25 diciembre 2009

No hay peor ciego que el que no quiere ver

Carlos Rodrigo Zapata C.

Es para no creer lo que dicen los periódicos: El PPB no se explica por qué el MAS logró amplia votación en Bolivia, mientras que uno de sus líderes “admitió que la oposición ‘no entiende qué pasó’ y por qué la clase media le ratificó su apoyo al MAS”.

¡Qué ceguera, qué estrechez mental! Ni siquiera los anuncios previos sirvieron para ver las cosas desde otra perspectiva: el referéndum revocatorio nos dio claramente la pauta de lo que piensa el país, pues en esa oportunidad Evo logró el 67,4% de los votos. Y ese resultado, casi idéntico al actual, ocurrió hace casi año y medio, tiempo en el cual la oposición no sólo empeoró y desmejoró ostensiblemente su imagen y su accionar, sino que demostró en los hechos una inmensa incapacidad para interpelar a un líder en la cresta de la ola y mucho menos a un vigoroso proceso en marcha.

¿Qué hechos muestran eso? Pues, sus intentos de asonada, de defender lo indefendible con asaltos, arrebatos y matanzas, su gran incapacidad de comprender que el país (re)quiere un cambio profundo, su falta de propuestas, de líderes alternativos, de reflexión sobre el país, de querer un país nuevo, con todos incluidos.

Posiblemente será necesario preguntar, ¿qué propuesta discutible tiene la oposición, qué programa de gobierno ha formulado, cómo espera que podría realizarla, qué sectores sociales podrían respaldar esas propuestas, con qué apoyos internos y externos cuenta? Pese a que acaba de concluir la contienda electoral, no creo que haya algún “político” opositor que pueda responder a estas preguntas, menos un ciudadano común, por informado que se sienta.

En cambio, si se les preguntara a los opositores, qué hace mal Evo y su gobierno, qué debería enmendar, qué futuro nos espera al cabo del largo Evo que tenemos por delante, obtendríamos una y mil respuestas que nos mostrarían diversas falencias que efectivamente puede registrarse y advertirse, pero también una cantidad no menor de especulaciones que sólo mostrarían, una vez más, la liviandad con que se ha tomado las cosas la oposición.

La pregunta, la tremenda pregunta es: ¿y por qué no reacciona el pueblo boliviano ante todas esas falencias e insuficiencias que es posible advertir y registrar, qué le hace actuar a un pueblo de esa manera, hasta qué punto le han lavado el cerebro para que siga votando a favor de quien le genera tantos problemas? La respuesta es aún más tenebrosa: porque quiere respuestas, porque se hartó de partidos y políticos inútiles hasta para plantear propuestas, porque todas las falencias e insuficiencias que se puedan registrar siguen siendo menores, ínfimas, en comparación a todas las falencias y estafas que le ha tocado vivir al pueblo por décadas, porque estamos gestando un movimiento muy propio, nacido de las entrañas del pueblo, porque estamos empezando a mirarnos de frente, a reconocernos, a saber quienes habíamos sido en este nuestro archipiélago de localismos, incapaces de reconocernos como herederos de unos mismos padres, héroes y luchadores, en fin, porque ahora estamos aprendiendo a caminar erguidos, como expresión de nuestro orgullo y respeto a nosotros mismos.

Sentirse súbitamente apartado del poder y marginado de este proceso de cambio en marcha, es triste, patéticamente triste, pues los dueños del país nunca se imaginaron ni se pusieron en ese escenario, de tan dueños que se sentían del mismo.

Ya vendrán los tiempos de reflexión, de contrición y de arrepentimiento, pero también de retorno a la realidad en aquellos casos que su patriotismo, su amor por el país, por su gente, su futuro, sean más grandes que todas sus frustraciones y orfandades. Estoy seguro que el corazón del pueblo es mucho más grande y noble que lo que hoy por hoy la oposición es capaz siquiera de imaginar.

El camino de retorno del hijo pródigo es aún largo, ojalá que lo encuentre y no quede extraviado en los senderos de su propia miopía y sus rencores.

(*) Economista, analista político

07 diciembre 2009

El Presidente Morales ha sido reelecto abrumadoramente

Por Carlos Rodrigo Zapata C.
Global Consultores, Gerente de Estudios y Proyectos

 EL MAS obtuvo dos tercios de los escaños parlamentarios, y de modo también absolutamente inédito, habría logrado ese resultado en cada una de las cámaras.

 Ese resultado le confiere al Presidente reelecto Evo Morales poderes totales, lo cual significa que dependerá más de su voluntad de diálogo, y por cierto que de la capacidad de bloqueo de sus adversarios y de plantear propuestas en beneficio de las mayorías nacionales, el grado y la medida en que el frente gobernante tome en cuenta la opinión de la minoría.

 La debilidad congénita de la oposición ha quedado absolutamente refrendada de varias maneras. Primero, por la muy baja votación alcanzada por el conjunto de ella, que no llega a un tercio de la votación total. Segundo, el hecho que la mayor parte de los frentes postulantes no ha obtenido ni un solo punto porcentual, pues los votos alcanzados no les permiten llegar ni a ese guarismo. En este marco, debe destacarse la renuncia de los candidatos a la vicepresidencia en dos de dichos frentes, así como el abandono de candidaturas de muchos de sus postulantes, lo cual da una señal clara que ni los mismos participantes se daban ningún crédito. Tercero, las propuestas opositoras han sido elaboradas más como requisito a cumplir que con la intención de proponer alguna variante al proceso de cambio inaugurado e impulsado por el Presidente Morales. Cuarto, la propuesta de PP no era otra cosa que una convocatoria a los sectores desplazados del poder a mantenerse unidos en la defensa de sus intereses, mientras que la de UN, sin ninguna base social y sin lograr dirigir su mensaje a ningún sector social en particular, cae en un anodina propuesta de producir productos biológicos que, además de ingenua, peca de poco viable e insostenible.

 Pero otra novedad de esta contienda es que se ha dado una suerte de solución binominal en la distribución de escaños al senado entre el oficialismo y la oposición, ya que el total de ellos se ha repartido entre la fuerza ganadora y la segunda fuerza, lo cual no refleja la congénita debilidad de la oposición, sino lo barato que le ha resultado a la oposición hacerse de un tercio del senado, aún con la muy baja votación alcanzada. Recordemos que el régimen binominal se da en Chile, donde la primera fuerza obtiene un escaño senatorial y la segunda el segundo escaño en cada región, lo cual prácticamente obliga a mantener un equilibrio en dicha cámara, así la distancia en votos entre ambas fuerzas sea muy pronunciado, como es el caso que se ha podido observar en esta elección en Bolivia.

 El resultado alcanzado por la oposición en el senado muestra una vez más la vigencia del oprobioso sistema de la democracia oligárquica, según el cual el voto de unos ciudadanos vale mucho más que el de otros. En Pando ha bastado con unos 15000 votos para alzarse con dos escaños a senador, mientras que en Santa Cruz han sido necesarios cerca de 400000 votos para lograr el mismo resultado, es decir, algo así como 26 veces más votos que en el primer caso.

 El voto boliviano en el exterior, otra novedad inédita en este proceso, ha sido recibido con extraordinario entusiasmo y satisfacción por parte de los compatriotas residentes en 4 países, Argentina, Brasil España y Estados Unidos, puesto que en muchos casos por primera vez en sus vidas, han tenido la oportunidad de votar y elegir al gobernante de su país. No obstante este gesto de apertura y reconocimiento de los derechos electorales de los bolivianos en el exterior, es oportuno destacar dos aspectos claramente contrastantes. Por un lado, puede apreciarse que el voto en si, tanto por la magnitud –se empadronó en el exterior a menos del 4% del padrón electoral- y las dificultades de votación registradas, como por el hecho que sólo se suman a la votación para Presidente y Vicepresidente, han resultado poco significativas, de impacto muy reducido, aspecto que deberá mejorar significativamente de cara a nuevos comicios nacionales. Por otro lado, la inclusión de los ciudadanos bolivianos residentes en el exterior en esta contienda electoral ha permitido poner sobre el tapete nacional el tema de sus condiciones de vida, de migración, sus derechos humanos, laborales, los conflictos originados por la separación o la división familiar, la emergencia de la familia internacional y lo que se está dando en llamar, la industria de la migración, una serie diversa de distintos tipos de tráfico humano, unas veces impulsados por fuerzas y factores de expulsión y no pocas veces por otras de atracción. Si el proceso electoral mismo nos ha dejado algún producto nuevo, impensado, oportuno, necesario, valioso y útil ha sido empezar a comprender la suerte de nuestros hermanos, hijos nietos, padres que viven en el exterior, y hacen hasta lo indecible para mantener y sustentar los lazos que han contraído con sus familiares y responder dignamente y de modo ejemplar a sus deberes. Haber empezado a reconocer este inmenso vacío que se había instalado en la sociedad, es sin duda un mérito grande de este proceso electoral que ha abierto las puertas al reconocimiento de nuestros compatriotas en el exterior. En hora buena. Ahora se requiere construir una política consistente, precisa y protectiva de nuestros conciudadanos, donde quiera que se encuentren. Es hora de una diplomacia seria, profesional, sensible, capaz, digna, en toda su extensión.

 El apoyo masivo y contundente, prácticamente en toda la República, más precisamente, en todo el Estado Plurinacional, al Presidente Morales muestra la voluntad nacional de acompañar dicho proceso. No obstante, esta conclusión debe observársela desde varios puntos de vista:
- Uno, el Presidente Morales no tenía rival al frente, puesto que lo que la oposición ofrecía no era más que “más de lo mismo”, lo cual es claramente rechazado por la gran mayoría del país.
- Dos, justamente debido a la incapacidad de la oposición de proponer alguna alternativa discutible y viable de país, es que muchos electores han terminado sumándose al carro del ganador, lo cual le concede a éste último una votación mayor que la que posiblemente habría logrado en ese otro escenario. Esto último no significa que Evo Morales no cuente con una mayoría en su favor, pero sí significa que la polarización y la dispersión de la oposición se ha constituido claramente en uno de los caballos de fuerza del propio triunfo de Morales.
- Tres, la contundencia del triunfo puede generar la ilusión de un poder omnímodo, algo así como cheque de gerencia en blanco, con todas las firmas necesarias y sin fecha. Esta lectura es problemática y peligrosa, puesto que puede dar la impresión que todos los electores que votaron por el MAS están igualmente de acuerdo con el proceso de cambio en marcha que apunta a superar la exclusión y la pobreza de grandes sectores de la sociedad boliviana recurriendo a un menú de soluciones que ha sido ampliamente probado en otras latitudes y épocas, pero por lo general sólo ha dejado un enorme sabor amargo. En este sentido, la lectura que debe hacerse es que se requiere soluciones que resuelvan los problemas del pasado, los problemas actuales, sin generar nuevos o mayores problemas.

 Una última impresión. Por primera vez en la historia boliviana podemos apreciar que existe un gran consenso en torno a un gobierno, una propuesta, un liderato, más allá del grado o la medida en que el ‘efecto ganador’ pueda haber influido en los guarismos finales. Esta es sin duda una noticia de primera importancia, puesto que ello evitará que en buena medida persista la conflictividad que caracteriza a la sociedad boliviana en todos sus quehaceres y menesteres. La politización de lo grande y lo menudo pasará en buena medida a segundo plano, poniendo en el primero aquello que siempre debía tener presente la sociedad: la gestión pública, su calidad, su transparencia, su efectividad y su eficiencia. Pero para que ello funcione se requerirá que otros ingredientes que la hacen posible y la vehiculizan, también jueguen en el mismo equipo:
- la precisión con que el equipo gubernamental pueda comprender y emprender el trabajo de transformación del país, de implementación de la nueva Constitución Política, tarea muy compleja y entreverada que exigirá mucho tino, paciencia y trastienda, como dicen los amigos españoles, para lograr evacuar consensos aceptables y viables;
- la claridad y madurez de las demandas de los diversos sectores sociales, puesto que se convertirán de facto o por default, según se prefiera, en la verdadera instancia organizadora de la demanda social y sus prioridades, puesto que los otros poderes del Estado se hallarán completamente dispuestos a seguir al Presidente y su inmediato equipo de colaboradores por todos las vías y atajos que pretenda emplear;
- y el rol de la prensa que de una vez por todas debe comprender que no es un protagonista de primer plano, ni un actor aislado o independiente de la suerte, requerimientos y avatares de la sociedad, sino un carro de acompañamiento de la sociedad, que debe salir a la palestra a criticar, advertir, protestar o proponer, pero no con el protagonismo que ha pretendido tener en los pasados 4años, pues su labor fundamental radica en informar sobre los desarrollos que se suscitan en la sociedad, orientar y comunicar los aspectos de la propia gestión pública, y llamar la atención sobre vacíos y descuidos por parte de la sociedad y el gobierno, amonestar a quien corresponda por la inconsistencia con que asume su rol, su responsabilidad, su papel en el concierto social, etc. No necesitamos otros Robin Hoods para manejar nuestros asuntos, ya tenemos el que por ahora requerimos, necesitamos miradas que horaden el futuro y nos traigan mensajes que nos ayuden a construirlo y recibirlo como expresión de nuestro propio querer y hacer, y no como resultado de imposiciones o de circunstancias inapelables.

El pueblo boliviano ha tomado su decisión. Es deber de todos quienes estamos comprometidos con su suerte y su destino poner todo de nuestra parte para hacer realidad del mejor modo posible su preferencia y su elección.

(7 de diciembre de 2009)
e-mail: CarlosRodrigoZapata@gmail.com

02 diciembre 2009

LA METÁFORA DEL COPILOTO

¿Cómo incluir el futuro en nuestras acciones presentes?

Carlos Rodrigo Zapata C.

Los bolivianos no hemos aprendido a incorporar el futuro en nuestras acciones y reflexiones, razón por la que tendemos a ocuparnos excesivamente de lo coyuntural, de lo que acontece en el momento actual

¿Qué significa eso? Que vivimos en función del día a día, del último acontecimiento acaecido, por lo que nuestra atención y nuestros esfuerzos usualmente se hallan centrados en el ahora mismo, situación que nos conduce a despreciar diversas formas de incluir el futuro en el presente, tales como la prevención, la educación, la información, la planificación, la disposición al cambio, las reformas continuas, etc., por lo que las respuestas que producimos usualmente son poco adecuadas, parciales, tardías y descontextualizadas. En este marco podría afirmarse que somos unos permanentes aprendices de la improvisación y la unilateralidad.

¿Cómo hacemos para ganarle un lapso de tiempo a la dinámica desbocada que vivimos, cómo hacemos para dar un salto al futuro en nuestros proyectos y realizaciones, de tal modo que la realidad no nos sorprenda siempre en paños menores con su sarcasmo y su implacable rigor? Esperamos responder a este cuestionamiento con ayuda de una metáfora, basada en una experiencia concreta, que podría ayudarnos a comprender la importancia y necesidad de incluir el futuro en nuestras acciones presentes. Es oportuno aclarar que metáfora es una forma de estructurar el pensamiento –la más poderosa de cuantas podamos evocar- y consiste en reconstruir una cuestión o materia para nosotros relativamente desconocida, en términos de otra cuestión o materia conocida o familiar para nosotros. Pero veamos la metáfora que nos ayudará en este asunto.

Recuerdo una experiencia de Julio Mantilla cuando fue Alcalde de La Paz, la cual siempre me ha conmovido por su fuerza y originalidad. En una oportunidad le invitaron a participar como copiloto en una carrera de autos –creo que fue la vuelta al lago Titicaca. Luego de su participación, Julio estaba encantado, impresionadísimo con su vivencia. Me explicó cuál es la tarea que debe cumplir un copiloto en una carrera. Es el que tiene que indicar al piloto con la debida anticipación cómo está el camino, cuando hay curva, de qué lado viene, si reducir o acelerar la velocidad, qué marcha poner. “Derecha, derecha, bache, reducir, izquierda, izquierda, segunda, tercera….”, así le iba indicando al piloto en cada tramo, según recuerdo su relato. Pero lo que más me impresionó, fue cuando me contó que ir de copiloto es como “mandar tu ajayu (*) por delante en el camino”, para que vaya a explorar la siguiente curva, a examinar el siguiente tramo. Como copiloto, tú no puedes concentrarte en los siguientes 50 ó 100 metros del camino, me dijo, pues esa es la tarea del piloto; tu tarea consiste en concentrarte en los siguientes 200 ó 500 metros o más, pues como copiloto debes contribuir a anticipar todos los tiempos y movimientos del piloto

Esa hermosa vivencia -que de paso nos ilustra de cuerpo entero la pasión por el “deporte tuerca”, como se suele denominar al automovilismo deportivo- nos sirve de metáfora para darnos cuenta, cuándo estamos actuando sólo en función del momento y la circunstancia, dejándonos arrastrar y arrasar por el día a día, y cuándo estamos mirando más allá y actuamos anticipando el futuro. Podríamos decir que el piloto es el que tiene la responsabilidad de conducirnos a la meta y que el copiloto es el que procura incorporar el futuro en el presente con todas sus advertencias, recursos y orientaciones, pero sólo la acción conjunta y combinada de ambos -su convolución podría decirse- es la que permite hacer una gran carrera

Mientras sólo nos ocupamos de lo inmediato o coyuntural, de aquellas cuestiones que nos impone la tiranía del momento actual, con seguridad que acumularemos una montaña cada vez mayor de problemas sin resolver, simplemente porque no podremos ir tan rápido como quisiéramos, porque nuestras respuestas serán coyunturalistas y dejarán muchos cabos o hilos sueltos, porque algunas o muchas de ellas serán un completo fiasco y, además, porque la misma vorágine de la coyuntura nos impedirá ocuparnos de todas las cuestiones pendientes

De modo que la metáfora del copiloto no sólo nos muestra la importancia de incorporar el futuro en todas nuestras acciones y reflexiones -lo cual se constituye a su vez en una de las formas más preciosas de anticipar el futuro, es decir, de ganarle a la incertidumbre unos palmos- sino que además nos muestra la necesidad de una acción coordinada y sincronizada entre piloto y copiloto, entre aquellos que dirigen y conducen, y aquellos que anticipan y previenen. Sin piloto no hay nave que pueda ser conducida efectivamente, pero sin copiloto no hay nave que pueda llegar a destino oportuna y certeramente.

(*) Ajayu. Expresión aymará que significa energía vital en busca de armonía.

[Originalmente publicado en El Diario el 2 de noviembre de 2006. También en BolPress (http://www.bolpress.com) y GUASABARAeditor (http://guasabaraeditor.blogspot.com)]

 E-mail: carlosrodrigozapata@gmail.com

25 agosto 2009

EL VIRAJE DE LULA

CARLOS RODRIGO ZAPATA C.

Los medios de difusión cariocas reflejaban en mayo del 2006 el estado de indignación existente en el Brasil a raíz de la llamada “nacionalización” de los hidrocarburos en Bolivia, que consistió en conminar a las empresas petroleras a firmar nuevos contratos o dejar la plaza boliviana. Los titulares de prensa de ese momento lo decían todo: “Molesta a Brasil estatización en Bolivia”, “Se agrava disputa Brasil-Bolivia”, “El ministro de Relaciones Exteriores de Brasil no descartó el retiro del embajador de su país en Bolivia”, “El 1,4 por ciento de brasileños desea declararle guerra a Bolivia”.

En un momento crucial de conformación de la agenda de cambio boliviana, Brasil no le tendió la mano a Evo, dejó la cancha libre a Caracas y puso de manifiesto su falta de liderazgo regional y su impericia para construir una visión que sea capaz de situar a Sudamérica en el concierto mundial como una potencia regional. Eran momentos en los que Brasil sólo tenía ojos para su ombligo y hacía ostentación de una falta de políticas hacia su entorno sudamericano, que sólo mostraba, una vez más, la preferencia de los países del subcontinente de quejarse de sus vecinos antes que cooperar con ellos. ¡Qué Latinoamérica más falta de miras!

El pasado 22 de agosto de 2009, la historia cambia abruptamente, de modo tal que no parece que se tratara de los mismos actores que en el clímax de la crisis del gas no escatimaron comentarios rudos y torpes entre ellos. Ahora, de pronto, Lula ingresa con paso de parada a la historia boliviana, mostrando una actitud y una voluntad de liderazgo que sorprende. Nuevamente los titulares de los medios de difusión nos dan una idea de este momento: “Bolivia y Brasil consolidaron relaciones bilaterales”, “Lula anuncia medidas de ayuda”, “Lula da espaldarazo a Morales”, “Brasil abre mercado a textiles bolivianos”, “Cuatro mega acuerdos sellan la integración de Bolivia y Brasil”, “Valora Lula 'lucha de toda la vida' de Bolivia por su liberación”. Lula y Evo suscriben cuatro acuerdos muy significativos, sobre investigación para la exploración del Salar de Uyuni; el entendimiento en defensa civil y asistencia humanitaria; apoyo en la formación profesional y un financiamiento de 332 millones de dólares para la construcción de la carretera San Ignacio de Moxos-Villa Tunari. A dichos acuerdos se suma la decisión del presidente Lula de abrir el mercado brasilero a los textiles bolivianos, con la finalidad de reemplazar el perdido mercado norteamericano e introducir una suerte de “APTDEA sin condiciones”, como bautizó el Presidente Morales a la disposición brasilera.

Ante este cambio vertiginoso de posturas, uno se pregunta intrigado, qué pasó, qué razones o argumentos justifican ese mensaje tan contundente por parte del coloso brasilero de abrirse a Bolivia, de tenderle vías que le faciliten el tránsito al desarrollo a nuestro empobrecido país, ¿a qué se debió ese cambio?

Da la impresión que Lula y su entorno gubernamental han comprendido muchas cosas en los últimos años, en particular, la necesidad regional de contar con un liderazgo que le abra a la región mejores oportunidades en el contexto internacional. Latinoamérica en general y en particular Sudamérica, tienen todos los “insumos” para convertirse en un importante actor en el tablado internacional, para coadyuvar en la construcción de un mundo más responsable, capaz de resolver sus problemas y hacer frente a sus desafíos con mejores posibilidades de éxito. Latinoamérica, como el gran crisol de la humanidad, el lugar donde convergen y conviven todas las culturas, etnias y razas, como no sucede de modo semejante en el mundo entero, tiene inmensas riquezas y extraordinarios recursos naturales, que representan la mayor proporción de especies y climas del orbe. Como si todo ello fuera poco, los descubrimientos y revalorizaciones de ingentes recursos siguen día a día, como son los casos del litio en el Salar de Uyuni o el agua dulce en el gigantesco acuífero Guaraní. Los fabulosos recursos hidrocarburíferos del Orinoco, recientemente descubiertos en Venezuela, y aquellos otros en la costa de los estados brasileros de Santa Catarina y Espíritu Santo, sitúan a Brasil y Venezuela como los países con las mayores reservas hidrocarburíferas del planeta, por delante de los países árabes con sus reservas ya legendarias. Dichas reservas constituyen sin duda un gran compromiso y responsabilidad internacional, pero también pueden entrañar grandes peligros.

El periodista uruguayo Raúl Zibechi, uno de los analistas latinoamericanos más destacados, ha dado a conocer recientemente su punto de vista en torno a las razones que explicarían el afán norteamericano por usar siete bases militares en Colombia. Según su punto de vista, el tiro no está dirigido a fortalecer al gobierno colombiano en su lucha contra las FARC, sino que “el mensaje principal es para Brasil y no para Venezuela”, en coincidencia con la opinión del profesor Juan Gabriel Tokatlián, aunque con dos precisiones del mismo Zibechi: 1) Decir Brasil es decir Amazonía, es decir, recursos naturales, y 2) preocupa la creciente alianza entre China y Brasil, “cuyo comercio debe realizarse a través de la cordillera andina”.

En este contexto, Zibechi señala algunas de las razones que sustentan su punto de vista, entre las que destaca la fuerte competencia por recursos naturales con la creciente participación de potencias extracontinentales, las alianzas de los principales países latinoamericanos con países asiáticos y potencias emergentes, el creciente uso en la región de otras monedas distintas al dólar para sus transacciones comerciales. También el ritmo de crecimiento de dichos vínculos y los montos alcanzados, son mencionados como otras posibles fuentes de preocupación norteamericana. El comercio entre China y América Latina pasó de 8000 a más de 100000 millones de dólares en los últimos 20 años. De igual modo, la presencia china en fondos de inversión (incluido el BID) ha crecido vertiginosamente en los últimos años. Como una consecuencia derivada de estos y otros aspectos, se estaría dando la llamada "Geopolítica del Cerco" en la jerga brasilera, según la cual militares estadounidenses estarían construyendo un cinturón militar que rodea a Brasil en base a pistas y destacamentos, lo cual disminuiría la capacidad brasileña de “proyectar poder en el ámbito regional”. Hasta aquí los planteamientos de Zibechi.

Si tomamos como base este enfoque, podríamos concluir que Brasil habría comprendido que su bien entendido interés nacional pasa necesariamente por un proyecto sólido de integración regional, y que en Bolivia estaría dando sus primeros pasos, que luego podría extender a otros países. A ello se agregaría su interés por relegar a Caracas de su protagonismo regional que aún no arroja los frutos esperados.

En el caso concreto de Bolivia, el apoyo brasilero a la carretera bioceánica por territorio boliviano implica haber superado enfoques descartados por el propio Brasil en los años 90, debido a que los elevados costos de transporte por tramontar Los Andes por los puntos de paso que brinda Bolivia y los bajos volúmenes de carga esperada de ida y vuelta, hacían prácticamente inviable esa opción. El financiamiento por parte de Brasil de la carretera de penetración hacia la amazonía beniana, hasta San Ignacio de Moxos, es otra muestra de la voluntad de vincular fuertemente la amazonía al movimiento general de la economía boliviana y regional. Empieza a romperse ese cerco que ha impedido durante décadas todo tipo de aprovechamiento de los recursos de la Amazonía y ha convertido toda esa inmensa región, particularmente el área que corresponde a la amazonía boliviana, en una especie de tierra de reserva o de protección permanente, ya que se ha limitado consecuentemente el desarrollo de todos aquellos recursos complementarios necesarios para su aprovechamiento integral y sostenible. Una muestra de la forma cerrada en que se mantiene ese cerco radica en la imposibilidad actual de conectar el centro y el norte del departamento de La Paz, lo que significaría vincular las zonas andinas con las amazónicas. También las continuas dificultades para avanzar de modo efectivo en la exploración de petróleo en el norte paceño, nos muestra otras estacas del mismo cerco. El argumento ambiental es imprescindible tenerlo en cuenta y salvarlo adecuadamente, pero ello no debe llegar al extremo de dejarnos como meros espectadores de la riqueza y potencialidades amazónicas.

Más allá de ello, la relación Bolivia – Brasil es, sin duda, punto neurálgico de la agenda estratégica boliviana para el Siglo XXI. Basta pensar en el tamaño de nuestro vecino, en el hecho que nuestra mayor frontera de lejos es con el Brasil, en la diversidad de temas que nos vinculan, como ser la cuestión de los migrantes ilegales en ambos países, en las hidroeléctricas, el tema del narcotráfico, el Mutún, el Pantanal, el intercambio comercial y la navegación fluvial, como algunos de los puntos cruciales de dicha agenda. También la construcción de “confianza mutua” con Chile posiblemente podría ser más equilibrada, sin las altanerías silalescas que aún perduran y trasminan toda la relación, si logramos establecer un vínculo más claro y más estrecho con el Brasil.

Es de destacar que Zibechi centra su enfoque en los bienes comunes, que podríamos definir como el conjunto de recursos, servicios y espacios comunes que debe ser gestionado sosteniblemente en beneficio de la colectividad, como ser agua, servicios ambientales, paisajes, suelos, biodiversidad, etc. Sin duda, la disputa internacional crece en torno a las condiciones que presidirán su aprovechamiento en la medida que el deterioro ambiental y la injusticia social avanzan sin cesar.

A modo de conclusión, podemos apreciar que la intervención norteamericana en Colombia está empezando a desatar procesos de integración indispensables para todos los países de la región, a modificar comportamientos anquilosados y a rever nuestra región desde la perspectiva de un futuro común y compartido, como forma de defensa de nuestros recursos y de nuestra formas de encarar el futuro, lo cual en buen romance significa no otra cosa que defender nuestros sueños y proyectos, pues esa es la fuerza motriz de todo desarrollo humano.

"….quiero garantizarte compañero Evo, que pienso que tú empezaste una nueva era, Bolivia nunca más será la misma, porque este pueblo descubrió que ahora es posible avanzar y que ahora que conquistaron libertad, están aprendiendo el valor de la libertad, Bolivia nunca más retrocederá, yo tengo certeza que tú comenzaste la construcción de una gran nación en el continente Sudamericano"
(Presidente Lula, durante actos de suscripción de acuerdos entre Brasil y Bolivia en Villa Tunari, el 22/08/2009).

*) Raúl Zibechi. Sudamérica: Las bases en Colombia y la disputa por los bienes comunes. 21 de agosto de 2009 (IRCAMERICAS, especial para ARGENPRESS.info).

16 agosto 2009

Entrando en razón

Carlos Rodrigo Zapata C.

Da la impresión que los analistas y observadores de la realidad en nuestro medio van apercibiéndose de lo inevitable: del triunfo contundente de Evo Morales el venidero 6 de diciembre del 2009, así como de las causas más evidentes que lo harán posible: un electorado cautivo y una oposición miserable.

Las descripciones de la oposición aparecidas este fin de semana (16 de agosto de 2009) en los medios escritos de información, son una muestra de ello. El economista Gonzalo Chávez dice que se trata de “una oposición, nacional y regional, más perdida que Adán en el día de la madre. En este contexto desigual, han surgido un poupurrí de candidatos, que como vizcachas en invierno, buscan un lugar al sol en la nueva arquitectura hegemónica”.

Por su parte, el ex presidente Carlos Mesa, señala: “La oposición elegida en 2005, tanto la política como la regional, se hundió y desapareció víctima de sus propios errores y de una estrategia que mezclaba un espíritu poco democrático con una ingenuidad increíble, pretendiendo ganarle al campeón de la violencia callejera con violencia callejera….”

“Pero si bien esa oposición está hundida, la nueva, la que pretende enfrentar al Gobierno, tampoco parece haber entendido el tamaño de lo que está en juego. Aunque todavía está a tiempo de resolver cuestiones cruciales. Debe entender que no se trata exclusivamente de derrotar en las urnas a Morales, se trata de derrotarlo con una propuesta alternativa de país, con una oferta de cambio real, democrático (exactamente lo que él ni siente ni tiene), inclusiva y autonómica, que sea creíble, que pueda superar o igualar cuando menos la fuerza de carga simbólica que el Presidente tiene…”

“La reconstrucción del sistema político es una prioridad inexcusable y una tarea de largo aliento, un sistema que debe prescindir definitivamente de los partidos del pasado, que ya no existen o están moribundos, apenas apoyados en sus viejas estructuras organizativas. Este partir de cero es difícil y requiere visión. No basta con un “buen” candidato, se necesita un proyecto y se necesita partido (no el viejo partido centralista y autoritario del siglo XX), para ello se debe tener principios, programas y claridad de a quién se enfrenta y qué país debemos construir. Tarea de gigantes, imposible de realizar si seguimos en esta rueda de nombres, como si de una rifa se tratara. No es un asunto de caras, ni de sonrisas, es un asunto que requiere la mirada larga de la historia, frente a uno de los movimientos más devastadores que hayamos conocido…”

Estas citas bastan como para reflejar esa sensación de derrota anticipada que se abate inmisericorde sobre los pretendientes a opositores, que en medio de su estampida, aún creen en milagros, que la oposición “todavía está a tiempo de resolver cuestiones cruciales”, aunque se trate de una “tarea de gigantes”. No hay duda, la caída de la vieja estructura partidaria es tan estrepitosa, tan devastadora, que en su derrota sólo deja una estela de llanto e impotencia, incapaz de reconocer los signos de los nuevos tiempos.

Lo único que hay que reconocer y aprestarse a vivir es la revancha del desprecio, la hora del excluido. Sin ese ingrediente, no hay duda que podría darse una confrontación democrática de ideas, una pugna en torno a la mejor vía hacia días mejores para todos. Pero eso implicaría que hace mucho dejamos nuestros privilegios odiosos, hace mucho aprendimos a valorar y respetar la diversidad cultural en nuestra patria, y hace mucho logramos efectivamente implantar una serie de reivindicaciones, reformas y cambios revolucionarios que dejaron definitivamente atrás el pasado de oprobio y desprecio que ha caracterizado nuestra formación social. Pero nada de eso ha sucedido, todo ello es parte de la tarea pendiente, todo ello es lo que se le enrostra a la nación, a la oposición, a todos esos sectores sociales que se niegan a abrirse a todos esos sectores sociales excluidos y vilipendiados. Ahora es cuando deberemos hacer nuestras tareas pendientes, nos guste o no, ahora ya no hay plazos ni recreos.

02 mayo 2009

Gestión pública, legitimidad y prensa

Carlos Rodrigo Zapata C. (*) 

La crisis del Estado-Nación ha desatado una de las fuerzas más poderosas de las sociedades latinoamericanas: la creciente incorporación de la sociedad civil en la gestión pública, mediante una gama muy amplia de medios, entre los que se puede señalar a movimientos sociales, organizaciones no gubernamentales y de la sociedad civil, leyes de participación ciudadana, mesas de negociación, procesos de diálogo nacional, planificación participativa, etc.

De a poco se ha ido percibiendo que esta nueva fuerza tiene un poder de intervención decisivo, capaz de resolver conflictos y también de exacerbarlos, pero que también espera que se atienda debidamente sus requerimientos, que se le rinda cuentas, se asegure la debida transparencia y, además, se vele por la legitimidad de la gestión pública. En este contexto, es fundamental comprender qué es legitimidad, cuál es su importancia y, principalmente, cómo se la construye. 

La cuestión de la legitimidad en todas las esferas de la sociedad tanto públicas como privadas, va cobrando una importancia creciente, muchas veces insospechada. Desde el momento en que la participación de la sociedad civil en los asuntos de gestión pública ha ido adquiriendo mayor importancia y significación, los gestores públicos ya no pueden esperar que se les extienda un cheque en blanco y se apruebe su gestión por anticipado. 

En una sociedad cada vez más abierta, donde los actores públicos deben actuar de modo cada vez más transparente y de consuno con la sociedad civil, la legitimidad de sus actuaciones cobra también cada vez más relevancia. Si entendemos legitimidad como la “aceptación” tácita o explícita de las decisiones gubernamentales por “una fracción relevante de la población” (N. Bobbio) y observamos a su vez que dicha aceptación es esencial para la buena marcha de la gestión pública, comprenderemos que no puede haber legitimidad sin una buena gestión pública, del mismo modo que no puede haber una buena gestión pública sin adecuada legitimidad. 

De ahí que la legitimidad, como madre de la confianza societal, es un ingrediente fundamental de todo proceso socio-político, pues en ella se pone de manifiesto el grado de aceptación que tiene la política gubernamental en la ciudadanía, así como su disposición a acompañarla y apoyarla. 

Ahora bien, ¿cuál es o debe ser la función de la prensa en una sociedad abierta?, es una cuestión de permanente actualidad, no sólo por el hecho que los mass media ejercen gran influencia sobre el comportamiento ciudadano, sino también por las recurrentes tentaciones gubernamentales de imponerles una mordaza, sea mediante censuras, una legislación que restrinja o regule su accionar o la instauración de un sistema de medios de difusión a su incondicional servicio. 

Este modo de plantear la relación entre Gobierno y prensa, pone el acento en las armas a las que eventualmente podría recurrir cada uno de estos poderes en caso de confrontación entre ellos. No obstante, una forma más constructiva y productiva de plantearse dicha relación -una típica solución en que ganan todos- y que además puede coadyuvar a clarificar parte de las funciones de la prensa en sociedades abiertas sometidas a procesos de cambio intenso, consiste en comprender que tanto el Gobierno como la prensa tienen una tarea común esencial, que es la de contribuir a construir legitimidad de la gestión pública. 

Ello surge del hecho de que la legitimidad se asienta sobre algunos eslabones cruciales que son manejados ampliamente por los medios de comunicación masiva. La legitimidad es por esencia "aceptación" (Bobbio), la cual se basa principalmente, aunque no únicamente, en información y comprensión. Dicho de modo general, no se acepta lo que no se comprende y no se comprende lo que no se conoce. 

Ello exige que cada uno de estos eslabones necesarios para construir legitimidad, sea tratado con mesura y responsabilidad, con idoneidad e hidalguía, también con una dosis de compromiso y patriotismo, sin descuidar la crítica necesaria, así como la identificación de vacíos y puntos débiles por parte de todos y cada uno de los actores involucrados, básicamente Gobierno, prensa y ciudadanía.

En la medida que la prensa no tome en cuenta escrupulosamente todos y cada uno de los eslabones que conducen a construir legitimidad, su labor puede contribuir a minar o socavar la legitimidad de la gestión pública. Por ello, la prensa debe basar su accionar en la ética del respeto y la hidalguía, valores que en todo momento se constituyen en la base más firme de defensa de la misma libertad de prensa y de expresión, condición básica y esencial para todos estos desarrollos y consideraciones. 

¿Cómo se consigue que los medios de comunicación sean el medio idóneo, capaz de contribuir a la construcción de legitimidad de la gestión pública? Por cierto que, y en primer término, con buenas políticas públicas por parte gubernamental, evitando contradicciones, mostrando coherencia política, estratégica y programática. En la medida que el Gobierno no siga estas pautas, es evidente que la prensa no podrá coadyuvar en la tarea de construcción de legitimidad de la gestión pública, aunque ello no debe ser óbice para que continúe construyendo su propia legitimidad, por ejemplo mediante el “periodismo de propuesta” y el “periodismo de investigación”. 

En segundo término, al constituirse la prensa en medio fundamental de construcción de legitimidad de la gestión pública “hasta donde le alcance la cobija” (según la consabida expresión, “al César lo que es del César, a Dios lo que es de Dios”), no sólo cumple su propio rol y responsabilidad, sino que además contribuye a preservar la libertad de expresión e información, a evitar toda forma de restricción de las libertades públicas y a construir su propia legitimidad. Sea porque los gobiernos no son capaces de diseñar y aplicar buenas políticas públicas y/o la prensa de presentarlas y destacarlas adecuadamente, los gobiernos suelen caer fácilmente en la tentación de recurrir cada vez más a su propia prensa, aquella que aclama y/o encubre incondicionalmente los actos gubernamentales, ignorando las observaciones y las demandas de la sociedad civil. 

De ahí que la sola aparición de esta prensa es un mal signo para la democracia, las libertades y la eficiencia de la gestión pública. La común responsabilidad de Gobierno y prensa en la construcción de legitimidad en torno a la gestión pública, es un factor estratégico para conducir la sociedad a los puertos y objetivos que ella anhela. Mientras que para el Gobierno es un deber legal cumplir sus responsabilidades, para la prensa es un deber ético asumir su cuota parte en este común emprendimiento. 


(*) El autor es economista y analista político. Correo-e: carlosrodrigozapata@gmail.com. Artículo publicado originalmente en: http://www.pulso.org. Pulso es una publicación del Centro Internacional de Prensa de la Universidad Internacional de la Florida, EEUU.

19 abril 2009

La campaña electoral en Bolivia se centrará en la exclusión, el colonialismo y el racismo


Carlos Rodrigo Zapata C. (*)

El temprano inicio de la campaña para la elección de Presidente de la República y parlamentarios, abre el telón a un escenario complejo y problemático en Bolivia. La mayor complejidad se halla en la paulatina aproximación al punto de intersección de varias tendencias más o menos previsibles. ¿Cuáles son dichas tendencias?

Erosión económica. La primera se relaciona con el proceso de erosión económica que la crisis económica y financiera mundial está empezando a ocasionar en Bolivia. Las áreas críticas ya han sido claramente avizoradas: minería, hidrocarburos, remesas, soya, narcotráfico. Los efectos están a la orden del día: cierre de operaciones mineras, disminución de precios de las materias primas exportadas, reducción de volúmenes de venta, reducción de remesas de bolivianos en el exterior, también los impactos: desempleo, reducción de ingresos fiscales, menor inversión pública, etc. Lo más grave en este contexto es que el narcotráfico (en el sentido amplio, incluyendo el cultivo de coca) se presenta como colchón para los problemas de empleo y para restricciones financieras. La falta de inversiones en el sector hidrocarburífero, tanto en exploración como en producción y procesamiento, así como la inadecuada provisión de hidrocarburos, son temáticas que le representarán al candidato oficialista una pérdida de votos y apoyo en distintas capas de población.

Esta tendencia parece irreversible en el curso de este año, de modo que las campañas abundarán sobre asuntos relacionados con ello, con la falta de previsión para enfrentar la crisis, con la magnitud de la misma, con su duración y sus efectos e impactos en el país. No obstante, puede preverse que será un debate poco fructífero electoralmente, excepto en sectores de clase media, ya que la gran mayoría del país suele vivir en un marco de precariedad tal que la crisis actual poco más podrá aportar como para modificar o alterar su parecer. El asunto girará, en todo caso, en torno a la cuestión acerca de la medida en que los efectos e impactos de la crisis han sido hechos en casa, aunque a estas alturas del desarrollo de la crisis, en que hay países enteros que están cayendo en bancarrota –países que se dedicaron a vivir de la especulación financiera, como Islandia, Irlanda, Letonia, etc.- podría decirse que es difícil estar preparado para enfrentar este tsunami económico mundial, que de todas maneras Bolivia se halla relativamente bien guarecida y ello en buena medida gracias a la “nacionalización” del gas que consistió en firmar nuevos contratos con las empresas petroleras, pero asegurando para el fisco boliviano una proporción efectiva mucho mayor de los ingresos que en el pasado neoliberal. De modo que también en estos aspectos, es decir, si Bolivia se halla a buen recaudo de la crisis mundial o no, resultará difícil que la oposición logre votos. Temas como la prohibición de importación de autos usados (con más de 5 años) y la prolongación de permisos para la venta de ropa usada (e indirectamente, para seguir contrabandeándola) son temas críticos, pero que hoy por hoy electoralmente son redituables para el gobierno, ya que en el primer caso se evita una salida de cientos de millones de dólares y en el segundo, se evita enfrentar a corto plazo una situación de desempleo de miles de “ropavejeros”, medidas que en medio de la coyuntura actual de crisis de exportaciones y de empleo estarían más que justificadas. La lógica de estas y otras medidas (como por ejemplo, evitar la devaluación del boliviano) parecen haber sido tomadas pensando principalmente en diciembre 2009. El criterio clave parece ser aquí, el de intercambiar problemas de alta intensidad por problemas de baja intensidad.

Desgaste del gobierno. Una segunda tendencia se halla en el desgaste del gobierno del Presidente Evo Morales. Los centros de conflicto, la multiplicación de adversarios, cuestionamientos y críticas a su gestión, la falta de solidez en la conducción económica, la híper concentración gubernamental en el tema político antes que en el económico, la atención al tema social mediante la creación de bonos, cuyo financiamiento no deja de preocupar a los diferentes sectores sociales, el crecimiento desmedido de la deuda interna, la falta de garantías suficientes a la libertad de expresión y a la propiedad, son algunas de las temáticas que se constituirán en esferas de fuerte controversia en el curso de la campaña. En todos estos temas lloverán las críticas, los cuestionamientos y las objeciones a la capacidad del actual gobierno, pero el éxito electoral de dichas objeciones pasa por la percepción que tengan los electores sobre dichos asuntos, que en gran parte se muestran relativamente distantes o desinteresados en estas cuestiones. Posiblemente las áreas de mayor preocupación para el gobierno se centrarán en salir limpiamente de la tenaza en la que ha caído, entre legalidad y legitimidad. En Bolivia, cada vez que se habla de legitimidad, se tiene en mente una decisión más o menos espontánea o arbitraria que toma un cabildo, una asamblea o una reunión de afectados, que deciden el curso de acción al que se ajustarán, sin interesar si dicha resolución se halla adecuadamente amparada por las leyes. El asunto es que se ha observado mucha vacilación frente a dichos atropellos por parte de autoridades gubernamentales, habiendo dejado la impresión que son extremadamente puntillosas en el cumplimiento de las leyes cuando se trata de un asunto crucial o central para sus propios fines, como fue el tratamiento de la Ley electoral transitoria en el Congreso, pero no tienen mayor inconveniente en aprobar disposiciones cuestionables, como fue el tratamiento dado a los resultados del referendo revocatorio, dejando que sea el Tribunal Constitucional el que se pronuncie sobre la constitucionalidad de las mismas. El detalle que faltaba, como diría Don Fulgencio, es que el propio Tribunal hace ya dos años se halla prácticamente acéfalo, es decir, inhabilitado para pronunciarse por haberse quedado con una sola vocal, que por ahora sólo contribuye a mantener vivo ese centro del poder judicial, aunque sin tener ninguna capacidad de acción ni de reacción. La falta de claridad en apoyar la legalidad frente a diversas formas de supuesta legitimidad, es sin duda uno de los vacíos mayores que ostenta el gobierno. El caso de la toma de la vivienda de VH Cárdenas y de castigo a su familia, se constituye en un ejemplo paradigmático de esta vacilación.

Debilidad congénita de la oposición. Una tercera tendencia tiene que ver con la debilidad congénita de la oposición. Este cuadro es realmente enredado y da lugar a muchas interpretaciones, especialmente por su composición, por la actuación que ha puesto de manifiesto en los tres años pasados y por lo que puede ofrecer o proponer al electorado. Pero veamos rápidamente cada uno de estos puntos como para escudriñar qué se puede esperar de la oposición.

Cuando nos referimos a la composición de la misma, nos referimos a posturas o posiciones que van desde la extrema derecha de corte oligárquico, hasta una oposición de izquierda, que siente que sus postulados están siendo tergiversados o entregados al neoliberalismo y hasta a las mismas fuerzas oligárquicas, pasando por otras posturas de una derecha menos extremista, pero umbilicalmente conectada con centros de poder tradicional, el mercado y el retiro del Estado de la gestión económica. Este cuadro de dispersión anticipa las dificultades de lograr alguna candidatura de consenso que pueda enfrentar a Evo en diciembre. Si tenemos dudas acerca de la posible afinidad que pueda existir entre las fuerzas de oposición, es bueno hacer un seguimiento de su actuación en los últimos años.

Podría encasillarse la actuación de la oposición en tres compartimentos: oposición intransigente, tolerancia o cohabitación ocasional. Ello significa que la mayor parte de los grupos de oposición se ha inhabilitado como oponente a Evo por su colaboración puntual o su tolerancia, vistos en reiteradas oportunidades, en particular en relación con la Asamblea Constituyente y el referendo revocatorio, mucho más si en otros aspectos no han logrado desarrollar un perfil propio, basado en propuestas y puntos de vista sólidos.

Para valorar electoralmente a las fuerzas de extrema derecha, será importante analizar el tercer elemento que hemos destacado para comprender las oportunidades de la oposición: sus propuestas. Dichas fuerzas, centradas particularmente en la región oriental y gasífera de Bolivia, han desarrollado un discurso de interpelación y de cuestionamiento hacia el gobierno de Evo Morales y cuenta con una cantidad significativa de adherentes en su región. No obstante, dicho discurso sólo ha logrado penetrar de modo parcial en las áreas urbanas de la región occidental o altiplánica del país y la región valluna, sin prácticamente ninguna influencia en las zonas rurales de estas regiones. Ello significa que en el mejor de los casos dichas fuerzas cuentan con un 30% de apoyo electoral. La pregunta es si sobre dicha base podrán reeditar las viejas prácticas de la democracia pactada, es decir, la conformación de megacoaliciones que les permitan sumar una cantidad de escaños electorales útiles para oponerse a Evo Morales, en caso que sea elegido directamente o en segunda vuelta. La falta de propuestas integradoras, capaces de proponer una visión de futuro compartido al conjunto del país, se constituye en su falencia y vacío más significativo.

Por ahora se puede decir que en buena medida este vacío puede ser llenado por Evo Morales, especialmente porque se ha apoderado de algunas ideas fuerzas que han copado el escenario nacional, en buena parte porque son asuntos que venimos arrastrando desde los orígenes mismos de nuestra República: exclusión, colonialismo, racismo. Para hacer frente a estos sistemas de problemas es imaginable una gama tan amplia de respuestas que da la impresión que Evo se hubiera apoderado de la mente de los electores, ya que casi cualquier cosa que proponga podrá ser fácilmente insumida en dichos marcos.

Ello equivale a actuar como meteorólogo, pero sin tener que dar un pronóstico del clima, y si tiene que darlo, dirá que sus valores fluctuarán entre -20 y +40 grados, lo cual prácticamente permite garantizar que siempre acertará con semejante pronóstico, sólo que no podrá demostrar la virtud de sus esquemas de análisis climático. Este modo de proceder deja en plena libertad de acción a los dueños de ese discurso para que lo usen y ocupen como mejor les parezca, ya que deben existir mil y una maneras de hacer frente a la exclusión, colonialismo y racismo, por no estar claramente escrito cómo se hace y cómo se logra resultados palpables en estas temáticas, tampoco en Bolivia, que no ha dejado de intentar esto y aquello -reforma agraria, nacionalizaciones, revoluciones, etc.- pero históricamente no ha logrado resultados objetivos en su lucha contra esos males.

La mala noticia, es que la oposición no podrá desentenderse de enfrentar este discurso duro, porque detrás de ello está a su vez el voto duro que respalda la gestión de Evo Morales. La peor noticia, es que la oposición no tiene un discurso para enfrentar la oleada de propuestas y medidas que se avecinan, algunas de las cuales ya han sido anticipadas en la nueva Constitución y muchas otras aún deben esbozarse y plantearse. Los grados de libertad que tienen Evo Morales y sus seguidores para jugar este partido llega al extremo que incluso si plantea una economía de guerra, un esquema ortodoxo de saneamiento de la economía o formas comunales de cogestión, sus adherentes no tendrán mayor reparo en apoyarlo, pues también esas pueden ser formas de encarar la lucha contra la exclusión, el colonialismo y el racismo, así como de responder al cordón umbilical que Evo y su gobierno han construido con las bases campesinas e indígenas del país, a condición de no interrumpir la marcha en este proceso hasta doblegar estas fuerzas y estructuras.

Este discurso y la flexibilidad con la que se lo podrá manejar, tiene un cierto doble filo, ya que un uso abusivo, sin fundamentos razonables, en lo referido a efectos e impactos esperados de las medidas propuestas, puede ocasionar una erosión en el voto duro que apoya a Evo; sin embargo, un uso adecuado y pertinente del mismo, puede contribuir incluso a quebrar el voto duro en el oriente del país y en los mismos bastiones de la derecha. El sueño boliviano de lograr una visión de futuro promisorio y compartido, bien puede salir de la lucha contra esos tres flagelos que han hecho prácticamente imposible toda convivencia pacífica y civilizada en Bolivia. Mirándolo bien, el potencial articulador y unificador del país que tiene este discurso, que cuestiona e interpela sin concesiones los fundamentos mismos sobre los que estaba construida nuestra convivencia, puede constituirse sin duda en la piedra fundamental de la nueva Bolivia, aquella que nos permita vivir y gozar de nuestra diversidad, con respeto a las diferencias, en el marco del derecho y la democracia, pero por encima de todo ello y en primer término, sin exclusión, racismo, ni atisbos colonialistas.

En este marco, la oposición recalcitrante estará cada día que pasa más tentada de recurrir a sus argumentos tradicionales, centrados en esquemas separatistas, llámese federalismo o simple y llana división del país. Procurará poner todo tipo de cortapisas, recurrir a toda suerte de fantasmas y a pintar toda clase de monstruos en la pared, con tal de evitar la erosión de su voto, pues tiene que saber que sus días están contados, especialmente en lo que se refiere a conservar toda clase de privilegios.

Por todo lo señalado puede decirse que esta elección no consiste meramente en elegir un Presidente, un gobierno, sino en la oportunidad de construir las bases de un futuro común, que será de la amplitud que tengan las propuestas que plantee principalmente el actual frente político en el poder. El buen aporte de la oposición podrá consistir en mostrar la insuficiencia o liviandad de dichas propuestas, ya que ello conducirá a afinarlas y darles un cariz de mayor alcance, capaz de interpelar inclusivamente a toda la nación.

El desenlace final de las tendencias descritas se dará en el momento en que los impactos de la crisis mundial en el país, el desgaste del gobierno y la conformación de la oposición para enfrentar esta elección, hayan alcanzado valores cruciales. Una profundización del desgaste gubernamental y/o de los impactos de la crisis podrían afectar significativamente las pretensiones de Evo de revalidarse en el poder, del mismo modo que la incapacidad de la oposición para organizarse y estructurar un discurso capaz de convocar a todos los sectores sociales y regiones del país, podría dar fin a toda pretensión de la oposición. Pero, como se vio, en esta elección no está en juego la opción de un jaque mate o la de ‘ganar todo’, sino la de aportar con propuestas coherentes a la construcción de un futuro común y compartido. Toda otra opción será relegada por el elector.


(*) Economista, analista político.

11 abril 2009

¿Democracia oligárquica o democracia responsable?


Carlos Rodrigo Zapata C. (*)

En medio de las disputas en torno a la ley electoral transitoria requerida para normar las elecciones presidenciales de diciembre de 2009, ha quedado meridianamente claro que lo que menos interesa a las partes en disputa es una concurrencia ordenada y democrática a las urnas, sino asegurarse ventajas insuperables previas al acto electoral mismo. 

¿De dónde surge esa competencia de formas de despreciar el voto ciudadano y de pretender representar los intereses del pueblo? Pues, por un lado, de la inveterada costumbre de los partidos tradicionales de asegurarse el poder mediante la digitación de las reglas que presiden el acto electoral, jugando a su antojo con la conversión de votos en escaños, y por otra parte, de la idea que la mayoría absoluta que obtuvo el MAS en diciembre de 2005 representa una carta blanca que autoriza a hacer cualquier cosa con tal de asegurar el poder en manos de dicha fuerza política. Sin ninguna duda, estas visiones contrapuestas están fuera de todo esquema o marco democrático y representan un atentado contra la ciudadanía boliviana y sus deseos de fraguar un destino común para todos. 

Pero, vamos un poco más allá, pues luego de ver azorados el inicio de una huelga de hambre por parte del Presidente Morales y diversos dirigentes y autoridades, y de conocer la carta del Presidente de la Asamblea de Naciones Unidas, el Sr. Miguel d'Escoto, lamentando que la oposición trate de obstaculizar la aprobación de la Ley Electoral, queda la impresión que hay un choque brutal entre buenas intenciones, desconocimiento de hechos y la realidad de la que estamos hablando. 

Desde mi perspectiva, lo que está haciendo el Presidente de la República es defender a brazo partido las bases y fundamentos de un régimen electoral de corte oligárquico, construido durante las décadas de la democracia pactada, para crear la ilusión de una democracia, pero fuertemente controlada por los partidos políticos tradicionales. Este régimen produce ciudadanos de primera, segunda y hasta de quinta en lo que se refiere al distinto peso que les otorga a sus votos. Es producto de haber trozado el espacio electoral nacional en decenas de circunscripciones uninominales de todo tamaño, en lo que se refiere al número de votos que se requiere para ganar un curul parlamentario, situación que no sólo discrimina a la mayor parte de los electores en favor de unos pocos, sino que vulnera los derechos electorales, al extremo de convertir el acto electoral en un verdadero circo bufo. Esta medida, sumada a determinadas reglas, como la de aceptar que un partido pueda ingresar al parlamento incluso con un escaño, siempre que sea uninominal, así su votación sea ínfima, y la de permitir que un partido pueda acumular todos los escaños uninominales que sea, así su votación no guarde proporción con el total de votos obtenidos[i], son disposiciones complementarias indispensables para que funcione este sistema de desfalco de los derechos electorales. 

¿Cuál es el problema con este engendro? Que es mucho más conveniente tratar de obtener unos 1.000 votos para obtener un escaño en Pando que tratar de convencer a 120.000 alteños para obtener su voto o que es más fácil trasladar de circunscripción unos cuantos cientos de ciudadanos para asegurarse un escaño que dedicarse a formular propuestas para enfrentar los mil y un problemas que aquejan a nuestro afligido y empobrecido país. 

Pero lo que toca aclarar es, ¿a qué se debe la obstinación de la oposición, si con todas las enmiendas inicialmente acordadas en la comisión de concertación, ya se ha dado básicamente respuesta a sus observaciones, sea las referidas al padrón, las circunscripciones indígenas o el voto en el exterior? La respuesta es muy simple: no quieren perder la gallina de los huevos de oro, no quieren poner en riesgo el sistema demo-oligárquico que han montado durante varios lustros, que les permitía legitimar el mandato de megacoaliciones de partidos conservadores sin mayor riesgo, pero también sin que tengan que comprometerse con la suerte del país y proponer soluciones a nuestra problemática. 

La posición cerrada de la oposición se debe a que, por un lado, espera poder funcionalizar el régimen electoral oligárquico que los partidos tradicionales montaron en su propio beneficio, pero por otro, pretenden evitar que el MAS pueda aprovecharlo en su favor, por lo que procuran reducir al máximo toda otra ventaja que podría confinarlos a muchos años más de ostracismo en la oposición. El hecho concreto es que la oposición no se atrevió a poner sobre el tapete de la discusión este sistema electoral sesgado que pondera los votos de los electores de acuerdo con el tamaño de las circunscripciones y conduce a construir una democracia de corte caciquil, centrada en caciques locales y regionales, que distribuyen las gracias de los poderosos sobre la ciudadanía a su regalado antojo. 

Ha llegado el momento de pasar de un régimen electoral de corte oligárquico a construir una democracia electoral seria y responsable. Ello significa que se debe devolver al soberano, al elector, la plena potestad de sus derechos electorales, delimitar circunscripciones electorales del mismo tamaño a lo largo y ancho del país (tal como lo planteó el Senado públicamente, pero no se atrevió a incluir en su proyecto de ley!), dejar de jugar con la idea que si un departamento tiene más diputados, ello cambiará su suerte de modo significativo. Basta de seguir alimentando este estilo regionalista, parcelado, destructivo, de pretender construir país, basta de esta competencia absurda que sólo descuartiza nuestras posibilidades y troza nuestro futuro, basta de seguir disputándonos las cosas como si ya fueran despojos de nuestra nación. Sea en el tema del IDH, la capitalidad, las inversiones, los derechos electorales, etc., en todos los aspectos nos comportamos como si apostáramos a la división del país, a la multiplicación de inviables campanarios departamentales y como si ya nos halláramos a la pesca de lo que nos podemos llevar hacia nuestras regiones, esperando de ese modo poder posicionarnos mejor para el día de la repartija final. 

Desde una perspectiva nacional, de unidad, los recursos disponibles deben servir para promover e impulsar nuestras energías nacionales, para multiplicar nuestras fuerzas productivas, del mejor modo que pueda beneficiarse el conjunto nacional. El número de escaños debe estar únicamente en función de la población, y la política de desarrollo únicamente en función del bienestar de todos los bolivianos. Todo lo demás, no es más que burdos pretextos para construir estructuras inviables que sólo nos llevan a un callejón sin salida. 

Basta de manipulaciones, es hora de construir una democracia seria y responsable.

(*) Economista, analista político
[i] . Ver ARTÍCULO 35 (Asignación de Escaños Plurinominales), parágrafo 4 de PROYECTO DE LEY de RÉGIMEN ELECTORAL TRANSITORIO.






06 abril 2009

"Los nudos reales de la tensión entre medios y poderes...."



Estimada Clepsidra,

Quiero aprovechar tu excelente nota que reproduzco a continuación, para intentar un diálogo, al que sería bueno que puedan sumarse tantos como sea posible.
 
Rescato el punto nodal de tu nota, ese del cambio de actitud, y esta frase que transcribo textualmente: “Es difícil como urgente tomar el micrófono no para dar gusto a unos u otros, sino para poner en la agenda pública los nudos reales de la tensión entre medios y poderes y abrir puertas a líneas de reflexión que impulsen este trabajo casado con valores democráticos”. Estoy básicamente de acuerdo con tu planteamiento, pues considero que es esencial aprender a urgirse con las angustias de los otros, sólo que estos otros somos todos, simplemente porque el tema de la libertad de expresión, de la forma como la aprovechamos, nos compete a todos, sin excepciones.

Pero me voy al punto, y dejo que el sabor de la expresión, “los nudos reales de la tensión entre medios y poderes”, me invada todos los sentidos, pues por ahí debemos empezar. Tengo la impresión que manejamos en Bolivia una idea, un concepto de la libertad de expresión bastante estrecho, pacato, al punto que en gran medida pareciera que con criticar al gobierno, a su gestión, ya se estuviera ejerciendo satisfactoriamente la libertad de expresión y los medios de difusión ya estuvieran cumpliendo su misión a cabalidad. En este punto me detengo unos instantes, sólo para decir que considero que los medios de difusión en Bolivia cumplen su misión, con este alcance, de modo ampliamente satisfactorio, razón por la que a su vez considero que no es por ahí que se halla el meollo de los nudos a los que haces referencia. Creo que la cosa va por otro lado.

Cuando digo que se maneja un concepto de libertad de expresión bastante estrecho, sostengo que los medios de difusión hacen caso omiso, no consideran, una diversidad de temáticas que no necesariamente surgen de su crítica al gobierno y su gestión. Ello conduce a no tomar en cuenta asuntos que son esenciales para la colectividad, para la construcción de la nación, la unidad, la cohesión, el futuro, puesto que en el fragor del afán por criticar el uso del poder, se pierden de vista fácilmente estas dimensiones.

Quisiera poner sólo un par de ejemplos para ilustrar lo que señalo. La gestión pública, es decir, el conjunto de acciones que promueve el gobierno para implementar sus políticas, exige que los beneficiarios no sólo estén adecuadamente informados acerca del contenido, finalidad, pertinencia de dichas políticas, sino que las mismas sean razonablemente comprendidas, que sean aceptadas, siempre que existan los elementos necesarios y suficientes para que así sea. Sin esa labor de información, sin el conocimiento mínimo necesario de dichas políticas, no es posible esperar que el ciudadano participe, se involucre, haga suyas dichas políticas y colabore en su misma implementación. Por otra parte, es claro y evidente que sin dicha participación ciudadana activa resulta muy difícil poder implementar políticas públicas, pues demandan una actitud proactiva de parte de la ciudadanía, sea para reducir costos, estirar su alcance, facilitar que los beneficios derivados de las mismas puedan alcanzar a todos los destinatarios.

.Ahora bien, ¿qué tiene que ver todo ello con la libertad de expresión? Pues simplemente que los medios en su afán de criticar al gobierno pierden de vista la importante misión que les cupe en la implementación de las políticas públicas. Pensar que esa sólo es tarea gubernamental, que el gobierno la debe llevar adelante aún en contra de los medios, es caer justamente en una concepción estrecha de la misión de los medios, de su rol y función en la gestión pública compartida en una sociedad abierta.

Podríamos dar muchos ejemplos acerca del pobre rol que cumplen los medios en sus tareas de acompañar los procesos de desarrollo en la sociedad. Los medios reflejan las noticias diarias, pero aportan muy poco a la construcción de visiones compartidas, de consensos, a señalar las debilidades y fortalezas de la sociedad, a identificar nuestras oportunidades. Tampoco contribuyen a construir pautas firmes acerca de los aspectos medulares que debemos tener en cuenta en nuestro diario quehacer. Estoy pensando en temas como el deterioro ambiental, los crecientes desastres, los inmensos recursos que poseemos sin darles un aprovechamiento razonable, como ser la riqueza forestal, piscícola, camélida, mineral, etc. Tampoco la prensa contribuye a afirmarnos identitariamente, a fortalecer nuestras tradiciones, a valorar nuestras virtudes, a criticar -y si es necesario, hasta demoler- nuestros defectos, no importa en qué sector de la sociedad se hallen, sin interesar de qué clase social o pueblo se trate.

¿Cuáles son las consecuencias que se derivan de manejar una noción tan estrecha de libertad de prensa, que muchas veces más bien huele a moralina de púlpito que a experiencias vividas, pues se preconiza causas ambiguas o perdidas, y se critica personas y procesos sin ponernos en su pellejo o en sus circunstancias? Pues la consecuencia primera y fundamental es que gobierno y sociedad no sienten que los medios de difusión les presten los servicios que requieren, por lo que el primero se ocupa de montar sus propios medios de difusión, y la segunda de buscarse la vida por otros medios, lo cual en conjunto ocasiona la tremenda erosión del valor de los medios como punto sináptico de contacto del conjunto de la sociedad consigo misma y con su propio futuro.

En conclusión, estimada Clepsidra, creo que los medios tienen necesariamente que abrirse mucho más, tienen que abordar temáticas diversas que le ayuden a la sociedad a encontrar sus propios derroteros de modo mucho más consecuente y preciso, debe dejar de hacer de su disputa con el gobierno el principio y fin de su accionar, debe aprender a hacer prevalecer la libertad de prensa de modo mucho más serio y maduro, debe evitar jugar con ella, porque es un patrimonio demasiado precioso para todos nosotros como para ponerla en riesgo del modo en que los medios de difusión lo han estado haciendo en los últimos años.

Para terminar de redondear estas breves reflexiones, permíteme volver al punto de partida. “Los nudos reales de la tensión entre medios y poderes” se hallan fundamentalmente en una concepción demasiado estrecha de los medios de difusión acerca de los alcances de su propio rol y función en una sociedad abierta, democrática, empobrecida, con múltiples recursos naturales a su disposición y muchas trabas estructurales a su desarrollo, en su falta de comprensión del lugar que le corresponde, que no consiste únicamente en marcarle los pasos al gobierno, sino sobre todo en orientar al conjunto de la sociedad en sus esfuerzos para construir su propio futuro.

Recibe de mi parte mis más cálidos saludos.

Cordialmente,

Carlos Rodrigo Zapata C.

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Clepsidra
Otra sobre medios
Por: Claudia Benavente *

Es difícil como urgente tomar el micrófono no para dar gusto a unos u otros, sino para poner en la agenda pública los nudos reales de la tensión entre medios y poderes...
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Vale la pena insistir en el tema porque seguimos lejos de un debate sano sobre los medios de comunicación. Plenamente conscientes del techo polarizado bajo el que consumimos los medios y bajo el que nos dividimos como sociedad, la idea es afinar ideas para una convivencia (social y mediática) tolerante y respetuosa. Para avanzar en este sentido es impostergable un cambio de actitud.
- En los medios de comunicación, cuya principal función es informar siguiendo normas básicas del periodismo y respetando los derechos humanos fundamentales. De lo contrario seguiremos pataleando en las aguas contaminadas por intereses de sectores empresariales propietarios de grandes medios o atravesados por intereses del poder de turno en unos u otros medios. Informar desinformando a la población para mostrar un solo lado de la realidad compleja, en la que no hay sólo buenos o malos sino una variedad de grises, es atentar contra la ciudadanía en su derecho a una información responsable y completa.

- En sectores, cuya función es mirar con distancia, sin apasionamientos y sin partidismos el trabajo de los medios para contribuir a un análisis transparente y equilibrado. Asociaciones de periodistas, federaciones de trabajadores del gremio, observadores de productos periodísticos, instancias que desde la legislación, la ética, desde poderes simbólicos puedan hacer escuchar voces clarificadoras. Lo pertinente hoy no es comparar al actual Gobierno con dictaduras militares del pasado ni asociar lo disidente al oficialismo con intereses oligárquicos casados con la Embajada de EEUU, sino lo contrario: mirar la complejidad tanto del momento histórico que vive el país como la complejidad de cada caso que despierta el escándalo mediático.

- En los académicos del mundo de la comunicación, de la política, de la sociología o del periodismo, a quienes se recurre para alimentar y dar legitimidad a consignas simplificadoras de uno u otro bando. Es difícil como urgente tomar el micrófono no para dar gusto a unos u otros, sino para poner en la agenda pública los nudos reales de la tensión entre medios y poderes y abrir puertas a líneas de reflexión que impulsen este trabajo casado con valores democráticos.

- En las y los periodistas, esta vez no como parte de una casa periodística sino como personas. Personas con sus propias historias, con su propio contexto, con sus opciones ideológicas y con su corazón que no deja de latir cuando escribe o toma una fotografía o edita una nota televisiva. Personas que han elegido uno de los oficios más bellos por la posibilidad de interpretar hechos sobre la base de datos idóneos y buena fe, por la oportunidad de narrar las pequeñas y grandes historias del imaginario contemporáneo.

Para cerrar la lista de los llamados a un cambio de actitud: este Clepsidra. Porque el espíritu esta semana no ha sido subirse a la colina para jugar a dictar los diez mandamientos del periodismo en tiempo de turbulencias. El sentimiento ha sido compartir una crítica que comienza en casa, se inspira de los errores propios, aprende de los apasionamientos sin vocación de construcción y se compromete a trabajar todos los días por un periodismo digno, como muchísimos periodistas jóvenes y no tanto, de izquierda y conservadores, hombres y mujeres, del oriente y occidente del país, todos honestos y todos sedientos de un nuevo periodismo.

* Doctora en comunicación
lapinbenavente@hotmail.com