad de lograr algún resultado interesante. Es probable que sobrepase raspando el 3% gracias a su alianza con los cristianos evangélicos, aunque ello será a costa de restar votos a los otros frentes políticos, situación que contribuye a favorecer al candidato de la usurpación democrática.

La situación en el caso Comunidad Ciudadana ( CC ) y Bolivia dice No (BdNO) es más compleja, en especial debido tanto a la votación que puede lograr cada uno de dichos frentes, como por su posicionamiento en la contienda electoral y su postura en relación al oficialismo. 

En el caso de BdNO encabezado por Óscar Ortiz puede advertirse que tiene mayor influjo en el oriente boliviano, en particular Santa Cruz y en sectores de derecha, debido a que se trata de una candidatura auspiciada y apoyada por la oligarquía boliviana, que no se limita a los sectores agropecuario-forestales del oriente sino incluye a los sectores minero, hidrocarburífero y financiero del país.  En otro artículo me he referido a este particular, por lo que me limito a destacar algunos de los rasgos principales de esta candidatura.

El objetivo fundamental de la oligarquía son las rentas extraordinarias que espera obtener en los próximos años, cuando menos defender y sostener los actuales niveles de renta alcanzados, únicos en la historia nacional. El rasgo característico de la oligarquía es su naturaleza rentista y extractivista, alejada de la diversificación de la matriz productiva, la innovación, el incremento de la productividad y la competitividad, aspectos miserablemente desarrollados en nuestro país, así como de todo enfoque de desarrollo sostenible, de preservación de los recursos naturales y de protección y cuidado de las funciones ambientales.

La oligarquía ha tenido años de oro con el gobierno Morales, gracias primordialmente al súper ciclo de los precios de las materias primas, pero también a múltiples facilidades, concesiones y autorizaciones que ha recibido del gobierno (autorización para desbosques grotescos, uso de OGM, subvenciones de hidrocarburos, falta de control de la función económico-social, puesta a disposición de las áreas protegidas para exploración y explotación de hidrocarburos, etc.), y ve con preocupación que la bonanza de los pasados años ya no volverá, por lo que ya no tendrá la holgura suficiente para tolerar las políticas impuestas por el actual régimen (que incluye incrementos salariales, dobles aguinaldo, restricciones a las exportaciones, control de precios, etc.). En suma, quiere asegurar su flujo de ingresos y tratar de acrecentarlo. 

En este marco, la oligarquía ve que una reedición del régimen actual podría constituir un peligro para sus pretensiones. Por ello ha decidido actuar del modo más directo posible: limitar el poder del que dispone el oficialismo, ya que por otro lado tampoco cuenta con los medios políticos suficientes como para impedir su continuidad en el poder. Ello significa que no apunta a vencer en las urnas a Morales, sino a reducirle su poder omnímodo que también se basa en sus dos tercios en la ALP que es otro instrumento que le permite imponer sus ocurrencias y le da un lustre de legalidad y legitimidad.

¿Cómo pretende lograrlo la oligarquía? Apunta a desarrollar una doble estrategia consistente en liquidar las posibilidades de unidad de la oposición y al mismo tiempo debilitar al régimen de Morales en la Asamblea Legislativa. 

Para movilizar el voto ciudadano en su favor apunta a explotar las mismas fuentes de las que el actual régimen ya viene abrevando desde sus mismos inicios: la repartija de favores y prebendas de todo tipo a cambio de apoyo político. Procediendo así, la oligarquía apunta a que algunas fracciones de diversos sectores sociales ("movimientos sociales") vinculados al oficialismo se desmarquen del mismo y puedan así influir sobre algunos sectores del electorado.

Esto puede ocurrir perfectamente gracias a diversos factores que se han ido estableciendo en nuestra formación social: las siempre urgentes necesidades de todos los sectores sociales, el trueque ya habitual de prebendas por apoyo político, los recursos que la oligarquía puede movilizar, en particular en las regiones y sectores donde es más fuerte económica y políticamente. 

Esa cultura de intercambio de prebendas por apoyo político se origina en la heterogeneidad estructural que ha generado diversos sectores sociales sin acceso a medios de producción y que además no han encontrado oportunidades de empleo formal asalariado en los marcos del modo de producción capitalista. Estos sectores sociales históricamente han tenido que inventarse formas de subsistencia y refugiarse en el sector informal, que actúan en muchos casos al margen de la legalidad (como en el contrabando, el narcotráfico, la piratería, la depredación ambiental, etc.). 

Por ello, es crucial comprender el origen del clientelismo y la prebenda en Bolivia, a fin de evitar juicios subjetivos a priori y diseñar políticas públicas de gran alcance y proyección que apunten justamente a superar la causa madre de todas estas desviaciones y aberraciones –la heterogeneidad estructural- que nos impide desarrollar una institucionalidad sólida que terminan convirtiendo a los sectores sociales informales en presas fáciles de proyectos políticos y regímenes que se burlan del ordenamiento del país. Sin ello, no seremos capaces de proyectarnos a nuevos niveles de vida y de gestión responsable y sostenible de nuestros recursos.

Lo fundamental para la oligarquía es impedir que la oposición se una, para lo cual ha exigido lo imposible y al mismo tiempo está impulsando un candidato completamente afín a sus pretensiones y de su natural confianza, que ha sido fabricado en sus propios hornos. En el escenario actual ese actor es Óscar Ortiz de "Bolivia Dice NO".

Por lo señalado hasta aquí, puede anticiparse que Ortiz no se "bajará" de su candidatura en ningún caso, pues sería la ficha de la oligarquía para hacer imposible la unidad de toda la oposición y al mismo tiempo para debilitar a Morales en el poder, buscando convertirse en el fiel de la balanza, es decir, el factor de poder que viabiliza lo que les conviene a Morales y la oligarquía. De esta forma surgiría una coalición fáctica de gobierno, útil para todos aquellos menesteres que requieran dos tercios de la Asamblea y para efectuar un control estructural de toda la bancada opositora.

En síntesis, la oligarquía ha comprendido que quiere y tiene que ser un actor de primer orden en la contienda política, apuntando a ganar la cabeza de la oposición, lugar desde el que a futuro le gustaría ordenar y controlar a la misma oposición, con la aún todavía lejana pretensión, pero cada vez menos difusa, de convertirse en la heredera del régimen masista en algún momento. 

En este marco, la renuncia del senador Edwin Rodríguez a su candidatura a la vicepresidencia por ese frente es una muestra viva y elocuente de la forma en que este frente intentaba presentar una fachada de alcance nacional, cuando en realidad solo persigue objetivos muy estrechos. Como vamos viendo,  BdNO y CC son como el agua y el aceite en estas elecciones, mucho más incompatibles entre ellos que cada uno de estos frentes con el mismo oficialismo.

En el caso de la candidatura de Carlos Mesa por CC puede  apreciarse que está logrando mantenerse como la única fuerza política plenamente  opositora capaz de concentrar el voto ciudadano porque está generando la expectativa que votar por CC no significará votar por algún proyecto político personalista o sectorialista, sino por un proyecto en el que la preocupación por el país en su conjunto se halla en el centro de atención.  Esta es la diferencia más significativa que al presente es posible advertir en relación a las otras fuerzas políticas.  

El drama en CC es que aún no plantea líneas de actuación que le permitan atraer al electorado y llevar adelante la disputa con el oficialismo y demás contendores que muestren su real y efectiva superioridad moral, resultante de su preocupación por el conjunto nacional.  Lo que se requiere son respuestas coherentes que muestren claramente la distinta orientación de su propuesta, así como la viabilidad de la misma. Pero ello no basta, pues además deberá mostrar que esa propuesta es ampliamente deseable por el electorado. Este es a mi juicio el mayor peligro y desafío que deberá enfrentarse en esta campaña. 

Bolivia se viene construyendo en gran medida por fuera de marcos institucionales y normativos desde hace mucho. No tenemos un modo ordenado, disciplinado y legal de manejarnos. No es casualidad que somos el país con el mayor sector informal del mundo, donde el extractivismo hace de las suyas (con millones de hectáreas desmontadas y depredadas en los últimos años de modo completamente ilegal), el narcotráfico va creciendo imparablemente, etc.

Prima la lógica del “catch as catch can”, agárrate como puedas, porque los diversos sectores sociales y de actividad siguen librados a su suerte, porque no han existido en nuestro país verdaderas políticas de apoyo a los sectores productivos que les permitan seguir procesos ordenados de formación, inversión, crecimiento, ahorro, modernización, mejora de la productividad, etc. y porque el mismo Estado es el primero en facilitar toda clase de favores y prebendas para atender a su clientela sectorial, muchas veces en contra del ordenamiento institucional del país. En el marco del sector informal, la mayor parte de la fuerza de trabajo se halla  a su vez empleada en sectores no viables, ni sostenibles, relacionados con la violación de las leyes y al margen de la institucionalidad vigente.

En este marco, pretender que los diversos sectores se ajusten a normas y disposiciones legales que usualmente no cumplen, simplemente porque no son parte de sus procesos de reproducción cotidiana, puede significar dejar la pelota en la cancha del oficialismo por muchos años más. En breve: comprender el país real y proponer transformaciones y transiciones viables y deseables significa tomar en cuenta esas lógicas de subsistencia y micro acumulación que permean nuestra realidad. Decir que CC es la opción que mejor representa el conjunto de las preocupaciones nacionales, no significa que CC ya haya dado muestras de comprender esas lógicas, menos de saber y poder dar las respuestas apropiadas a las mismas. 

El otro hueco negro que se puede apreciar en CC tiene que ver con la falta de claridad en relación a una política que apunte a construir una UNIDAD INTEGRAL, centrada en acuerdos, votos y controles electorales. Sin ello, ni siquiera sacrificios como el de Rodríguez serán suficientes para forjar dicha unidad. Sobre el tema de las tareas que cada frente político debería resolver y la importancia y necesidad de la unidad me he referido detalladamente en el artículo citado. 

En suma: La realidad de las elecciones es que hay varios frentes que llegarán hasta el final de la meta, que no se “bajarán” ni abandonarán la contienda en aras de una unidad, que los frentes hablan de Bolivia y hasta intentan mostrar alianzas con rostro nacional, pero en los hechos observables la mayor parte de ellos solo siguen mezquinas consignas y promueven proyectos demasiado estrechos como para sacar a Bolivia del marasmo en que se encuentra, A todo lo anotado habría que añadir que hasta aquí se han hecho las cuentas sin el tendero, es decir, sin tomar en cuenta al que reparte las cartas a su regalado gusto, usa los poderes del Estado a discresión y raya la cancha a su antojo. Solo la regla del 40/10 ya puede tirar abajo todas las previsiones y cuidados que se tengan, de modo que es como jugar con las cartas marcadas en cancha ajena. Sobre la regla del 40/10 puede verse el siguiente artículo.
 
Es hora de asumir la realidad, en la que es posible observar y advertir un panorama muy preocupante, simplemente porque solo pensamos en el país en las épocas de elecciones como si se tratara de una lotería para repartir pegas. Por esa vía seguiremos dejando el país en manos de intereses demasiado estrechos y ambiciosos o directamente en poder de sus enemigos.