Carlos Rodrigo Zapata C. (1)
Podemos observar que el ritmo de avasallamientos aumentó significativamente por razones estructurales y coyunturales, y no se detendrá mientras no logremos concebir un modelo de desarrollo que brinde genuinas oportunidades para todos y el sustento no se base primordialmente en la depredación de los recursos naturales (extractivismo). ¿Cuáles son esas razones? Veamos un poco.
Concentrémonos en las razones estructurales, ya que las coyunturales se arman u organizan en torno a las estructurales.
La primordial razón estructural tiene que ver con las particularidades de los procesos de meteorización de los suelos que en el caso de la llanura oriental se expresan en la pobreza de sus suelos, no aptos para usos agrícolas intensivos y sólo aptos, con limitaciones, para usos extensivos. ¿Qué significa ello? Que sus rendimientos no son comparables con los que se hallan en el pie de monte, en la llamada área integrada, allí donde Los Andes han depositado por millones de años ricos sedimentos que les han dado a esos suelos una riqueza inmejorable. El PLUS del depto. de Santa Cruz lo confirma.
Es crucial comprender la importancia trascendental de este hecho. Gracias a ese generoso aporte de la naturaleza, ocurre que aprox. el 70% de los mejores suelos de Bolivia se halla en la región integrada de Santa Cruz. El restante 30% de suelos de calidad semejante se halla en el resto del país, usualmente al pie de las últimas estribaciones de Los Andes. Y un dato más. Todos estos suelos de primera calidad no representan más del 5% del territorio nacional, es decir, 6 millones de hectáreas. Ese es el capital agrícola nacional en materia de tierras de primera calidad, aptas para todo uso, ampliamente concentrado en el departamento de Santa Cruz, como se puede ver. Dicho en breve: como país, estamos a enorme distancia de la cantidad y calidad de los suelos que posee la Argentina, por ejemplo.
En el transcurso del tiempo, los predios en el área integrada han sido ya ocupados y se hallan generalmente en producción. Para ampliar la frontera “agrícola” con la tecnología actualmente disponible en el medio boliviano -que aún no ha logrado desarrollar plantaciones en suelos muy pobres con rendimientos destacables- se habilita nuevas tierras, lo cual significa cambiar el uso actual del suelo, lo que se traduce en tumbar el bosque y habilitar esas tierras para uso agrícola. El problema es que se trata de suelos poco aptos, no convenientes para monocultivos a gran escala, como señalábamos anteriormente.
Una vez que entran en producción dichos suelos no tardan en ponerse de manifiesto sus limitaciones, lo cual muestra que el negocio de la eventual compra o habilitación de las tierras no devolvió la renta esperada, motivo por el cual se prepara un nuevo asalto a la naturaleza, es decir, habilitar nuevos predios. Esta lógica se va acelerando en la medida que los predios se alejan cada vez más de la zona rica en sedimentos, lo cual acorta aún más los periodos en que se puede obtener rendimientos pasables.
Este mismo proceso está sucediendo con los avasallamientos. Lo que se puede advertir es que el ritmo de los avasallamientos también está aumentando y por las mismas razones que señalábamos anteriormente: los rendimientos son menores, el periodo de vida útil de las tierras sin suministro adicional de nutrientes o descanso prolongado es también cada vez menor. Esto también explica que los avasallamientos ocurran más frecuentemente en zonas con tierras todavía ricas en sedimentos.
Lo señalado hasta aquí es la razón estructural que explica el creciente ritmo de avasallamientos de tierras que van a la par del creciente ritmo de habilitaciones de nuevas tierras, eufemísticamente llamadas expansión de la frontera "agrícola”, cuando debería decirse, expansión de la depredación de recursos naturales, por hallarse cada vez más alejadas del núcleo rico de tierras fértiles.
Para que suceda todo esto del modo señalado, también se requiere de razones coyunturales. ¿Cuáles son las principales? Supuesta disponibilidad de abundantes tierras fértiles, creciente población sin oportunidades de trabajo y sustento, un sistema judicial que no protege la propiedad, un Estado clientelar que fomenta el prebendalismo y que, además, es incapaz de concebir un modelo de desarrollo no destructivo, que sea capaz de aprovechar los recursos existentes sin depredarlos ni degradarlos.
Con todos estos ingredientes, diversos grupos apoyados por distintas instancias estatales –“el Estado es masista”– dirigen la mirada a las tierras cruceñas por el hecho que da la impresión que son muy fértiles y no tienen limitaciones evidentes, como es el caso de la llanura beniana, más propensa a inundaciones y al anegamiento.
En la confluencia de las razones estructurales y coyunturales señaladas juegan dos aspectos un rol crítico: la ignorancia y la demagogia.
La ignorancia lleva a suponer que porque en un suelo hay bosques también puede haber grandes sembradíos, lo cual es una gran falacia que lleva a profundos engaños. Es lo que se conoce como una falsa correlación: si hay árboles e incluso una abundante vegetación que cubre el suelo, entonces éste debe ser muy rico en nutrientes y, por tanto, apto para toda clase de usos. Lo que se desconoce es la dinámica histórica de desarrollo de esa vegetación relativamente abundante. Ocurre que los suelos amazónicos y chiquitanos se retroalimentan en gran medida de su propia vegetación que cuando muere, abona el mismo suelo en que ha crecido, permitiendo que el bosque y la vegetación se puedan renovar y reproducir continuamente. Entonces, ¿qué pasa cuando se corta el bosque y se elimina la cobertura vegetal? Se interrumpe ese ciclo que ha logrado poblar de verde inmensas extensiones. Se inicia un proceso de degradación del bosque y con ello se inicia un proceso de desertificación. Al desmontar el bosque y la vegetación se inicia un proceso de pérdida irreversible del recurso suelo, ya que éste ya no servirá para sostener el bosque, el bosque desaparece y la actividad agrícola sólo puede desarrollarse pocos años, al igual que la ganadería, dejando al final un suelo inerte.
La demagogia consiste en prometer tierras que no son aptas para los usos que se las está ofreciendo, lo que lleva concretar ofrecimientos imposibles de cumplir, sin recurrir a todos estos engaños y maniobras de destrucción.
De modo que sin cambiar las razones o condiciones estructurales y coyunturales que explican este crecimiento absurdo de la frontera “agrícola” y este proceso creciente y acelerado de avasallamientos, estos procesos continuarán, generando todas las condiciones para la depredación más absurda e inmisericorde de los bienes de la naturaleza -es decir, el bosque y la vegetación existente, lo que incluye sus funciones ambientales y la biodiversidad, así como múltiples oportunidades de aprovechar esos recursos sosteniblemente- sólo porque no hemos sido capaces de concebir procesos de desarrollo sostenible, compatibles con el equilibrio ecológico que no destruyan el recurso, sino que lo conserven y aprovechen. Estos procesos ahondarán a su vez aún más la inseguridad jurídica de la propiedad.
Es necesario tener claro que no es posible cambiar las condiciones estructurales por lo que sólo queda adaptarse a las limitaciones que estas representan. Ello implica conocer y desarrollar cadenas tróficas* que permitan el aprovechamiento del bosque y la biodiversidad, preservando las funciones ambientales de la Madre Naturaleza. Ello exige una nueva forma de relacionarse con el bosque, conocer dinámicas y sus frutos, y sus mejores modos de aprovecharlos, sin destruirlos.
También exige superar la demagogia. Para un manejo sostenible del bosque es altamente probable que se requiera por familia superficies mayores que las que actualmente se distribuyen sin tomar en cuenta las aptitudes de uso del suelo ni los potenciales de los bosques y vegetación existente. Las condiciones en el Chaco son por ejemplo completamente distintas a las de la Llanura.
Todas estas condiciones exigen que se plantee metas y objetivos mucho más ambiciosos que los actualmente dominan la escena en Bolivia. Tendremos que hacer enormes esfuerzos, no sólo para evitar la liquidación de nuestro patrimonio en materia de bosques, biodiversidad y riquezas naturales, sino también para efectuar un aprovechamiento sostenible de dichos bienes naturales.
El tiempo apremia, no solo por los grados de depredación y degradación que vienen sufriendo los bienes naturales, sino por las estructuras delictivas y atentatorias contra el futuro del país que se van afianzando y fortaleciendo, constituyéndose en nuevas trabas y obstáculos estructurales al desarrollo nacional.
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(1) Economista, experto en planificación territorial. Coautor de los PLUS de los departamentos de Chuquisaca, Potosí, Pando y Tarija y la Zonificación agroecológica y socioeconómica del Altiplano de La Paz.
*Cadenas tróficas: se refiere a la diversidad de formas de producción y aprovechamiento de los productos y frutos del bosque, entre los que se puede mencionar, castañas, nueces, mieles, resinas, colorantes, etc. Los eslabones de las cadenas tróficas se retroalimentan entre sí, generando una diversidad de externalidades mutuamente benéficas.