09 enero 2024

¿QUÉ NOS ESPERA EN BOLIVIA EL 2024?

 

Carlos Rodrigo Zapata C. (*)

La carga de noticias preocupantes se ha condesado en buena medida en el último tiempo, por lo que muchos factores apuntan a un deterioro progresivo de la situación económica y política en Bolivia.

Considero que es oportuno examinar las tendencias más evidentes que hemos ido detectando con el ánimo de comprender la magnitud y peligrosidad del cuadro que se va formando. No se trata de jugar a adivino, sino de auscultar si dichas tendencias son altamente significativas como elementos de comprensión del futuro inmediato o si se trata de meros fuegos fatuos que duran tanto como el material inflamable que contienen.

El 2024 se presenta de modo general como un año de definiciones, lo cual permitirá despejar la bruma que se ha formado en varios frentes. Nos concentraremos en los frentes económico y político que son los que inciden con mayor fuerza en el desenvolvimiento de la coyuntura nacional.

CONTEXTO ESTRUCTURAL

Para analizar la magnitud de la incidencia que pueden tener diversas tendencias y acontecimientos es esencial precisar el contexto en que acaecen debido a que no podemos dar por sobreentendido que todos los lectores tengan una comprensión semejante de la realidad, sino que suele haber grandes diferencias entre ellos. Destaquemos algunos elementos altamente significativos de dicho contexto. De ese modo podrá comprenderse mejor las razones del peso que se atribuye a diversos elementos.

[1] La dependencia estructural de nuestra economía tanto de las exportaciones para obtener ingresos como de las importaciones para producir y ganarse el sustento diario son determinantes del comportamiento económico del país. Esto implica que los precios internacionales y la disponibilidad de divisas son elementos críticos de nuestra formación social, razón por la que se trata de evitar variaciones en los tipos de cambio.

[2] El surgimiento del sector informal está íntimamente relacionado con las míseras oportunidades económicas que históricamente han estado a disposición de la mayoría de la población indígena, la migración campo-ciudad y la carencia permanente de empleos. Dicha carencia se debe a la incapacidad de los propietarios de los recursos y medios de producción para generar suficientes puestos de trabajo, razón por la que los sectores sociales desposeídos han debido inventarse muy diversas formas de ganarse el sustento, situación que ha marcado fuertemente las peculiaridades de nuestra economía, en la que coexisten una economía formal, al lado de una estatal, de otra informal y de una de corte delictivo.

 [3] La dependencia histórico-estructural del país de la extracción de materias primas se ha generalizado, al punto que los extractivismos se han convertido en la fuente primordial de provisión de divisas, situación que está destruyendo el patrimonio colectivo del país y las bases de su futuro a ritmos vertiginosos.

[4] La proliferación de formas de satisfacción de necesidades ha generado una estructura económica heterogénea, profundamente dependiente, en la que conviven muy diversas soluciones tecnológicas provenientes de un largo pasado histórico, situación que ha originado niveles muy distintos de productividad y de compensación por el esfuerzo humano y producido una sociedad altamente fragmentada y polarizada, con grandes desigualdades y carencias en los sectores sociales más rezagados.

Estos rasgos críticos de nuestra formación social deben ser constantemente tomados en cuenta para efectuar una valoración adecuada. Sin duda, se trata de una caracterización simplificada, pero para los fines que nos hemos propuesto son suficientes.

FRENTE ECONÓMICO

La pregunta que roza la mayor parte de las preocupaciones nacionales se relaciona con el desemboque de la situación actual que para el oficialismo es “envidiable” y para la oposición, incluida la fracción afín al usurpador, es preocupante o simplemente desastrosa, según quién opine y en qué circunstancias.

Más concretamente aún, la pregunta es si habrá algún paquetazo severo o la economía seguirá por esa “senda envidiable” que incluye baja inflación, crecimiento económico moderado y redistribución del ingreso. Por ‘paquetazo severo’ entiendo una o más de las siguientes medidas: gasolinazo, devaluación, incremento de impuestos, uso discrecional de los recursos de los fondos de pensiones, emisión inorgánica descontrolada, incremento significativo del endeudamiento.

¿Cómo establecer o determinar de modo coherente y racional cuál es el desemboque que es posible esperar en el curso del año en estas materias?

Lo primero es señalar sucintamente el modo de abordaje de esta cuestión en el frente económico que se centrará en dos conjuntos de indicadores: aquellos INDICADORES MACROECONÓMICOS frecuentemente utilizados para describir la situación de la economía y un conjunto de INDICADORES DE LA ECONOMÍA REAL menos convencionales que nos ayudarán a describir la marcha de ámbitos de la economía muchas veces no tomados en cuenta y que explican mucho más de lo que usualmente quisiéramos admitir. Para ponderar si las apreciaciones vertidas son adecuadas o no, también es oportuno tener en cuenta el contexto estructural señalado.

Ø Indicadores Macroeconómicos: Los anillos de restricciones

Las tendencias observadas muestran que la conducción económica ha llevado a reducir cada vez más los grados de libertad en que se mueve del país. La falta de flexibilidad en el presupuesto, el crecimiento de la deuda externa e interna, la reducción de las reservas internacionales y la permanencia del tipo de cambio oficial súper fijo (aunque ya sabemos que sólo figura en el cartelito) muestran que la economía boliviana no tiene flexibilidad, se halla cercada por trabas, obstáculos o limitaciones para poder desarrollarse. A este conjunto de limitaciones podemos llamar el primer anillo de restricciones internas.

A ello se suman las devaluaciones de los países vecinos (que encarecen relativamente nuestras exportaciones), el crecimiento de la inflación externa, el crecimiento de los intereses a nivel internacional, la elevación de precios de los alimentos y combustibles y una tendencia a la recesión económica internacional. Este conjunto de factores conforma un segundo anillo de restricciones externas al desenvolvimiento económico. La caída en las exportaciones de gas y el crecimiento sideral de las subvenciones a combustibles fósiles muestran un tercer anillo de restricciones corrientes o circunstanciales.

Un presupuesto incapaz de financiar inversiones con ahorros propios genera nuevos compromisos que implican diversos tipos o formas de pérdida de soberanía. Por la carencia de recursos propios, las inversiones sólo pueden provenir de fuentes externas que generan distintas dependencias y obligaciones. Entre dichas fuentes se puede mencionar la IED, remesas, el FMI, mayor endeudamiento de organismos multilaterales y bilaterales y fondos provenientes de fuentes ilegales o delictivas.

Por lo que puede advertirse, el marco de restricciones y limitaciones que acosan a la economía boliviana la ha dejado exánime, por lo que ahora sólo tocaría iniciar un proceso de ajuste del gasto o someterse a la condicionalidad que imponen poderes y fuerzas foráneas. Ambas salidas son extremadamente problemáticas. 

Para tener un balance más completo, también es oportuno destacar algunos elementos que podrían dar cierta holgura o respiro a la situación económica. Los precios de las materias primas que exportamos pueden considerarse el primer y más importante elemento de flexibilización de la actual situación, aunque no se vislumbra que los precios puedan crecer tanto que constituyan un cambio sustancial en el marco de restricciones señalado. Las devaluaciones en los países con los que intercambiamos también abaratan nuestras importaciones, lo cual representa una holgura debido a nuestra gran dependencia de las importaciones, pero la carencia de divisas limita aprovechar esa fuente. Las remesas de bolivianos en el exterior juegan un rol suavizador neto, aunque no son determinantes para definir la marcha de la economía. El endeudamiento juega tanto como un factor que trae una cierta holgura a corto plazo, pero acentúa o agrava la situación en el mediano y largo plazo, tanto por el servicio de la deuda como por los compromisos y las dependencias que toque asumir con los acreedores. Basta recordar que los créditos chinos vienen sujetos a una gama tan amplia de condiciones que lesionan la soberanía nacional.

A partir de estos conjuntos muy severos de restricciones y tomando en cuenta las holguras señaladas podríamos decir que el resultado final en el 2024 dependerá de la magnitud de los factores señalados, pero por las limitaciones y restricciones señaladas estos factores sólo podrán reducir en medida poco significativa la presión existente, pero no podrán cambiar el curso depresivo de la economía nacional marcado primordialmente por la escasez de divisas.

Pero no termina aquí el conjunto de elementos que es preciso considerar para dar un juicio final. Lo que falta es tomar en cuenta la economía real del país, fuertemente impregnada por una economía de corte ilegal y delictiva y por millones de informales empeñados en ganarse el sustento del mejor modo que puedan, quienes se alían en muchos casos - de facto o por defecto- con dicha economía ilegal. Dicha economía ilegal se ha convertido en un actor crucial de la marcha de la economía, al punto que puede sostenerse que es la instancia que al final de cuentas distribuye las cartas. Se ha constituido en la fuerza que está determinando el rumbo del país.

Ø Indicadores de la Economía Real: La Economía Delictiva y la Economía Informal

Aquí entra en acción la dinámica real de la economía tal cual es, no tal cual nos la cuentan al usar indicadores poco apropiados para nuestra realidad.

Para hablar de ello debemos referirnos al extractivismo, el narcotráfico, el contrabando, el lavado de dineros de procedencia oscura. A este conjunto de factores lo llamaremos la economía paralela, no oficial o delictiva. Las actividades extractivistas se dedican, entre otros, a extraer oro, maderas preciosas, especies en peligro de extinción, usando métodos altamente destructivos de los bienes naturales y del entorno ambiental.

Una columna central de la economía real es el sector informal y su peso abrumador en materia de empleo y baja productividad, que tiene una lógica de funcionamiento altamente desinstitucionalizadora que consiste en inventarse toda clase de formas de subsistencia y evadir toda normativa que le pueda impedir alcanzar su meta diaria, o sea, obtener los medios indispensables para subsistir.

¿Qué significa todo ello en el caso del sector informal? Que su lógica de funcionamiento apunta a valerse de todo medio para lograr su meta. Ello incluye medios lícitos e ilícitos, como la auto explotación de los trabajadores informales y sus familias, violar las normas o lograr excepciones, resistirse a toda clase de controles, proteger y encubrir a sus empleadores finales o financiadores, usualmente ubicados en la economía paralela o delictiva, estar abierto a las prebendas y el clientelismo político, estar presto a ocupar predios y calles, avasallar todo medio, recurso o propiedad que resulte necesario para sus fines. Estas son algunas modalidades para acceder a medios de producción y cubrir sus costos de producción.

Si en algún punto salen a relucir con crudeza las estructuras caducas y miserables del país, es cuando observamos el funcionamiento real de los sectores de actividad señalados que conforman la economía delictiva y al mismo tiempo constituyen el contexto en que el sector informal se ve obligado a insertarse.

En este marco también es crucial aclarar el grado y la medida en que los indicadores que usualmente se manejan toman en cuenta esta economía delictiva. Está claro que no lo hacen y que dichos indicadores dejan fuera de consideración mucha información relevante para comprender la marcha de la economía. En este marco llama la atención que el presidente ad interim del Banco Central de Bolivia acuse a la sociedad en su conjunto de especular en relación al comercio de divisas, pese a que el BCB no controla el total de divisas disponibles en la economía. ¿Sabe el BCB a cuánto ascienden los fondos que lavan las mafias en Bolivia o cuánto hay en el “colchón bank” de los bolivianos? ¿O cuál es la disponibilidad de divisas en cada momento y cuánto se requiere para el contrabando? Bolivia vive en gran medida de las importaciones porque de otro modo se cae su aparato productivo. Ello exige divisas. Exportamos menos de 400 productos distintos, pero importamos más de 5000. Así no es posible bolivianizar la economía desde ningún punto de vista.

De modo que para poder decir qué nos espera en el 2024, es crucial tomar en cuenta los tres anillos de restricciones y el anillo de holguras mencionados, así como también estos dos subsistemas que estructuran la economía real del país, la economía paralela y el sector informal. Es a partir de su interacción que puede estimarse el comportamiento general de la economía.

Por lo señalado anteriormente puede advertirse que el resultado final depende de lo que ocurra en la economía paralela y el sector informal. Si dichos sectores trabajan sin trabas ni obstáculos, es decir, si el primero sigue depredando los bienes naturales al ritmo acostumbrado, contrata mano de obra y empresas informales e inyecta buenas sumas de divisas en la economía, vía lavado de dinero, financiamiento del contrabando, inversiones y obras diversas, todo tendría que seguir funcionando normalmente en el conjunto de la economía, porque las insuficiencias oficiales en materia de divisas serían compensadas por las divisas provenientes de la economía delictiva.












La pregunta es si ello será posible, si la economía delictiva podrá mantener su marcha boyante apoyada en el absurdo modelo que se basa en la demanda interna, pero que umbilicalmente depende de divisas y de la provisión de divisas por parte de la economía delictiva.

Diversos factores en el plano internacional, como el combate agresivo a la inflación y los aumentos significativos de las tasas de interés, indican que la dinámica de los mercados internacionales disminuirá significativamente por lo que los precios internacionales de materias primas caerán también significativamente. También diversos aspectos señalan que la conflictividad interna con relación a la economía delictiva aumentará significativamente, en especial, la sobreoferta de coca y drogas sintéticas que ha desestabilizado la economía del narcotráfico, situación que se ha traducido ya en una menor provisión de divisas ilegales. En cambio, la rama de la economía delictiva dedicada a la extracción de oro seguirá creciendo imparablemente. En cambio, el contrabando tendrá dificultades debido a que la progresiva estabilización de la economía argentina encarecerá los precios de los productos importados de ese país, situación que reducirá los ingresos del sector informal dedicado al comercio de productos de contrabando.

De modo que la economía delictiva, con excepción del sector dedicado al oro, está de capa caída. Pero también las acciones de la sociedad civil y denuncias internacionales relacionadas con la depredación de los bienes naturales por parte de las cooperativas mineras que se han convertido en enemigas declaradas del futuro nacional, también limitarán su expansión. El caso de las cooperativas mineras es paradigmático al respecto, ya que, en pocos años, al compás de prebendas y exigencias de todo tipo han conformado el mayor proletariado del país que a su vez está imponiendo condiciones de reproducción de condiciones de explotación y acumulación completamente destructivas del patrimonio natural del país.

Los aspectos señalados indican que las dos fuentes primordiales de sustento de la economía nacional, o sea, los precios internacionales de las materias primas y el suministro de divisas proveniente de la economía delictiva, se verán afectadas, por lo que el régimen se verá obligado a recurrir a algunas de las medidas que contemplan los paquetazos de medidas económicas y a acordar nuevas facilidades a la “inversión delictiva directa”, como la compra de oro a cooperativas mineras depredadoras, mostrando una forma de dependencia directa del modelo económico aplicado de la economía delictiva.

A fin de no dañar su relación con sus bases sociales, el régimen se abstendrá de un gasolinazo, así como de una devaluación o de recurrir a la emisión inorgánica de dinero que genera inflación. En lugar de ello, preferirá un repertorio centrado en mayores impuestos y en echar mano a los recursos de los fondos de pensiones. De modo que la disyuntiva para la sociedad boliviana será pagar más impuestos o entregar nuevas prerrogativas al capital delictivo. Todo indica que otras medidas, como un mayor endeudamiento internacional e incluso echar mano de los fondos de pensiones, serán “guardados” para el 2025, año electoral en que la fachada de una economía próspera y “envidiable” no puede fallar o presentarse llena de resquebrajaduras.

Ese resultado se alcanzará a costa de una creciente depredación ambiental, del deterioro de la biodiversidad, de la destrucción y envenenamiento de ríos, así como a costa del crecimiento desmesurado del poder de dichas “empresas” extractivistas y del narcotráfico en Bolivia, así como del contrabando que es la tercera fuerza delictiva más importante del país. Ganar es perder, pues generar estabilidad en el marco señalado equivale a multiplicar los desequilibrios futuros. Usar un modelo depredador es multiplicar los problemas estructurales y hacer inviable el futuro.

De este modo dichas actividades se han ido consolidando como fuerzas inevitables para hacer frente a nuestra problemática estructural que se origina en la completa insuficiencia de puestos de trabajo, situación que da pie para que otros oferentes oportunistas de oportunidades de empleo puedan expandirse en la economía.

En resumen, puede decirse que el país sufrirá un embate mayor el 2024 que oficialmente no será admitido ni reconocido, empezando por la devaluación del dólar en el mercado paralelo (como ya se está viendo), una reducción de la oferta de combustibles subvencionados (las colas se encargarán de ajustar los precios), la precarización del empleo y el creciente subempleo (no reconocido ya que oficialmente rige el “pleno empleo”, incluso cuando los trabajadores trabajan una hora por semana), un incremento de la inflación (que oficialmente será mínimamente registrada y admitida), una reducción de los recursos de coparticipación (se atribuirá a ineficiencia en el gasto), sembrando con todo ello las bases para una debacle económica, haciendo de diversos modos imposible superar nuestros profundos obstáculos estructurales. El futuro promisorio de paz y armonía se pospone, la impostura adquiere carta de ciudadanía.

FRENTE POLÍTICO

El frente político ha sufrido un abrupto deterioro en los últimos días del año 2023, lo que hace presagiar que el 2024 será un año tremendamente convulso, dada la irreductibilidad de las posiciones enfrentadas y la completa falta de voluntad de construir un país para todos.

La no convocatoria a elecciones judiciales –ya de por sí una verdadera estafa al sentido común-, la auto prorroga de los magistrados de las “altas cortes” mediante una determinación arbitraria y temeraria del TCP, otros fallos adicionales, como obligar al vicegobernador de Santa Cruz a que asuma la titularidad en lugar de Camacho, el gobernador preso hace un año, o incluir la reelección de los magistrados, han desatado un caos, cuyas consecuencias inmediatas se están traduciendo en la parálisis de las actividades en el ámbito litigante.

Estas diferencias también se han ahondado por la lucha intestina que se ha desatado al interior del MAS, claramente por quién controla el partido, quién controla los “órganos” del Estado y quién es el candidato para el 2025. En estos marcos, lo más grave es que no existen líneas de desarrollo o marcos que permitan prever y anticipar los comportamientos del régimen ni de los actores confrontados. Eso significa que los jugadores son impredecibles pues escriben sus reglas cuando quieren y las cambian también cuando quieran, dejando por tanto toda la evolución de los acontecimientos a los resultados de las propias confrontaciones.

Con todo lo señalado podemos decir que todos los ingredientes que pueden contribuir a un periodo altamente convulso y conflictivo están dados, ya que la falta de voluntad y de lineamientos, la multiplicidad de actores y de cursos de acción, y el predominio de la reacción como el modo de organizar los cursos de acción le confieren a este año además un curso imprevisible y errático.

Con estos elementos tendríamos que decir que es imposible señalar qué resultados concretos podemos esperar en materia política en el curso de este año, ya que en el horizonte final no podemos descartar una conflagración interna violenta,  o una sublevación por la vía del desacato y la desobediencia, dado el hecho que el régimen actual se caracteriza por chauchitar el país, es decir, ponerlo a disposición de quien quiera y dejarlo sin control y sin hacer cumplir las leyes, a expensas de poderes fácticos no elegidos ni nombrados. Entre estos dos extremos, es posible que surja una corriente que logre moderar los extremos, lo que cuando más se asemejará a un armisticio pasajero, ya que una solución razonable a los conflictos históricos que arrastra la sociedad boliviana aún tomara mucho tiempo, lustros y décadas.

En este marco, el año 2024 mostrará de modo elocuente qué fuerzas velan por los intereses del país, por los de sus regiones y por los de determinados grupos políticos. Ello no sólo mostrará la gran fragmentación política, económica y social que existe, sino que además dejará en evidencia que no existe ninguna voluntad de conciliación.

Una de las reformas que se cae de madura y al presente no es objeto de ninguna demanda colectiva se refiere al régimen electoral vigente y al padrón electoral. Estos instrumentos le permiten al MAS acaparar una diversidad de “rentas electorales” extraordinarias que terminan entregándole el poder con creces. Eso significa que la falta de proporcionalidad en la votación se ha convertido en un instrumento que solo puede ser explotado por el MAS en perjuicio de los otros partidos y de la voluntad del soberano. El hecho que el voto de un ciudadano en una circunscripción pueda valer hasta 10 veces el voto de otro ciudadano en otra circunscripción nos da la medida de la debacle electoral que se avecina. Eso significa que incluso ya con el 30% de los votos el MAS podría acaparar la mayoría absoluta de escaños. Eso no es democracia, es un asalto.

El censo de población se ha convertido en otro instrumento de perfeccionamiento de la manipulación de la información relevante para el proceso electoral. Dado que los límites de los municipios sirven de base para la delimitación de las circunscripciones uninominales, una cartografía censal que no incluya los límites entre los municipios deja abiertas las puertas de par en par para toda clase de manipulaciones. Lo más importante será demostrar que los datos del padrón electoral -altamente cuestionado además de no existir ninguna auditoría técnica sobre su idoneidad- corresponden a los datos del censo, es decir, que en ninguna circunscripción hay más población empadronada que censada.

Todo ello contribuirá a consolidar el futuro triunfo del masismo, o sea, de la corriente masista que se quede con la sigla y el control de los poderes judicial, electoral y comunicacional. Esta es “la gallina de los huevos de oro” del masismo, ya que quien sea candidato ganará indefectiblemente la contienda electoral. El MAS pretende hacer creer que es un frente político tan grande que lo que se resuelva a su interior es lo que al final prevalecerá en la sociedad boliviana. Obviamente es una falacia, pero sólo se logra entenderla y desarmarla si se comprende que el MAS controla las rentas electorales, es decir, es el único frente que puede acaparar dichas rentas.

Este tema, que debería ser crucial y determinante en el curso el 2024, no será tocado, simplemente porque unos no quieren que ni se hable de su tal gallina (los masistas), a los otros no les interesa (los conflictos en torno al Censo mostraron que a los cruceños les preocupaba más el tema de la redistribución de recursos y escaños, por lo que no tocaron en serio este tema capital para la suerte de todo el país) y los demás no lo entienden o tienen flojera de entenderlo (las diversas fuerzas de la oposición). Es probable que el 2024 recién se quiera tomar en cuenta este tema, cuando las cosas ya estén oleadas y sacramentadas, lo que le permitirá al MAS ganar las elecciones del 2025 sin despeinarse, con el candidato que sea.

Podemos sintetizar el desenlace esperado en el curso de 2024 de los acontecimientos políticos del siguiente modo:

-  2024 será un año de consolidación de las condiciones requeridas para preservar y prolongar el dominio masista en el país.

-  2024, será el año de pulverización de la oposición que se dividirá como nunca antes en múltiples guetos o facciones políticas sin ninguna trascendencia.

CONCLUSIÓN

2024 será el año en que la impostura económica y política saldrán a relucir como nunca antes. Se mantendrá un modelo económico fracasado que se ha especializado en sobrevivir a costa del futuro, en especial, en base a deudas, depredación ambiental y entrega de los bienes naturales del país a potencias extranjeras y a mafias.

Al mismo tiempo se afinarán todos los detalles para garantizar un triunfo del masismo basado en dos componentes: 1] uno legal, altamente manipulado, centrado en explotar las crecientes desproporcionalidades que se han creado y en facilitar desplazamientos legales de la población electoral de una a otra circunscripción, según sea requerido, así como 2] un componente ilegal que apuntará a explotar el padrón electoral fraudulento e incluso tendrá preparado un fraude electoral de corte quirúrgico que garantice el triunfo electoral del masismo.

Estos preparativos multiplicarán la polarización política y social mostrando rasgos de profunda inviabilidad nacional. El gran desconocimiento de nuestra realidad impedirá que surjan voces capaces de aunar criterios, de construir propuestas centradas en la problemática estructural y en la unidad nacional. Bolivia se aproxima ferozmente a una disgregación nacional por la extrema incapacidad y desinterés de los actores dominantes de construir un diagnóstico común y compartido y delinear una visión de desarrollo nacional, capaz de poner en marcha las soluciones que sean requeridas. La obsesión ideológica por un liberalismo trasnochado o por un socialismo que no es más que asalto y liquidación del futuro nos señala los estrechos marcos en los que se pretende encarar asuntos tan complejos. Sin comprender la situación extremadamente crítica en que se encuentra el país tampoco se logrará construir una capacidad de reacción y respuesta oportuna para impedir los peores desenlaces.

Bolivia literalmente se nos muere en los inútiles brazos de todos quienes la desprecian.

 

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Carlos Rodrigo Zapata C. Es economista, especialista en planificación territorial, doctorante en economía, catedrático de desarrollo del capitalismo. Analista político, social y ambiental.