Carlos Rodrigo Zapata C.
En un ensayo intitulado “Pretensión de legitimación y poder, la ecuación imposible. Psicología del comportamiento crápula”, Raúl Prada nos presenta una tipología interesante de perfiles de actores políticos (llamados romántico, predestinado y oportunista),
así como diversas formas de interrelación entre ellos, todo ello indispensable
para lograr resolver la ecuación que plantea entre legitimación y poder.
Dicho
en breve, sin dichos actores que ponen de manifiesto un comportamiento “crápula”,
no sería posible resolver la ecuación mencionada. Señala que el “comportamiento
crápula” justifica “las más deleznables prácticas políticas, los más perversos
usos del monopolio de la violencia institucionalizada, los más recalcitrantes
conservadurismos; lo peor, la recurrencia a las más descaradas transferencias
de los recursos naturales al centro cambiante del sistema-mundo capitalista”.
Debe entenderse que para que dichos actores puedan
explayarse y valerse de sus distintas inclinaciones, es esencial que el pueblo,
“la clave del ejercicio del poder”, se halle dispuesto a tolerarlos o incluso a
alentarlos.
En la forma de analizar la interrelación entre
pueblo y estos perfiles políticos de agentes gubernamentales, considero que hay algunas dificultades que
es oportuno destacar. Cito: el pueblo “no son los que aparecen encumbrados y
privilegiados por el ejercicio del poder, no son los que monopolizan, de una u
otra manera los votos, tampoco los que disponen de las fuerzas congregadas del
Estado, sino los que permiten que pase lo que ocurre”.
Al atribuirle al pueblo el papel de "permitir
que pase lo que ocurre" y sostener que "cuando se rebela el pueblo,
en un santiamén derriba los castillos de naipes del poder", se está trasladando
al pueblo una tarea que no se sabe si estará dispuesto a
asumirla.
Sin explicar cómo así se le atribuye al pueblo sin
más una determinada tarea, el análisis queda a medio camino. ¿Cómo se sale de
este intríngulis? A mi juicio, incorporando la dimensión estructural que no es otra
que la sistemática acumulación de capas históricas que configuran marcos de acción,
muchas veces extremadamente deterministas que restringen nuestra libertad de acción
(los famosos obstáculos estructurales), y en ocasiones generan oportunidades
para poder desplegar diversas iniciativas y emprendimientos. Pienso en las
ondas de larga y media duración de Braudel o en el materialismo histórico o en la
heterogeneidad estructural como para destacar que esa variable siempre juega un
papel crucial en la definición de marcos de acción.
A partir de ello, podríamos llegar a conclusiones
muy distintas y sin duda muy problemáticas, dependiendo de la comprensión e
interpretación que tengamos de las estructuras reinantes. Entiendo que el
pueblo facilitará que los perfiles señalados puedan surgir e instalarse muy
orondos en el ejercicio del poder porque estarían representando y canalizando
lo que el pueblo espera, por lo menos una buena parte de él. Dicho en breve: el
pueblo apoyará esos comportamientos extremos porque de algunas maneras está
recibiendo apoyo, se le está facilitando su diaria subsistencia y, en otros
casos, inclusive se está permitiendo una acumulación en gran escala (como se
puede apreciar en el caso de la ropa usada entre mayoristas y detallistas o la
inserción variable en la cadena de valor del narcotráfico, etc.). Ergo, el
pueblo nos decepcionará siempre que no consideremos de manera muy clara y explícita
las coordenadas en las que está obligado a moverse.
Por lo señalado, los perfiles propuestos deben a su
vez hallarse claramente anclados en esa dimensión estructural. En el caso de
Bolivia y en medida variable en todos los países dependientes, no existe una clase
capitalista capaz de crear suficientes empleos, razón por la que históricamente
cada sector social ha tenido que ver cómo se las arregla para subsistir. Ello
ha dado lugar a una profunda heterogeneidad estructural y a la coexistencia
de los más distintos sectores productivos y de servicios. Y este es justamente el caldo de cultivo que usan los agentes gubernamentales para explotar a su antojo las debilidades esructurales, la incapacidad congénita de la sociedad de generar empleos dignos, sin recurrir a formas lesivas y denigrantes de ganarse el sustento. En este contexto, se podría decir que los mejores vasos comunicantes que pueden encontrar entre los agentes gubernamentales y el pueblo es justamente esa heterogeneidad estructural que los hace mutuamente indispensables, así sea para desgracia nacional.
Es decir, sin considerar los marcos más precisos de
la estructura económica productiva, su magnitud (más del 70% del empleo es generado en el sector informal) y profundidad, resulta muy
difícil asignar papeles que requieren y exigen otros marcos de actuación. El
pueblo está aprovechando la oportunidad que se le ha presentado, aunque ello está
conduciendo a acentuar las estructuras económicas "productivas"
inviables e insostenibles (como ser, informalidad, contrabando, piratería, participación en la
narco economía, etc.) porque esa es la oportunidad que han encontrado o que
hasta aquí las estructuras y las élites les han ofrecido. Pensar que el pueblo estará dispuesto a impedir que "pase lo que ocurre", dependerá también de plantear una visión, una estrategia y un programa que les permita mayor certidumbre que la infame certidumbre que ahora tienen.
Aterrizando en la Bolivia de Morales, en este
gobierno se conjugan perfectamente ambos extremos: dar facilidades inéditas para
reproducir esos diversos sectores productivos urgidos de crear sus propios
empleos (vía un “comportamiento de crápula”, recurriendo al extractivismo,
el rentismo, etc.), situación que a su vez hace imposible la instalación de
estructuras viables y sostenibles (por ejemplo, vía diversificación de la matriz
productiva). Esa mezcla, corporizada en el gobernante, de dar facilidades para reproducir más de lo mism y al mismo tiempo
profundizar los obstáculos estructurales, no la habíamos tenido antes, en
particular por la forma descarada con que se administra el Estado, donde cada
sector social tiene su parcela (su mini estado) con la que puede hacer lo que desee
(basta pensar en todas las dádivas que los diversos sectores sociales reciben
del gobierno). Pero esto ya es tema que requiere mayor desarrollo y fundamentación.
En síntesis, mientras no consideremos la dimensión
estructural, será muy difícil comprender las razones del comportamiento del
pueblo, especialmente de sus estamentos más vulnerables y dependientes de auxilio
estatal.