RESUMEN
Friedrich List |
Las
relaciones económicas internacionales que prevalecen en el mundo distan mucho
de ser igualitarias. Dichas relaciones han sido identificadas como organizadas
en un sistema centro-periferia, en el cual la periferia actúa en función y según
los intereses y necesidades del centro, el mismo que está conformado por los países
altamente industrializados o desarrollados, mientras que a la periferia
pertenecen principalmente los países productores de materias primas o en vías
de desarrollo. ¿Cómo surgió ese sistema?, ¿fue el resultado de una dinámica compleja,
originada por una diversidad de procesos subyacentes en las sociedades hoy
descritas como subdesarrolladas por un lado y desarrolladas por el otro, o fue
más bien un producto inducido conscientemente por una multitud de agentes e
intereses económicos y de otra índole a través de la historia?
En este ensayo
se expone el pensamiento de Friedrich List, un economista europeo de principios
del siglo XIX, relativo al tipo de relaciones que deben primar entre
"naciones manufactureras" y "naciones bárbaras",
ejemplificadas estas últimas por los países sudamericanos.
Tanto los
procesos y tendencias subyacentes en las distintas sociedades, como la
inducción consciente de determinados resultados, han interactuado para producir
ese sistema de relaciones económicas internacionales, conclusión a la que puede
llegarse a la luz de la obra de List.
Para la historia del
subdesarrollo económico
FRIEDRICH LIST Y SU ESBOZO DEL SISTEMA CENTRO - PERIFERIA
Por: Carlos Rodrigo
Zapata C. (1)
Desde los
inicios de la Revolución Industrial que puso a Inglaterra a la cabeza de los países
industrializados, pudo advertirse una acentuada disputa entre dos corrientes:
la de la libertad de comercio y la del proteccionismo. Ninguna de estas corrientes
tuvo a un representante "puro", tal como lo sugiere la opinión
simplificadora que oponía, por ejemplo, un Adam Smith (Gran Bretaña) a un
Friedrich List (Alemania) como representantes de esas corrientes,
respectivamente. Ni el uno ni el otro profesaban un purismo en sus posiciones,
tal cual ilustra el hecho que Smith admitía la presencia del Estado en diversas
actividades que no podían ser satisfechas adecuadamente por la iniciativa privada.
El caso de
Friedrich List es menos conocido, pero no por ello de menor interés para los países
del Tercer Mundo o en vías de desarrollo. En 1989 se celebraron los doscientos años
del nacimiento de este economista alemán que ha dejado huella perecedera con sus
aportes a la Unión Aduanera alemana, al desarrollo de las empresas de
transporte ferroviario y, también, a la libertad de comercio. Sin embargo, su
nombre viene estrechamente unido a la idea proteccionista de aplicar temporalmente
"aranceles aduaneros" como medio de "educar" a los propios
industriales y, de este modo, habilitarlos para competir a nivel internacional.
(2)
Tanto el pronunciado
atraso económico alemán hacia mediados del siglo pasado, como el poderío económico
inglés (que, según List, hacía de Alemania una "potencia manufacturera de tercer
orden", frente a Francia y Bélgica que serían de "segundo orden"
e Inglaterra, de "primer orden") habían llevado a List al convencimiento
que la libertad de comercio predicada por los ingleses causaba grandes pérdidas
y daños a los países más débiles como Alemania. Citemos a List mismo con sus
propias palabras:
"las
naciones más poderosas usan el grito de guerra “libertad de comercio” solamente
como un medio para poner el comercio y la industria de las naciones más débiles
con mayor seguridad en estado de esclavitud" (3).
Su concepto de
"los aranceles aduaneros educativos" tenía por objeto posibilitar el
desarrollo de las propias "fuerzas productivas" nacionales, lo cual
era, según su concepción, una condición previa para un desarrollo económico
nacional estable y sostenido, y se constituía en requisito indispensable para competir
exitosamente en el propio mercado doméstico y fuera de él, así como para un beneficioso
intercambio comercial a nivel internacional para el Estado que aplique esta política.
La inviabilidad del
proteccionismo en Sudamérica
Pese a su
rechazo de la libertad de comercio, ello no le impidió diferenciar distintas situaciones,
unas en las que dicha libertad debía restringirse mediante aranceles aduaneros,
y otras en las que la libertad de comercio era útil y conveniente. En este última
situación incluía particularmente a aquellos países calificados como "bárbaros
y semibárbaros", cuya estructura económica era predominantemente agraria,
entre los cuáles menciona expresamente a los países sudamericanos.
Teniendo en
mente a los estados de Sudamérica, List partía de la premisa que “sería una
torpeza si un estado minúsculo quisiera establecer su propio sistema de
aranceles aduaneros, cuyos recursos internos no fueran suficientemente productivos
y no tuvieran la suficiente diversidad y cuyo mercado doméstico fuera muy
insuficiente", y argumentaba del siguiente modo:
"Los
sistemas de aranceles aduaneros que se han introducido allí (en Sudamérica,
C.Z.) han producido un efecto totalmente opuesto al que han tenido en pueblos
que están más adelantados en su civilización, son rendidores, creativos y emprendedores...".
"Las restricciones proteccionistas en los estados sudamericanos no podrían
hacer de hoy a mañana de un pueblo inculto, un pueblo culto, emprendedor, creativo
y trabajador. Por tanto, allí surgirán tan sólo pocas y miserables fábricas que
sólo elaborarán productos caros e imperfectos. Al interior tampoco surgirá una
competencia que sea suficientemente poderosa como para conseguir que bajen los
precios y se perfeccionen los métodos de producción. Una civilización aún muy
poco desarrollada y una seguridad muy dudosa para personas y propiedad, retendrá
a los extranjeros de trasladarse a estos países con sus talentos y capitales.
Pero aún en caso que casualmente se les ocurriera a algunos extranjeros hacerlo
alguna vez, aunque sea excepcionalmente, entonces ello sucederá con la intención
de acumular precipitadamente una fortuna tan rápido como sea posible, para
retornar nuevamente a su patria con el producto de su trabajo. En estos países, la industria manufacturera
generará daños a la agricultura, puesto que le proveerá a ésta sólo productos
inadecuados a altos precios y de ella sólo podrá obtener pocas materias primas
y alimentos". "Si por el contrario se fomenta la importación de productos
de fábrica de calidad y, a cambio de ello, la exportación de materias primas y
productos típicos, con ello se deja que surjan en el pueblo nuevas necesidades,
nuevos gustos, proporcionándole al mismo tiempo los medios para satisfacerlos.
Adquirirá costumbres económicas y de trabajo, a las que seguirán educación y
moralidad.... En la medida que sigan este camino estos pueblos hasta ahora no
desarrollados, se elevarán al nivel de naciones civilizadas".
Hasta aquí el
pronóstico de List acerca de las consecuencias de una vía proteccionista de
desarrollo para los países sudamericanos, así como su receta liberal para el
desarrollo de los mismos, formulados en 1838, es decir, hace más de siglo y
medio. Tal como veremos más abajo, la preocupación de List no se centraba en las
vías y "modelos" de desarrollo que permitirían a las "naciones bárbaras"
mejorar su bienestar, puesto que en sus escritos nunca fue más allá de una inspección
superflua de los recursos, mentalidades e instituciones de estas naciones, como
para poder juzgar sus posibilidades de desarrollo, sino su preocupación se
centraba en proponer medidas y soluciones al rezago económico alemán mediante
una política que combinaba un proteccionismo selectivo y libertad de comercio a
escala mundial.
Necesidad de introducir
la libertad de comercio en las “naciones bárbaras”
En su libro "El sistema natural de la economía política”,
escrito originalmente en 1838, List dedica el capítulo VII al tema "Sobre
los intereses comunes de todas las naciones manufactureras con relación a la
libertad de comercio" (“Über die gemeinsamen Interessen aller
Manufakturnationen hinsichtlich der Handelsfreiheit”). En dicho capítulo resume
las principales razones que lo llevan a plantear una propuesta a las
"naciones manufactureras" (de “primer, segundo y tercer orden”) con
el fin de introducir la libertad de comercio en las naciones "bárbaras y
semibárbaras", sosteniendo que en los países productores de materias
primas y alimentos debía elevarse "a principio fundamental la libertad de
comercio", puesto que la misma, además de permitirles elevarse al nivel de
naciones civilizadas, posibilitaba a las naciones manufactureras proveer a sus
fabricantes con productos semielaborados, combustibles y materias primas baratas
provenientes de esos países, lo cual era una condición imprescindible para
hacer frente a la competencia internacional (léase: inglesa) en el propio
mercado doméstico y en terceros mercados y posibilitar así, "acrecentar hasta
lo inconmensurable su exportación de mercancías de fábrica, su importación de
productos extranjeros, así como su transporte comercial" (de las
"naciones manufactureras", CZ).
List no
consideró la medida en que esa su separación del mundo en zonas conminadas a
especializarse en la producción de materias primas y a introducir la libertad
de comercio, y zonas permitidas de elegir entre proteccionismo y libertad de
comercio, así como el tipo de especialización que mejor se acomode a la
composición de sus recursos, podría profundizar y perpetuar la división entre
naciones productoras de bienes industriales y productoras de bienes primarios,
así como tampoco imaginó la medida en que dicha profundización se constituiría
en la base de surgimiento de naciones pobres y ricas. Por su argumentación,
este capítulo debe ser tenido en cuenta en la historia económica contemporánea
como un (primer) esbozo del sistema centro-periferia de las relaciones económicas
internacionales, el mismo que se consolidó en el último siglo y medio con su clásica
división entre países ricos, industrializados o dominantes y países pobres,
productores de materias primas o dominados. ¿Cómo justifica List la manifiesta
polaridad de su opinión acerca de la libertad de comercio, categóricamente
rechazada para las "naciones manufactureras", pero urgentemente demandada
para las "naciones bárbaras"? Veamos su razonamiento a la luz del capítulo
mencionado, ateniéndonos a pasajes cruciales del mismo.
“Sobre los intereses comunes de todas las naciones
manufactureras con relación a la libertad de comercio”
“En este capítulo
–apunta List- se mostrará que incluso en caso de las naciones manufactureras no
se requiere proteger, o sólo en casos excepcionales, la producción de materias
primas, combustibles y alimentos. Ya se mostró que muchas naciones harían mejor
ocupándose exclusivamente en la agricultura (ver más arriba, subrayado, CZ).
Ello supone que esas naciones tienen la posibilidad de exportar sus productos
libremente y sin obstáculos a los estados manufactureros y que por su parte no
pondrán impedimentos a la importación de productos manufacturados mediante la
implantación de elevados aranceles".
"Finalmente
es evidente que los países incrustados en la barbarie o semibarbarie -sea en África,
Asia o Sudamérica- alcanzarán más rápido la civilización si todas las potencias
manufactureras interceden por que: 1. se
establezcan gobiernos regulares y estables en estos países, 2. se protejan allí
personas y propiedad, 3. todas las naciones obtengan la posibilidad de comerciar
libremente con ellas (negrillas, CZ). Justamente por el último medio
enunciado obtienen estos países la posibilidad de abastecerse por la vía más
beneficiosa de todo lo que requieren en productos manufacturados y al mismo
tiempo pueden realizar ("verwerten") su producción del modo más ventajoso
posible".
"Aquí pueden
hacerse realidad los principios cosmopolitas fundamentales (List se refiere aquí
a principios tales como aspirar a la libertad general y la paz eterna para
llegar, finalmente, a la creación de una "Weltrepublik" o República Mundial,
CZ) de modo tal que no exige de ninguna nación retrocesos, sino por el contrario
apoya los intereses particulares de cada una con la mayor efectividad".
"En
principio parecería exigir mucho de Inglaterra si se le aconseja abrir sus
colonias al comercio libre y renunciar a la ventaja de firmar acuerdos
comerciales especiales con naciones menos poderosas y más lejanas -como por
ejemplo con las de Sudamérica-, es decir, con potencias a las que puede atemorizar
con su poder naval para obtener privilegios de este modo en sus mercados".
"Si se tiene en cuenta este hecho -que es
tan significativo tanto para el bienestar de las naciones civilizadas como
también para la civilización de las naciones aún menos desarrolladas o incluso
para las que aún se encuentran en estado primario- desde una perspectiva más
elevada que la que considera el comerciante monopolista, se reconoce en efecto
que mediante la introducción de la libertad de comercio lo más amplia posible
en estas zonas, las potencias manufactureras
de segundo y tercer orden ciertamente ganarían mucho, pero Inglaterra podría
ganar aún mucho más que todas las otras juntas (negrillas, CZ).
"Para
las naciones más avanzadas de Europa y América del Norte no hay ningún interés
más grande que la civilización y colonización de todos los países de África,
Asia, Sudamérica y Australia. Por este medio podrán acrecentar hasta lo
inconmensurable su exportación de mercancías de fábrica, su importación de productos
extranjeros, así como su transporte comercial. Sin embargo, no hay nada que sea
más adverso a la civilización y progreso de estos países que la política
envidiosa y celosa con la cual se obstaculizan y frenan mutuamente las distintas
naciones en las diferentes partes del mundo. Si por el contrario -es decir, en vez de partir de propiedad colonial
exclusiva, de influencia única sobre los gobiernos, de acuerdos comerciales
excluyentes- se elevara a principio fundamental la libertad de comercio y la igualdad
legal en los mercados de los estados de Sudamérica, Asia, África, Portugal,
España y en ambas Sicilias, se liquidaría de raíz todos estos celos (negrillas,
CZ). Sin duda alguna verían entonces todas las naciones manufactureras con
placer como cualquier nación se preocupa de la civilización de los pueblos bárbaros".
"Inglaterra ganaría más: no sólo porque podría perfeccionar más su propia
industria, sino porque nuevos inventos podrían debilitarla en su situación de isla
(especialmente si las otras naciones organizan una fuerza conjunta contra
Inglaterra)".
Dicho en
breve: List justifica ante todo la necesidad de introducir la libertad de comercio
de modo irrestricto en los países "bárbaros" principalmente como medio
para evitar “la propiedad colonial exclusiva, la influencia única sobre los
gobiernos y acuerdos comerciales excluyentes” por parte de Inglaterra,
situación que permitiría también a las naciones "manufactureras" de
“segundo y tercer orden” obtener un acceso fácil y ventajoso a los productos en
los que los países “bárbaros” debían especializarse, esto es, materias primas,
alimentos y combustibles, permitiendo adicionalmente la venta de sus propios productos
en esos mercados, pero no exige de los países "manufactureros" un
comportamiento similar. Este orden "natural" de la economía es el que
ha conducido a la postre, tal como podemos apreciar en nuestros días, al
surgimiento del sistema centro-periferia que caracteriza las relaciones económicas
internacionales entre países industrializados y en vías de desarrollo.
Epílogo
El mundo ha
seguido girando después de la obra de List. La "nación manufacturera de
primer orden" (Inglaterra), apoyada en la misma argumentación de List, se
negó a seguir su recomendación de “abrir sus colonias al comercio libre”.
Puesto que le traía más ventajas mantener “la propiedad colonial exclusiva, la
influencia única sobre los gobiernos y acuerdos comerciales excluyentes” con
las “naciones bárbaras”, pero preocupándose por forzar la especialización de
estas naciones en la producción de materias primas, alimentos y combustibles,
pues de este modo maximizaba su propio poderío a costa de las “naciones bárbaras”
e impedía el surgimiento de las “naciones de segundo y tercer orden”. Este
hecho desembocó en una pugna en la segunda mitad del siglo pasado por
conquistar territorios, colonias y espacios económicos exclusivos. Esa época,
llamada del imperialismo, condujo de modo más o menos directo en la primera mitad
de este siglo al surgimiento de regímenes dictatoriales de corte fascista,
nazista y stalinista de nuestro siglo. Recién después de los estragos ocasionados
por la segunda guerra mundial y ante la necesidad de reorganizar las relaciones
económicas internacionales, se impuso la recomendación de List de "elevar
a principio fundamental la libertad de comercio", que quedó ampliamente plasmada
en organizaciones tales como el Fondo Monetario Internacional, el Banco
Mundial, las organizaciones de Naciones Unidas y otras, así como claramente
impuesta al presente en los mercados de materias primas, alimentos y
combustibles.
Pese a que las
estructuras del nuevo orden económico internacional se han inspirado -conscientemente
o no- en esta recomendación listiana, aún hoy espera el mundo que las
“potencias manufactureras” eliminen sus trabas proteccionistas que continúan
profundizando la miseria en el mundo y acentuando aún más la distancia entre
los polos ya esbozados por Friedrich List hace más de 155 años.
La prueba más
patente del creciente marginamiento del mundo subdesarrollado o en vías de
desarrollo de las relaciones económicas internacionales se expresa tanto en el
intercambio comercial como financiero a nivel mundial que ha conducido a que el
Tercer Mundo reduzca su participación en el comercio internacional de 20 a 8
puntos porcentuales en los últimos 40 años [1950 – 1990] y crezca su deuda
externa comprometiendo cada año aproximadamente el 15% del valor de sus
exportaciones al pago de dichas obligaciones financieras. En el caso de América
Latina, su participación en el comercio mundial se ha reducido de 11 a 3 puntos
porcentuales en los últimos 40 años, situación que se debe a múltiples causas,
destacando entre ellas tanto el deterioro de los términos de intercambio y el
abandono relativo de su sector exportador, como a la política de industrialización
sustitutiva protegida, procesos que siguieron a la especialización forzada en
la producción de materias primas a la que estuvo sometida constantemente por
parte de las “potencias manufactureras”.(4)
La polaridad
de la opinión de List que exigía “la introducción de una libertad de comercio
lo más amplia posible en estas zonas” (países en vías de desarrollo, CZ), al
mismo tiempo que reclamaba un proteccionismo temporal para la industria en las “naciones
manufactureras” se explica por la intención de proponer una receta para hacer
frente al coloso inglés, uniéndose a él, así sea parcial y circunstancialmente,
pero a costa de las posibilidades de elección de los actuales países en vías de
desarrollo, constante que no ha cambiado sustancialmente en el último siglo.
Notas
1.
El autor
es economista. La versión original del presente ensayo se publicó en Revista Semana de
Última Hora, La Paz, Bolivia, 29 de mayo de 1994. Entonces era titular de la columna
de opinión Claraboya de ÚLTIMA HORA.
2.
Incluso se ha desarrollado una corriente de los seguidores de las ideas de
List, los autodenominados “neolistianos”. Ver al respecto: D. Senghaas, Vom Europa lernen.
Suhrkamp, 1982, p. 352.
3. Las citas empleadas en este artículo han sido
extraídas de la obra de Friedrich List, “Das
natürliche System der politischen Ökonomie” (El
sistema natural de la economía política), Berlin, 1961(escrito en
1838). Las traducciones de las citas son del autor del presente ensayo.
4.
Ver,
Carlos Rodrigo Zapata C., Integración de América Latina en la economía mundial,
en: Desarrollo + Cooperación, Frankfurt, 4/1992, p. 22.