04 marzo 2013

En el contexto se construye nuestro mundo



Carlos Rodrigo Zapata C.

La verdad es que este asunto del contexto me parece crucial, mucho más ahora que empiezo a encontrar orientaciones y precisiones tan afortunadas como las que nos ofrece la periodista Marta Ruiz en su artículo: Sin contexto nada tiene sentido. Les propongo dedicar unos momentos a reflexionar sobre ello. En la parte final, se reproduce in extenso el artículo mencionado.

 “El contexto es lo que le da sentido a la información. Eso lo sabemos todos. Pero ¿qué es el contexto? No sólo los antecedentes, como suele ser la fórmula común, sino sobre todo, encontrar conexiones, a veces invisibles entre hechos. Son estas conexiones las que nos permiten ver las consecuencias que pueda tener un hecho noticioso o cualquier historia periodística.”

Desmenucemos brevemente estas valiosísimas enseñanzas. 

“El contexto es lo que le da sentido a la información. Eso lo sabemos todos.”

Sí, pues es verdad que algo sacado de contexto puede significar cualquier cosa, pero no, pues dudo mucho que tengamos conciencia suficiente sobre la importancia fundamental del contexto para comprender y darle sentido a la información. Ejemplo: si crees que el jefe de gobierno sirio es un tirano, entonces los invasores actuales posiblemente te parecerán unos héroes que luchan por la libertad del pueblo sirio, pero si piensas que Assad es un  estadista, un líder de su pueblo, entonces verás a los invasores como unos simples e infelices mercenarios, unos asesinos despiadados. ¿Qué significa ello? Que las partidas ante la opinión pública se ganan o se pierden antes que los hechos extremos se produzcan. Esa es la guerra por el contexto, por posicionarse en él, por fabricarlo, por construir escenarios convenientes para los intereses y poderes en disputa. De igual modo, sin un análisis preciso del contexto, que nos muestre las conexiones más fuertes en una determinada situación, no podrá haber una comprensión clara de lo que acontece, porqué acontece, a quién beneficia y perjudica, etc. Hoy, gracias a las sabias reflexiones de la autora, estoy en condiciones de empezar a entender estas cosas.

“Pero ¿qué es el contexto? No sólo los antecedentes, como suele ser la fórmula común, sino sobre todo, encontrar conexiones, a veces invisibles entre hechos.”
 
He aquí la esencia del asunto: encontrar las conexiones entre hechos, las conexiones a veces invisibles entre hechos, ¡encontrarlas! O sea, para describir, presentar, caracterizar, exponer o lo que mejor se llame, un contexto, no basta con dar unos nombres, algunas coordenadas y latitudes, unos datos y porcentajes, tampoco bastará con mencionar algún lugar y momento del hecho, sino que es necesario encontrar conexiones entre hechos, conexiones a veces invisibles entre hechos. La verdad, al dejar que estas ideas y formas de expresarlas, me invadan los sentidos, siento que paso de mi triciclo a un ferrari, pues me empieza a dar vértigo comprender todas las consecuencias que se pueden derivar de ello. La mejor demostración de la validez de estas enseñanzas, es el mismo artículo de Marta Ruiz. Con dos pinceladas, no sólo nos ha descrito las condiciones para que se den las conversaciones de paz en Colombia, sino que además nos ha explicado los peligros que las acechan y, de paso, nos ha mostrado las debilidades del Presidente Santos, todo en dos páginas tamaño carta! 

No tenía idea que un análisis agudo de las conexiones entre hechos, es decir, del contexto, podía ser ya casi el hecho mismo, pues lo intuye, lo prevé, lo imagina, lo anticipa de tal modo que prácticamente ya lo hace nacer. Es como lo ha señalado la dialéctica de la posibilidad y la realidad, con la diferencia que este “encontrar las conexiones, a veces invisibles entre hechos” ya casi nos permite pasar de una remota posibilidad a una muy concreta realidad. 

“Son estas conexiones las que nos permiten ver las consecuencias que pueda tener un hecho noticioso o cualquier historia periodística.” 

Aquí la autora me parece tímida, como que aún no se atreve a usar todo el poder explosivo que contienen sus enseñanzas: “…..las que nos permiten ver las consecuencias que pueda tener un hecho noticioso….”. Francamente muy tímida, mucho más si comparamos con mi atrevimiento: el contexto anticipa el hecho, ya casi lo es, como podemos decir con mucha certeza de toda mujer preñada próxima a dar a luz.

Yo lo formularía más categóricamente, más contundentemente: “Son estas conexiones las que nos permiten descubrir los juegos de intereses, los poderes en marcha, las estructuras de intercambios, las formas de ser de las sociedades, de lidiar con sus avatares y de superar sus circunstancias que podrán descubrirse en un hecho noticioso o cualquier historia periodística.”
 
Bueno, creo que ya ha quedado clara mi manera de poner un acento exclamativo y de celebrar este gran aporte a nuestra manera de comprender el mundo que nos circunda y nos marea.

Aún me queda una cosita más que decir. No soy periodista de profesión, tampoco me dedico al periodismo, pero me siento periodista de pasión, de entusiasmo, de ganas de contribuir a que construyamos ese mundo mejor que todos deseamos para nuestros hijos y nietos. A la luz de lo expuesto, no me cabe duda alguna que la mejor forma de definir el periodismo es construir contextos, “encontrar conexiones entre hechos, conexiones a veces invisibles entre hechos”. Gracias Marta Ruiz, qué forma tan formidable de aportar a mejorar nuestros instrumentos de comprensión de nosotros mismos, de nuestras interrelaciones, de nuestro mundo. Gracias.
 


Por: Marta Ruíz







Periodistas aguardan la llegada de negociadores de paz en La Habana / León Darío Peláez/Revista Semana



El contexto es lo que le da sentido a la información. Eso lo sabemos todos. Pero ¿qué es el contexto? No sólo los antecedentes, como suele ser la fórmula común, sino sobre todo, encontrar conexiones, a veces invisibles entre hechos. Son estas conexiones las que nos permiten ver las consecuencias que pueda tener un hecho noticioso o cualquier historia periodística.

Veamos algunos elementos de contexto que han hecho posible las conversaciones Farc-Gobierno:
1. Hay un cambio en el clima político de la región. De la polarización Alba-Imperio hemos pasado a un tono diplomático, en el que Venezuela, con Nicolás Maduro, está buscando un acercamiento con los Estados Unidos y un nuevo clima en sus relaciones. Lo mismo ocurre con Cuba, donde Raúl Castro viene planteando reformar lentamente, y buscando un mayor acercamiento con los gobiernos, más que con las guerrillas o las izquierdas del continente.
2. La ruptura política entre Santos y Uribe.  Sin ese quiebre posiblemente no hubiera sido posible el proceso de diálogo, aunque a su vez éste ha profundizado la distancia entre ambos. No obstante, las diferencias comenzaron desde la Ley de Víctimas, y la política de tierras, que es donde más claramente se ven las diferencias de ambos gobiernos.
3. La sensación de fracaso de la lucha anti-drogas. Después de 30 años de perseguir a campesinos cultivadores de coca, de extraditar a por lo menos dos millares de narcos, y de pagar una cuota de sangre enorme, en Colombia se empiezan a plantear alternativas diferentes a la de la guerra contra las drogas, con toda su carga militar, policíaca y represiva. Siendo las Farc un factor crítico sobre todo en los cultivos y producción de la coca, el diálogo se convierte en una posibilidad de atacar el problema de manera más política. Por supuesto, que sea Obama el presidente de Estados Unidos, y no un republicano, ayuda mucho.
4. El relativo estancamiento del equilibrio militar. Si bien entre 2004 y 2008 las Fuerzas Militares lograron debilitar fuertemente a las Farc, desde ese año, en el que Alfonso Cano asumió la comandancia de esa guerrilla, se produjo un estancamiento de la situación, con tendencia a revertirse. Cano llevó a su organización de nuevo a la llamada guerra de la pulga, en la que pequeñas acciones, constantes, le han producido enormes bajas a los militares y dejan la sensación de que la insurgencia recupera terreno y no es posible su derrota a punta de bombardeos.

Pero así mismo hay nuevos elementos de contexto que pueden dar a entender que se está creando un clima adverso a la firma de un acuerdo marco de paz. El principal de ellos es la reelección de Santos.
1. El año próximo hay elecciones y Santos seguramente buscará repetir en la presidencia. El proceso de La Habana pudo haber sido su bandera, pero dado que éste tiene un ritmo propio, y no se puede ajustar al calendario electoral, ni a los vaivenes de la polarización del país, las elecciones juegan en contra del mismo.  Así se vio esta semana cuando, luego de que se conociera una encuesta en la que Santos obtiene apenas el 47 % de aprobación; un 60 % de rechazo a su reelección; elevó el tono de denuncia contra las Farc y les puso un  nuevo ultimátum para que lleguen a un acuerdo pronto.
2. Un segundo elemento es el clima de colapso de la seguridad.  Desde octubre, fecha en la que se instaló la mesa formalmente, se han disparado las amenazas y atentados contra líderes sociales y de derechos humanos. Esto no es nuevo. Durante todos los procesos de diálogo que ha intentado Colombia desde 1982, es notorio el incremento de la guerra sucia, para enrarecer el clima político. Esta vez no es la excepción.
3. La falta de claridad sobre la posibilidad de una participación política. Mientras no se reglamente el Marco Jurídico para la Paz, los miembros de las Farc, si es que se desmovilizan, no podrían tener participación como partido. Movimientos que se consideran cercanos a sus plataformas políticas, como la Marcha Patriótica, hoy no tienen manera de participar en elecciones por falta de sustrato legal. Esa es una encrucijada, pues no es lógico que si lograra un acuerdo antes de las elecciones del 2014, las Farc, ya sin armas, no pudieran participar.

Por último hay una agitación social en el campo, proveniente tanto de sectores del establecimiento, como los empresarios de la agroindustria algodonera y azucarera, y de sectores campesinos que se oponen sobre todo a la extracción desaforada de recursos naturales.  Este clima da la sensación de que no hay gobierno ni liderazgo. Y si algo necesita un proceso de paz, es un Presidente con respaldo. Santos lo está perdiendo cada día más.