Carlos
Rodrigo Zapata C. (*)
Se
puede decir que la credibilidad es el Alfa y Omega de la labor periodística, ya
que con ella todo es posible, desde contar con un gran público, hasta orientar
claramente en la formación de opiniones o influir en la agenda y las
prioridades que selecciona un colectivo humano, incluyendo mejores resultados
en materia económica para las empresas del rubro.
Pero,
¿por qué es importante la credibilidad para el usuario de los medios de
información? La razón principal radica en el hecho que para el común de las
personas resulta muy difícil contrastar fuentes de información, verificar
datos, comprobar aseveraciones, por lo que la credibilidad en la información
brindada por los medios se sustenta en la confianza que se otorga o concede a
la labor informativa, sin la cual la credibilidad se hunde en los abismos de la
desconfianza.
La
credibilidad es un hueso duro de roer, simplemente porque tiene múltiples
exigencias que resulta difícil cumplir en toda circunstancia.
Para
aclararme esta cuestión traslade mi inquietud al Consultorio Ético de la FNPI a cargo de Javier Darío Restrepo quien me facilitó su punto de vista, amplio y exigente, acerca de lo que significa credibilidad en el periodismo, como sepuede apreciar en la nota que adjunto más abajo.
Resumiendo
la orientación que nos brinda el Prof. Restrepo podríamos decir que CREDIBILIDAD responde a una ecuación:
CREDIBILIDAD = INDEPENDENCIA + COHERENCIA + COMPROMISO CON LA VERDAD
Cada
uno de los componentes de esta ecuación es indispensable, ya que la sola INDEPENDENCIA
no es suficiente para construir la credibilidad. Un periodista que proporcione
información equivocada, incompleta o inoportuna, difícilmente podrá ser
catalogado como creíble, solo por su declarada independencia.
Pero
Restrepo va aún más allá. Sostiene que “hacer transparente la vida pública no significa ser
neutral. Los medios no pueden ni deben ser neutros”. Esta aseveración nos
traslada al reino de la opinión que por su naturaleza tiende a ser parcial, es
decir, a no satisfacer todos los gustos y preferencias. De modo que no basta
con independencia en el mejor de los sentidos imaginables, sino que además es
imprescindible evitar caer en la neutralidad, ese afán moralizante que consiste
en no dar la razón a nadie y tomar algo de cada una de las partes involucradas
en una disputa o desavenencia. Así no se construye el mundo, sino
tan sola una moral insípida, pacata y desarraigada.
La COHERENCIA es un valor que brilla con luz
propia. Restrepo la precisa: “esa unidad entre lo que se dice y lo que se hace”.
Más aún, considero que coherencia también debe exigirse a los estándares que se aplican
en diversas materias o a diferentes grupos sociales, así como a los juicios
emitidos en unos asuntos y en otros, indispensable para evitar la inconsistencia
en los citerios, valores y concepciones empleados.
Posiblemente este sea el problema más usual y
frecuente en que incurre el periodismo y sea la raíz más profunda de la
decreciente credibilidad que se manifiesta en todas partes. Ello tiene que ver
con un débil enraizamiento en un conjunto de valores y concepciones, una baja
consecuencia en los lineamientos seguidos, así como con la omnipresente mano de
la intervención de intereses creados, sean de origen público o privado que
inciden en la labor del periodismo.
El tercer componente de la definición de Restrepo
es el COMPROMISO CON LA VERDAD. Al respecto, Restrepo señala: “La convicción de
que nadie tiene toda la verdad y de que los humanos siempre estamos y estaremos
en el plan de buscar la verdad, crea en el periodismo un talante propicio para
generar credibilidad”.
En este punto se introducen dos elementos igualmente
cruciales. Por un lado, esa convicción que “nadie tiene toda la verdad, y por
otro, ese estar “en el plan de buscar la verdad”. El primero nos induce a
asumir una actitud abierta, receptiva, dispuesta a escuchar, a abrir la mente,
a ir más allá de las propias certezas y verdades. Sin esa actitud, muchas
verdades pueden quedar fácilmente enterradas en el camino, víctimas de
prejuicios, de ideas fijas, de falta de apertura. Eso no es periodismo, eso es
solo una vía para perpetuar prejuicios. El segundo factor es complementario al
primero, pero indispensable para dar salida a esa convicción que “nadie tiene
toda la verdad”. No basta pues con dicho convencimiento sincero sin dar el
siguiente paso, el de comprobar hasta donde sea posible si la verdad es propia
o ajena. Posiblemente en este paso el periodismo se juegue todo tu prestigio,
toda la credibilidad de la que puede ser merecedor. Por lo señalado apunta a destacar que el“compromiso con la verdad”es uno de los fundamentos
de la credibilidad y a la vez, uno de los desafíos y exigencias más amplias y profundas para un periodismo ético, comprometido, brillante.
Más allá de lo señalado de la mano del Prof. Javier
Darío Restrepo, quien sin duda se ha constituido en un faro en materia de ética
periodística a nivel internacional, es indispensable señalar que credibilidad
también tiene que ver con una gama de otros valores, muchas veces menos
advertidos o reconocidos. Tiene que ver con firmeza de carácter, coraje,
profundo convencimiento de la importancia de la labor del periodismo, apertura,
disponibilidad de medios materiales para desempeñar su labor, independencia de
criterio o parecer, no estar sujeto a líneas editoriales que restringen o
limitan excesivamente los ámbitos de actividad.
Agradezco a Javier Darío por su luminosa guía que
nos ayuda a comprender porque el periodismo es una labor tan apasionante,
controversial e indispensable.
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(*)
La nota adjunta del Consultorio Ético de
la FNPI en repuesta a una consulta que formulé, fue publicada en mayo de
2013, pero por circunstancias de la vida, recién hoy la encontré en medio del
tráfago informativo en el que algunas veces perdemos de vista lo que nos importa.
La comparto con carácter de urgencia, no solo para enmendar ese descuido, sino
por la vigencia de sus orientaciones como guía ética para la acción comprometida
y eficaz.
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Consultorio Ético de la FNPI
13 de Mayo de 2013
Consulta enviada por: Carlos Rodrigo Zapata, Bolivia, Estado Plurinacional de
Dos periodistas que discutían
por televisión sobre su independencia fueron tan vehementes que uno de
ellos abandonó el set con gran desconcierto para el público. El hecho
motivó una polémica en que unos defendían que debe haber objetividad,
independencia, imparcialidad en las opiniones; para otros lo importante
es la responsabilidad y la honestidad ya que todos tienen opinión
política y lo mejor es transparentarla. ¿Es posible y en qué sentido? Si
la credibilidad depende de la independencia, ¿esto ha de ser en qué
medida? ¿Hay otros factores de los que dependa la credibilidad?
R.- La independencia
es, ciertamente, uno de los componentes de la credibilidad, pero esto no
excluye el compromiso con la verdad, ni la coherencia como elementos
constitutivos de la credibilidad.
Cuando uno se pregunta por qué le cree a un periodista o a un autor, puede encontrar una variedad de razones. Unos creerán porque encuentran transparencia, otros señalarán la coherencia, esa unidad entre lo que se dice y lo que se hace; no faltará quien le crea a una persona porque es sincera; o porque genera confianza, y mucha gente dirá que le cree al periodista que después de mostrar todos los datos de un hecho, confiesa que su punto de vista sobre ese hecho es este o aquel. En este caso el periodista agrega al rigor en la presentación del hecho, la sincera expresión de su opinión personal. ¿Se le puede acusar de combinar opinión y hechos?
Otra sería la situación si los elementos del hecho y el tono mismo de la noticia se acomodaran para convertir el hecho en argumento a favor de la expresión personal del periodista
Por tanto, esa actitud de independencia y de sinceridad del periodista que no oculta su opinión sino que la comparte, está hecha de humildad para reconocer que la suya no es la verdad definitiva y que podría haber puntos de vista más cercanos a la verdad. Actitud que, a su vez, supone una predisposición a la tolerancia activa, que no solo reconoce y acepta las diferencias sino que las aprecia como un recurso valioso para avanzar en la busca de la verdad.
La convicción de que nadie tiene toda la verdad y de que los humanos siempre estamos y estaremos en el plan de buscar la verdad, crea en el periodismo un talante propicio para generar credibilidad.
Decir que la credibilidad se hace con independencia, es una verdad incompleta. Hay otros componentes o virtudes en la confianza que se llega a tener en un periodista.
Documentación
Hacer transparente la vida pública no significa ser neutral. Los medios no pueden ni deben ser neutros. El periodista es también un ciudadano y como tal no puede dejar de hacer política cuando hace de periodista. A eso lo llamo “buen oficio”: a cumplir con la obligación del ciudadano que sirve a la democracia haciendo periodismo. Saber escoger y preferir entre distintas posibilidades. Saber informar, o saber entretener. Los medios no solo reflejan el ámbito de lo público, de la vida en general, también deciden qué aspectos de la vida son más destacables. A su modo, también hacen política.
Me refiero a un concepto amplio de política como la entendió Aristóteles cuando definió al ser humano como “animal político”, animal con intereses que van más allá de su propio cuerpo y de su propia individualidad. En ese sentido nadie debe desentenderse de lo público y menos que nadie aquel que trabaja en un medio de comunicación.
Los medios no son neutrales, así han hecho aflorar la corrupción que la política mantenía oculta. Con lo cual han puesto de manifiesto su servicio a los intereses generales y el flaco servicio de la política a esos mismos intereses. No les pido a los medios que dejen de ser medios ni medios de masas. Les pido que actúen con criterio, como es propio de seres pensantes y no de máquinas obedientes a instancias externas. Una mínima dosis de creatividad se necesita para mediar e interesar a las masas. Tener criterio es, en realidad, saber hasta dónde se puede llegar, saber mantener el equilibrio que Max Weber le exigía al buen político: el equilibrio entre la responsabilidad por las consecuencias y la fidelidad a unos principios éticos.
Victoria Camps, El malestar de la vida pública, Grijalbo, Barcelona, 1996. Pp 186,187,188,189.
Cuando uno se pregunta por qué le cree a un periodista o a un autor, puede encontrar una variedad de razones. Unos creerán porque encuentran transparencia, otros señalarán la coherencia, esa unidad entre lo que se dice y lo que se hace; no faltará quien le crea a una persona porque es sincera; o porque genera confianza, y mucha gente dirá que le cree al periodista que después de mostrar todos los datos de un hecho, confiesa que su punto de vista sobre ese hecho es este o aquel. En este caso el periodista agrega al rigor en la presentación del hecho, la sincera expresión de su opinión personal. ¿Se le puede acusar de combinar opinión y hechos?
Otra sería la situación si los elementos del hecho y el tono mismo de la noticia se acomodaran para convertir el hecho en argumento a favor de la expresión personal del periodista
Por tanto, esa actitud de independencia y de sinceridad del periodista que no oculta su opinión sino que la comparte, está hecha de humildad para reconocer que la suya no es la verdad definitiva y que podría haber puntos de vista más cercanos a la verdad. Actitud que, a su vez, supone una predisposición a la tolerancia activa, que no solo reconoce y acepta las diferencias sino que las aprecia como un recurso valioso para avanzar en la busca de la verdad.
La convicción de que nadie tiene toda la verdad y de que los humanos siempre estamos y estaremos en el plan de buscar la verdad, crea en el periodismo un talante propicio para generar credibilidad.
Decir que la credibilidad se hace con independencia, es una verdad incompleta. Hay otros componentes o virtudes en la confianza que se llega a tener en un periodista.
Documentación
Hacer transparente la vida pública no significa ser neutral. Los medios no pueden ni deben ser neutros. El periodista es también un ciudadano y como tal no puede dejar de hacer política cuando hace de periodista. A eso lo llamo “buen oficio”: a cumplir con la obligación del ciudadano que sirve a la democracia haciendo periodismo. Saber escoger y preferir entre distintas posibilidades. Saber informar, o saber entretener. Los medios no solo reflejan el ámbito de lo público, de la vida en general, también deciden qué aspectos de la vida son más destacables. A su modo, también hacen política.
Me refiero a un concepto amplio de política como la entendió Aristóteles cuando definió al ser humano como “animal político”, animal con intereses que van más allá de su propio cuerpo y de su propia individualidad. En ese sentido nadie debe desentenderse de lo público y menos que nadie aquel que trabaja en un medio de comunicación.
Los medios no son neutrales, así han hecho aflorar la corrupción que la política mantenía oculta. Con lo cual han puesto de manifiesto su servicio a los intereses generales y el flaco servicio de la política a esos mismos intereses. No les pido a los medios que dejen de ser medios ni medios de masas. Les pido que actúen con criterio, como es propio de seres pensantes y no de máquinas obedientes a instancias externas. Una mínima dosis de creatividad se necesita para mediar e interesar a las masas. Tener criterio es, en realidad, saber hasta dónde se puede llegar, saber mantener el equilibrio que Max Weber le exigía al buen político: el equilibrio entre la responsabilidad por las consecuencias y la fidelidad a unos principios éticos.
Victoria Camps, El malestar de la vida pública, Grijalbo, Barcelona, 1996. Pp 186,187,188,189.
Respondido por: Javier Darío Restrepo
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Recomiendo seguir el Consultorio Ético y al Prof. Restrepo.
JavierDaríoRestrepo
@JaDaRestrepo