Carlos Rodrigo
Zapata C.
Al observar el
debate nacional que se lleva a cabo a través de los diversos medios de comunicación
de nuestro país, se puede apreciar que existen múltiples supuestos y
malentendidos en la actual disputa electoral.
El mayor supuesto aún
no justificado es que todos los partidos participantes en la contienda
electoral tendrían como norte de su actividad la preocupación por el país en su
conjunto y que en ese entendido serían opositores de Evo Morales, el candidato
que representa la violación de la Constitución y la usurpación del Estado de
derecho. A partir de estos supuestos se asume adicionalmente que por tanto dichos
partidos supuestamente opositores tendrían una base común para aliarse y enfrentar
conjuntamente al oficialismo en esta hora aciaga para Bolivia.
Lo que no se está
entiendo es que hay diversos proyectos en marcha, que ponen el tema de Bolivia,
o sea, el tema de enfrentar al usurpador del Estado de derecho, en segundo
plano, por lo que la posibilidad de alianzas entre dichos frentes políticos son
prácticamente inimaginables.
Veamos brevemente
la situación de los partidos con alguna opción electoral para concentrarnos
luego en los principales frentes opositores.
En el caso de Félix Patzi, por ejemplo, que calcula “estar en primer o
segundo lugar” al final de la contienda, se puede percibir que su finalidad es eminentemente
personalista, centrado en su deseo de figurar como candidato a la presidencia
de Bolivia, por lo que toda otra consideración pasa a segundo plano. Su enfoque del Tercer
Sistema está tan poco desarrollado que resulta muy difícil emitir un juicio
sobre su viabilidad o posible trascendencia. En suma, este frente no se
“bajará” de la contienda en ningún caso, aunque la votación que reciba muy probablemente
estará en torno al 3% a nivel nacional y muy probablemente le reste más votos
al oficialismo que a algún otro frente político.
La opción de Víctor
Hugo Cárdenas con la UCS no luce mucho mejor. Resulta sorprendente que un hombre
de la trayectoria política de su candidato se haya lanzado a la contienda
apoyado por un partido de cuño neoliberal que se consideraba ya retirado de la
arena política, con el cual seguramente no tiene más afinidad que el deseo común
de poner un pie en la ALP. Da la impresión que ha pesado más la inquina que
Cárdenas le tiene a Mesa que su posibilidad de lograr algún resultado
interesante. Es probable que sobrepase raspando el 3% gracias a su alianza con los
cristianos evangélicos, aunque ello será a costa de restar votos a los otros
frentes políticos, situación que contribuye a favorecer al candidato de la
usurpación democrática.
La situación en el
caso Comunidad Ciudadana ( CC ) y Bolivia dice No (BdNO) es más compleja, en
especial debido tanto a la votación que puede lograr cada uno de dichos
frentes, como por su posicionamiento en la contienda electoral y su postura en
relación al oficialismo.
En el caso de BdNO encabezado
por Óscar Ortiz puede advertirse que tiene mayor influjo en el oriente boliviano,
en particular Santa Cruz y en sectores de derecha, debido a que se trata de una
candidatura auspiciada y apoyada por la oligarquía boliviana, que no se limita a
los sectores agropecuario-forestales del oriente sino incluye a los sectores
minero, hidrocarburífero y financiero del país. En otro artículo me he referido a este particular, por lo que me limito a destacar algunos de los rasgos principales de esta candidatura.
El objetivo
fundamental de la oligarquía son las rentas extraordinarias que espera obtener
en los próximos años, cuando menos defender y sostener los actuales niveles de
renta alcanzados, únicos en la historia nacional. El rasgo característico de la
oligarquía es su naturaleza rentista y extractivista, alejada de la
diversificación de la matriz productiva, la innovación, el incremento de la
productividad y la competitividad, aspectos miserablemente desarrollados en
nuestro país, así como de todo enfoque de desarrollo sostenible, de
preservación de los recursos naturales y de protección y cuidado de las
funciones ambientales.
La oligarquía ha
tenido años de oro con el gobierno Morales, gracias primordialmente al súper
ciclo de los precios de las materias primas, pero también a múltiples
facilidades, concesiones y autorizaciones que ha recibido del gobierno
(autorización para desbosques grotescos, uso de OGM, subvenciones de
hidrocarburos, falta de control de la función económico-social, puesta a
disposición de las áreas protegidas para exploración y explotación de
hidrocarburos, etc.), y ve con preocupación que la bonanza de los pasados años
ya no volverá, por lo que ya no tendrá la holgura suficiente para tolerar las
políticas impuestas por el actual régimen (que incluye incrementos salariales,
dobles aguinaldo, restricciones a las exportaciones, control de precios, etc.).
En suma, quiere asegurar su flujo de ingresos y tratar de acrecentarlo.
En este marco, la
oligarquía ve que una reedición del régimen actual podría constituir un peligro
para sus pretensiones. Por ello ha decidido actuar del modo más directo
posible: limitar el poder del que dispone el oficialismo, ya que por otro lado
tampoco cuenta con los medios políticos suficientes como para impedir su continuidad
en el poder. Ello significa que no apunta a vencer en las urnas a Morales, sino
a reducirle su poder omnímodo que también se basa en sus dos tercios en la ALP
que es otro instrumento que le permite imponer sus ocurrencias y le da un
lustre de legalidad y legitimidad.
¿Cómo pretende
lograrlo la oligarquía? Apunta a desarrollar una doble estrategia consistente
en liquidar las posibilidades de unidad de la oposición y al mismo tiempo
debilitar al régimen de Morales en la Asamblea Legislativa.
Para movilizar el
voto ciudadano en su favor apunta a explotar las mismas fuentes de las que el
actual régimen ya viene abrevando desde sus mismos inicios: la repartija de
favores y prebendas de todo tipo a cambio de apoyo político. Procediendo así,
la oligarquía apunta a que algunas fracciones de diversos sectores sociales
("movimientos sociales") vinculados al oficialismo se desmarquen del
mismo y puedan así influir sobre algunos sectores del electorado.
Esto puede ocurrir
perfectamente gracias a diversos factores que se han ido estableciendo en
nuestra formación social: las siempre urgentes necesidades de todos los
sectores sociales, el trueque ya habitual de prebendas por apoyo político, los
recursos que la oligarquía puede movilizar, en particular en las regiones y
sectores donde es más fuerte económica y políticamente.
Esa cultura de
intercambio de prebendas por apoyo político se origina en la heterogeneidad
estructural que ha generado diversos sectores sociales sin acceso a medios de
producción y que además no han encontrado oportunidades de empleo formal
asalariado en los marcos del modo de producción capitalista. Estos sectores
sociales históricamente han tenido que inventarse formas de subsistencia y
refugiarse en el sector informal, que actúan en muchos casos al margen de la
legalidad (como en el contrabando, el narcotráfico, la piratería, la
depredación ambiental, etc.).
Por ello, es
crucial comprender el origen del clientelismo y la prebenda en Bolivia, a fin de
evitar juicios subjetivos a priori y diseñar políticas públicas de gran alcance
y proyección que apunten justamente a superar la causa madre de todas estas
desviaciones y aberraciones –la heterogeneidad estructural- que nos impide
desarrollar una institucionalidad sólida que terminan convirtiendo a los sectores
sociales informales en presas fáciles de proyectos políticos y regímenes que se
burlan del ordenamiento del país. Sin ello, no seremos capaces de proyectarnos
a nuevos niveles de vida y de gestión responsable y sostenible de nuestros
recursos.
Lo fundamental para
la oligarquía es impedir que la oposición se una, para lo cual ha exigido lo
imposible y al mismo tiempo está impulsando un candidato completamente afín a
sus pretensiones y de su natural confianza, que ha sido fabricado en sus
propios hornos. En el escenario actual ese actor es Óscar Ortiz de
"Bolivia Dice NO".
Por lo señalado
hasta aquí, puede anticiparse que Ortiz no se "bajará" de su
candidatura en ningún caso, pues sería la ficha de la oligarquía para hacer
imposible la unidad de toda la oposición y al mismo tiempo para debilitar a
Morales en el poder, buscando convertirse en el fiel de la balanza, es decir,
el factor de poder que viabiliza lo que les conviene a Morales y la oligarquía.
De esta forma surgiría una coalición fáctica de gobierno, útil para todos
aquellos menesteres que requieran dos tercios de la Asamblea y para efectuar un
control estructural de toda la bancada opositora.
En síntesis, la
oligarquía ha comprendido que quiere y tiene que ser un actor de primer orden
en la contienda política, apuntando a ganar la cabeza de la oposición, lugar
desde el que a futuro le gustaría ordenar y controlar a la misma oposición, con
la aún todavía lejana pretensión, pero cada vez menos difusa, de convertirse en
la heredera del régimen masista en algún momento.
En este marco, la
renuncia del senador Edwin Rodríguez a su candidatura a la vicepresidencia por
ese frente es una muestra viva y elocuente de la forma en que este frente
intentaba presentar una fachada de alcance nacional, cuando en realidad solo
persigue objetivos muy estrechos. Como vamos viendo, BdNO y CC son como el agua y el aceite en
estas elecciones, mucho más incompatibles entre ellos que cada uno de estos
frentes con el mismo oficialismo.
En el caso de la
candidatura de Carlos Mesa por CC puede
apreciarse que está logrando mantenerse como la única fuerza política plenamente
opositora capaz de concentrar el voto
ciudadano porque está generando la expectativa que votar por CC no significará
votar por algún proyecto político personalista o sectorialista, sino por un
proyecto en el que la preocupación por el país en su conjunto se halla en el
centro de atención. Esta es la
diferencia más significativa que al presente es posible advertir en relación a las
otras fuerzas políticas.
El drama en CC es
que aún no plantea líneas de actuación que le permitan atraer al electorado y llevar
adelante la disputa con el oficialismo y demás contendores que muestren su real
y efectiva superioridad moral, resultante de su preocupación por el conjunto
nacional. Lo que se requiere son
respuestas coherentes que muestren claramente la distinta orientación de su
propuesta, así como la viabilidad de la misma. Pero ello no basta, pues además
deberá mostrar que esa propuesta es ampliamente deseable por el electorado. Este
es a mi juicio el mayor peligro y desafío que deberá enfrentarse en esta campaña.
Bolivia se viene
construyendo en gran medida por fuera de marcos institucionales y normativos
desde hace mucho. No tenemos un modo ordenado, disciplinado y legal de manejarnos.
No es casualidad que somos el país con el mayor sector informal del mundo,
donde el extractivismo hace de las suyas (con millones de hectáreas desmontadas
y depredadas en los últimos años de modo completamente ilegal), el narcotráfico
va creciendo imparablemente, etc.
Prima la lógica del
“catch as catch can”, agárrate como puedas, porque los diversos sectores
sociales y de actividad siguen librados a su suerte, porque no han existido en
nuestro país verdaderas políticas de apoyo a los sectores productivos que les
permitan seguir procesos ordenados de formación, inversión, crecimiento,
ahorro, modernización, mejora de la productividad, etc. y porque el mismo
Estado es el primero en facilitar toda clase de favores y prebendas para atender
a su clientela sectorial, muchas veces en contra del ordenamiento institucional
del país. En el marco del sector informal, la mayor parte de la fuerza de
trabajo se halla a su vez empleada en
sectores no viables, ni sostenibles, relacionados con la violación de las leyes
y al margen de la institucionalidad vigente.
En este marco,
pretender que los diversos sectores se ajusten a normas y disposiciones legales
que usualmente no cumplen, simplemente porque no son parte de sus procesos de
reproducción cotidiana, puede significar dejar la pelota en la cancha del oficialismo
por muchos años más. En breve: comprender el país real y proponer transformaciones
y transiciones viables y deseables significa tomar en cuenta esas lógicas de
subsistencia y micro acumulación que permean nuestra realidad. Decir que CC es
la opción que mejor representa el conjunto de las preocupaciones nacionales, no
significa que CC ya haya dado muestras de comprender esas lógicas, menos de
saber y poder dar las respuestas apropiadas a las mismas.
El otro hueco negro
que se puede apreciar en CC tiene que ver con la falta de claridad en relación
a una política que apunte a construir una UNIDAD INTEGRAL, centrada en
acuerdos, votos y controles electorales. Sin ello, ni siquiera sacrificios como
el de Rodríguez serán suficientes para forjar dicha unidad. Sobre el tema de las tareas que cada frente político debería resolver y la importancia y necesidad de la unidad me he referido detalladamente en el artículo citado.
En suma: La
realidad de las elecciones es que hay varios frentes que llegarán hasta el
final de la meta, que no se “bajarán” ni abandonarán la contienda en aras de
una unidad, que los frentes hablan de Bolivia y hasta intentan mostrar alianzas
con rostro nacional, pero en los hechos observables la mayor parte de ellos solo
siguen mezquinas consignas y promueven proyectos demasiado estrechos como para
sacar a Bolivia del marasmo en que se encuentra, A todo lo anotado habría que añadir que hasta aquí se han hecho las cuentas sin el tendero, es decir, sin tomar en cuenta al que reparte las cartas a su regalado gusto, usa los poderes del Estado a discresión y raya la cancha a su antojo. Solo la regla del 40/10 ya puede tirar abajo todas las previsiones y cuidados que se tengan, de modo que es como jugar con las cartas marcadas en cancha ajena. Sobre la regla del 40/10 puede verse el siguiente artículo.
Es hora de asumir la realidad, en la que es posible observar y advertir un panorama muy
preocupante, simplemente porque solo pensamos en el país en las épocas de
elecciones como si se tratara de una lotería para repartir pegas. Por esa vía seguiremos
dejando el país en manos de intereses demasiado estrechos y ambiciosos o directamente en
poder de sus enemigos.