24 marzo 2019

Una propuesta para pacificar Venezuela: LA COMISIÓN MUNDIAL


Carlos Rodrigo Zapata C.

Venezuela sigue en poder de una tenebrosa dictadura, sin que hasta el momento de señales de algún giro hacia un Estado de derecho y tampoco hacia una salida a la crisis humana, política, social y económica que atraviesa esa nación hermana. 

Entretanto la opinión pública venezolana y mundial simplemente se divide entre los que apelan al diálogo y a una salida pacífica al desastre en marcha y aquellos que exigen a voz en cuello la intervención militar en el país. Mientras una parte no responde a la cuestión de la viabilidad o el realismo de pedir una salida no violenta al desastre, la otra simplemente cree que una intervención armada acabaría quirúrgicamente con el mal sin que se vea afectado el conjunto de la sociedad.

Queda completamente claro que el mundo no tiene una institucionalidad con la capacidad de actuación adecuada y oportuna de modo tal que se puedan detener desarrollos perversos en marcha en cualquier punto del globo. NN.UU. ha dado ya demasiadas muestras de una institución sin la capacidad suficiente de actuación que se halla bloqueada por el Consejo de Seguridad en su capacidad de actuación certera y oportuna, y además se halla prácticamente maniatada por el gigantismo de su Asamblea General, demasiado lenta y pesada para encarar asuntos de la urgencia y envergadura que reviste el caso venezolano. 

En reemplazo y sustitución a tal falencia se viene recurriendo a soluciones ad hoc, es decir, a acuerdos o coaliciones espontaneas de algunos Estados que han priorizado más sus propios intereses y una visión particular y estrecha de las cosas para definir invasiones y situaciones de intervención.

Los resultados en la última década en Libia, Irak, Siria y Afganistán, en el caso de intervenciones de determinadas coaliciones, y los de Palestina (franja de Gaza) y Yemen, en el caso de intervenciones de determinados Estados agresores, nos muestran las dimensiones infames, trágicas y catastróficas que alcanzan esas intervenciones ad hoc sin una intervención ordenadora y pacificante parte de la comunidad internacional.

El caso de Venezuela se asemeja cada vez más a una crónica de una invasión y un desastre anunciados, simplemente porque los unos se sienten muy resguardados y empoderados por potencias mundiales (claramente por Rusia y China, fundamentalmente) y los otros creen que una intervención militar podrá ser tan precisa y limitada que se podrá limitar a extraer el tumor sin afectar al resto del cuerpo. Ambas posiciones son peligrosas, pues no solo alientan conductas y salidas feroces, sino que además atentan contra la posibilidad de una salida menos traumática que la que existe actualmente y la que puede avizorarse, y dejan de considerarse otras opciones y salidas a semejante violación continua de los derechos de más de 30 millones de ciudadanos venezolanos. 

Es indispensable movilizar a la comunidad mundial mediante sus más altos y connotados líderes mundiales. No se puede permitir ni tolerar que el mundo se deslice indiferentemente otra vez hacia otra tragedia prevenible, de incalculables consecuencias y posibles contagios a una región que ha estado libre de guerras por décadas.

En estos marcos es que me permito proponer la conformación de una COMISIÓN MUNDIAL del más alto nivel que debería estar conformada por:

●El Secretario General de NN.UU., António Guterres 

● EL Papa Francisco

● Dra. Angela Merkel, actual Jefa de Gobierno de Alemania, como la más destacada líder política mundial.

Esta COMISIÓN tendría la tarea de proponer una salida pacífica a la crisis venezolana, basada en elecciones nacionales en un plazo muy breve, como máximo 1 año, supervisadas y conducidas por NNUU y aquellos organismos que en conjunto garanticen un proceso electoral que refleje claramente el deseo y el sentir de la sociedad venezolana.

Dado que Rusia y China son al presente uno de los soportes fundamentales actuales del régimen de Maduro que le permite seguir castigando al pueblo y persiguiendo opositores, LA COMISIÓN MUNDIAL debería trasladar sin dilación alguna a dichas potencias el planteamiento mencionado o algún otro equivalente que tenga la fuerza y la posibilidad de superar el desastre actual en plazos razonables, cerrando las puertas a una conflagración bélica interna o internacional.

Acto seguido dicha COMISIÓN debería reunirse con Nicolás Maduro y Juan Guaidó para formular el mismo planteamiento (o al que se hubiera llegado en las consultas anteriores).

De este modo las partes beligerantes quedarían claramente comprometidas para apoyar y encarar una salida por la vía pacífica y en el marco de la Constitución venezolana.

El mundo no puede seguir limitándose a brindar apoyos a la oposición venezolana o a quedarse de espectador del continuo deterioro y degradación de la situación en Venezuela. Es indispensable actuar ya, pero de manera civilizada en el marco que el sentido común de la ciudadanía universal estaría dispuesto a hacerlo. También es indispensable poner en marcha algún mecanismo que pueda detener esta tendencia macabra y recurrente de resolver las cosas por la vía del desastre mediante soluciones ad hoc que hasta el presente han dejado graves e inmensos desastres sociales y humanos, y una enorme factura para la sociedad mundial. 

Lo acontecido especialmente en Irak, Siria y Afganistán en los últimos años y las repercusiones y consecuencias que ello ha traído consigo, muestran que la sociedad humana debe apuntar a dar un salto cualitativo en su capacidad de resolución de conflictos.

Esperamos que esta COMISIÓN MUNDIAL del calado aquí propuesta tenga el poder y la virtud de poner a los discordes en concordia para reconstruir un futuro de paz y armonía que pueda servir de ejemplo para las nuevas generaciones.