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"Socavamos seriamente la habilidad de la economía para hacer su trabajo -es decir, el de proveer para el sostenimiento y florecimiento de la vida- si continuamos imaginándola como una esfera libre de ética y cuidado. Los dogmas económicos, presentados engañosamente como científicos y ampliamente difundidos a través de la educación y los medios de comunicación, son ampliamente responsables de este daño. El campo de la economía está ya muy urgido de un despertar ético." - Julie Nelson
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Es tan dramática la crisis que asola al
"campo" de la economía -ya nadie la llama "ciencia económica"- que es
considerado una farsa por los propios economistas.
Es increíble
que durante décadas nos hayamos dejado engatusar con la idea del mercado
de competencia perfecta y que hasta hayamos intentado diseñar políticas
que apunten a aproximar los mercados reales cada vez más a los mercados
teóricos, como si las medidas que se tomaran para alentar la
competencia en los mercados efectivamente tuvieran la virtud de
aproximarnos a un nivel cada vez mayor de bienestar general.
Puras falacias en un mundo cercado y acosado por los poderes de mercado
que determinan los precios e imponen sus condiciones, al extremo que hoy
el mundo queda azorado ante las impúdicas desigualdades, los grados de
pobreza extrema persistentes y la precariedad de condiciones de vida,
trabajo y hábitat para miles de millones de habitantes de este mundo.
Y lo más impresionante es que no deja de sostenerse que el mundo tiene
condiciones técnicas y materiales para superar todas esas diferencias e
injusticias. ¿Acaso puede haber una declaración más rotunda del fracaso,
capitulación y desastre para el "campo" de la economía que esta
afirmación? ¡Imposible!
El divorcio entre el "campo" de la
economía y la realidad empezó en el instante aquel en que se creyeron
identificar leyes inmutables de movimiento de los asuntos económicos.
Adam Smith y sus famosas leyes del mercado seguramente explicaban bien
comportamientos grupales en ambientes perfectamente competitivos y
controlables. Pero que dichas leyes y reglas sean justamente las que
presiden el acontecer económjco en todo mercado sobre la faz de la
tierra, resulta algo no solo inaudito, sino fantástico, fabuloso,
delirante...
Sí, la teoría de la economía se construyó sobre
supuestos delirantes, lo que al cabo de un par de siglos ha conducido al
"campo" de la economía al despeñadero, al lugar en que dicho "campo" no
gobierna nada, ni el desconcierto.
Por ello y muchisimo más, el
pensamiento de la economista Nelson debe verse como un reconocimiento
del estado patético de este campo, pero también como una voluntad de no
permitir que las cosas sigan y permanezcan en ese estado, ya que la
aventura humana debe continuar, aunque esperemos que esta vez con muchos
menos naufragos que navegantes.
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http://evonomics.com/pretending-hard-science-ethics-free-j…/
Evonomics: The Next Evolution of Economics