15 julio 2018

PÉRDIDA DE CONTROL DE LA FUERZA DE TRABAJO PLANETARIA Y RENTA BÁSICA



La disyuntiva es clara: la clase capitalista ha perdido su capacidad de controlar la fuerza de trabajo planetaria, pues ha permitido que surja un nuevo demandante de fuerza de trabajo originado por los múltiples requerimientos planetarios no atendidos. Como si ello fuera poco, sin satisfacer dicha demanda, la clase capitalista corre riesgos de perder sus medios de producción, su potencial, por los daños ambientales ya existentes y en camino.



Carlos Rodrigo Zapata C. (*)
 
Sin lugar a ninguna duda, el planeta atraviesa una de las etapas más críticas de su historia en materia de trabajo, pues si hay trabajo, en muchos casos es precario, "de mierda" o incierto, o no se ofrecen los trabajos que requiere el planeta o simplemente no se tiene trabajo, como lo experimentan cada vez con mayor crudeza especialmente los jóvenes en el mundo.

El antropólogo David Graeber, uno de los líderes del movimiento Occupy Wall Street, ha propuesto toda una categorización de puestos de trabajo a los que denomina "trabajos de mierda" que van desde aquellos que no son útiles para nada, hasta aquellos que solo sirven para figurar, pero en todos los casos quienes se hallan ejerciendo dichos empleos están íntimamente convencidos de su inutilidad y que invariablemente causan estados de depresión.

No obstante, si existiera la Renta Básica Universal (RBU), es decir, un ingreso incondicional que permita al menos cubrir los ingresos de subsistencia, Graeber está convencido que mucha gente se dedicaría a otra cosa, "no van simplemente a sentarse a ver la televisión...".

"La idea es separar empleo de remuneración, en cierto sentido. Si tú existes, mereces una garantía de existencia. Podrías llamarlo libertad en la esfera económica. Puedo decidir cómo quiero contribuir a la sociedad".

El ejercicio de esa libertad podría revolucionar el ámbito de trabajo de forma extraordinaria, pues mucha gente optaría por dedicarse a lo que les interesa y no precisamente a lo que les ordena el mercado. En otra nota publicada hace dos años sostengo que son innumerables los campos en los que la gente podría emplearse, en particular en todos aquellos relacionados con el medio ambiente, el cuidado, los artes y la cultura. No obstante, Graeber advierte que también habría gente que se ocuparía de "hacer algo estúpido, así que la sociedad va a estar llena de malos poetas y molestos músicos callejeros, mimos callejeros por todas partes... Estoy seguro que habrá algo de eso, pero mira: si el 40% de la gente ya cree que sus trabajos son completamente inútiles, ¿cómo va a ser peor que lo que ya hay? Al menos van a ser mucho más felices haciendo esas cosas que estando rellenando formularios todo el día".

Más allá de todas esas posibles previsiones, el asunto se presenta de modo más complejo de lo esperado. No sabemos aciencia cierta qué ocurriría el día que se instaure la RBU. Por ahora sabemos que no se instaura porque el capitalismo sigue pensando que es esencial para los propietarios de los medios de producción mantener el control sobre la fuerza de trabajo mediante el trabajo asalariado y que es capaz de hacerlo. Las referencias anteriores sobre la infamia de puestos de trabajo que está produciendo el capitalismo para una gran parte de la fuerza de trabajo ya nos empieza a decir que eso ya no es más así.

La isla de Plástico del Océano Pacífico que se está convirtiendo en un continente
El problema es que ya no basta con cumplir de alguna manera con la función social de la propiedad, esto es, dar empleo a los desposeídos, a los proletarios o a quienes solo viven de la enajenación de su fuerza de trabajo. Tampoco basta que lo hagan de modo eficiente y hasta decente, pues como veíamos, ello ya hace mucho que no se cumple para una gran proporción de la fuerza de trabajo.

La situación planetaria ha llegado al extremo que los propietarios de los medios de producción se han desentendido de las consecuencias de sus propios actos, de las aberraciones que están produciendo, al punto que no destinan recursos y fuerza de trabajo para reparar, superar, subsanar todos los daños que están causando al medio ambiente. Por ello, puede advertirse que la clase capitalista ha ido perdiendo la capacidad de controlar las consecuencias de sus actos y con ello está perdiendo la posibilidad de mantener ese férreo control sobre la fuerza de trabajo. Ahora hay dos grandes demandantes de fuerza de trabajo: los capitalistas y el planeta, los primeros para acumular, el segundo para repararse y poder seguir funcionando. El problema es que hasta ahora el planeta no encuentra quien pague las cuentas.

Por lo señalado, la RBU se cae de madura. Una vez instituida tendrá que pasar aún un buen tiempo hasta poder auscultar sus beneficios y perjuicios, sus costos y beneficios, pero a estas alturas ya no es posible negar que los capitalistas perdieron la capacidad de controlar la fuerza de trabajo por el solo hecho de ser los propietarios de los medios de producción en un planeta en crisis. No solo existe la necesidad de mucha mano de obra para reparar los daños causados al planeta en 250 años de industrialización forzosa a escala planetaria, sino que dichos daños están poniendo en cuestión la propiedad misma de los medios de producción, sus posibilidades de explotarlos y extraerles rentas, por lo que los capitalistas no tendrán otro remedio que unirse a la demanda ya mundial de una RBU para hacer posible que el planeta pueda seguir funcionando y con el fin de no abandonar "las condiciones climáticas hospitalarias del Holoceno" (Doughnut Economics, Kate Raworth). 

Una de las tareas inmediatas a ejecutarse a escala mundial radica justamente en estimar todos los requerimientos necesarios de fuerza de trabajo para hacer frente a la devastación planetaria en marcha, estimar sus costos y establecer quién y cómo paga las cuentas. Como está visto que el sector capitalista se desentenderá de hacerlo, esta tarea debe ser asumida por los Estados en representación de sus sociedades, convocando a contribuir a la clase capitalista renuente, primordialmente. Solo debería ser cuestión de tiempo para canalizar todos estos esfuerzos mundiales por la vía de la RBU. Ya es tiempo de recuperar la libertad de decisión en materia de trabajo y empleo.

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(*) Economista. Especialista en planificación regional. Docente de "Desarrollo del Capitalismo", UMSA (2017). La Paz