12 diciembre 2018

FIN DE LA HISTORIA QUE NOS CONTÁBAMOS



Carlos Rodrigo Zapata C. 



Síntesis

Por lo que se puede apreciar, un fin de época viene acompañado del derrumbe simultáneo de una inmensa gama de vigencias y certezas que considerábamos imperecederas y sacrosantas. La sola idea que esos soportes profundos de nuestras creencias y convicciones ya no tengan la capacidad de soportar la trama de relaciones que se ha extendido y generalizado por el mundo, nos deja sin aliento, como si de pronto hubiéramos perdido hasta el piso bajo los pies. 

Pues, por lo que podemos apreciar, éste es el escenario que mejor describe la idea de fin de la historia, de aquella historia que hasta aquí solíamos contarnos, lo cual por cierto está a años luz del fin de LA historia que pretendía hacernos creer un profesor de Harvard.

Como si se tratara de fichas de dominó, la caída de una derriba a la otra y ésta sepulta a la siguiente y así sucesivamente. Esta caída en serie se ha concentrado primero en cuestionar profundamente las referencias que considerábamos resistentes a todo; luego se ha ocupado de golpear duramente nuestras fes relativamente bien instaladas en nuestra psique, para finalmente dedicarse a destruir las columnas vertebrales mismas de todo nuestro sistema de creencias. 

Esto es en pocas palabras lo que viene aconteciendo en el mundo. La crisis del liberalismo está en el mero centro de esta debacle global. Ello se debe a sus múltiples falencias e incapacidades para hacer frente a los problemas y desafíos de nuestro tiempo. Luego sigue la institucionalidad global, incapaz de organizar las capacidades planetarias para enfrentar los graves problemas que nos acosan. Estas falencias colosales han permitido a su vez que salga a relucir una de las fallas de construcción más severas que arrastra la humanidad desde hace mucho: las limitaciones y la creciente incapacidad de los Estados-Nación para enfrentar y resolver los problemas globales. Y son justamente dichos problemas que no pueden ser resultos por las partes del sistema, sino sólo por el conjunto de ellas, los que nos han pasado el certificado de caducidad de nuestra época, especialmente el calentamiento global, las nuevas tecnologías, la amenaza nuclear y una gama inmensa de otros problemas que nos muestran que estamos muy lejos de poder enfrentar este cúmulo de problemas con los medios que tenemos a nuestra disposición. 

Como si todo ello no fuera real o tan solo un escenario más de algún video juego, los electores norteamericanos han tenido el atrevimiento de elegir como presidente de su país a un Sr. Trump, el ser más desfasado del planeta, para conducir los destinos de su país y arrastrar a la humanidad a situaciones cada vez más inmanejables e incontrolables. La elección de Trump no es otra cosa que la prueba que estamos perdidos y extraviados en el mundo actual. 

El presente artículo es un intento de tratar de comprender la dimensión del desastre ante el que nos hallamos, sin tener los medios indispensables para hacer frente a los colosales problemas globales que hemos porducido, sabiendo que el tiempo para enfrentar nuestro destino se nos escurre como agua entre los dedos.


Fin de la historia

Cuando uno se ubica a un lado u otro de un determinado espectro, dichas posiciones tienen algún sentido. Pero, ¿qué ocurre cuando dicho espectro se esfuma, desaparece o pierde su "vigencia", como diría Ortega y Gasset? Pues los posicionamientos en relación a dicho espectro pierden su sentido.

La historia que ha llegado a su fin es aquella que nos habían contado ya hace mucho y tratado de convencer de su pertinencia: la idea del liberalismo, que en su forma exacerbada se implantó en la teoría económica y en la idea del libre mercado, y en su forma más ilusoria, en la democracia. No es el fin de la historia que nos contó un profesor de Harvard, en medio de la euforia por el derrumbe de la cortina de hierro, la quiebra de la comunidad de naciones socialistas y la expansión universal del capitalismo.



De pronto nos hemos quedado sin discurso, sin referencia, sin habla… Es como si el encanto, la magia, el poder de esa idea liberal, (auto)ordenadora del mundo, se hubiera resquebrajado en tal grado que ya no puede pretender responder a ningún desafío planetario.

Las fuerzas que han conducido a ese extremo son varias, y todas se han presentado en la conciencia colectiva más o menos simultáneamente. Posiblemente el detonador final haya sido la elección de D. Trump en los EE.UU. 

Identifiquemos las fuerzas más evidentes. 

Lo primero es la emergencia de China en el horizonte global, tarea que ha sido asumida sin atenerse a los cánones liberales, sino más bien, alejándose de ellos, o haciéndoles el quite, centrándose en una conducción vertical negociada internamente con grandes capitalistas, poniendo en evidencia pretensiones imperiales. El hecho es que China ha tenido avances colosales que han mostrado la eficacia de métodos distintos a los que se emplean en el marco liberal. El esquema liberal resulta insignificante para acometer ese tipo de tareas. 

Lo segundo es que las grandes crisis, las grandes cuestiones que acosan al planeta, no se pueden resolver en el plano liberal, sino que más bien tienden a exacerbarse. Basta pensar en la pobreza, reducida significativamente en  los últimos años gracias fundamentalmente a los avances en la China, o en la profunda incapacidad liberal de enfrentar el desastre ambiental que se expresa de modo cada vez más patético en el calentamiento global o en la crisis económica global que ha sido más bien generada y detonada en el corazón mismo de la liberalización del mundo económico. Las respuestas a los grandes desafíos definitivamente no se pueden esperar de las fuerzas del mercado ni de esquemas liberales. Eso es harina de otro costal.

Siguiendo al Prof. Yuval Harari, sin duda uno de los gurús de nuestro tiempo, podríamos agregar varios otros factores como la amenaza nuclear o la que proviene de las tecnologías disruptivas y su incorporación en las armas inteligentes. ¿El liberalismo podrá poner orden en el uso de dichas tecnologías o podrá detener el armamentismo nuclear? Nada indica que ello pueda ser posible.

Si a lo anterior sumamos la gama de problemas que el Estado-Nación se muestra cada vez más incapaz de resolver, podemos decir que la solución encontrada hace ya casi 4 siglos, cuando se acordó la Paz de Westefalia (1648), consistente en reconocer y respetar las soberanías nacionales, hace agua por todos sus costados, pues lo que entonces significó un paso crucial para conquistar la paz, hoy los Estados-Nación no sólo se han convertido en generadores de incontables problemas, sino que además se muestran como entidades incapaces de abordar y enfrentar múltiples problemas y desafíos. 

La cantidad de problemas que no pueden resolver por sí mismos es grande y creciente. Adjunto un recuento efectuado hace ya casi dos décadas atrás sobre las limitaciones a que estaban expuestos los Estados-Nación, situación que no ha hecho más que agravarse en el transcurso del tiempo. 

Si además tenemos el atrevimiento de juntar "liberalismo" con "Estado-Nación", estamos diciendo que la humanidad ha perdido su capacidad de encarar un sinnúmero de problemas, simplemente porque los problemas de hoy estamos intentando enfrentar y resolver con esquemas de ayer y de anteayer. La humanidad está definitivamente desfasada.

Como si todo lo anterior no fuera motivo suficiente de muy honda preocupación, es imprescindible señalar que los problemas fundamentales que acosan a la humanidad son temas de alcance global, por lo que su solución se halla fuera del alcance de los Estados-Nación. Los países están impedidos de resolver por sí mismos estos desafíos, por lo que se requiere soluciones conjuntas globales, para las que el liberalismo tampoco tiene la fuerza de tracción ni la capacidad  para resolver todos estos problemas globales.

El problema es que el énfasis que ha puesto el liberalismo desde la caída del muro de Berlín en el capitalismo y la economía de mercado nos dejó sin discurso alternativo, sin otras opciones, de modo que la caída del liberalismo equivale al fin de todas las orientaciones, de todos los nortes que tenía en mente la especie humana, de todas las historias y cuentos que nos contábamos y que nos ayudaban a ordenarnos y a organizarnos en el mundo. 

Este vacío en el que hemos caído es el más peligroso de cuantos acontecieron en la historia humana, pues nos hallamos no sólo faltos de respuestas de todo tipo sino que además nos hallamos inmensamente confrontados con desafíos que superan ampliamente la institucionalidad prevaleciente, nuestras propias capacidades instaladas y las posibilidades de enfrentarlos de modo relativamente ordenado en los plazos perentorios a los que nos hallamos expuestos.

La elección de Trump en los Estados Unidos de Norteamérica fue sin ninguna duda el clarinazo final que nos obligó de despertar de esta fantasía absurda que asumíamos como expresión de orden o civilización humana. Todos los mecanismos que nos habíamos inventado -leyes, democracia, elecciones, liberalismo, etc.- para organizar nuestras vidas, con más empeño y devoción en unas partes, con menos fe en otras, se convirtieron en el hazmerreír del planeta, pero a la vez en la mejor demostración que los instrumentos de que nos valemos son una verdadera payasada universal. La mejor evidencia de semejante estupidez planetaria es el Sr. Trump retirándose del acuerdo de Paris para enfrentar el cambio climático, con el argumento que no es evidente que el calentamiento global sea obra humana y que además es un cuento inventado para hacer quedar mal a los EEUU o debilitarlos. Si todo ello hubiera ocurrido en un manicomio declarado como tal, quien sabe si podría ser aceptado, pero todo ello está ocurriendo en los principales escenarios del planeta tierra, el hogar de los seres humanos y de muchas otras especies. 

Este fin de la historia, es decir, este fin del relato que dábamos por cierto e irremplazable, nos está llevando a un vació global y colectivo de consecuencias inimaginables. (1) Los postulantes a imperios proliferan, las tendencias a hacer lo que le da la gana a cada aspirante a potencia se multiplican, la violación cada vez más flagrante y sañuda de los marcos civilizatorios globales todavía vigentes se hace cada día más evidente, el abuso y la explotación de los eslabones débiles del sistema de naciones, acuerdos y convenciones se extiende como reguero de pólvora. Los problemas saltan y se multiplican  en tiempo real y a ojos vista en todo el planeta, pero seguimos usando mecanismos tan vetustos y caducos como los del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, donde 5 potencias tienen derecho a veto que lo usan a su regalada discreción. 

Posiblemente la debilidad congénita del sistema de Naciones Unidas sea justamente el mascarón de proa de esta nave sin rumbo, llena de parafernalia civilizatoria y de instituciones colectivas que no llevan a nada. Pero no es la única evidencia de este deambular sin rumbo. 

Otra muestra reciente de este descalabro colectivo lo estamos viendo en las últimas semanas con la publicación del último informe de la IPCC que nos alienta a producir biocombustibles porque es una forma de combatir el calentamiento global, pese a los múltiples problemas ambientales que ello trae consigo. Ya no se opta por soluciones plenas, menos por soluciones conjuntas o dialogadas, sino por trasladar los problemas del ámbito global a los ámbitos nacionales o locales, o tratar de intercambiar graves y gravísimos problemas por otros algo menores, como formas de salida caótica y desesperada ante semejante crisis y desbande universal.

Sin duda alguna que las orientaciones que ofrecían la izquierda y la derecha han quedado desfasadas, desarraigadas, huérfanas de toda brújula, como marineros en medio de un océano tormentoso sin estrellas. Que a dicha orfandad se haya sumado esta súbita pérdida colectiva de creencia en sus posibles bondades o beneficios, no hace más que refrendar un proceso de desencantamiento generalizado, cada vez más angustioso.

¿Qué hacer, cómo hacer, de qué valernos para no perder todas la bridas de esta manada desbocada? El problema es que nuestro tiempo de reacción se ha reducido a un extremo intolerable, pues nos hallamos ya a poca distancia del abismo colectivo.

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 (1). Yuval Noah Harari. ¿Por qué los humanos gobiernan la Tierra. TEDGlobal London
https://www.ted.com/talks/yuval_noah_harari_what_explains_the_rise_of_humans?language=es








05 diciembre 2018

IPCC: ¿PARA SALVAR LA CRISIS GLOBAL HAY QUE REPARTIR RESPONSABILIDADES A NIVEL LOCAL?


Da la impresión que las luchas a nivel global se desentienden de las luchas a nivel local. Según el , las bioenergías son bienvenidas, entre ellas el etanol.

En los artículos que se presentan a continuación se puede palpar de modo muy directo el grado de desesperación que cunde en los ámbitos científicos y técnicos entre quienes se hallan en la lucha contra el calentamiento global. Mientras Jean Jouzel nos dice que ya nos quedan sólo 3 años para frenar el descalabro climático global, el IPCC no se hace mayor cuestión en recomendar bioenergías o agrocombustibles, entre ellos el etanol, a fin de reducir el impacto de los combustibles fósiles, trasladando con ello un montón de problemas a los ámbitos nacionales y locales. 

En pocas palabras, nos están diciendo que se comprometan en los planos local y nacional, qué hagan algo más efectivo, y si quieren que el impacto neto sea mayor, que controlen a los usuarios de la tierra. Una suerte de swap entre reducción de emisiones de CO2 por luchas sociales y defensa de la ecología. Una forma muy malhumorada de pedir favores, pero ante la gravedad extrema de la crisis climática que asola el planeta, no hay duda que tienen razón los señores del IPCC. Hay que actuar en todos los planos y con todos los medios a nuestro alcance, nos guste o no.

Espero que esta colección de notas de las últimas semanas sean de provecho para asumir posiciones en relación al CALENTAMIENTO GLOBAL, la peor amenaza de todos los tiempos, seguramente comparable a una iinvasión de extraterrestres.

Carlos Rodrigo Zapata C.


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IPCC, premios y nuevos combustibles:
ETANOL, ¿UN SALVAVIDAS PARA EL CALENTAMIENTO GLOBAL?


Carlos Rodrigo Zapata C.

Tres eventos de diverso calibre han coincidido en relación con el etanol: el informe de la IPCC, los premios entregados en Brasil a bolivianos vinculados con la cadena del etanol y ahora el lanzamiento del primer combustible con contenido de etanol en Bolivia. Si es una buena o una mala noticia, dependerá de varios factores. Pero vamos desbrozando el camino, menos bulto más claridad. 

El informe especial 2018 del IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático) nos ha puesto en nuestro lugar a nivel planetario. El principal mensaje: superar un incremento de la temperatura global de 1,5 grad Cent. puede desatar una diversidad de mecanismos que aceleren rápidamente el calentamiento global, situación que podría volverse completamente incontrolable. En pocas palabras: los científicos del IPCC están intentando ponerle una cuña al calentamiento global, por ello tocan alarma con visos de angustia y desesperación y convocan al mundo a movilizarse porque el tiempo se agota y los peligros que acechan son devastadores.

La particularidad del informe del IPCC en relación al etanol es que algunos de los principales escenarios que maneja el organismo encargado de guiar las políticas necesarias para controlar o mitigar el calentamiento global requieren del etanol o, de modo más general, de una gama de bioenergías/ biocombustibles, entre las que se encuentra explícitamente el etanol. Esta parece una medida torpe y apresurada, en vista a los impactos ambientales señalados por diversas organizaciones y ONGs ambientales que hacen un seguimiento minucioso de este tema. 

La pregunta del millón es, ¿por qué el IPCC se ha aventurado a sugerir y proponer las bioenergías como una de las fuentes que ayuden a reducir el CO2 de la atmósfera? Por lo visto, el IPCC ha llegado al convencimiento que el tiempo apremia de tal modo que es indispensable recurrir a todas las fuentes que permitan reducir la contaminación atmosférica por lo que resulta menos problemático usar suelos para la producción de las materias primas necesarias para producir las bioenergías que desaprovechar esa oportunidad para combatir el calentamiento global.

Dicho de otro modo: bioenergías sí, porque el tiempo apremia y es más fácil controlar el uso de la tierra que reducir CO2. En otras palabras: el IPCC le tira una parte del fardo al sector agrícola, sin preguntarse por innumerables asuntos, como ser la situación de los suelos en el mundo, los grados de concentración de la propiedad, los paquetes tecnológicos que acompañan a su uso, etc. El supuesto del que parte el IPCC que los suelo deben manejarse adecuadamente, puede interpretarse como ligero, en vista a la tasa de deforestación actual, los procesos de degradación del suelo, la desertificación, la salinización de suelos, etc. que se viene registrando a escala mundial. En este marco, trasladar a los suelos una nueva carga resulta apresurado y problemático. 

El IPCC ha previsto un nuevo informe especial para el 2020 en que tratará justamente todos estos aspectos relacionados con el uso de la tierra, años después de dar su venia o visto bueno a los biocombustibles.

El argumento que el tiempo apremia, por lo que vale todo y no podemos darnos lujos como para considerar y tomar en cuenta todos los aspectos y detalles relacionados con esa carga adicional con la suficiente anticipación, puede permitir justificar casi todo, así como otras intervenciones problemáticas a futuro.

A partir de estas observaciones iniciales, surgen dos conclusiones generales: la primera es que el argumento del apremio del tiempo puede llevarnos a trastocar muchos procesos, incluso antes que el propio calentamiento haga estragos. Aquí la cuestión no es oponerse a implementar todas las medidas que puedan ser indispensables para salvar al planeta de la catástrofe que nos acecha. La segunda, es que debe construirse una estructura institucional mucho más amplia y previsora de los posibles impactos de medidas que pueden traer consigo diversos problemas adicionales o profundizar los existentes a consecuencia de intervenciones antrópicas. 

Aquí me permito recordar la iniciativa lanzada en Alemania para la creación de una Cámara del Futuro (“Zukunftskammer”, en alemán), consistente en una instancia de cogobierno parlamentario que se encargue de revisar y aprobar la sostenibilidad de los procesos de inversión e intervención, siempre en la perspectiva de controlar su viabilidad. Instancias de este tipo, pueden coadyuvar en todo el planeta a evitar que todo el peso de las decisiones caiga en el IPCC, a identificar posibles impactos y a establecer reglas de juego, a fin de evitar las famosas ganancias extraordinarias de pescadores en ríos revueltos. 

De cualquier modo, es indispensable estudiar este tipo de medidas y anticipar respuestas colectivas mucho más integrales, que incluyan los cambios y ajustes que sean requeridos en cada caso, a fin de evitar resultados de juego de suma cero, en los que se llegue al extremo de mitigar o reducir un problema en un lado y crear otros en otra forma en otro lado.

El tema es que la presentación del informe especial del IPCC ha coincidido con sendos reconocimientos que han recibido un científico, un empresario y un ministro bolivianos en el Brasil por el gremio que se ocupa de la producción de etanol en ese país. Los galardones se deben a los aportes que cada uno de ellos ha efectuado para desarrollar la cadena de valor del etanol en Bolivia. 

La noticia que la pasada semana se ha iniciado el expendio de este combustible, cierra este círculo de noticias. Ya se habla de millones de litros que se expenderán cada año, lo que tendrá múltiples beneficios, entre los que se destaca un menor impacto ambiental, reducción de subvenciones a los combustibles y, por cierto, grandes beneficios para el agro, en particular para los grandes terratenientes. Se habla menos o nada de los impactos adversos sobre los suelos, la biodiversidad y los insumos químicos que crecientemente se emplean de modo completamente descontrolado en nuestro país.

Bolivia no tiene “suelos argentinos” por su calidad y extensión, excepto en una porción muy ínfima de todo su territorio. Al presente, se está habilitando tierras de muy baja aptitud para agricultura, lo cual dejará suelos inermes incluso para el mantenimiento de la cobertura vegetal actual, en pocos años. Esos suelos se están usando actualmente en gran medida para producir forrajes y ahora también se destinarán para biocombustibles, es decir, no para producir alimentos para los seres humanos. Esos escasos suelos constituyen el capital agrícola nacional que se está usando de manera poco conveniente para la propia soberanía y seguridad alimentaria nacional. 

El resultado final es que a cuenta de luchar contra el calentamiento global se está dando rienda suelta a la producción de biocombustibles, sin que se haya diseñado estrategias adecuadas para cuidar los suelos y bosques, sin tomar suficientemente en cuenta el estado actual de la agricultura y la producción pecuaria, sin considerar las estructuras de poder en el campo.

Da la impresión que el IPCC está actuando con un cierto voluntarismo, no suficientemente bien ordenado y encaminado, situación que puede traer nuevos conflictos y consecuencias, aún antes que el propio calentamiento nos traiga sus peores noticias si no logramos reaccionar a tiempo y actuar de modo concertado y eficazmente. 

Un ejemplo de que medidas apresuradas pueden generar graves contrastes, puede advertirse en la posible evolución del mercado de hidrocarburos, que estima precios muy altos en los próximos tiempos, ello debido, entre otros factores, a que los consorcios petroleros habrían reducido sus ritmos de exploración petrolera debido justamente al impulso que están recibiendo las energías limpias, aunque sin tener precisión sobre el plazo o periodo en que estas energías estarán en la capacidad de sustituir eficazmente a los hidrocarburos. Si esos pronósticos se concretan, tendríamos de aquí a 2 años precios que bordeen los 150 dólares por barril, una bomba de tiempo para todos los procesos de crecimiento, redistribución y control del calentamiento global.

Por ahora, los terratenientes festejan, sin que se haya tomado medidas adecuadas para velar por el uso sostenible de los recursos naturales renovables, pero frágiles y degradables.
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Quienes están interesados en conocer el informe especial 2018 del IPCC, pueden revisar el mismo en la siguiente dirección:

También pueden ver el contenido previsto para el informe especial sobre el estado de los suelos y la agricultura para el 2020 en:


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"... HAY QUE CAMBIAR LA MANERA EN QUE NOS DESPLAZAMOS, LA FORMA EN QUE NOS CALENTAMOS, EL MODO EN QUE NOS ALIMENTAMOS…" Y POR TANTO EL MODO EN QUE HACEMOS PREVALECER LOS DERECHOS DE LA MADRE TIERRA.
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La crisis climática y el calentamiento global con consecuencias devastadoras e incontrolables ya se halla en nuestras narices, y aun no se percibe que los países se hubieran puesto a hacer su trabajo en serio.
Como dice Jean Jouzel, "los fenómenos que se observan actualmente (intensificación de las sequías, huracanes...) no son nada comparados con lo que nos espera en los próximos años". Al mismo tiempo anota que "el problema de la lucha contra el calentamiento es que siempre hay otras prioridades", y no solo eso, sino que "no es a un mundo sin carbono al que nos conduce de momento el capitalismo".
No duda en estrellarse contra los modelos económicos vigentes, y muy concretamente contra el modelo del comercio internacional: "las reglas de la OMC [Organización Mundial del Comercio] tienen como objetivo maximizar los intercambios, mientras que haría falta tender hacia una relocalización de las actividades".
Si entendemos por relocalización tanto reducir la hiperconcentración de la producción destinada al intercambio que hoy se halla localizada en gran parte en unos pocos puntos del planeta (particularmente China, el nuevo "taller del mundo"), como también impulsar modelos más autárquicos, con mayor capacidad de autoabastecimiento local y que por tanto requieran menos costos de transporte, contribuiríamos en gran medida a frenar este proceso de destrucción de nuestras bases de vida.
El tiempo apremia y la humanidad muestra una inmensa incapacidad para actuar de modo mucho más efectivo. La falta de una institucionalidad global con la capacidad de involucrarnos a todos en esta tarea de salvar el planeta queda más en evidencia día que pasa.
La entrevista que se adjunta a continuación nos da una clara muestra de la emergencia en que nos encontramos todos.
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CAMBIO CLIMÁTICO : «NO NOS QUEDAN MÁS QUE TRES AÑOS PARA INVERTIR LA CURVA».
Entrevista a Jean Jouzel
Tomada de: SinPermiso
10/11/2018
 
El climatólogo Jean Jouzel recuerda la urgencia de luchar contra el cambio climático con ocasión de la publicación del informe del GIEC [Grupo Intergubernamental de Expertos sobre la Evolución del Clima, o IPCC, en inglés].
Cuatro años después de su último informe, el GIEC publica una nueva valoración del calentamiento climático en curso. Jean Jouzel, que ha sido durante largo tiempo vicepresidente del grupo científico, hace sonar una vez más la alarma. Lo entrevista Sebastian Billard para el semanario L´Obs.
El último informe del GIEC se preocupa por la situación cada vez más degradada del clima del planeta. ¿Una vez más?
Hace treinta años que los científicos alertan acerca del calentamiento del planeta y, sí, por desgracia, lo vieron correctamente. Hoy empezamos a percibir concretamente los primeros efectos de este fenómeno. No sólo todo resulta conforme a lo que se había previsto sino que, además, los fenómenos que se observan actualmente (intensificación de las sequías, huracanes...) no son nada comparados con lo que nos espera en los próximos años.


¿Lo peor está, por tanto, por llegar?
Sí, en un tiempo no muy largo…Hay que tener bien claro que el cambio climático, de aquí en adelante, no concierne a las "generaciones futuras", sino verdaderamente a los jóvenes que han nacido ya. Para evitarles a estos jóvenes un clima en el cual les resultaría difícil vivir, estimo que no nos quedan más que tres años para invertir la curva de las emisiones de gases de invernadero. No tenemos derecho a quedarnos de brazos cruzados. Nuestras generaciones dan pruebas de un gran egoísmo.
¿No está usted harto de hacer sonar – en vano – el timbre de alarma desde hace tantos años?
En realidad, estaba bastante optimista tras la firma de los acuerdos de París. Tenía la impresión de que estaba a punto de ponerse en marcha un círculo virtuoso. Pero la retirada de los Estados Unidos ha sido un jarro de agua fría. Es difícil reclamar a todos los países un esfuerzo cuando el segundo país emisor abandona el barco.…
Francia misma no adopta totalmente su papel en esta lucha. Emmanuel Macron se ha hecho cargo del acuerdo de París a escala internacional, lo cual está muy bien. Pero haría falta que fuera igualmente motor en este asunto a escala europea y que Francia fuese más allá de los discursos.
Hay demasiados sectores en los que nuestro país no respeta siquiera los objetivos que se ha fijado, sin embargo, en la Ley de Transición Energética de 2016. Se aprueban textos formidables, pero no se respetan. El problema de la lucha contra el calentamiento es que siempre hay otras prioridades.
¿Qué habría que hacer?
Con Pierre Larrouturou, militamos a favor de un pacto entre las finanzas y el clima. Durante la crisis financiera se puso un billón de euros sobre la mesa para salvar a los bancos a escala europea. Proponemos que se movilice ese mismo montante – es decir, el 2% del PIB europeo – para salvar el clima.
Este pacto se financiaría mediante la creación de moneda y un impuesto a los beneficios de las empresas, y deberá permitir dividir por cuatro las emisiones de CO2 y crear empleos en los sectores de la transición ecológica. Las tecnologías, ahora mismo, existen. Hace falta sólo que los estados retomen el control.
¿Debe Francia dar ejemplo?
Sólo a escala europea tiene sentido este combate: las emisiones francesas representan menos del 1,5% de las emisiones mundiales, mientras que Europa supone el 10% de esas emisiones mundiales. Nuestro continente debe mostrar el camino. Por otro lado, estoy convencido de que el país que tome el liderazgo de la transición ecológica será la verdadera potencia de mañana. Me encantaría que fuera Europa, que tanto carece de grandes proyectos. Pero si no se hace nada, me temo que será más bien China.
¿No hay que revisar nuestro modo de desarrollo, como sugirió Nicolas Hulot, al anunciar su dimisión [Hulot, ministro para la Transición Ecológica del gobierno Macron renunció a fines de agosto ante la falta de avances en materia medioambiental]?
Nicolas Hulot tiene razón: hay que cambiar la manera en que nos desplazamos, la forma en que nos calentamos, el modo en que nos alimentamos…Es, de modo más general, el modelo en el que se basa el comercio mundial el que, a mi entender, representa el problema: las reglas de la OMC [Organización Mundial del Comercio] tienen como objetivo maximizar los intercambios, mientras que haría falta tender hacia una relocalización de las actividades.
No es a un mundo sin carbono al que nos conduce de momento el capitalismo. Y resulta todavía más problemático que no seamos todos iguales frente al cambio climático: los países más vulnerables a la elevación de las temperaturas son los países que están entre los más pobres. Y en los países desarrollados occidentales, las poblaciones más vulnerables son, asimismo, las más pobres.
Jean Jouzel
glaciólogo y climatólogo francés, especialista en cambio climático sobre la base de su análisis de la masa de hielo de la Antártida y Groenlandia, ha sido vicepresidente del GIEC desde 2002.
Fuente: del GIEC desde 2002. L´Obs, 8 de octubre de 2018 Traducción:
Lucas Antón 




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ADVERTENCIA DE LA COMUNIDAD CIENTÍFICA MUNDIAL A LA HUMANIDAD: SEGUNDO AVISO
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William J. Ripple, Christopher Wolf, Mauro Galetti, Thomas M Newsome, Mohammed Alamgir, Eileen Crist, Mahmoud I. Mahmoud, William F. Laurance y 15,364 co-signatarios de 184 países (la lista completa de co-signatarios puede consultarse en los materiales suplementarios.)
https://academic.oup.com/bioscien…/article/…/12/1026/4605229
Hace 25 años, la asociación norteamericana Union of Concerned Scientists y más de 1500 científicos independientes, incluyendo la mayoría de los Premios Nobel en Ciencias que vivían entonces, escribieron “La Advertencia de los Científicos del Mundo a la Humanidad”, 1992 (ver material suplementario en la versión en Inglés). Estos profesionales preocupados, reclamaron a la humanidad que frenase la destrucción ambiental y avisaron de “sería necesario un gran cambio en nuestra forma de cuidar la Tierra y la vida sobre ella, si quería evitarse una enorme miseria humana...”. En su manifiesto, mostraban que los seres humanos estaban en rumbo de colisión con el mundo natural. Expresaron preocupación acerca de daños actuales, inminentes y potenciales sobre el planeta Tierra por: La destrucción de la capa de ozono, la disponibilidad de agua dulce, el colapso de la pesca marina, el incremento de zonas muertas en los océanos, la pérdida de masa forestal, la destrucción de biodiversidad, el cambio climático y el crecimiento continuado de la población. Proclamaron que cambios fundamentales eran urgentes y necesarios para evitar las consecuencias que nuestro actual rumbo podrían acarrearnos.
Los autores de la declaración de 1992 temían que la humanidad estaba empujando a los ecosistemas de la Tierra más allá de su capacidad de soportar la red de la vida. Describieron cuán rápido nos estábamos aproximando a muchos de los límites de lo que el planeta puede tolerar sin daños serios e irreversibles. Los científicos alegaron que deberíamos estabilizar la población, describiendo como la enorme cifra - que ha crecido en 2000 millones desde 1992, un incremento del 35% - ejerce una presión sobre la Tierra que puede aplastar otros esfuerzos para conseguir un futuro sostenible (Crist et al. 2017). Imploraron que redujéramos las emisiones de gases efecto invernadero (en adelante, GEI) y eliminásemos los combustibles fósiles, redujéramos la deforestación y revirtiéramos la tendencia de extinción de la biodiversidad.
En el 25º aniversario de su llamada de atención, miramos hacia atrás a su alarma y evaluamos la respuesta humana, analizando la evolución en el tiempo de los indicadores disponibles. Desde 1992, con la excepción de que se ha estabilizado la capa de ozono, la humanidad ha fracasado en hacer suficientes progresos para resolver esos retos ambientales previstos y, de manera muy alarmante, en la mayoría de ellos, estamos mucho peor que entonces (figura 1, tabla suplementaria S1).
Especialmente preocupante es la trayectoria actual del catastrófico cambio climático de origen humano debido a las crecientes emisiones de GEI procedentes de la quema de combustibles fósiles (Hansen et al. 2013), la deforestación (Keenan et al. 2015) y la producción agrícola - principalmente por la ganadería de rumiantes y el consumo de carne (Ripple
8 et al. 2014). Además, hemos desatado un evento de extinción masiva de especies, la sexta en unos 540 millones de años, mediante la cual muchos de las actuales formas de vida podrían ser aniquiladas o, como poco, comprometidas a la extinción hacia el final de este siglo.



Por la presente, damos un Segundo Aviso a la Humanidad, ilustrado por la alarmante tendencia de variables mostradas en la figura 1. Estamos poniendo en peligro nuestro futuro por nuestro desproporcionado consumo material y por no darnos cuenta de que el alocado crecimiento de la población mundial es el principal impulsor detrás de la mayoría de amenazas ecológicas e, incluso, societales (Crist et al. 2017). Con su fracaso en limitar adecuadamente el crecimiento de la población, en reevaluar el papel de una economía enraizada en el crecimiento permanente, en reducir la emisión de GEI, en incentivar la energía renovable, en proteger el hábitat, en restaurar los ecosistemas, en parar la extinción de fauna, en frenar las especies invasivas, la humanidad no está tomando los pasos urgentes que necesitamos para salvaguardar nuestra muy amenazada biosfera.
Puesto que la mayoría de líderes políticos responde a la presión, los científicos, los medios de comunicación y los ciudadanos deben insistir en que sus gobiernos pasen a la acción inmediata, como un imperativo moral hacia las actuales y futuras generaciones, humanas y de otras formas de vida. Con una marejada de esfuerzos desde organizaciones surgidas desde el pueblo, la obstinada oposición puede ser superada y los líderes políticos se verán obligados a hacer lo correcto. Es también el momento de re-examinar y modificar nuestros comportamientos individuales, incluyendo nuestra propia reproducción (idealmente, al nivel de reemplazo, 2 hijos por mujer, como máximo) y reducir drásticamente nuestro nivel de consumo per-cápita de combustibles fósiles, carne y otros recursos.
La rápida reducción mundial de las sustancias que destruían la capa de ozono nos muestra que podemos hacer cambios positivos cuando actuamos de manera decidida. También hemos hecho avances importantes para reducir la pobreza extrema y el hambre (www.worldbank.org). Otros progresos notables (no incluidos en la figura 1) incluyen: rápida reducción de las tasas de fertilidad en muchas regiones mediante políticas educativas entre mujeres y jóvenes (www.un.org/esa/population), la prometedora reducción de la tasa de deforestación en algunas regiones y el rápido despliegue de energías renovables. Hemos aprendido mucho desde 1992, pero el progreso de los cambios necesarios y urgentes en políticas ambientales, comportamiento humano y reducción de las inequidades globales está, todavía, lejos de ser suficiente.
Las transiciones hacia la sostenibilidad se pueden producir de diferentes maneras, pero todas requieren presión de la sociedad civil y argumentaciones basadas en evidencias, liderazgo político, políticas adecuadas, mercados y otras consideraciones.
Ejemplos de acciones diferentes y efectivas que la humanidad puede tomar para la transición a la sostenibilidad incluyen (sin presumir orden de importancia o urgencia):
 Priorizando a la promulgación de grandes reservas protegidas de una proporción significativa de los hábitats terrestres, marinos, de agua dulce y aéreos de todo el mundo;
 Mantenimiento de los servicios ecosistémicos de la naturaleza parando la conversión de selvas, bosques, pastizales y otros hábitats naturales;
 Restaurar comunidades con plantas autóctonas a gran escala, principalmente, bosques;
 Devolver a la naturaleza salvaje zonas con especies nativas, especialmente con depredadores ápice, para recuperar procesos y dinámicas ecológicos;
 Implementar políticas adecuadas para remediar la extinción de especies animales, la caza furtiva y la explotación y comercio de especies amenazadas;
 Reducir el desperdicio de alimentos mediante educación y mejores infraestructuras;
 Promover un cambio hacia dietas más vegetales y menos animales;
 Promover la reducción adicional de los índices de fertilidad procurando que mujeres y hombres tengan acceso a la educación reproductiva y a los servicios voluntarios de planificación familiar, especialmente, en lugares donde falten tales recursos;
 Aumentar la educación ambiental para niños y fomentar un mayor aprecio por la naturaleza por parte de la sociedad.
 Desinvertir en inversiones monetarias e invertir en iniciativas que promuevan cambio ambiental
 Idear y promover tecnologías no contaminantes y adoptar masivamente energías renovables y, simultéaneamente, eliminar subvenciones a la producción de energía con combustibles fósiles.
 Revisar nuestra economía para reducir desigualdades y asegurarse que precios, impuestos y sistemas de incentivos tengan en cuenta los costes reales que nuestro patrón de consumo imponen en nuestro medio ambiente; y
 Evaluar de manera científica el tamaño de población humana sostenible a largo plazo y pedir a las naciones y a sus líderes que apoyen ese objetivo vital.
Para prevenir pérdidas catastróficas de biodiversidad y un deterioro generalizado de las condiciones de vida humana, la humanidad debe poner en práctica una forma de vida más sostenible ambientalmente que la actual (“business as usual”).
Esta receta ya fue bien articulada hace 25 años por los científicos del mundo, pero en la mayoría de los temas, no hemos escuchado su llamada de atención. Pronto será demasiado tarde para cambiar el rumbo de la actual trayectoria que nos lleva al fracaso y nos estamos quedando sin tiempo.
Debemos reconocer, en nuestras vidas diarias y en nuestras instituciones de gobierno, que la Tierra con toda su vida es nuestro único hogar.

Link original: 
https://academic.oup.com/bioscience/article/67/12/1026/4605229?fbclid=IwAR3snDck0EqQ3HO3ml2WaRbw_e0Q1SRSldWviKdzdCuMTLqC6vG1RLEB0PA










NICARAGUA: "... OTRA COSA MUY DISTINTA ERA QUE UNA REVOLUCIÓN TRIUNFANTE COMETIERA LA ENORME ESTUPIDEZ DE ENTREGAR EL PODER A SUS ENEMIGOS..."


Carlos Rodrigo Zapata C.

La sociedad boliviana aún cree que la disputa electoral es un asunto meramente interno, entre bolivianos de una clase y de otra, entre kharas y t'aras, entre “revolucionarios” y “neoliberales”. 

Aún no se percata que el actual gobierno se halla profundamente sometido a potencias foráneas que no tienen ninguna intención de cambiar su actual estado de inmiscusión en el país, simplemente porque obtienen lo que se les antoja, se trate de materias primas o de explotación de la soberanía nacional para sus propios planes y proyectos.

Claramente se puede observar que existen inmensas diferencias, por ejemplo, con la Argentina, el Brasil o el Ecuador. En esos países la pelea era claramente interna, sin inmiscusión (grosera e invasora) de otros poderes externos. En Bolivia las cosas se pintan de modo muy distinto. El grado de sumisión del actual gobierno a diversas potencias externas que hacen y deshacen en nuestro pais y circulan como Pedro por su casa, nos muestra que aquí la pelea dejó de ser meramente interna. Los intereses diversos de esas potencias en la continuación del actual esquema gubernamental son cada vez mas evidentes, usando de modo cada vez mas desembozado nuestra soberanía para sus fines. Eso significa que buena parte de este proceso de usurpación democrática viene apoyado por estos aliados incondicionales. 

Bolivia está en grave peligro y no se puede advertir que gran parte de la oposición esté entendiendo el escenario en que nos encontramos. Se sigue jugando a ganar míseras cuotas de poder y a ver quién se corona como cabeza de ratón, como si verdaderamente nos diera igual quien gobierna. Estas advertencias son fundamentales para no lamentarse mañana. El golpe a la democracia claramente ya está listo, sólo falta el certificado de defunción.

Ya en el pasado otros gobiernos de nuestra América, también sometidos a esquemas semejantes, se vieron ante la disyuntiva de respetar el mandato democrático electoral emanado de las urnas o hacer caso omiso de dicho mandato.

El artículo que se adjunta, DE AQUELLOS POLVOS, ESTOS LODOS, nos cuenta cómo se fue hilvanando la tragedia nicaragüense, que empezó cuando Ortega y los Sandinistas se atrevieron a rechazar la exigencia de Fidel Castro de no entregar el poder a Violeta Chamorro en las elecciones perdidas de 1990. No obstante, una vez que entregaron el poder, se ocuparon de hacer imposible toda gobernabilidad con huelgas, paros y bloqueos, hasta que al fin, al cabo de 16 años, volvieron al poder, esta vez de la mano de Daniel Ortega y Rosario Murillo.

El mencionado artículo fue publicado el 2015, 3 años antes que el dúo Ortega/Murillo ponga en evidencia su espíritu sanguinario y dictatorial, una muestra de la claridad de las conclusiones de dicho artículo.

¿Será que los actuales gobernantes de nuestro país están haciendo todo lo posible para eternizarse en el poder mediante una combinación de medios democráticos y anticonstitucionales, con tal de no tener que desenmascararse plenamente y poner en evidencia sus propias pulsiones, así como el grado en que se hallan sometidos a poderes externos que cada vez manejan más las riendas del país? ¿Será que seguimos siendo dueños de nuestro país?

Una comparación de expresiones nos dice mucho:

"El subalterno pasa el 98% de su historia fragmentado; cuando vive el 2% unificado, sería una locura que lo deje pasar por un mero apego muerto a la palabra institucional de la democracia representativa".
García Linera: “Perder a Evo Morales sería un suicidio político”. El País
[https://elpais.com/…/…/01/07/america/1515290890_923167.html…]

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“Una cosa era que un dictador de derechas como Pinochet aceptara el resultado del referéndum que ponía fin a su Gobierno, pero otra muy distinta era que una revolución triunfante cometiera la enorme estupidez de entregar el poder a sus enemigos sin más ni más; respetando así la voz de las urnas, la voz del pueblo que les decía: ¡Basta ya!”
Julio Blanco C., DE AQUELLOS POLVOS, ESTOS LODOS. Managua
[https://www.14ymedio.com/opi…/polvos-lodos_0_1873012681.html].
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Conocer los andares y avatares de otros pueblos en situación muy semejante a la que nos encontramos es sin duda un medio muy valioso para ubicarnos en nuestra realidad presente.

Espero que este artículo sirva para la reflexión y la meditación urgente a todos quienes desean una patria libre y justa, conducida por bolivianos y no a control remoto desde cualquier capital imperial.

 


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DE AQUELLOS POLVOS, ESTOS LODOS

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Julio Blanco C., Managua | Octubre 18, 2015

   




















Uno de los muchos logros propagandísticos de los Castro ha sido el de "borrar" de las páginas de la historia el reguero de miseria, destrucción y muerte que dejaron a lo largo de décadas allende los mares.
El trato preferente y respetuoso que se le dispensa a Raúl Castro allá donde va, no puede menos que espantar a muchos que como nosotros caímos en la trampa de creer en las peroratas quiméricas y empalagosas de su hermano Fidel.
Nosotros aquí en Nicaragua llevamos la peor parte, fuera –claro está– de la desventurada Cuba, que hasta hoy continúa padeciendo las consecuencias de haber entregado su destino a unos mitómanos narcisistas.
La situación actual de Venezuela no se compara ni remotamente con lo que tuvimos que afrontar, sin la inestimable ayuda del oro negro, que por muy barato que esté, constituye un salvavidas extraordinario que ha evitado que la patria de Bolívar descienda al infierno de miseria extrema que a nosotros nos tocó vivir.

LA CONJURA EMPEZÓ LA MISMA MADRUGADA DEL 26 DE FEBRERO DE 1990, EN LA QUE SE DESMORONABA CUAL CASTILLO DE NAIPES LA REVOLUCIÓN SANDINISTA

Y como las desgracias nunca vienen solas, atravesamos por ese mar de calamidades, en medio de una guerra civil que se llevó a 50.000 de nuestros jóvenes y dejó una cantidad similar de mutilados; eso sin contar las miles de viudas y huérfanos, además de la infraestructura del país, que quedó completamente en ruinas.
El mundo no lo supo o rápidamente se olvidó de nuestra tragedia, porque sabido es que donde no hay conflicto no hay noticia. Y si no hubo un nuevo conflicto al final del experimento comunista, fue en buena medida gracias al carácter apacible y conciliador de doña Violeta Chamorro, la primera mujer electa democráticamente para presidir un país en América Latina.
Fue pues doña Violeta, esa gran señora simple y chabacana como ella sola, quien logró con amor de madre lo que parecía imposible en un país gravemente dividido y polarizado: una transición democrática y pacífica.
Sin embargo, con el paso del tiempo el pueblo se fue enterando que aquella transición no era más que un caramelo envenenado, porque así lo habían decidido los jerarcas del sandinismo, quienes conservaron la jefatura del ejército hasta 1995.
La conjura empezó la misma madrugada del 26 de febrero de 1990, en la que –ante el peso implacable de los votos–, se desmoronaba cual castillo de naipes la revolución sandinista.
Cuando ya era evidente que la tendencia era irreversible, la siempre etérea y espectral Rosario Murillo, mujer de Daniel Ortega, increpó a sus incondicionales para que no se dejaran vencer por el derrotismo y la frustración. Volveremos, prometió amenazante.

Seguramente había muchas cosas por definir en sus cabezas, aún más en ese momento de confusión y desconcierto, pero había algo que estaba completamente claro: a partir de ese momento utilizarían todos los medios que provee una sociedad abierta para demoler sus instituciones desde adentro.
Habían aprendido por las malas que, aunque el objetivo seguía siendo el mismo (la toma del poder), el método tradicional de la lucha armada estaba completamente obsoleto.
La señora Murillo, en un intento desesperado por elevar la moral de sus huestes, empezó a cantar una famosa canción revolucionaria de Carlos Mejía Godoy (tío del salsero Luis Enrique), cuyo estribillo dice así:

"No se me raje mi compa, 
no se me ponga chusmón,
que la patria necesita su coraje y su valor.
No se me raje mi hermano, 
no me vuelva a ver pa’ tras,
la milpa está reventando 
y es tiempo de cosechar." 

El Frente Sandinista fue el primer partido de izquierda radical en fingir un proceso de transición hacia la socialdemocracia al estilo europeo; vegetariano, diría Carlos Alberto Montaner, y respetuoso del statu quo. Se cambiaron las formas pero nunca el fondo.

EL FRENTE SANDINISTA FUE EL PRIMER PARTIDO DE IZQUIERDA RADICAL EN FINGIR UN PROCESO DE TRANSICIÓN HACIA LA SOCIALDEMOCRACIA AL ESTILO EUROPEO

Se abandonó el verde olivo para siempre, puesto que Ortega empezó a vestir de blanco impoluto. Vaya paradoja! qué ropa tan blanca sobre un alma tan negra, pensamos muchos.
Se olvidaron para siempre del himno del partido, que entre otras lindezas tildaba a los yanquis de enemigos de la humanidad.
La propaganda dejó de ser rojinegra para reflejarse siempre sobre un fondo de color rosado intenso, que los nicas llamamos rosado chicha, en alusión a una bebida a base de maíz.
Se dejó de lado en buena medida el discurso estatista y centralizador de la economía, a la vez que se empezó a tender lazos y a limar asperezas con la empresa privada, la Iglesia católica y los principales líderes protestantes.

La lista es larga, pero en todo caso se trata de una extraordinaria labor de maquillaje para hacer creer a la gente, que el sandinismo realmente había evolucionado hacia formas más sosegadas y civilizadas de hacer política.
Si todo este proceso fuese una película, probablemente tuviera buenas posibilidades de alzarse con varios Oscar.
La gente suele olvidar que antes de Chávez, Morales y Correa (todos electos democráticamente) estaba Daniel Ortega, quien nunca cejó en su empeño de volver al poder a través del voto popular, y finalmente lo logró después de tres derrotas consecutivas, y a pesar de que no obtuvo ni el 40% de los votos válidos; se quedó en 37.9% y quizás menos porque el 8% de los votos en esa elección – principalmente voto rural y archienemigo de los sandinistas – , nunca fueron contados.
La derrota de 1990 sería determinante para lo que vendría después. Fidel Castro le dio una reprimenda de antología a los hermanos Ortega, porque también son dos: Daniel y Humberto, aunque este último se retiró de toda actividad política y se fue a vivir a Costa Rica, donde disfruta de un exilio dorado.

LA DECEPCIÓN DE FIDEL FUE ENORME Y NUNCA LOS PERDONÓ, AL PUNTO QUE HASTA HOY LES GUARDA CIERTO RESENTIMIENTO

De hecho, en las altas esferas del poder se comenta que la decepción de Fidel fue enorme y que nunca los perdonó, al punto que hasta hoy les guarda cierto resentimiento.
Después de todo si había alguien que podía reclamar la paternidad de la criatura, ese era él y sólo él. En su mundo retorcido no era algo baladí, puesto que había logrado duplicar su experimento de empobrecer y controlar hasta el paroxismo a un país entero.
Este asunto era especialmente preocupante, porque además de los regímenes comunistas que se venían abajo en la lejana Europa Oriental, impelidos por la movilización masiva de la gente en las calles, ahora se sumaba este otro problema.
Acá nomás, en esta su colonia centroamericana, el régimen había caído tras un proceso electoral increíblemente amañado donde la oposición superó obstáculos que parecían insalvables y donde la gente venció el miedo para salir a votar masivamente en contra de sus verdugos. Mal ejemplo y mal precedente para su hacienda personal.
Pero lo peor aún estaba por venir cuando, tras su vuelta al poder, Ortega mantuvo su discurso revolucionario y antiimperialista, pero en la práctica empezó a mostrar una conversión al capitalismo y al libre mercado que haría sonrojar al más radical de los libertarios. Esto, para el barbudo dictador caribeño, no fue otra cosa que alta traición.
De haber conocido el futuro, Castro no se hubiese molestado ni un poco por haber perdido a la mísera Nicaragua, puesto que la historia le deparaba la conquista de la rica Venezuela, pero entonces, él no lo podía saber.
Tras la debacle del sandinismo y de todos los satélites soviéticos en Europa, Fidel vio confirmados sus más profundos temores. La más mínima apertura, la más tímida concesión podría provocar el derrumbe del régimen.
Una cosa era que un dictador de derechas como Pinochet aceptara el resultado del referéndum que ponía fin a su Gobierno, pero otra muy distinta era que una revolución triunfante cometiera la enorme estupidez de entregar el poder a sus enemigos sin más ni más; respetando así la voz de las urnas, la voz del pueblo que les decía: ¡Basta ya!

LA ORDEN DE FIDEL FUE TAJANTE:
HABÍA QUE DESCONOCER LA VOLUNTAD POPULAR,  AUNQUE ELLO SIGNIFICASE ECHARSE AL MUNDO POR MONTERA


Ante tal panorama la orden de Fidel fue tajante: había que desconocer la voluntad popular, aunque ello significase echarse al mundo por montera.
Y a punto estuvo de ocurrir esto mismo, puesto que en el seno del Frente Sandinista había varias corrientes sobre lo que se debía hacer a partir de la derrota electoral.
Finalmente prevaleció la postura de los Ortega -Murillo, que en una mezcla de cinismo y pragmatismo, decidieron que debían hacer creer a todos que aceptaban de buena gana la decisión del soberano.
Al final no era Fidel, sino ellos quienes habían hecho frente a una combativa guerrilla anticomunista, la contra nicaragüense, cerca de 30 mil hombres, mayoritariamente campesinos que lo dejaron todo – sus hijos, sus mujeres, sus animales y sus tierras – para irse a las montañas y a la selva, a luchar por la libertad de su país.
Después de largas discusiones, la decisión final fue la de desobedecer por primera vez las órdenes del comandante en jefe, el amado líder, el querido Fidel. Un par de días después de la derrota, un exaltado Daniel Ortega anunciaba ante una turba de simpatizantes que a partir de ese momento empezarían a gobernar “desde abajo”. Aquellas palabras fueron un presagio maligno de lo que nos esperaba por los siguientes 16 años; a partir de ese momento no tuvimos ni un sólo día de paz.

DESPUÉS DE LARGAS DISCUSIONES, LA DECISIÓN FINAL FUE LA DE DESOBEDECER POR PRIMERA VEZ LAS ÓRDENES DEL COMANDANTE EN JEFE, EL AMADO LÍDER, EL QUERIDO FIDEL

El FSLN se dedicó a sabotear sistemáticamente a los tres Gobiernos que le sucedieron, en una extraordinaria y prolongada operación de acoso y derribo. Fue una hábil estrategia milimétricamente planificada.
Todos los días había huelgas o asonadas en algún sector, con su correspondiente dosis de violencia y de vez en cuando, también de mártires. Si esta semana estaban en huelga los trabajadores de la salud, la siguiente lo estarían los maestros y luego los estudiantes universitarios, para después seguir los transportistas y vuelta a empezar.
Una minoría perfectamente organizada y altamente motivada nos mantuvo en vilo por más de tres lustros. Hoy que ellos gobiernan ya no hay huelgas, porque de facto no están permitidas.
Así pues la lección quedó aprendida. Nunca más ninguno de los presidentes “revolucionarios” volvería a cometer el mismo error de los sandinistas.
Se hará todo lo que se tenga que hacer: robar, mentir, manipular… matar de ser necesario, con tal de evitar que la "burguesía" retorne al poder. Que para burgueses ya están ellos.



03 noviembre 2018

ETANOL, ¿UN SALVAVIDAS PARA EL CALENTAMIENTO GLOBAL?



Carlos Rodrigo Zapata C.
Tres eventos de diverso calibre han coincidido en relación con el etanol: el informe de la IPCC, los premios entregados en Brasil a bolivianos vinculados con la cadena del etanol y ahora el lanzamiento del primer combustible con contenido de etanol en Bolivia. Si es una buena o una mala noticia, dependerá de varios factores. Pero vamos desbrozando el camino, menos bulto más claridad. 
El informe especial 2018 de la IPCC nos ha puesto en nuestro lugar a nivel planetario. El principal mensaje: superar un incremento de la temperatura global de 1,5oC puede desatar una diversidad de mecanismos que aceleren rápidamente el calentamiento global, situación que podría volverse completamente incontrolable. En pocas palabras: los científicos del IPCC están intentando ponerle una cuña al calentamiento global, por ello tocan alarma con visos de angustia y desesperación y convocan al mundo a movilizarse porque el tiempo se agota y los peligros que acechan son devastadores.
La particularidad del informe del IPCC en relación al etanol es que algunos de los principales escenarios que maneja el organismo encargado de guiar las políticas necesarias para controlar o mitigar el calentamiento global requieren del etanol o, de modo más general, de una gama de bioenergías/biocombustibles, entre las que se encuentra explícitamente el etanol. Esta parece una medida torpe y apresurada, en vista a los impactos ambientales señalados por diversas organizaciones y ONGs ambientales que hacen un seguimiento minucioso de este tema. 
La pregunta del millón es, ¿por qué el IPCC se ha aventurado a sugerir y proponer las bioenergías como una de las fuentes que ayuden a reducir el CO2 de la atmósfera? Por lo visto, el IPCC ha llegado al convencimiento que el tiempo apremia de tal modo que es indispensable recurrir a todas las fuentes que permitan reducir la contaminación atmosférica por lo que resulta menos problemático usar suelos para la producción de las materias primas necesarias para producir las bioenergías que desaprovechar esa oportunidad para combatir el calentamiento global.
Dicho de otro modo: bioenergías sí, porque el tiempo apremia,  es más fácil controlar el uso de la tierra que reducir CO2. En otras palabras: el IPCC le tira una parte del fardo al sector agrícola, sin preguntarse por innumerables asuntos, como ser la situación de los suelos en el mundo, los grados de concentración de la propiedad, los paquetes tecnológicos que acompañan a su uso, etc. El supuesto del que parte el IPCC que los suelo deben manejarse adecuadamente, puede interpretarse como ligero, en vista a la tasa de deforestación actual, los procesos de degradación del suelo, la desertificación, la salinización de suelos, etc. que se viene registrando a escala mundial. En este marco, trasladar a los suelos una nueva carga resulta apresurado y problemático.  El IPCC ha previsto un nuevo informe especial para el 2020 en que tratará justamente todos estos aspectos relacionados con el uso de la tierra, años después de dar su venia o visto bueno a los biocombustibles.
El argumento que el tiempo apremia, por lo que vale todo y no podemos darnos lujos como para considerar y tomar en cuenta todos los aspectos y detalles relacionados con esa carga adicional con la suficiente anticipación, puede permitir justificar casi todo, así como otras intervenciones problemáticas a futuro.
A partir de estas observaciones iniciales, surgen dos conclusiones generales: la primera es que el argumento del apremio del tiempo puede llevarnos a trastocar muchos procesos, incluso antes que el propio calentamiento haga estragos. Aquí la cuestión no es oponerse a implementar todas las medidas que puedan ser indispensables para salvar al planeta de la catástrofe que nos acecha. La segunda, es que debe construirse una estructura institucional mucho más amplia y previsora de los posibles impactos de medidas que pueden traer consigo diversos problemas adicionales o profundizar los existentes a consecuencia de intervenciones antrópicas. 

Aquí me permito recordar la iniciativa lanzada en Alemania para la creación de una Cámara del Futuro (“Zukunftskammer”, en alemán), consistente en una instancia de cogobierno parlamentario que se encargue de revisar y aprobar la sostenibilidad de los procesos de inversión e intervención, siempre en la perspectiva de controlar su viabilidad. Instancias de este tipo, pueden coadyuvar en todo el planeta a evitar que todo el peso de las decisiones caiga en el IPCC, a identificar posibles impactos y a establecer reglas de juego, a fin de evitar las famosas ganancias extraordinarias de pescadores en ríos revueltos. 
De cualquier modo, es indispensable estudiar este tipo de medidas y anticipar respuestas colectivas mucho más integrales, que incluyan los cambios y ajustes que sean requeridos en cada caso, a fin de evitar resultados de juega de suma cero, en los que se llegue al extremo de mitigar o reducir un problema en un lado y crear otros o en otra forma en otro lado.
El tema es que la presentación del informe especial del IPCC ha coincido con sendos reconocimientos que han recibido un científico, un empresario y un ministro bolivianos en el Brasil por el gremio que se ocupa de la producción de etanol en el Brasil. Los galardones se deben a los aportes que cada uno de ellos ha efectuado para desarrollar la cadena de valor del etanol en Bolivia. 
La noticia que hoy se ha iniciado el expendio de este combustible, cierra este círculo de noticias. Ya se habla de millones de litros que se expenderán cada año, lo que tendrá múltiples beneficios, entre los que se destaca un menor impacto ambiental, reducción de subvenciones a los combustibles y, por cierto, grandes beneficios para el agro, en particular para los grandes terratenientes. Se habla menos o nada de los impactos adversos sobre los suelos, la biodiversidad y los insumos químicos que crecientemente se emplean de modo completamente descontrolado en nuestro país.
Bolivia no tiene “suelos argentinos” por su calidad y extensión, excepto en una porción muy ínfima de todo su territorio. Al presente, se está habilitando tierras de muy baja aptitud para agricultura, lo cual dejará suelos inermes incluso para el mantenimiento de la cobertura vegetal actual, en pocos años. Esos suelos se están usando actualmente en gran medida para producir forrajes y ahora también se destinarán para biocombustibles, es decir, no para producir alimentos para los seres humanos. Esos escasos suelos constituyen el capital agrícola nacional que se está usando de manera poco conveniente para la propia soberanía y seguridad alimentaria nacional. 
El resultado final es que a cuenta de luchar contra el calentamiento global se está dando rienda suelta a la producción de biocombustibles, sin que se haya diseñado estrategias adecuadas para cuidar los suelos y bosques, sin tomar suficientemente en cuenta el estado actual de la agricultura y la producción pecuaria, sin considerar las estructuras de poder en el campo.
Da la impresión que el IPCC está actuando con un cierto voluntarismo, no suficientemente bien ordenado y encaminado, situación que puede traer nuevos conflictos y consecuencias, aún antes que el propio calentamiento nos traiga sus peores noticias si no logramos reaccionar a tiempo y actuar de modo concertado y eficazmente. 
Un ejemplo de que medidas apresuradas pueden generar graves contrastes, puede advertirse en la posible evolución del mercado de hidrocarburos, que estima precios muy altos en los próximos tiempos, ello debido, entre otros factores, a que los consorcios petroleros habrían reducido sus ritmos de exploración petrolera debido justamente al impulso que están recibiendo las energías limpias, aunque sin tener precisión sobre el plazo o periodo en que estas energías estarán en la capacidad de sustituir eficazmente a los hidrocarburos. Si los pronósticos se concretan, tendríamos de aquí a 2 años precios que bordeen los 150 dólares por barril, una bomba de tiempo para todos los procesos de crecimiento, redistribución y control del calentamiento global.
Por ahora, los terratenientes festejan, sin que se haya tomado medidas adecuadas para velar por el uso sostenible de los recursos naturales renovables, pero frágiles y degradables.
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Quienes están interesados en conocer el informe especial 2018 del IPCC, pueden revisar el mismo en la siguiente dirección:
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También pueden ver el contenido previsto para el informe especial sobre el estado de los suelos y la agricultura para el 2020 en: