Carlos Rodrigo Zapata C.
Vamos por muy mal camino. No se ha entendido ni jota de nuestra problemática.
Por azar del destino, la casi peor opción política se hizo con el poder mediante el
gobierno transitorio y ahora intenta implementar su plan retrógrado que se
halla a años luz de los requerimientos del país.
La primera renta proveniente de la depredación es la madera, millones de m3 |
Se pretende proseguir por la vía extractivista depredadora. No hay un atisbo orientado a la sostenibilidad. Se sigue apuntando a la ampliación de la frontera
agrícola, se da vía libre a los transgénicos y sus paquetes de insumos portadores
de cáncer. Se cambia los planes de uso del suelo a discreción, como si ello
fuera a cambiar la naturaleza de los recursos disponibles. Los planes que
apuntan a una reactivación económica vienen sellados y lacrados por la
oligarquía que pretende perpetuarse a costa de hacer caso omiso al pueblo, tan
dueño y propietario de los recursos del país como ellos mismos.
Bolivia no aspira a liberarse de Escyla para caer en las garras de
Caribdis. Ni la vía extractivista ni la despilfarradora, ni la que quiere destinar
el patrimonio agrícola de Bolivia a sus negocios agroexportadores, ni la que se
desentiende del respeto a la naturaleza y las leyes y fomenta el narcotráfico. Ambas
formas de desastre, ambas versiones son aborrecibles y despreciables, son
inviables, insensatas e insostenibles. No son base de ningún futuro. Son un
atentado contra la misma nación boliviana y sus posibilidades de continuidad.
La nota que adjunto a continuación es de mayo del año pasado y se refiere a
otro de los grandes problemas que arrastra Bolivia, el sector informal urbano, que muchos prefieren verlo como simple producto de un Estado burocrático, interventor, empeñado en obstaculizar la libre manifestación de las fuerzas productivas. Ojala esa fuera la causa
principal. Está también muy lejos de serlo.
La razón principal tiene que ver con el inmenso
acaparamiento históricamente acaecido de recursos, propiedades y riquezas por
parte de un pequeño segmento de la sociedad y con su incapacidad de aprovechar
ese torrente de recursos y riqueza en la producción diversificada, en la
creación de puestos de trabajo, en la creación de unas bases sostenibles para
el desarrollo.
El resultado es que esa vía inviable rumbo al extractivismo depredador además
es incapaz de crear empleos productivos para todos por su carácter de enclave,
lo que deja a la mayor parte de la población boliviana librada a su suerte, es
decir, obligada a inventarse puestos de trabajo de todo tipo sin tener acceso a recursos, respetando leyes o no, ligándose
al narcotráfico y la criminalidad o no, como si fueran opciones perfectamente intercambiables
y de igual valor.
En suma, seguimos dando vueltas a un mundo caduco, retrógrado y anquilosado,
incapaz de dar respuesta a nuestras demandas y requerimientos, llegando no pocos conciudadanos al extremo de ver al partido del usurpador de
nuestros derechos y libertades, que ha hecho escarnio de nuestro precario orden
y sus instituciones, como a un posible salvador.
Es urgente detener esta maquinaria de autodestrucción. Estamos en la
hora cero de nuestro destino, entre oligarquía y autocracia, los monstruos de nuestra propia creación, por acción u omisión. Sin virar ya, sin comprometernos seriamente con una verdadera
transformación de nuestros horizontes y perspectivas, vamos al desastre total.
Lo que no entendimos en decenas de años toca hacerlo ahora en cuestión de meses.
El tiempo apremia.
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FMI: Bolivia tiene la mayor economía informal del planeta
EL CRECIMIENTO ECONÓMICO GENERADO POR EL "PROCESO DE CAMBIO" PRODUCE CADA VEZ MÁS PRECARIEDAD Y MISERIA
Carlos Rodrigo Zapata C.
Una de las bases del proceso de crecimiento más inviable e insostenible
que debe existir en el planeta, es decir, el que se viene dando en
Bolivia, es el llamado sector informal. Existen muchas otras bases como
ser el extractivismo, las coyunturas fortuitas de los precios
internacionales, el uso del PIB para registrar lo que conviene y omitir
lo inconveniente, la inmensa tolerancia y pasividad de nuestra
población, etc., pero a continuación me referiré solamente al sector
informal.
El excelente artículo que se adjunta al final presenta una síntesis muy actual del desastre que tenemos en el país en materia de derechos laborales, productividad y remuneraciones. Peor situación,
imposible.
Una "pastora urbana" (una trabajadora en el sector informal), cargando sus aperos de subsistencia. |
Más allá de las características y rasgos que presenta
el sector informal actualmente, es crucial discutir las causas que lo
han generado, ya que de otro modo seguiremos dando vueltas ante este
monstruo de mil cabezas que hemos engendrado en nuestro país.
Está claro que existen muchas causas que han contribuido a su creación y
continuo crecimiento, que algunas de ellas provienen de nuestro más
remoto pasado, otras de periodos posteriores y otras son de factura
actual.
Las de origen más antiguo tienen mucho que ver con el
periodo colonial, tiempo en que se liquidaron las bases de las economías
andinas, que fueron funcionalizadas para imponer un patrón
extractivista dirigido a atender las necesidades del centro del
sistema-mundo capitalista, por entonces en pleno proceso de formación.
Posteriormente la irrupción misma del capitalismo en nuestras latitudes
consistió en la transferencia de una serie de rasgos propios de este
modo de producción, pero sin haber tomado en cuenta ni asumido una serie
de otras características y patrones cruciales.
Aquí se difundió
rápidamente la idea de la apropiación de los medios de producción y su
concentración en pocas manos, pero no la responsabilidad y el deber de
esas capas propietarias de crear empleo suficiente y digno para la
fuerza de trabajo, todo lo cual nos ha deparado el peor capitalismo
imaginable, porque no solo era y sigue siendo acaparador y concentrador
de los medios de producción, sino además explotador y depredador, y
encima de todo ello incapaz de generar oportunidades de trabajo para la
población trabajadora, de introducir innovaciones, de mejorar la
productividad, de diversificar el aparato productivo, de proponer
políticas serias capaces de coadyuvar a cumplir con dichas misiones,
etc.
El resultado es muy evidente: ante esa combinación de
elementos acondicionadores de nuestro marco histórico de posibilidades
-colonialismo y capitalismo estéril y expoliador- que ha configurado y
estructurado profundamente nuestro sistema económico, a la gran mayoría
de la población solo le ha quedado ver la manera de inventarse formas de
subsistencia con muy escasos medios de producción a su disposición o
ninguno. De ese modo la creciente heterogeneidad estructural –esa
coexistencia de tecnologías provenientes de todas las épocas pasadas y
de productividades muy distintas– se convirtió en nuestro acompañante
histórico, uno de cuyos resultados y productos más notables es el sector
informal.
Los intentos del Estado por controlar diversos
desbordes se fueron convirtiendo a su vez en otro factor más –no el más
importante, pero significativo– que ha entorpecido y bloqueado diversas
iniciativas, alentado el burocratismo y contribuido a hacer imposible
todo atisbo de organización e institucionalización viable y sostenible
de la economía nacional.
A ello se ha agregado la completa
indiferencia del actual gobierno que pese a haber contado con el mayor
excedente económico que hemos tenido a nuestra disposición en toda
nuestra historia -como producto del súper ciclo de las materias primas
que al cabo de más de una década aún hoy perdura aunque en forma más
atenuada-, ha ignorado olímpicamente al sector informal, incapaz de
proponer e inducir una diversidad de cambios que contribuyan a superar
su continuo deterioro y precarización.
Hemos llegado al extremo en que el sector informal vive al presente:
■ de un conjunto de actividades, algunas pocas prometedoras, pero la
gran mayoría sumamente precarias, intensivas en mano de obra con un
contenido tecnológico incipiente, aunque todavía legales y viables;
■ de diversas actividades ilegales e insostenibles relacionadas con el contrabando, la piratería, el narcotráfico y
■ de una gran gama de prebendas y favores del Estado, porque ello permite acceder a algunos insumos y recursos indispensables para la subsistencia, pero al gobierno le garantiza una clientela y un prolífico respaldo político (basta pensar en cocaleros y cooperativistas mineros para hacerse una idea de lo que todo ello significa).
■ de diversas actividades ilegales e insostenibles relacionadas con el contrabando, la piratería, el narcotráfico y
■ de una gran gama de prebendas y favores del Estado, porque ello permite acceder a algunos insumos y recursos indispensables para la subsistencia, pero al gobierno le garantiza una clientela y un prolífico respaldo político (basta pensar en cocaleros y cooperativistas mineros para hacerse una idea de lo que todo ello significa).
De este modo hemos producido este monstruo de mil cabezas llamado sector informal que al mismo tiempo tiene la virtud de:
■ encubrir nuestros yerros y falencias histórico-estructurales,
■ no cuestionar las bases y fundamentos del capitalismo desastroso que se ha instalado en nuestro país,
■ inventarse la gama más fantástica e inverosímil de formas de subsistencia, y encima de todo ello,
■ producir una clientela incondicional, eternamente agradecida por los diversos favores y prebendas que recibe del Estado.
■ no cuestionar las bases y fundamentos del capitalismo desastroso que se ha instalado en nuestro país,
■ inventarse la gama más fantástica e inverosímil de formas de subsistencia, y encima de todo ello,
■ producir una clientela incondicional, eternamente agradecida por los diversos favores y prebendas que recibe del Estado.
Dicho de otro modo: con todo ello hemos construido la maquinaria más nefasta de producción y reproducción creciente de miseria.
Por ello y mucho más es crucial cambiar de gobierno, reemplazar el
actual “proceso de cambio” que sepulta hasta las ilusiones más
elementales, por un esquema de gobierno que se atreva a revolucionar las
fuerzas productivas y las relaciones de producción, a superar nuestros
vetustos y anquilosados modos de subsistencia, a darles oportunidades a
los ciudadanos y no a mantenerlos en la sumisión y el estancamiento. Sin
ello estamos condenados a seguir repitiendo la historia, a quedarnos
anquilosados en el pasado y a disponernos a atender ya pronto las
órdenes de capataces rusos y chinos.
Estas reflexiones son
producto de la profunda preocupación e indignación existentes en el
país. Por supuesto que apenas son una introducción a nuestra
problemática, pero surgen del intento de poner en el centro de atención
las causas de nuestra miseria. Basta de hablar de manifestaciones,
apariencias o rasgos superficiales de nuestras realidades. Es tiempo de
hablar de causas y raíces, de las razones más profundas que subyacen a
nuestra debacle nacional.
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ARTÍCULO:
La informalidad laboral crece con rostro joven y de mujer. Carla A. Hannover V. Periodista
[Publicado el 26 de mayo de 2019 en Facebook]