25 noviembre 2013

Doble aguinaldo: Una medida apresurada



Carlos Rodrigo Zapata C.

La medida dictada por el gobierno de otorgar un segundo aguinaldo a los funcionarios públicos y a los trabajadores del sector formal de la economía, sorprende por múltiples aspectos.

1) Por un lado, se percibe que la medida no se inserta en ningún esquema claro o coherente de política económica. Pretender que por la vía del consumo se logrará mantener o incrementar el crecimiento económico llama la atención, en vista al tamaño del mercado y en consideración al hecho que sólo el 20% de la fuerza de trabajo percibirá el doble aguinaldo.  Con ello se vuelve a la vieja teoría del derrame (‘trickle down’), cuando se pensaba que el crecimiento iba a lograr que unas migajas rebalsen a los sectores menos dinámicos, lo cual induciría a su vez el crecimiento en la economía. Ya se sabe por la experiencia histórica que no es ésta la manera de lograr una distribución del ingreso más justa y equitativa. De lo que se trata es de fortalecer las capacidades de producción en todos los sectores de la economía, apuntando a asegurar un nivel interno satisfactorio de abastecimiento, así como a elevar las exportaciones, pues ya es un axioma clásico de la economía del desarrollo que los países con mercados domésticos estrechos y de escasa población no tienen oportunidades de crecer sosteniblemente a tasas significativas en base al mercado interno, mucho menos cuando se trata de reducir elevados niveles de pobreza existente. Por ello se requiere apostar a las exportaciones, lo cual tiene unas exigencias que van muy por encima de las que actualmente podemos satisfacer en el país, pues para exportar se requiere competitividad desde el origen hasta el producto final.

2) Los esfuerzos desplegados por los ministros por tratar de direccionar la forma de usar el doble aguinaldo tampoco dan una buena impresión. Por un lado se recomienda a los perceptores de ese bono extraordinario que sea utilizado en pagar deudas, adquirir algún bien significativo o en tomar previsiones relacionadas con los costos de educación que con mucha probabilidad aumentarán en los siguientes meses. Por otro lado se anuncia que se efectuará una campaña para inducir al consumo de productos nacionales, producidos por los microempresarios que usualmente no perciben ni pagan aguinaldo, mucho menos uno doble. De esta manera se espera que se expanda la producción, que aumenten las ventas, pero que no suban los precios, ya que en caso dado se aplicarán medidas penales. Un anuncio tan repentino, que incluso encuentra financieramente “descalzadas” a las empresas que están teniendo millonarias ganancias, sin duda que no permite que la producción aumente súbitamente. Lo intempestivo de la medida también se percibe en el hecho que en una fase de creciente inflación –la inflación anualizada ya se ubica en el 8%- se optara por inyectar más medios de pago en la economía, como si ese dato fuera de escasa importancia.

3) La negociación de salarios año a año suele concentrarse en torno a la tasa de inflación, de modo que si los sindicatos y demás organizaciones sociales logran un incremento que se halle próximo a dicha tasa, ya se considera una negociación aceptable. Esta forma tradicional de negociación de los incrementos salariales no toma en cuenta la tasa de crecimiento de la economía que es distinta de la tasa de inflación. A título de información es oportuno recordar que la tasa de crecimiento muestra variaciones en la producción en términos reales, es decir, sin tomar en cuenta las variaciones de precios, mientras que las tasas de inflación muestran variaciones en los precios corrientes respecto a un año base  o de referencia. Por ello no es correcto considerar que la tasa de inflación (del 8%, por ejemplo) reduce la tasa de crecimiento (por ejemplo del 6,5%). Este error de comprensión contribuye a desmovilizar las demandas de incremento salarial, pues los trabajadores tienden a dejarles el total del crecimiento a los empresarios y al empleador mayor del país, el Estado, y conformarse con recuperar su capacidad adquisitiva. Lo lógico es que las demandas salariales tomen en cuenta ambas tasas, por lo que no se requiere concesiones generosas del Gobierno en funciones.

4) Lo más lamentable es que se ha dejado al 80% de la fuerza de trabajo y al sector pasivo fuera del alcance de la medida, produciendo de esta manera la idea que el gobierno gobierna para el sector activo y formal de la economía, desentendiéndose del resto, es decir, del sector informal, de la economía campesina y del ya mencionado sector pasivo. El gobierno ha argumentado que no es esta la primera medida de redistribución que se aplica y que ahora le tocaba a la administración pública y a los trabajadores formales, lo cual es cierto, pero deja un sabor a insuficiencia, cuando se podía haber planteado la medida de otra forma, por ejemplo, incrementando significativamente la inversión en los sectores informales y en el sector agropecuario, especialmente en los sectores dominados por la pequeña propiedad y la producción campesina. Es una lástima que los 1000 millones de Bs. que costará la medida al Estado (según el ministro del ramo, aunque antes habló de 380 millones Bs.) no se hubieran canalizado de este modo, pues así la Navidad hubiera llegado a todos y sin intermediarios, y se habría evitado esa sensación de discriminación que ha quedado en el país, y sobre todo se habría fortalecido las capacidades productivas de los sectores sociales más rezagados y marginados.

La conclusión provisional en relación a la medida, es que el pueblo boliviano merece compartir los frutos del crecimiento. Sin embargo, la forma de hacerlo debe preservar la cohesión social, sentar bases cada más sólidas y sostenibles para su futuro, priorizando verdaderamente a los sectores sociales más deprimidos y empobrecidos.También es indispensable admitir que el crecimiento actual en buena parte es producto de factores externos que el país no controla ni maneja, por lo que es necesario estructurar un modelo de crecimiento que no se a agote súbitamente con la caída de los precios de las materias primas en los mercados internacionales y tampoco se vea frenado por no haber tomado suficientemente en cuenta las exportaciones, sino que apunte resueltamente a transformar la matriz productiva, a “sembrar el gas”. Así se hablaba, no?.