11 junio 2011

LA RIQUEZA COMO CAUSA DE LA POBREZA


Carlos Rodrigo Zapata C. (*)



Una de las causas más evidentes y a la vez más paradójicas del rezago y la pobreza del país, radica en la riqueza, en particular de aquella riqueza que se extrae de yacimientos de gas, petróleo, minerales y otros, sin la necesidad de un gran esfuerzo organizado de la sociedad, sino sólo de unos pocos rubros productivos. En este marco, puede decirse que Bolivia se caracteriza por ser una formación social centrada obsesivamente en la explotación y exportación de sus recursos naturales no renovables, sea como materia prima o como producto escasamente procesado o industrializado.

¿Qué implica dicha obsesión, qué consecuencias tiene sobre la sociedad y la economía, sobre cada uno de nosotros? Veamos algunos rasgos a continuación.

Consecuencias del modelo extractivista sobre la economía y la sociedad

1) La extracción de riqueza del subsuelo es el sueldo del país, pues por esa vía se obtiene divisas que permiten importar todo aquello que el país no produce o lo hace en condiciones más ineficientes u onerosas, pero también permite importar chatarra, bienes suntuarios y otros en los que el país no merece invertir sus valiosos y escasos recursos.

2) Debido a que nos hemos hecho tan dependientes de dichas actividades extractivas para nuestro diario sustento, la inversión nacional se dirige primordialmente a dicho sector. Ello significa que ya no nos damos ni la oportunidad de destinar recursos para otros fines, como por ejemplo, para asegurar la sostenibilidad de la economía. Según la regla de J. Hartwick, la sostenibilidad de una economía basada en los recursos naturales no renovables, sólo es posible si todas las rentas o excedentes que se extraigan de su aprovechamiento son empleadas plenamente en la construcción de otros rubros sustitutivos de actividad. En Bolivia sólo destinamos una pequeña fracción de la renta de los recursos no renovables para construir esos otros rubros de actividad, razón por la que no conseguimos desarrollar otros sectores de actividad que sean generadores de empleo. Dicha situación tiende a ahondarse y complicarse en la medida en que se destinan cada vez más recursos a estos mismos sectores extractivistas, esta vez en su fase de industrialización, como si no pudiéramos ya ni pensar en el desarrollo de otros sectores de actividad y prefiriéramos el contrabando, la piratería, la producción de drogas, la extinción de la fauna silvestre, la liquidación de las maderas preciosas, el deterioro de múltiples funciones ambientales , como si sólo nos faltara un par de ajustes para alcanzar el reino de la perfección.

3) ¿Qué significa todo ello? Que mientras nos hallemos obsesivamente centrados en la producción de productos y materias primas no renovables para exportar, el país no tendrá los incentivos, los argumentos y las razones de peso para salir de su estancamiento secular y empezar a transitar por otras vías, aquellas que el común de los países del mundo se empeña en recorrer, porque es la única manera de ganarse el sustento diario de modo responsable y con la posibilidad que sus frutos lleguen a todos.

Este punto es crucial. Hoy en día, en el marco del modelo extractivista que domina la dinámica económica, social e institucional del país, centrado en la producción de materias primas y productos naturales no renovables, Bolivia es estructuralmente incapaz de salir de la pobreza, mejor, incapaz de crear las condiciones para que la mayor parte de su población supere los niveles deplorables de pobreza en que se debate y pueda aspirar a niveles de vida más satisfactorios, como los que prevalecen en otras partes del globo.

4) Eso significa que el modelo practicado secularmente en Bolivia no puede superar la pobreza, pues ello exige mucho más que las riquezas naturales que poseemos. Para superar la pobreza se requiere desplegar una diversidad de acciones esenciales como ser: desarrollar capacidades en rubros productivos que nos permitan realizar un intercambio comercial de mutuo provecho con otras naciones del mundo, lo cual implica y exige el desarrollo de conocimientos, destrezas, habilidades, formación de capitales físico, financiero, social, humano e institucional que hoy por hoy no tenemos y ni siquiera poseemos el prospecto de tenerlos. Lo que requerimos es tomar en cuenta los axiomas básicos del desarrollo en Bolivia, esto es, algunas verdades básicas consagradas por la experiencia, que señalan, por ejemplo, que no podemos financiar nuestro desarrollo por nosotros mismos, porque ello supera nuestras capacidades de ahorro; que no podemos crecer tanto ni tan de prisa, si no exportamos; que para conectar la macroeconomía y la microeconomía se requiere vincular los bienes públicos con la inversión privada y los recursos en poder de los ciudadanos; que no basta con militar en el partido que defiende los derechos humanos, también se requiere militar en el partido que contribuye a construir capacidades para garantizar dichos derechos, etc.

5) El modelo extractivista que aplicamos tan cerradamente exige músculos primordialmente, requiere la fuerza de los brazos de los compañeros mineros y petroleros, pero no requiere gran cantidad de ingenieros, ni técnicos especializados en mil y un oficios y profesiones, simplemente porque nos hallamos girando en torno a un par de sectores productivos desde siempre, cerrándonos el paso hacia el desarrollo integral de nuestras fuerzas productivas. En esas condiciones, ¿cómo habría de interesarnos una mayor formación, cómo podríamos comprender el esfuerzo de otras naciones por superar sus estándares de educación, como es el caso de Finlandia, el país con los mejores resultados en el mundo en el test Pisa en matemáticas y lenguaje que mide los niveles de rendimiento estudiantil? Bolivia se hallaría “muy por debajo incluso del país que ocupa el último lugar” en dicho test, según una prueba no oficial recientemente realizada en nuestro país. ¿Qué tal, metal?

¿Qué hacen otros países, cómo lo hacen?

6) En cualquier país del mundo, que no cuenta con ingentes recursos naturales no renovables, la economía y la sociedad están obligadas a desarrollar una diversidad de condiciones para sentar las bases de un desarrollo acorde con las pretensiones y aspiraciones de dichas sociedades. Para ganarse un yen, un won o un dólar, dichas sociedades están literalmente obligadas a dotarse de un sistema de educación técnica y superior de calidad, contar con profesionales en todas las ramas, tener un sistema que promueva la ciencia y la tecnología e incentive las innovaciones, contar con un sistema legal probado y sólido que no cambie al antojo de unos cuantos parlamentarios, una justicia que funcione, en fin, un cúmulo de factores y condiciones que hagan posible que cada ciudadano pueda ganarse su sustento de modo certero y ordenado. En nuestro caso está visto que podemos prescindir de buena parte de todas esas condiciones y factores, pues al final del día, tengamos o no dichas condiciones, el país igual podrá ganarse su sueldo, ya que en Bolivia basta con encontrar unas vetas, descubrir unos pozos o unos yacimientos de algo como para tener asegurado dicho sueldo, lo cual no quiere decir que toda su población pueda acceder al mismo. Esa ya es harina de otro costal, pues se sabe que Bolivia es uno de los países con la peor distribución del ingreso de América Latina.

7) En esos países, llamados desarrollados, donde para ganarse cada dólar se requiere tener todo un conjunto amplio y diverso de tecnologías, formas de organización y de coordinación muy eficientes, no existe la lógica del bloqueo ni de la usura, y la corrupción se halla en niveles muy bajos, la gente está no sólo deseosa, sino ansiosa por aprender y estudiar más, simplemente porque sabe que su vida, sus oportunidades y las de sus hijos dependen de ello. No existe el vuélvase mañana, menos los decretos sorpresivos y los cambios abruptos de reglas del juego, tampoco la tranca burocrática, pues todos esos son actos que atentan directamente contra la eficiencia del sistema, por lo que serían percibidos como atentados contra la sociedad para ganarse el sustento. En Bolivia, como no vivimos de ese tipo de cosas, nos vale un comino obstaculizar al vecino, torpedear los esfuerzos del conjunto, imponer nuestras demandas conculcando sus derechos o someterlo a exigencias súbitas inadmisibles.

¿Qué podemos hacer para salir de la trampa de la riqueza?

8) ¿Qué podemos hacer para empezar a revertir este lamentable estado de cosas que condena a la mayor parte de la población a vivir en los míseros o muy bajos niveles de vida que actualmente posee? Pues lo primero es empezar a tomar conciencia de nuestra situación. El discurso metafórico ya ha inventado muchas imágenes como para explicar esta desventurada paradoja de la riqueza como causa de la pobreza, y la experiencia mundial también ya ha dado su veredicto, y nos ha proporcionado diversas lecciones que aún debemos aprender. ¿Metáforas?: el mendigo en la silla de otro, el Mito del Rey Midas, la trampa de la riqueza, la enfermedad holandesa, etc. ¿Lecciones?: Justamente los holandeses sufrieron de este mal que nos aqueja, pero también supieron resolverlo. Holanda sufría de exceso de riqueza por el petróleo, que condujo a una situación de desindustrialización y desajuste económico crónicos, hasta que la sociedad decidió sabiamente dedicar sus rentas del petróleo a la producción de un sistema único de seguridad social, a la salud y la educación, e impulsar nuevos sectores productivos. Medio siglo más tarde la pequeña Holanda no sólo nos da ayuda, sino que se ha convertido en un ejemplo admirable de organización y tesón. Ojala nuestros ánimos descolonizadores no nos impidieran ver este bosque florido, lleno de ejemplos y enseñanzas provechosas, para poner de una buena vez rumbo al futuro y a nuestra realización como nación.

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(*) Economista, planificador regional, analista político. Mail: carlosrodrigozapata@gmail.com