04 mayo 2020

¡Claro que hubo golpe! ¡A ver, bolivianos, ubíquense de una vez, no nos hagan quedar mal!


Los fabrikaten de los intelectuales


Carlos Rodrigo Zapata C.

Varios connotados intelectuales y académicos del exterior que en el pasado se han ocupado con mayor o menor asiduidad de los asuntos y avatares de Bolivia, se han ensayado en la tarea de develar el golpe de Estado en Bolivia, cada uno a su manera, procurando hacer prevalecer sus enfoques y puntos de vista, pero también sus sesgos y prejuicios.*

La lista es larga y la colección de argumentos también. En lo que todos están de acuerdo es en la conclusión, a la que llegan a partir de un gran surtido de premisas, algunas basadas en hechos, otras en una insuficiente comprensión de la realidad del país y otras en suposiciones, deseos, especulaciones y otros fabrikaten. 

Hasta ahora quien escribe daba por cierta una teoría del conocimiento que consiste en admitir como verdaderas las conclusiones coincidentes provenientes de diversos observadores independientes sobre una determinada realidad, pese a abordar la misma realidad desde diversos ángulos. Bueno, creo que esa teoría debe ser ajustada, ya que una cosa es la coincidencia no intencional y otra muy distinta, la intencional, aquella que ya parte de una conclusión preestablecida.

La simple y llana realidad es que Evo Morales tuvo en sus manos por un breve lapso de tiempo la oportunidad de hacer que la correlación de fuerzas que se había instalado en el país a partir del fraude electoral reiteradamente comprobado –que fue obra del usurpador de los derechos y libertades del pueblo boliviano, y de nadie más- se decante en la dirección del golpe de Estado o del abandono de funciones, renuncia y huida. 

Cuando ya todo el país –por supuesto, con excepción de sus seguidores y adláteres, que ya conformaban una minoría- se había levantado en contra de la continuidad de un régimen que había hecho escarnio de los derechos y libertades ciudadanas durante 14 años, y en ese marco las Fuerzas Armadas le sugirieron al Presidente que renuncie, Morales podía haberse opuesto. 

Prefirió huir, pues su convicción de estar liderando un “proceso de cambio” y su disposición a dar la vida por la causa que estaba defendiendo, estaban a años de luz de lo que sucedió con otros personajes de la historia boliviana y de otros países que nunca, jamás, habrían arriado banderas como este usurpador sí lo hizo. 

No se puede negar que había algún riesgo que algún desaforado pueda reaccionar desmedidamente en esas circunstancias. Pero eso nunca lo sabremos porque Morales prefirió mandarse cambiar y presurosamente organizó su salida con apoyo del gobierno mexicano. 

Si hubiera dado la cara, cabía la posibilidad del golpe de Estado o la posibilidad que se acuerde nuevas elecciones, sin que abandone el poder. El golpe tendría que haber consistido en detener al Sr. Morales, desterrarlo o confinarlo. Nada de eso sucedió. Tampoco salieron los tanques a las calles, ni se movilizó la fuerza aérea, ni hubo Estadios Nacionales, ni Helicoides, sino una sucesión constitucional y el apoyo de la Asamblea Legislativa dominada por el masismo. Por unos días se recurrió a las fuerzas uniformadas que salieron a apoyar a la Policía desbordada para todo efecto por las fuerzas masistas que se resistían a la salida de Morales, cuando éste ya les había dado la espalda sin ningún miramiento.

Se mire el asunto por donde se lo mire, el hecho rotundo y categórico que todos los intelectuales aludidos han pasado por alto es que Morales fue quien decidió dejar el poder, me imagino por la impresión que le causó ver a todo un pueblo, con todas sus instituciones, levantarse en su contra en protesta, ya harto con sus aprestos dictatoriales y su continua burla del Estado de derecho, la Constitución y las leyes. Ese cuadro era exactamente el opuesto al que pudo apreciar cuando ganó las primeras elecciones en 2005. Su impostura y su desprecio a las esperanzas que un día se pusieron en él, se impusieron, sin importarle y seguramente sin comprender todo lo que estaba destruyendo.

¿Un personaje de esta calaña estaría dispuesto a dar la vida por sus principios y convicciones, por su inquebrantable voluntad de efectuar algún cambio profundo, que exija un golpe de Estado para sacarlo del camino? Imposible, por lo que los ensayos de los intelectuales que unánimemente han llegado a la conclusión que en Bolivia hubo un golpe de Estado, caen no solo en el ridículo, sino en la traición a postulados y principios relacionados con la verdad y la honestidad.

Intelectuales tratando de identificar las premisas que muestran que en Bolivia hubo golpe de Estado

Concluyendo, es menester señalar que por lo general los intelectuales de marras nunca se han ocupado de analizar el rol y el papel de Morales y el MAS en el tema del narcotráfico, ni lo nombran, como si les quemara las manos y la lengua. Lo que ha quedado meridianamente claro para todos los bolivianos es que Morales se convirtió en el aliado estructural más poderoso que alguna tuvo el narcotráfico en Bolivia. 

Permitió, toleró, alentó, dejó hacer y pasar, protegió, encubrió, etc. todas las andanzas y fechorías del narcotráfico en Bolivia. Sus leyes, medidas, acciones, intervenciones y omisiones forman legión. Esta es la razón de fondo de porqué pretendía eternizarse en el poder y es la misma razón que explica porqué nunca jamás habría estado dispuesto a ofrendar su vida porque él no luchaba por causas o principios, sino solo por el tamaño de la bolsa que es lo que desesperadamente defienden sus adláteres en el Chapare.

Sugiero a los intelectuales que se han ocupado de publicar sus disquisiciones en torno a los sucesos y acontecimientos que rodearon la salida de Evo Morales del poder que revisen sus esquemas y planteamientos, pues considero una gran desgracia para el mundo académico e intelectual que personajes tan distinguidos y apreciados en Bolivia y el mundo puedan cometer errores de semejante calibre.


Sus análisis de los “logros” de Morales, su reiterada omisión a analizar la cortina de humo que representó la defensa de la “hoja sagrada” de coca para proteger el negocio del narcotráfico, sus permanentes violaciones del Estado de derecho, el inconfesable despilfarro de los fabulosos recursos recibidos y la destrucción cada día más aviesa y siniestra de los bienes naturales del país, son apenas un primer listado de los asuntos que ni toman en cuenta cuando explican el crecimiento económico o la supuesta lucha contra la pobreza o su impronta revolucionaria.

El tiempo terminará diciendo la última palabra. Ojalá los intelectuales aprendan a valorar las gestas de los pueblos que a veces encumbran con la mayor de sus esperanzas a personajes aun insuficientemente conocidos, pero otras veces los destronan y expulsan del poder, más que por su incompetencia, por su extrema angurria de poder.


*) Adjunto uno de los últimos artículos conocidos que procuran reflexionar en torno al "golpe" o "no golpe". ¿Qué pasó en Bolivia? Jon Lee Anderson
https://lento.ladiaria.com.uy/articulo/2020/5/que-paso-en-bolivia/?fbclid=IwAR2pIPJy11o0nicR2EaPUE2iAe52Vv0zmFL0AZ6C_VhmcoFbZmW_qpAbjLw