Carlos Rodrigo Zapata C. (*)
Una de las demandas que más ha sonado en los primeros seis meses de
precampaña electoral en este año profundamente politizado, ha sido la de la
unidad de la oposición. Pero como si no fuera más que oír llover, se
presentaron nada menos que 9 candidaturas, la oficialista viciada de nulidad
por violar la Constitución e ignorar el Referendo del 21F, y las de 8
diferentes frentes de oposición.
Sin lugar a ninguna duda, se puede decir que semejante división de la
oposición llevará por fuerza de gravedad elemental al triunfo del binomio
oficialista. De modo que hasta aquí son dos factores nefastos los que están
allanando el camino a un nuevo gobierno del masismo: la violación de nuestro
estado de derecho y la división de la oposición.
En este marco,
resulta demoledor escuchar a los candidatos referirse al tema de la unidad. Uno
de ellos sostiene que el candidato “mejor encuestado” es producto de una
tramoya nacida en el proceso de La Haya, por lo que decir que hay que apoyar al
candidato mejor posicionado, en circunstancias en que las encuestas son
manipuladas, “es una sinvergüenzura”, según declaraciones de Jaime Paz Zamora,para quien “el problema no es que se vaya este señor [Evo], el problema eshacer algo mejor cuando se vaya”. Pero eso no es todo: cree que Evo en el Parlamento
“ya no va a ser mayoritario”, por lo que se “puede armarle ahí una viabilidad”.
O sea, la oposición dispersa podría ganar la mayoría en la Asamblea Legislativa
y “armarle ahí una viabilidad”, algo así como dificultar que gobierne como quiera
o lograr que tome en cuenta algunos temas de la oposición. A mi juicio, una
opinión absolutamente fuera de contexto.
Otra opinión
reiteradamente señalada es que los candidatos con menor preferencia en las
encuestas deberían “bajarse” para apoyar al mejor posicionado. Suena lógico y
coherente, y si se quiere derrotar al candidato oficialista, sin duda
absolutamente imprescindible. El problema es que nadie cree en las encuestas y
todos juran que en un tiempito más todos estarán en el corazón de las
preferencias ciudadanas, por lo que son los otros los que deberían abandonar la
contienda electoral.
Sin duda que en Bolivia vivimos en el país de las
fantasías más aberrantes. Sin que hasta el presente ninguna candidatura de la
oposición haya presentado ni siquiera un programa razonable y nos haya dicho
cuáles son los problemas fundamentales del país, cuáles son sus causas, cómo se
pretende superarlos y cuál es la visión de futuro que abraza cada una, suponen
que pueden ganar las elecciones. También hay quienes creen que la unidad se
logrará en las urnas gracias al voto útil del electorado, algo así como
provocar una estampida y esperar que nadie se extravíe en el camino. El
resultado será una gran dispersión.
De acuerdo a
las estimaciones más elementales que es posible destacar en base a los sondeos
actuales y las elecciones del 2014, es más que evidente que el oficialismo
arrasará en el área rural, con +/-70% del voto rural, lo que en términos de
votos significa aprox. 20% del electorado nacional y en términos de escaños
cerca del 25% debido al sesgo existente entre las circunscripciones. Si a ello
sumamos el 30% de votos que regularmente los sondeos le atribuyen al MAS a
nivel nacional y 25% de los escaños a nivel urbano, tenemos que se avecina un
triunfo contundente del oficialismo y en primera vuelta, con la plena certeza
que ganará la primera mayoría parlamentaria, muy probablemente la mayoría
absoluta, y sin poder descartar que revalide la mayoría por dos tercios de los
escaños.
A partir de
estos escenarios, el escabroso de la oposición y el arrasador del oficialismo,
resulta patético observar la absurda disputa entre opositores que se agudiza
cada día más. Da la impresión que los opositores apuntan a ser cabeza de ratón
y ya ni aspiran a ser cola de león. Lo que les importa es quedar como primera
fuerza de la oposición, posición desde la cual pretenden que pueden continuar
un proceso de acumulación a futuro o constituirse en obstáculo para toda tienda
política que no se alinee con dicha fuerza ni se cuadre ante ella. Creen que
desde esa posición podrían incidir más en las elecciones subnacionales a
celebrarse el año venidero, ello también gracias a la pérdida de personerías
jurídicas que sufrirán varias de estas tiendas políticas.
La conclusión
de este brevísimo repaso es que las disputas entre las diversas fuerzas
políticas de la oposición lo único que están logrando es ponerle en bandeja de
plata el triunfo a la candidatura oficialista. Las consecuencias desastrosas
que se avecinan para Bolivia, que ha perdido prácticamente todos los trenes al
futuro, las apreciaremos con mayor nitidez en el próximo tiempo.
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(*) Economista, analista político.
Ver entrevista de Roxana Lizárraga a JaimePaz en CABILDEO:
https://www.youtube.com/watch?v=RlxydzSu_Yw
Ver entrevista de Roxana Lizárraga a JaimePaz en CABILDEO:
https://www.youtube.com/watch?v=RlxydzSu_Yw