24 abril 2019

LAS "EMISIONES NEGATIVAS”: LA ÚLTIMA PATADA DE AHOGADO DE LA HUMANIDAD



Carlos Rodrigo Zapata C.


El último salvavidas de la humanidad se llama “emisiones negativas”. Se trata, por ejemplo, de destinar inmensas superficies de tierras aptas al cultivo de plantas con la misión de absorber CO2 y luego usar dichas plantas para producir biocombustibles, recurriendo para ello a algunas tecnologías que permitan retener el CO2 que previamente fue capturado por estas plantas y luego almacenar ese CO2 apropiadamente como se hace con los desechos químicos al presente. 




El problema es que dichas tecnologías y procedimientos para retener y almacenar el CO2 aún están en desarrollo, de modo que esta salida no es un plan B, sino es parte crucial del plan A, del único que tenemos en el planeta, como se sostiene en el artículo que se adjunta. Lo más grave del asunto  es que muchos “usuarios” (auto anotados compulsivamente) de nuestra única atmósfera planetaria ya están contando con esta alternativa, de modo que sus ímpetus para reducir y eliminar la contaminación están siendo atenuados por esta opción aún remota, pero que va convirtiéndose cada día que pasa en imprescindible e inevitable. 


Todo el esquema de los biocombustibles planteado por el IPCC puede a su vez incluirse perfectamente en el marco de esta salida desesperada, que la podemos llamar ya desde ahora como “la última patada de ahogado”. Dicho en términos de las propuestas del IPCC, eso significa que el planeta deberá destinar una superficie equivalente al territorio de 7 Bolivias para realizar esos cultivos, es decir más de 7 millones de kilómetros cuadrados de cultivos, o sea, 700 millones de hectáreas de tierras aptas para cultivos repartidas por todo el planeta. En un mundo que ya ha degradado y desertificado más del 50% de sus tierras aptas, da la impresión que tendremos que hacer muchos ajustes como para hacer posible semejante operación. 


Realmente ya nos estamos moviendo en los extremos de las posibilidades de supervivencia de la civilización. 


El artículo que adjunto nos ayuda a entender mejor algunos de estos aspectos.




 Links:

"Su futuro depende de las emisiones negativas y usted sin saberlo" por Samuel Martín-Sosa Rodríguez @SamuelMSosa



¿“FATAL” APUESTA DEL GOBIERNO A BIOCOMBUSTIBLES?

Una breve reseña de la conflictividad que se desata en el caso de Bolivia por la producción de biocombustibles.





21 abril 2019

¿“FATAL” APUESTA DEL GOBIERNO A BIOCOMBUSTIBLES?




Carlos Rodrigo Zapata C.

La declaración del representante de la FAO en Bolivia, Theodor Friedrich, ha causado revuelo y no sin razón.

Seguramente que la principal razón de ello se debe a la contundencia con que ha manifestado lo que considera un grave error en materia de gestión agro-ambiental. Ese estilo ya ha desaparecido en los organismos internacionales, pese a que existen innumerables ocasiones en que correspondería llamar la atención públicamente al gobierno con la crudeza que sea requerida. Pero ésta es al final una razón secundaria.

Lo más llamativo radica en el hecho que esta advertencia se cruza de lleno con un plan de negocios meticulosamente elaborado entre gobierno, empresarios e incluso técnicos para lanzar el ETANOL en diversas variantes al mercado nacional. Sin duda que grandes negocios se verían entorpecidos si se diera marcha atrás en este cometido.


Pero hay otra razón que hasta ahora no ha sido tomada en cuenta por la opinión pública: el IPCC, el organismo científico internacional que guía las políticas mundiales en la lucha contra el calentamiento global (CG) y el cambio climático (CC), aprueba el uso de biocombustibles, si, tal como se lee.

En su último informe el IPCC ha tocado alarma, simplemente porque los plazos y tiempos que se estimaban hace 4 años, cuando se suscribió el Acuerdo de Paris para detener el cambio climático, han sido claramente rebasados. Los tiempos se han acortados en tal grado que podemos decir que “el punto sin retorno” ya se halla a la vista, y aún la humanidad, en particular los gobiernos, las corporaciones y todos los usuarios de este nuestro único espacio de vida no reaccionan como se espera y requiere.

En este marco, que el IPCC apruebe el uso de biocombustibles suena a una aberración. No obstante, el panorama relacionado con el CG y el CC es extremadamente crítico, ya que en los escenarios que plantea el IPCC llega a recomendar entre 0,2 y 7,2 millones de km2 de superficie a destinarse a los cultivos requeridos para producir biocombustibles. ¡Esta última superficie equivale a 7 veces todo el territorio de Bolivia y además de tierras agrícolamente aptas!

Entonces, ¿cómo se puede conciliar semejantes extremos, que por un lado el IPCC recomiende biocombustibles y por el otro se hable de una “apuesta fatal” por destinar nuestro escaso capital agrícola nacional para ello?

El IPCC reitera de diversos modos que la producción de bioenergía puede “competir con otros usos de la tierra y tener impactos significativos en los sistemas agrícolas y alimentarios, la biodiversidad y otras funciones y servicios del ecosistema (alta confianza)”. Pero agrega: “Se necesita una gobernanza eficaz para limitar tales compensaciones y garantizar la permanencia de la eliminación de carbono en zonas terrestres y geológicas y reservorios oceánicos (alta confianza)” (p. 19, del Sumario, links ver al final).

Dicho en breve, el IPCC propone intercambiar problemas de gran potencia muy difíciles de manejar, por problemas de menor potencia más fáciles de gestionar, y le lanza la pelota al mundo, recomienda los biocombustibles y a continuación pide una “gobernanza eficaz”, y asunto concluido, dejando en manos de las gestiones nacionales y locales que manejen esta situación del mejor modo.

En este escenario es muy importante situarse en el contexto global, pero también en el contexto nacional. Desde el punto de vista global, el tiempo se agota y todos tienen que contribuir a aminorar o reducir los impactos del calentamiento global, y los biocombustibles son un medio para substituir al menos parcialmente el uso de combustibles fósiles, altamente contaminantes. 

Pero desde el punto de vista nacional es imprescindible evaluar apropiadamente esta demanda de actuación ya angustiosa que hace el IPCC. La pregunta en este contexto es si el impacto neto resultante de la cantidad de combustibles fósiles que puedan dejar de utilizarse en contraste con la degradación de los suelos que se destinen a la producción de biocombustibles favorece a la causa de la lucha contra el cambio climático o no. Para ser más precisos, no se trata solo de degradación de los suelos en este segundo factor, sino también de deforestación, pérdida de biodiversidad, reducción de la disponibilidad de superficies de suelos aptos para la producción de alimentos, deterioro de las funciones ambientales y otros.

Toda esta circunstancia no sería tan crítica si Bolivia tuviera una cantidad considerable de tierras aptas para diversos cultivos, situación que tampoco es así. Aprox. el 5% del territorio nacional está compuesto de tierras aptas para agricultura intensiva, y el 70% de estas tierras se halla en el departamento de Santa Cruz. Es decir, el capital agrícola nacional, compuesto por tierras aptas para agricultura intensiva, es muy reducido en Bolivia, razón por la que debe tenerse extremo cuidado a la hora de tomar decisiones acerca del mejor uso de los suelos en nuestro país. Lo más grave en este contexto es que ampliar la frontera agrícola en nuestro país usualmente significa deforestar y ello solo para poder acceder a tierras con baja aptitud agrícola, aprovechables unos pocos años.

En conclusión, el tema planteado es muy crítico como para dejarlo en un mero encontronazo entre un funcionario internacional y el gobierno. Es indispensable responder con absoluta claridad y transparencia acerca de esta cuestión. 

Dejar en manos de extractivistas connotados la respuesta adecuada a este asunto, que no se detienen ni ante santuarios naturales ni ante áreas protegidas ni ante las protestas de la población para conseguir sus fines, debería advertirnos sobre las graves repercusiones que puede tener esta cuestión sobre nuestra seguridad alimentaria.


Adjunto los siguientes links:


Declaración del Representante de la FAO en Bolivia
http://www.lostiempos.com/…/fao-califica-fatal-apuesta-del-…

Informe General IPCC - Global Warming of 1.5°C
https://www.ipcc.ch/sr15/

Sumario de dicho Informe:



08 abril 2019

RENTA BÁSICA UNIVERSAL, LA VÁLVULA DE OXIGENACIÓN SOCIAL NECESARIA PARA ENFRENTAR LA DEBACLE AMBIENTAL


Carlos Rodrigo Zapata C.


La Renta Básica Universal (RBU) se ha vuelto indispensable, pues es la válvula de oxigenación requerida para una diversidad de situaciones que no están siendo controladas ni manejadas adecuadamente porque falta el factor clave: el libre albedrio. 


Como nos recuerda Daniel Raventós en la entrevista que se adjunta, la RBU aumenta el poder de negociación de los trabajadores, aunque -agregamos- solo en un grado relativamente bajo, ya que se entiende que son ingresos de subsistencia. Pero ese pequeño espacio da oportunidades de recambio, de pensar, de usar el tiempo disponible de una manera mucho más amplia y diversa de lo que es posible en un ambiente reglado y controlado absolutamente por el capital y su expresión estatal. 

 
El hecho es que estos gendarmes no están pudiendo controlar muchas cosas, en particular los temas relacionados con el medio ambiente. Por un lado, ni el capital ni el Estado están asumiendo los costos ambientales que las externalidades capitalistas están generando. Por otro lado, estamos a años luz de la idea que la intervención humana podría mejorar los mismos rendimientos que genera o produce la naturaleza. Entre estos dos extremos hay un continuo de diversas oportunidades de actuación e intervención.

La población perceptora de RBU seguramente estaría interesada en colaborar en estos diversos frentes de lucha contra al cambio climático y el calentamiento global, cosa que ahora no sucede porque el capital por la vía del mercado solo contrata para incrementar sus utilidades, pero no para superar esas externalidades o costos que el capital le impone a la sociedad vía la destrucción del medio ambiente.

Otro ámbito de actividad de los perceptores de RBU está relacionado con la misma revolución tecnológica y con las que se avecinan, simplemente porque es nuestra única chance para detener la debacle en marcha. 

La industrialización verde requiere nuevos conocimientos, nuevas aperturas, nuevas formas multifacéticas de interrelacionar los diversos campos del conocimiento. Todo ello implica y exige una revolución mental, pues deberemos realizar la transición de un mundo basado en la división del trabajo y la especialización a otro centrado en unir los conocimientos y la interdisciplinariedad, sin lo cual no será posible avanzar en gran escala. La sociedad requiere asignarse más tiempo para estudiar, comprender, asumir las nuevas revoluciones en marcha.

La RBU es una válvula de oxigenación indispensable, una forma inclusiva de reducir la extrema toxicidad que ha generado el capital con su angurria irrefrenable y de movilizar nuestros esfuerzos y voluntades para enfrentar los problemas –ya no son desafíos- más graves que nos acechan en todo el planeta: la debacle ambiental y la asunción de las nuevas revoluciones tecnológicas en marcha.

Sin una inclusión amplia de la sociedad en estos procesos, no será posible resolver la problemática existente. En este marco resulta decepcionante que partidos, movimientos y organizaciones sociales no asuman esta bandera, ya que la RBU se constituye al presente en una de las respuestas más promisorias a múltiples aspectos, no solo para  reducir la pobreza y fortalecer la inclusión social, sino también para hacer frente a la debacle ambiental y facilitar la participación social en las nuevas revoluciones tecnológicas en marcha.

(*) Economista, experto en planificación regional y catedrático de "Desarrollo del Capitalismo" (2017).


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“Un partido de izquierdas que apostara por la renta básica, que la argumentara, tendría mucha fuerza”. Entrevista a Daniel Raventós



Daniel Raventós

03/04/2019

Cada vez se habla más de Renta Básica Universal, sin embargo esta propuesta ha quedado fuera del debate partidario y los programas electorales. El Salto conversa con uno de sus principales defensores, Daniel Raventós, sobre el potencial de la medida y las resistencias para su concreción. La entrevista la realizó Sarah Babiker.

Podría decirse sin exagerar que Daniel Raventós (Barcelona, 1958) es el principal referente entre quienes defienden una renta básica universal e incondicional en el Estado español. Presidente de la Red Renta Básica desde su fundación, ha escrito varios libros e incontables artículos defendiendo la propuesta de dar un ingreso monetario individual e incondicionado a todas las personas ciudadanas o residentes de un territorio, argumentando la deseabilidad de esta renta básica, explicando sus diferencias frente a otro tipo de rentas —ingresos condicionados como son los subsidios o rentas mínimas— o demostrando su aplicabilidad de la mano de los también economistas Lluís Torrens y Jordi Arcarons. Conversamos con él tras su participación en las Jornadas sobre Renta Básica que tuvieron lugar a finales de marzo en A Coruña.

¿Llevas la cuenta de cuántas charlas, entrevistas, conferencias has dado sobre renta básica?

No, pero si me diesen un euro por cada una estaría bien.

Después de todos estos años hablando sobre una renta básica universal, tras verla aparecer y desaparecer de programas electorales, ahora que cada vez oímos más hablar de esta idea, pero que también se llama renta básica a todo tipo de ayuda condicional ¿en qué momento dirías que estamos?

Me gustaría poder responderte con mucha concreción, pero no tengo datos para decirte que tal o cual porcentaje la aprueba. Indiscutiblemente creo que hay un conocimiento social mucho mayor que el de hace seis, siete u ocho años, decía Philippe Van Parijs [uno de los fundadores de la red Basic Income Earth Network] en una entrevista que en el 2018 se había hablado más de la renta básica que en toda la historia de la humanidad anterior, creo que en el 2019 vamos camino de superarlo.
¿Por qué? Creo hay al menos tres razones, uno es el fracaso de los subsidios condicionados: hay gente que no quiere tropezar no dos sino cuarenta veces en la misma piedra, tenemos sobrada experiencia de que no funcionan. Otra es que las condiciones de vida de la inmensa mayoría de la población no rica han empeorado en estos años. Por último, la robotización también ha creado nuevos amigos de la renta básica.

Pero más allá de que tenga mayor aceptación como idea, ¿qué posibilidad hay, respecto al pasado reciente, de que se avance a una hipotética implementación?

Si te refieres al Reino de España no tengo ninguna esperanza, los partidos —excepto creo que Equo, o Anova— no apoyan la renta básica aunque tengan muchos militantes que la defiendan. Ni Podemos, ni el PSOE, ni IU están de acuerdo con una renta básica. Están de acuerdo con una renta para pobres.

Se diría que la derecha está marcando la dirección de los debates. ¿No está perdiendo la izquierda la posibilidad de romper este marco introduciendo una propuesta con el potencial de transformación de las vidas de la gente como es la Renta Básica?

En esto no tengo ningún tipo de duda, un partido político de izquierdas que realmente apostara por la renta básica, tendría mucha fuerza. Pero no introduciendo la propuesta como se ha hecho en algún momento, de manera un poco oportunista, sino conociendo bien lo que implica. Si la gente ve que la proponen porque consideran que está bien estudiada, que es una herramienta seria y los partidos lo argumentan, yo creo que la gente entendería perfectamente que es una iniciativa interesante, pues como decíamos, las personas cuanto más conocen la propuesta más a favor están.

Cuando defiendes la renta básica sostienes esta idea desde el republicanismo. Sin embargo, percibo que como referente este le queda distante a mucha gente, que republicanismo aquí resuena a la oposición a la monarquía o peor, al partido de Trump. ¿Cómo traducirías esta idea del republicanismo?

Cuando hablamos de republicanismo estamos hablando de una tradición de libertad que tiene ya 2300 años. No estamos hablando de nada que tenga que ver con Trump y su partido republicano y esas cosas. Por supuesto el republicanismo implica que una república es superior a una monarquía, pero esto es solo una pequeña parte. Si tú me preguntas exactamente cómo se podría definir esto de la libertad republicana, aunque sea muy esquemático, es que nadie es libre si no tiene la existencia material garantizada. Dicho de una forma más larga, la libertad republicana nunca ha separado la idea de libertad de las condiciones materiales de existencia, que es lo que ha hecho el liberalismo.

Se nos presenta la economía como un dominio técnico, materia de expertos en la que el común de la ciudadanía no puede bregar. Por otro lado, se nos transmite una idea de escasez que motiva la lucha entre los de abajo por recursos que serían cada vez menores. ¿Cómo se sale de ahí?
La economía es política. Es evidente que la economía tiene un aspecto técnico, no voy a decir que solo con política se hace economía, está la parte de la teoría económica que efectivamente sería la parte más abstracta. Pero la política económica, que es la política aplicada, las medidas prácticas que se ponen en funcionamiento en un momento determinado, son eso: primero política y después economía.

Esto es algo que conocíamos, que economistas de todo tipo han dicho desde hace tiempo, cosas como primero es la política y luego la economía que sirve para concretar lo que se ha decidido políticamente. Tu dime una medida económica, la que quieras, que beneficie a toda la población o que perjudique a toda la población. No hay ninguna, si subimos los salarios unos salen beneficiados y otros perjudicados. Si retenemos las pensiones unos salen beneficiados y otros perjudicados, si bajamos los tipos de interés hay algunos sectores que quedan beneficiados y otros no.
Toda medida de política económica con un poco de importancia beneficia a uno sectores sociales y perjudica a otros, por lo tanto una política económica de izquierdas, tal y como ya lo entiendo, es para beneficiar a la gran mayoría de la sociedad no estrictamente rica, por una cuestión de libertad, porque los grandes poderes privados no pueden ser tan poderosos que impongan su concepción del bien al Estado.

Te he oído comentar que cada vez más sindicatos van superando sus iniciales resistencias a la renta básica y abriendo debates en este sentido. ¿Será que los sindicatos acabarán tomando la delantera a los partidos?

Me gustaría decirte que sí, pero en este momento no tengo elementos para hacer una afirmación tan arriesgada, es cierto que, en general, hay más gente en los sindicatos que están haciendo reflexiones sobre la renta básica porque las medidas habituales —tenemos evidencia— no han dado resultado.

Hace unos días entrevisté a Silvia Federici y pude preguntarle su opinión sobre la renta básica, pues había leído  que se posicionaba en contra. A medida que avanzaba la entrevista me pareció que la idea empezaba a gustarle, pero también subrayó una cuestión que me parece central: se preguntaba, qué organización, movimiento, sujeto político, estaba defendiendo la medida en la calle. 
Me alegro que le vaya gustando la idea, porque admiro mucho a Federici. Respecto a la pregunta, más que un sujeto político yo creo que hay una mayoría social, cuando se hacen los números de financiación y se dice que un 80% de la población que está por debajo del 20% rico sale ganando... pues que objetivamente este 20% de la población esté interesado, otra cosa es que tenga la información, tenga la convicción, o tenga otras ideas que le impidan ver la renta básica.
Yo no tengo ninguna duda de que la única forma de que se implemente la renta básica es que haya una mayoría social que esté a favor, y esto cómo se logrará, pues no lo sé. Ayuda que algún partido, sindicato, la defienda, pero sobre todo los movimientos sociales, que algún movimiento social defienda esto, como en un momento determinado hizo el 15m en su primer aniversario, cuando explícitamente defendió la renta básica universal.

Claro, pero incluso contar con una mayoría social, ¿alcanzaría? Hablamos de implementar una política económica que implica una redistribución de la riqueza enorme en un escenario en el que la tendencia es la contraria: siempre mayor desigualdad. ¿Basta ver la medida justa o necesaria para afrontar un conflicto social de esta envergadura?
Efectivamente la renta básica es conflictiva, y ¿por qué lo es?, pues porque no todo el mundo gana y hay una parte que es muy poderosa que sale perdiendo, pero yo no creo que sea desde un punto de vista exclusivamente económico. Yo creo que quien mejor lo definió fue un empresario catalán que hace unos 20 años, después de un programa de radio, cuando no estábamos en antena dijo, “yo una renta básica la considero muy muy peligrosa, porque no es un problema de financiación, hacemos números y sale, lo que pasa es que la renta básica daría un poder de negociación muy importante a los trabajadores. ¿Para qué se lo vamos a dar?” Y creo que el hombre lo definía perfectamente: es peligroso para ellos porque incrementará la libertad de la inmensa mayoría de la población no rica.

Hablamos siempre de la apropiación liberal o neoliberal de la renta básica, me viene otra preocupación con la derecha, con esas derechas que en Francia o Italia, por ejemplo, se dirigen a los obreros desilusionados con la izquierda liberal. ¿Y si se apropiasen de una idea así para establecer dos tipos de ciudadanía?

No creo que en estos momentos los movimientos de extrema derecha se les pase por la cabeza una implementación de la renta básica, pero si hablamos de “los italianos primero” o “los franceses primero”, claramente no estamos hablando de una renta básica universal incondicional en la definición que hacemos en la Red Renta Básica, y que incluye a los ciudadanos y ciudadanas y también a quienes tienen residencia acreditada.
Lo que es la residencia acreditada lo dice una ley, que evidentemente, quienes somos progresistas, preferimos que sea más amplia. Pero si tu eres fascista o un populista de derechas pues estarás de acuerdo con una ley de Extranjería muy restringida. Evidentemente, como estamos hablando de recursos públicos tenemos que definir quién tiene derecho a recibir esta renta, nuestra propuesta es que sean todas las personas residentes.

En una de las charlas de la jornada, una joven preguntó si pensábamos que las personas de su generación estaban más cercanas a defender una renta básica. Se me ocurre que, como en el caso de las movilizaciones sobre el cambio climático, las personas jóvenes puedan ser más permeables a esta demanda y reclamar activamente su implementación, pues le dan menos centralidad al trabajo como espacio de dignificación o identidad.

Lo has dicho tú perfectamente, si me permites una reflexión parcialmente personal, yo creo que antes de la crisis la renta básica no era algo conocido como lo es ahora. En los últimos tiempos, en seminarios o conferencias, he encontrado  muchos jóvenes con los que he podido charlar. Es significativo cómo coincidían en un punto, aunque ideológicamente podían estar separados por otras cosas. Todos decían: “Con una Renta Básica yo no aceptaría condiciones de trabajo que ahora estoy obligado a aceptar”. Esto me parece fundamental. Es esperanzador que los jóvenes, en general, vean la renta básica con una simpatía o apertura de ideas bastante superior a la de las personas más mayores.


es profesor de la Facultad de Economía y Empresa de la Universidad de Barcelona, miembro del Comité de Redacción de SinPermiso y presidente de la Red Renta Básica. Es miembro del comité científico de ATTAC. Sus últimos libros son, en colaboración con Jordi Arcarons y Lluís Torrens, "Renta Básica Incondicional. Una propuesta de financiación racional y justa" (Serbal, 2017) y, en colaboración con Julie Wark, "Against Charity" (Counterpunch, 2018), libro que será publicado en catalán (Arcadia) y castellano (Icaria) el próximo mes de mayo.
Fuente:
https://www.elsaltodiario.com/renta-basica/daniel-raventos-renta-basica-jovenes-sujeto-politico-movimiento-social