02 enero 2017

2016, AÑO DIFICIL PARA EL MAS Y PEOR PARA LOS BOLIVIANOS




Carlos Rodrigo Zapata C. (*)


Fiel a su vocación y compromiso periodístico, que marca los más altos estándares en periodismo en Bolivia, el matutino Página Siete ha comentado editorialmente su balance del año que se nos fue, destacando que el  2016 fue año difícil para el MAS. 

Ni duda cabe que en el curso de este año se ha producido un viraje, “un año de quiebre”, puntualiza el matutino, para subrayar que “la ‘buena estrella’ empezó a deslucirse”.  


Se hace referencia de modo puntual a la relación del Presidente con Gabriela Zapata, al referendo perdidoso de febrero, a la crisis del agua, al avión siniestrado y a las encuestas actuales que ya no presentan al Presidente como ganador. Lo que llama la atención en este recuento, más allá del limitado espacio usualmente destinado a este tipo de comunicaciones, son los temas que no se destacan ni mencionan. Me llaman la atención tres de ellos –seguro que se pueden incluir muchos más- no por un simple afán de recuento más exhaustivo de eventos o momentos críticos, sino por las temáticas que dejan de considerarse y las enseñanzas y lecciones críticas que de todo ello puede extraerse. 

Me refiero por empezar a la matanza que ocurrió en la alcaldía de El Alto en las vísperas del referendo de febrero, que acabó con la vida de 6 funcionarios ediles y varios heridos, todo a raíz de afanes de encubrimiento de actos de corrupción en la gestión municipal anterior, como públicamente se dio a conocer en su momento. Este evento va más allá de unos delitos penales, pues revela los estilos y modos de administrar los recursos públicos que se tenía en El Alto. Lo más grave es que la dirigencia vinculada a dicha gestión muestra que su único oficio radica en fungir como dirigentes al amparo de los poderes gobernantes, sin mostrar otra actividad o fuente de ingresos conocida. En suma, se ha creado una capa de dirigentes que depende vitalmente de la prebenda y el clientelismo incluso como medio de vida, lo que muestra alcances y consecuencias muy preocupantes y lamentables para El Alto, tildado ya como la ciudad más violenta de Bolivia. 

Otro episodio no tratado ni mencionado en el recuento del año 2016 por el matutino Página Siete se refiere al cobarde asesinato del viceministro Rodolfo Illanes. Nuevamente, más allá del hecho criminoso, de los aires de linchamiento que bordearon su muerte y de las circunstancias mismas de su muerte, en particular la falta de auxilio eficaz y oportuno, este episodio es muy impactante en la vida nacional por las raíces que pone al descubierto y las aristas y secuelas que sugiere. El  contexto o trasfondo que enmarca el asesinato de Illanes está dado por los cooperativistas mineros y sus desquiciadas demandas. [Ver: Lo que se esconde tras el cooperativismo minero - Pliego de demandas]. 

Lo que aquí puede apreciarse es que los socios de estas cooperativas y sus dirigentes se han sentido tan dueños y señores de minas y parajes, de concesiones y cuadrículas que no han tenido ningún empacho en formular nuevas exigencias, de modo que nada que se oponga a su irrefrenable avance, sin importar las consecuencias de una explotación minera irresponsable y depredadora que hace caso omiso de las demandas e intereses de la población local, los comunarios. El asesinato de Illanes es en este sentido tan solo un desborde de esa lógica extractivista que está dispuesta a pasar hasta sobre cadáveres con tal de lograr sus objetivos angurrientos. 


Con ese funesto acto se pone en evidencia un modo de producción precario y primitivo, basado en los favores y las prebendas y en la apropiación privada de recursos y yacimientos de todo el pueblo boliviano, es decir, la emergencia de una forma capitalista extractivista prebendal de explotación de nuestros recursos, extremo al que los gobernantes, no solo los actuales, han dado lugar, mediante sucesivas concesiones a través del tiempo. La apropiación de bienes comunes, como es el caso especialmente del agua y del ambiente libre de contaminación, es apenas una consecuencia más de este inmenso desbarajuste que se ha producido. 

Este mismo espíritu depredador, esta misma forma de disponer de los recursos públicos se ha enquistado en los diversos niveles de gobierno, al punto que lo acontecido con los cooperativistas mineros no es más que la forma visible de reflejar lo que va aconteciendo en diversos planos de nuestra formación social. Que los cooperativistas mineros se hallen en primera fila en el Congreso del MAS recientemente celebrado en el Oriente del país, no puede ni sorprendernos.

Justamente este evento, el congreso del MAS, es otro momento clave del año, que a nuestro juicio merece incluirse en el balance del año, pues allí se ha dado rienda suelta a toda clase de iniciativas tendentes a explorar la forma de burlar la voluntad nacional expresada en el referendo del 21F.  Lo inaudito de todo ello, es que se presenta el candidato a la re-re-re postulación como si las masas fueran detrás de él, orquestando de este modo un apoteósico acto de manipulación social, declarando ya desde el mismo escenario del congreso que las leyes son solo un estorbo y un obstáculo para avanzar. Toda esa suma de expresiones y manifestaciones muestran que al partido gobernante no le importan las instituciones y las leyes, no le interesa la democracia, que su Constitución vale cuando quiere y según la interpretación que hagan de ella los poderes constituidos. 

Peor gran finale para su gestión anual -el momento en que reaparecen todos los actores en el escenario a la conclusión de su representación-, imposible. 
Sintetizando un tanto las enseñanzas que es posible extraerle al año que se nos fue, podríamos decir que el MAS se halla empeñado en consolidar una lógica de autonomización de todo poder y forma de control, sin descuidar por ello algunas formas que le puedan traer cierta legitimidad, razón por la que siempre destacan a los movimientos sociales, al Pacto de unidad, al Conalcam, como si se tratara de grandes ejércitos de organizaciones y movimientos que secundan cada paso que da o pretende dar el presidente. Esa forma de actuar se sitúa en la superestructura, en su  aparato ideológico. 

En cambio la estructura material que debe facilitarle esa independencia, esa posibilidad de actuar de modo tan autónomo, al punto que ya no tenga que dar cuenta ni razón a nadie, por empezar a la propia sociedad boliviana, se halla en el modelo extractivista en plena operación y aplicación, y en la certeza de obtener los recursos financieros que sean requeridos de fuentes externas, aún cuando los precios de las materias primas permanezcan reducidos y disminuidos como al presente. Los miles de millones de créditos comprometidos ya por la China en el curso del año que se fue, nos dan una clara idea del origen de esos recursos que le están permitiendo al MAS atender intereses y demandas externas, desentenderse del país y desmarcarse de todo consenso y acuerdo con las fuerzas vivas del país, en especial con todas las que le dijeron NO a su plan de continuidad. 


Bien, estas son algunas acotaciones complementarias que me parecen indispensables para aproximarnos a un balance más preciso del año que se nos fue, donde la población boliviana ha sido la que más está padeciendo las consecuencias de ese estilo vertical y autocrático de gobernar. 

 (*) Economista, planificador territorial, analista político.