Da la impresión que las luchas a nivel global se desentienden de las luchas a nivel local. Según el #IPCC, las bioenergías son bienvenidas, entre ellas el etanol.
En los artículos que se presentan a continuación se puede palpar de modo muy directo el grado de desesperación que cunde en los ámbitos científicos y técnicos entre quienes se hallan en la lucha contra el calentamiento global. Mientras Jean Jouzel nos dice que ya nos quedan sólo 3 años para frenar el descalabro climático global, el IPCC no se hace mayor cuestión en recomendar bioenergías o agrocombustibles, entre ellos el etanol, a fin de reducir el impacto de los combustibles fósiles, trasladando con ello un montón de problemas a los ámbitos nacionales y locales.
En pocas palabras, nos están diciendo que se comprometan en los planos local y nacional, qué hagan algo más efectivo, y si quieren que el impacto neto sea mayor, que controlen a los usuarios de la tierra. Una suerte de swap entre reducción de emisiones de CO2 por luchas sociales y defensa de la ecología. Una forma muy malhumorada de pedir favores, pero ante la gravedad extrema de la crisis climática que asola el planeta, no hay duda que tienen razón los señores del IPCC. Hay que actuar en todos los planos y con todos los medios a nuestro alcance, nos guste o no.
Espero que esta colección de notas de las últimas semanas sean de provecho para asumir posiciones en relación al CALENTAMIENTO GLOBAL, la peor amenaza de todos los tiempos, seguramente comparable a una iinvasión de extraterrestres.
Carlos Rodrigo Zapata C.
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IPCC, premios y nuevos combustibles:
ETANOL, ¿UN SALVAVIDAS PARA EL CALENTAMIENTO GLOBAL?
Carlos Rodrigo Zapata C.
Tres eventos de diverso calibre han coincidido en relación con el etanol: el informe de la IPCC, los premios entregados en Brasil a
bolivianos vinculados con la cadena del etanol y ahora el lanzamiento
del primer combustible con contenido de etanol en Bolivia. Si es una
buena o una mala noticia, dependerá de varios factores. Pero vamos
desbrozando el camino, menos bulto más claridad.
El informe
especial 2018 del IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el
Cambio Climático) nos ha puesto en nuestro lugar a nivel planetario. El
principal mensaje: superar un incremento de la temperatura global de 1,5
grad Cent. puede desatar una diversidad de mecanismos que aceleren
rápidamente el calentamiento global, situación que podría volverse
completamente incontrolable. En pocas palabras: los científicos del IPCC
están intentando ponerle una cuña al calentamiento global, por ello
tocan alarma con visos de angustia y desesperación y convocan al mundo a
movilizarse porque el tiempo se agota y los peligros que acechan son
devastadores.
La particularidad del informe del IPCC en relación
al etanol es que algunos de los principales escenarios que maneja el
organismo encargado de guiar las políticas necesarias para controlar o
mitigar el calentamiento global requieren del etanol o, de modo más
general, de una gama de bioenergías/ biocombustibles, entre las que se
encuentra explícitamente el etanol. Esta parece una medida torpe y
apresurada, en vista a los impactos ambientales señalados por diversas
organizaciones y ONGs ambientales que hacen un seguimiento minucioso de
este tema.
La pregunta del millón es, ¿por qué el IPCC se ha
aventurado a sugerir y proponer las bioenergías como una de las fuentes
que ayuden a reducir el CO2 de la atmósfera? Por lo visto, el IPCC ha
llegado al convencimiento que el tiempo apremia de tal modo que es
indispensable recurrir a todas las fuentes que permitan reducir la
contaminación atmosférica por lo que resulta menos problemático usar
suelos para la producción de las materias primas necesarias para
producir las bioenergías que desaprovechar esa oportunidad para combatir
el calentamiento global.
Dicho de otro modo: bioenergías sí,
porque el tiempo apremia y es más fácil controlar el uso de la tierra
que reducir CO2. En otras palabras: el IPCC le tira una parte del fardo
al sector agrícola, sin preguntarse por innumerables asuntos, como ser
la situación de los suelos en el mundo, los grados de concentración de
la propiedad, los paquetes tecnológicos que acompañan a su uso, etc. El
supuesto del que parte el IPCC que los suelo deben manejarse
adecuadamente, puede interpretarse como ligero, en vista a la tasa de
deforestación actual, los procesos de degradación del suelo, la
desertificación, la salinización de suelos, etc. que se viene
registrando a escala mundial. En este marco, trasladar a los suelos una
nueva carga resulta apresurado y problemático.
El IPCC ha
previsto un nuevo informe especial para el 2020 en que tratará
justamente todos estos aspectos relacionados con el uso de la tierra,
años después de dar su venia o visto bueno a los biocombustibles.
El argumento que el tiempo apremia, por lo que vale todo y no podemos
darnos lujos como para considerar y tomar en cuenta todos los aspectos y
detalles relacionados con esa carga adicional con la suficiente
anticipación, puede permitir justificar casi todo, así como otras
intervenciones problemáticas a futuro.
A partir de estas
observaciones iniciales, surgen dos conclusiones generales: la primera
es que el argumento del apremio del tiempo puede llevarnos a trastocar
muchos procesos, incluso antes que el propio calentamiento haga
estragos. Aquí la cuestión no es oponerse a implementar todas las
medidas que puedan ser indispensables para salvar al planeta de la
catástrofe que nos acecha. La segunda, es que debe construirse una
estructura institucional mucho más amplia y previsora de los posibles
impactos de medidas que pueden traer consigo diversos problemas
adicionales o profundizar los existentes a consecuencia de
intervenciones antrópicas.
Aquí me permito recordar la iniciativa
lanzada en Alemania para la creación de una Cámara del Futuro
(“Zukunftskammer”, en alemán), consistente en una instancia de
cogobierno parlamentario que se encargue de revisar y aprobar la
sostenibilidad de los procesos de inversión e intervención, siempre en
la perspectiva de controlar su viabilidad. Instancias de este tipo,
pueden coadyuvar en todo el planeta a evitar que todo el peso de las
decisiones caiga en el IPCC, a identificar posibles impactos y a
establecer reglas de juego, a fin de evitar las famosas ganancias
extraordinarias de pescadores en ríos revueltos.
De cualquier
modo, es indispensable estudiar este tipo de medidas y anticipar
respuestas colectivas mucho más integrales, que incluyan los cambios y
ajustes que sean requeridos en cada caso, a fin de evitar resultados de
juego de suma cero, en los que se llegue al extremo de mitigar o reducir
un problema en un lado y crear otros en otra forma en otro lado.
El tema es que la presentación del informe especial del IPCC ha
coincidido con sendos reconocimientos que han recibido un científico, un
empresario y un ministro bolivianos en el Brasil por el gremio que se
ocupa de la producción de etanol en ese país. Los galardones se deben a
los aportes que cada uno de ellos ha efectuado para desarrollar la
cadena de valor del etanol en Bolivia.
La noticia que la pasada
semana se ha iniciado el expendio de este combustible, cierra este
círculo de noticias. Ya se habla de millones de litros que se expenderán
cada año, lo que tendrá múltiples beneficios, entre los que se destaca
un menor impacto ambiental, reducción de subvenciones a los combustibles
y, por cierto, grandes beneficios para el agro, en particular para los grandes terratenientes. Se habla menos o nada de los impactos adversos
sobre los suelos, la biodiversidad y los insumos químicos que
crecientemente se emplean de modo completamente descontrolado en nuestro
país.
Bolivia no tiene “suelos argentinos” por su calidad y
extensión, excepto en una porción muy ínfima de todo su territorio. Al
presente, se está habilitando tierras de muy baja aptitud para
agricultura, lo cual dejará suelos inermes incluso para el mantenimiento
de la cobertura vegetal actual, en pocos años. Esos suelos se están
usando actualmente en gran medida para producir forrajes y ahora también
se destinarán para biocombustibles, es decir, no para producir
alimentos para los seres humanos. Esos escasos suelos constituyen el
capital agrícola nacional que se está usando de manera poco conveniente
para la propia soberanía y seguridad alimentaria nacional.
El
resultado final es que a cuenta de luchar contra el calentamiento global
se está dando rienda suelta a la producción de biocombustibles, sin que
se haya diseñado estrategias adecuadas para cuidar los suelos y
bosques, sin tomar suficientemente en cuenta el estado actual de la
agricultura y la producción pecuaria, sin considerar las estructuras de
poder en el campo.
Da la impresión que el IPCC está actuando con
un cierto voluntarismo, no suficientemente bien ordenado y encaminado,
situación que puede traer nuevos conflictos y consecuencias, aún antes
que el propio calentamiento nos traiga sus peores noticias si no
logramos reaccionar a tiempo y actuar de modo concertado y eficazmente.
Un ejemplo de que medidas apresuradas pueden generar graves contrastes,
puede advertirse en la posible evolución del mercado de hidrocarburos,
que estima precios muy altos en los próximos tiempos, ello debido, entre
otros factores, a que los consorcios petroleros habrían reducido sus
ritmos de exploración petrolera debido justamente al impulso que están
recibiendo las energías limpias, aunque sin tener precisión sobre el
plazo o periodo en que estas energías estarán en la capacidad de
sustituir eficazmente a los hidrocarburos. Si esos pronósticos se
concretan, tendríamos de aquí a 2 años precios que bordeen los 150
dólares por barril, una bomba de tiempo para todos los procesos de
crecimiento, redistribución y control del calentamiento global.
Por ahora, los terratenientes festejan, sin que se haya tomado medidas
adecuadas para velar por el uso sostenible de los recursos naturales
renovables, pero frágiles y degradables.
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Quienes están interesados en conocer el informe especial 2018 del IPCC, pueden revisar el mismo en la siguiente dirección:
También pueden ver el contenido previsto para el informe
especial sobre el estado de los suelos y la agricultura para el 2020 en:
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"...
HAY QUE CAMBIAR LA MANERA EN QUE NOS DESPLAZAMOS, LA FORMA EN QUE NOS
CALENTAMOS, EL MODO EN QUE NOS ALIMENTAMOS…" Y POR TANTO EL MODO EN QUE
HACEMOS PREVALECER LOS DERECHOS DE LA MADRE TIERRA.
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La crisis climática y el calentamiento global con consecuencias devastadoras e incontrolables ya se halla en nuestras narices, y aun no se percibe que los países se hubieran puesto a hacer su trabajo en serio.
La crisis climática y el calentamiento global con consecuencias devastadoras e incontrolables ya se halla en nuestras narices, y aun no se percibe que los países se hubieran puesto a hacer su trabajo en serio.
Como dice Jean Jouzel, "los fenómenos que se observan
actualmente (intensificación de las sequías, huracanes...) no son nada
comparados con lo que nos espera en los próximos años". Al mismo tiempo
anota que "el problema de la lucha contra el calentamiento es que
siempre hay otras prioridades", y no solo eso, sino que "no es a un
mundo sin carbono al que nos conduce de momento el capitalismo".
No duda en estrellarse contra los modelos económicos vigentes, y muy
concretamente contra el modelo del comercio internacional: "las reglas
de la OMC [Organización Mundial del Comercio] tienen como objetivo
maximizar los intercambios, mientras que haría falta tender hacia una
relocalización de las actividades".
Si entendemos por
relocalización tanto reducir la hiperconcentración de la producción
destinada al intercambio que hoy se halla localizada en gran parte en
unos pocos puntos del planeta (particularmente China, el nuevo "taller
del mundo"), como también impulsar modelos más autárquicos, con mayor
capacidad de autoabastecimiento local y que por tanto requieran menos
costos de transporte, contribuiríamos en gran medida a frenar este
proceso de destrucción de nuestras bases de vida.
El tiempo
apremia y la humanidad muestra una inmensa incapacidad para actuar de
modo mucho más efectivo. La falta de una institucionalidad global con la
capacidad de involucrarnos a todos en esta tarea de salvar el planeta
queda más en evidencia día que pasa.
La entrevista que se adjunta a continuación nos da una clara muestra de la emergencia en que nos encontramos todos.
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CAMBIO CLIMÁTICO : «NO NOS QUEDAN MÁS QUE TRES AÑOS PARA INVERTIR LA CURVA».
Entrevista a Jean Jouzel
Tomada de: SinPermiso
CAMBIO CLIMÁTICO : «NO NOS QUEDAN MÁS QUE TRES AÑOS PARA INVERTIR LA CURVA».
Entrevista a Jean Jouzel
Tomada de: SinPermiso
10/11/2018
El climatólogo Jean Jouzel recuerda la urgencia de luchar contra el
cambio climático con ocasión de la publicación del informe del GIEC
[Grupo Intergubernamental de Expertos sobre la Evolución del Clima, o
IPCC, en inglés].
Cuatro años después de su último informe, el
GIEC publica una nueva valoración del calentamiento climático en curso.
Jean Jouzel, que ha sido durante largo tiempo vicepresidente del grupo
científico, hace sonar una vez más la alarma. Lo entrevista Sebastian
Billard para el semanario L´Obs.
El último informe del GIEC se preocupa por la situación cada vez más degradada del clima del planeta. ¿Una vez más?
Hace treinta años que los científicos alertan acerca del calentamiento
del planeta y, sí, por desgracia, lo vieron correctamente. Hoy empezamos
a percibir concretamente los primeros efectos de este fenómeno. No sólo
todo resulta conforme a lo que se había previsto sino que, además, los
fenómenos que se observan actualmente (intensificación de las sequías,
huracanes...) no son nada comparados con lo que nos espera en los
próximos años.
¿Lo peor está, por tanto, por llegar?
Sí,
en un tiempo no muy largo…Hay que tener bien claro que el cambio
climático, de aquí en adelante, no concierne a las "generaciones
futuras", sino verdaderamente a los jóvenes que han nacido ya. Para
evitarles a estos jóvenes un clima en el cual les resultaría difícil
vivir, estimo que no nos quedan más que tres años para invertir la curva
de las emisiones de gases de invernadero. No tenemos derecho a
quedarnos de brazos cruzados. Nuestras generaciones dan pruebas de un
gran egoísmo.
¿No está usted harto de hacer sonar – en vano – el timbre de alarma desde hace tantos años?
En realidad, estaba bastante optimista tras la firma de los acuerdos de
París. Tenía la impresión de que estaba a punto de ponerse en marcha un
círculo virtuoso. Pero la retirada de los Estados Unidos ha sido un
jarro de agua fría. Es difícil reclamar a todos los países un esfuerzo
cuando el segundo país emisor abandona el barco.…
Francia misma
no adopta totalmente su papel en esta lucha. Emmanuel Macron se ha hecho
cargo del acuerdo de París a escala internacional, lo cual está muy
bien. Pero haría falta que fuera igualmente motor en este asunto a
escala europea y que Francia fuese más allá de los discursos.
Hay demasiados sectores en los que nuestro país no respeta siquiera los
objetivos que se ha fijado, sin embargo, en la Ley de Transición
Energética de 2016. Se aprueban textos formidables, pero no se respetan.
El problema de la lucha contra el calentamiento es que siempre hay
otras prioridades.
¿Qué habría que hacer?
Con Pierre
Larrouturou, militamos a favor de un pacto entre las finanzas y el
clima. Durante la crisis financiera se puso un billón de euros sobre la
mesa para salvar a los bancos a escala europea. Proponemos que se
movilice ese mismo montante – es decir, el 2% del PIB europeo – para
salvar el clima.
Este pacto se financiaría mediante la creación
de moneda y un impuesto a los beneficios de las empresas, y deberá
permitir dividir por cuatro las emisiones de CO2 y crear empleos en los
sectores de la transición ecológica. Las tecnologías, ahora mismo,
existen. Hace falta sólo que los estados retomen el control.
¿Debe Francia dar ejemplo?
Sólo a escala europea tiene sentido este combate: las emisiones
francesas representan menos del 1,5% de las emisiones mundiales,
mientras que Europa supone el 10% de esas emisiones mundiales. Nuestro
continente debe mostrar el camino. Por otro lado, estoy convencido de
que el país que tome el liderazgo de la transición ecológica será la
verdadera potencia de mañana. Me encantaría que fuera Europa, que tanto
carece de grandes proyectos. Pero si no se hace nada, me temo que será
más bien China.
¿No hay que revisar nuestro modo de desarrollo,
como sugirió Nicolas Hulot, al anunciar su dimisión [Hulot, ministro
para la Transición Ecológica del gobierno Macron renunció a fines de
agosto ante la falta de avances en materia medioambiental]?
Nicolas Hulot tiene razón: hay que cambiar la manera en que nos
desplazamos, la forma en que nos calentamos, el modo en que nos
alimentamos…Es, de modo más general, el modelo en el que se basa el
comercio mundial el que, a mi entender, representa el problema: las
reglas de la OMC [Organización Mundial del Comercio] tienen como
objetivo maximizar los intercambios, mientras que haría falta tender
hacia una relocalización de las actividades.
No es a un mundo
sin carbono al que nos conduce de momento el capitalismo. Y resulta
todavía más problemático que no seamos todos iguales frente al cambio
climático: los países más vulnerables a la elevación de las temperaturas
son los países que están entre los más pobres. Y en los países
desarrollados occidentales, las poblaciones más vulnerables son,
asimismo, las más pobres.
Jean Jouzel
glaciólogo y climatólogo francés, especialista en cambio climático sobre la base de su análisis de la masa de hielo de la Antártida y Groenlandia, ha sido vicepresidente del GIEC desde 2002.
Fuente: del GIEC desde 2002. L´Obs, 8 de octubre de 2018 Traducción:
Lucas Antón
glaciólogo y climatólogo francés, especialista en cambio climático sobre la base de su análisis de la masa de hielo de la Antártida y Groenlandia, ha sido vicepresidente del GIEC desde 2002.
Fuente: del GIEC desde 2002. L´Obs, 8 de octubre de 2018 Traducción:
Lucas Antón
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ADVERTENCIA DE LA COMUNIDAD CIENTÍFICA MUNDIAL A LA HUMANIDAD: SEGUNDO AVISO
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William J. Ripple, Christopher Wolf, Mauro Galetti, Thomas M Newsome, Mohammed Alamgir, Eileen Crist, Mahmoud I. Mahmoud, William F. Laurance y 15,364 co-signatarios de 184 países (la lista completa de co-signatarios puede consultarse en los materiales suplementarios.) https://academic.oup.com/bioscien…/article/…/12/1026/4605229
William J. Ripple, Christopher Wolf, Mauro Galetti, Thomas M Newsome, Mohammed Alamgir, Eileen Crist, Mahmoud I. Mahmoud, William F. Laurance y 15,364 co-signatarios de 184 países (la lista completa de co-signatarios puede consultarse en los materiales suplementarios.) https://academic.oup.com/bioscien…/article/…/12/1026/4605229
Hace 25 años, la asociación norteamericana Union of Concerned
Scientists y más de 1500 científicos independientes, incluyendo la
mayoría de los Premios Nobel en Ciencias que vivían entonces,
escribieron “La Advertencia de los Científicos del Mundo a la
Humanidad”, 1992 (ver material suplementario en la versión en Inglés).
Estos profesionales preocupados, reclamaron a la humanidad que frenase
la destrucción ambiental y avisaron de “sería necesario un gran cambio
en nuestra forma de cuidar la Tierra y la vida sobre ella, si quería
evitarse una enorme miseria humana...”. En su manifiesto, mostraban que
los seres humanos estaban en rumbo de colisión con el mundo natural.
Expresaron preocupación acerca de daños actuales, inminentes y
potenciales sobre el planeta Tierra por: La destrucción de la capa de
ozono, la disponibilidad de agua dulce, el colapso de la pesca marina,
el incremento de zonas muertas en los océanos, la pérdida de masa
forestal, la destrucción de biodiversidad, el cambio climático y el
crecimiento continuado de la población. Proclamaron que cambios
fundamentales eran urgentes y necesarios para evitar las consecuencias
que nuestro actual rumbo podrían acarrearnos.
Los autores de la
declaración de 1992 temían que la humanidad estaba empujando a los
ecosistemas de la Tierra más allá de su capacidad de soportar la red de
la vida. Describieron cuán rápido nos estábamos aproximando a muchos de
los límites de lo que el planeta puede tolerar sin daños serios e
irreversibles. Los científicos alegaron que deberíamos estabilizar la
población, describiendo como la enorme cifra - que ha crecido en 2000
millones desde 1992, un incremento del 35% - ejerce una presión sobre la
Tierra que puede aplastar otros esfuerzos para conseguir un futuro
sostenible (Crist et al. 2017). Imploraron que redujéramos las emisiones
de gases efecto invernadero (en adelante, GEI) y eliminásemos los
combustibles fósiles, redujéramos la deforestación y revirtiéramos la
tendencia de extinción de la biodiversidad.
En el 25º aniversario
de su llamada de atención, miramos hacia atrás a su alarma y evaluamos
la respuesta humana, analizando la evolución en el tiempo de los
indicadores disponibles. Desde 1992, con la excepción de que se ha
estabilizado la capa de ozono, la humanidad ha fracasado en hacer
suficientes progresos para resolver esos retos ambientales previstos y,
de manera muy alarmante, en la mayoría de ellos, estamos mucho peor que
entonces (figura 1, tabla suplementaria S1).
Especialmente
preocupante es la trayectoria actual del catastrófico cambio climático
de origen humano debido a las crecientes emisiones de GEI procedentes de
la quema de combustibles fósiles (Hansen et al. 2013), la deforestación
(Keenan et al. 2015) y la producción agrícola - principalmente por la
ganadería de rumiantes y el consumo de carne (Ripple
8 et al. 2014). Además, hemos desatado un evento de extinción masiva de especies, la sexta en unos 540 millones de años, mediante la cual muchos de las actuales formas de vida podrían ser aniquiladas o, como poco, comprometidas a la extinción hacia el final de este siglo.
8 et al. 2014). Además, hemos desatado un evento de extinción masiva de especies, la sexta en unos 540 millones de años, mediante la cual muchos de las actuales formas de vida podrían ser aniquiladas o, como poco, comprometidas a la extinción hacia el final de este siglo.
Por la
presente, damos un Segundo Aviso a la Humanidad, ilustrado por la
alarmante tendencia de variables mostradas en la figura 1. Estamos
poniendo en peligro nuestro futuro por nuestro desproporcionado consumo
material y por no darnos cuenta de que el alocado crecimiento de la
población mundial es el principal impulsor detrás de la mayoría de
amenazas ecológicas e, incluso, societales (Crist et al. 2017). Con su
fracaso en limitar adecuadamente el crecimiento de la población, en
reevaluar el papel de una economía enraizada en el crecimiento
permanente, en reducir la emisión de GEI, en incentivar la energía
renovable, en proteger el hábitat, en restaurar los ecosistemas, en
parar la extinción de fauna, en frenar las especies invasivas, la
humanidad no está tomando los pasos urgentes que necesitamos para
salvaguardar nuestra muy amenazada biosfera.
Puesto que la
mayoría de líderes políticos responde a la presión, los científicos, los
medios de comunicación y los ciudadanos deben insistir en que sus
gobiernos pasen a la acción inmediata, como un imperativo moral hacia
las actuales y futuras generaciones, humanas y de otras formas de vida.
Con una marejada de esfuerzos desde organizaciones surgidas desde el
pueblo, la obstinada oposición puede ser superada y los líderes
políticos se verán obligados a hacer lo correcto. Es también el momento
de re-examinar y modificar nuestros comportamientos individuales,
incluyendo nuestra propia reproducción (idealmente, al nivel de
reemplazo, 2 hijos por mujer, como máximo) y reducir drásticamente
nuestro nivel de consumo per-cápita de combustibles fósiles, carne y
otros recursos.
La rápida reducción mundial de las sustancias que
destruían la capa de ozono nos muestra que podemos hacer cambios
positivos cuando actuamos de manera decidida. También hemos hecho
avances importantes para reducir la pobreza extrema y el hambre (www.worldbank.org).
Otros progresos notables (no incluidos en la figura 1) incluyen: rápida
reducción de las tasas de fertilidad en muchas regiones mediante
políticas educativas entre mujeres y jóvenes (www.un.org/esa/population),
la prometedora reducción de la tasa de deforestación en algunas
regiones y el rápido despliegue de energías renovables. Hemos aprendido
mucho desde 1992, pero el progreso de los cambios necesarios y urgentes
en políticas ambientales, comportamiento humano y reducción de las
inequidades globales está, todavía, lejos de ser suficiente.
Las transiciones hacia la sostenibilidad se pueden producir de diferentes maneras, pero todas requieren presión de la sociedad civil y argumentaciones basadas en evidencias, liderazgo político, políticas adecuadas, mercados y otras consideraciones.
Las transiciones hacia la sostenibilidad se pueden producir de diferentes maneras, pero todas requieren presión de la sociedad civil y argumentaciones basadas en evidencias, liderazgo político, políticas adecuadas, mercados y otras consideraciones.
Ejemplos de acciones
diferentes y efectivas que la humanidad puede tomar para la transición a
la sostenibilidad incluyen (sin presumir orden de importancia o
urgencia):
Priorizando a la promulgación de grandes reservas
protegidas de una proporción significativa de los hábitats terrestres,
marinos, de agua dulce y aéreos de todo el mundo;
Mantenimiento de los servicios ecosistémicos de la naturaleza parando la conversión de selvas, bosques, pastizales y otros hábitats naturales;
Restaurar comunidades con plantas autóctonas a gran escala, principalmente, bosques;
Devolver a la naturaleza salvaje zonas con especies nativas, especialmente con depredadores ápice, para recuperar procesos y dinámicas ecológicos;
Implementar políticas adecuadas para remediar la extinción de especies animales, la caza furtiva y la explotación y comercio de especies amenazadas;
Reducir el desperdicio de alimentos mediante educación y mejores infraestructuras;
Promover un cambio hacia dietas más vegetales y menos animales;
Promover la reducción adicional de los índices de fertilidad procurando que mujeres y hombres tengan acceso a la educación reproductiva y a los servicios voluntarios de planificación familiar, especialmente, en lugares donde falten tales recursos;
Aumentar la educación ambiental para niños y fomentar un mayor aprecio por la naturaleza por parte de la sociedad.
Desinvertir en inversiones monetarias e invertir en iniciativas que promuevan cambio ambiental
Idear y promover tecnologías no contaminantes y adoptar masivamente energías renovables y, simultéaneamente, eliminar subvenciones a la producción de energía con combustibles fósiles.
Revisar nuestra economía para reducir desigualdades y asegurarse que precios, impuestos y sistemas de incentivos tengan en cuenta los costes reales que nuestro patrón de consumo imponen en nuestro medio ambiente; y
Evaluar de manera científica el tamaño de población humana sostenible a largo plazo y pedir a las naciones y a sus líderes que apoyen ese objetivo vital.
Mantenimiento de los servicios ecosistémicos de la naturaleza parando la conversión de selvas, bosques, pastizales y otros hábitats naturales;
Restaurar comunidades con plantas autóctonas a gran escala, principalmente, bosques;
Devolver a la naturaleza salvaje zonas con especies nativas, especialmente con depredadores ápice, para recuperar procesos y dinámicas ecológicos;
Implementar políticas adecuadas para remediar la extinción de especies animales, la caza furtiva y la explotación y comercio de especies amenazadas;
Reducir el desperdicio de alimentos mediante educación y mejores infraestructuras;
Promover un cambio hacia dietas más vegetales y menos animales;
Promover la reducción adicional de los índices de fertilidad procurando que mujeres y hombres tengan acceso a la educación reproductiva y a los servicios voluntarios de planificación familiar, especialmente, en lugares donde falten tales recursos;
Aumentar la educación ambiental para niños y fomentar un mayor aprecio por la naturaleza por parte de la sociedad.
Desinvertir en inversiones monetarias e invertir en iniciativas que promuevan cambio ambiental
Idear y promover tecnologías no contaminantes y adoptar masivamente energías renovables y, simultéaneamente, eliminar subvenciones a la producción de energía con combustibles fósiles.
Revisar nuestra economía para reducir desigualdades y asegurarse que precios, impuestos y sistemas de incentivos tengan en cuenta los costes reales que nuestro patrón de consumo imponen en nuestro medio ambiente; y
Evaluar de manera científica el tamaño de población humana sostenible a largo plazo y pedir a las naciones y a sus líderes que apoyen ese objetivo vital.
Para prevenir pérdidas catastróficas de biodiversidad y un deterioro
generalizado de las condiciones de vida humana, la humanidad debe poner
en práctica una forma de vida más sostenible ambientalmente que la
actual (“business as usual”).
Esta receta ya fue bien articulada
hace 25 años por los científicos del mundo, pero en la mayoría de los
temas, no hemos escuchado su llamada de atención. Pronto será demasiado
tarde para cambiar el rumbo de la actual trayectoria que nos lleva al
fracaso y nos estamos quedando sin tiempo.
Debemos reconocer, en
nuestras vidas diarias y en nuestras instituciones de gobierno, que la
Tierra con toda su vida es nuestro único hogar.
Link original:
https://academic.oup.com/bioscience/article/67/12/1026/4605229?fbclid=IwAR3snDck0EqQ3HO3ml2WaRbw_e0Q1SRSldWviKdzdCuMTLqC6vG1RLEB0PA