14 septiembre 2016

APERTURA EXTERNA ESTRUCTURAL Y COYUNTURAL: UNA DISTINCIÓN NECESARIA

EL CASO DE LA ECONOMÍA BOLIVIANA

Carlos Rodrigo Zapata C. (*)

En un provechoso intercambio de información con colegas economistas, Rodney Pereira compartió una lista de países con niveles similares de apertura externa, los que según mi apreciación difieren en grado significativo en la estructura y composición de sus exportaciones, y por tanto en sus capacidades productivas, por lo que me parecía que debían tener también diferentes grados de apertura externa. Ampliando aún más esa primera impresión a otros países, resultaba muy sorprendente observar que países caracterizados por una estructura escasamente diversificada, mostraban grados de apertura externa incluso mayores que los que suelen tener economías mucho más sólidas desde el punto de vista tecnológico y de competitividad. La razón de dicha sorpresa se debía a que me parecía sobreentendido que economías tan heterogéneas entre sí debían tener diferencias mucho más pronunciadas en sus grados de apertura externa, especialmente si tomamos en cuenta la distinta calidad de sus respectivos procesos productivos e institucionales, la diversidad de sus capacidades tecnológicos, sus niveles muy distintos en materia de productividad, competitividad, ingresos y otros aspectos varios.

Esta circunstancia me llevó a indagar si ese comportamiento era general y, si no fuera el caso, a identificar las razones de ello. En el curso de la reflexión me di cuenta que había factores coyunturales que ocasionaban una gran distorsión en los comportamientos habituales, por lo que resultaba imprescindible diferenciar distintos casos para poder entender, porqué países productiva y competitivamente tan heterogéneos entre sí, exhiben en determinadas circunstancias grados similares de apertura externa. Como consecuencia de los análisis y reflexiones que he realizado, consideré necesario diferenciar una apertura externa estructural de una apertura externa coyuntural, como he denominado dichos casos. Las siguientes presentaciones procuran mostrar la pertinencia de dicha distinción.

Observaciones generales

Históricamente, las oscilaciones de los precios internacionales de las materias primas han incidido profundamente en la economía boliviana, al extremo de definir la posibilidad de financiar el ejercicio de los derechos establecidos en la Constitución Política del Estado, por lo que han marcado indeleblemente la vida nacional en todos sus ámbitos y esferas. La relocalización de trabajadores mineros en 1985, la emergencia de ciudades fantasma por su abandono súbito y masivo, los recortes presupuestarios y los incrementos abruptos de precios de productos clave ("paquetazos"), son apenas algunas muestras de este historial.

En este contexto, no es extraño que dichas oscilaciones también influyan poderosamente en el grado de apertura externa de la economía. Entenderemos por apertura externa el peso o incidencia relativa que tienen los componentes del comercio exterior (la suma de exportaciones e importaciones) respecto del PIB. [1] Es decir, se trata de un indicador que no solo muestra la interrelación de una economía con la economía internacional o global, sino los grados de dependencia de ella, la medida en que dichas interrelaciones van modificándose en el tiempo, el grado de autarquía productiva o de autonomía económica, incluso el grado de independencia económica.

Es decir, la apertura externa nos dice mucho sobre la vida y la historia de los vínculos de una economía con el mundo, de su trayectoria, de sus tendencias futuras, por lo que estudiarla y comprenderla del modo más amplio posible resulta una tarea imprescindible para todo economista y toda persona interesada en el devenir de las sociedades.

Como se verá, es pertinente diferenciar entre un tipo de apertura externa estructural y uno coyuntural, significando con ello que la apertura coyuntural está ampliamente determinada por las mayores oscilaciones coyunturales de los precios de materias primas en los mercados internacionales, mientras que la apertura externa estructural está primordialmente ligada al crecimiento de la productividad y a niveles relativamente altos de competitividad. De este modo, las economías relativamente más competitivas tienen la posibilidad de mantener determinados grados de apertura de la economía, pese a variaciones significativas en los precios internacionales, lo que no ocurre en el caso de las economías con bajos grados de competitividad y mucho menos en el caso de economías extractivistas, que se hallan directamente expuestas a las oscilaciones erráticas de los precios internacionales de materias primas, por lo que son percibidas como "estados riesgosos".

Apertura externa estructural

Debido a que la productividad contribuye significativamente al ingreso (se sostiene que entre el 50% y el 70% del ingreso proviene a largo plazo de los continuos incrementos de productividad [2]), puede señalarse que las economías con mayor grado de productividad tenderán a tener ingresos per cápita más altos. De ahí podría señalarse sin peligro de extraer una conclusión apresurada que los países con mayores grados de ingreso usualmente serán los países que se hallen mejor preparados para tener un mayor grado de apertura externa, por lo que en estos casos debería esperarse un coeficiente de correlación relativamente alto entre apertura externa e ingresos per cápita.

Este sería el esquema básico o inicial de nuestra reflexión. No obstante, existen diversos factores y circunstancias que tienden a distorsionar este cuadro, por lo que en principio no sería posible esperar coeficientes de correlación muy altos. Entre los factores que suelen incidir en dicha distorsión puede mencionarse todos aquellos que contribuyen a una competitividad espuria [3], tales como bajos salarios, altos aranceles, tipo de cambio (nominal y real) distorsionado, degradación ambiental y otros, que en conjunto apuntan a reducir el ingreso real, situación que permite a las economías que recurren a dichos medios a mantener, al menos temporalmente, una presencia activa en los mercados, seguramente mayor que la que las condiciones estructurales lo permitirían. En cambio, si las diferencias existentes en los niveles de productividad y competitividad, y consiguientemente de ingresos, son muy pronunciadas, tampoco esos factores distorsionantes podrán impedir una correlación relativamente alta entre ingresos y apertura externa.

Hasta aquí podríamos decir que existe una duda o una interrogante acerca del grado y la medida en que los niveles relativamente altos de productividad y competitividad pueden ser contrarrestados con los instrumentos de que se vale la competitividad espuria. Cómo salir de esta circunstancia y avanzar en el interrogante que procuramos esclarecer.

En este marco surge una nueva variable que atenta contra esa correlación, que es la relativa a las oscilaciones de los precios de las materias primas (commodities) en los mercados internacionales, que tienden a contrabalancear momentáneamente los diferentes grados de apertura usualmente existentes, ya que los precios altos de las materias primas permiten elevar pasajeramente los grados de apertura externa de las economías productoras de materias primas al elevar fuertemente sus exportaciones de dichos productos, así como su capacidad importadora, ocurriendo exactamente lo contrario cuando los precios caen.
A partir de todo lo señalado, hemos centrado nuestro análisis justamente en la correlación entre los distintos niveles de ingreso y de apertura externa de todos los países en años particularmente influidos o afectados por fuertes oscilaciones de precios internacionales de las materias primas. Al proceder de ese modo es posible detectar la solidez de las condiciones de apertura externa. Si se trata de economías que no cuentan con condiciones técnicas y de competitividad que les permita sostener su presencia en los mercados, la elección de años extremos en lo relativo a oscilaciones de precios, mostrará también su comportamiento errático, especialmente porque luego de caidas abruptas de precios internacionales de las materias primas tiende a caer también rápidamente la apertura externa, ya que toma aún un tiempo aplicar los instrumentos de la competitividad espuria, aunque por cierto menos que el requerido para construir las bases de una competitividad auténtica que exige mucho más tiempo y requiere de un esfuerzo constante y perseverante.

La selección de años se ha basado en las oscilaciones coyunturales de los precios de las materias primas en los mercados internacionales, habiendo tomado como periodo referencial de análisis los años pico o extremos observados en la última década, como para averiguar si las correlaciones en esos momentos difieren significativamente o el peso de los factores distorsionantes incide tan notablemente que se mantiene una relativa homogeneidad en los grados de apertura entre todas las economías a través del tiempo, pese a dichas oscilaciones de precios.

Considerando el índice internacional de precios de commodities del FMI, hemos seleccionado 3 momentos clave: el año 2008 cuando dicho índice alcanzó su máximo histórico, a comienzos de 2016 cuando alcanzó el mínimo en el periodo elegido y el 2010 como año intermedio entre dichos extremos. Dado que los datos para 2016 no se hallan disponibles, hemos tomado el 2015 como proxy para estos cálculos.

En el cuadro siguiente se puede apreciar el índice de los precios internacionales de materias primas para el periodo 2006 a 2016.


Fuente: Fuente: International Monetary Fund, tomado de Indexmundi. Elaboración propia.

En el gráfico anterior se puede apreciar la pertinencia de escoger los años indicados, lo que nos permitirá contrastar los momentos más extremos acontecidos en la década pasada y a además contar con un año intermedio que permita a su vez validar los resultados derivados de dichos años extremos en lo relacionado con la incidencia de las oscilaciones de los precios internacionales en los grados de apertura externa.

El siguiente paso ha consistido en determinar la apertura externa de las economías, tomando en consideración la suma de exportaciones e importaciones y su relación porcentual respecto del PIB. Para ello se ha verificado que todos los países seleccionados (un total de 143) cuenten con la información completa para los años seleccionados.

En los cuadros siguientes se puede ver el ingreso per cápita (más precisamente, el GDP per cápita) para 143 países y sus respectivos grados de apertura para los años indicados.



Fuente: Banco Mundial, Indicadores. Elaboración propia.



Fuente: Banco Mundial, Indicadores. Elaboración propia.

A continuación se ha obtenido la correlación entre los ingresos per cápita de los distintos países y sus respectivos grados de apertura externa para los años señalados. El resultado obtenido es el siguiente:


Año
Característica del año
Correlaciones
2008
Índice máximo de precios de materias primas
    0,2554226
2010
Año intermedio o de transición
    0,3007495
2015
Índice mínimo de precios de materias primas
    0,3751546
Fuente: Cálculos propios en base a información de información  precedente.


El resultado esperado era el siguiente: altas correlaciones para los años de precios mínimos, bajas correlaciones para los años de precios máximos y valores intermedios para años intermedios. En el link adjunto se han incluido los datos empleados, tanto para generar los gráficos,como para el cálculo de la correlación.

En efecto, los cálculos realizados permiten corroborar o sustentar este resultado. El 2008, año de precios máximos (como ejemplo, el precio de barril de petróleo llegó a 147 dólares), la correlación obtenida de 0,2554226 es la más baja, ya que en dicho año la apertura externa, incluso de los países con competitividad relativamente baja y, por tanto, con menos opciones de mantener una presencia constante en los mercados internacionales, tiende a subir notablemente como consecuencia de los altos precios de las materias primas que les permite incrementar significativamente el valor de sus exportaciones y proporcionarle una capacidad de compra en el exterior que le permite adicionalmente incrementar sus importaciones, todo lo que eleva el grado de apertura externa momentáneamente.

El caso opuesto se da el año 2015/2016, cuando los precios de las materias primas caen significativamente (el precio del barril de petróleo cae a 29 dólares), por lo que el grado de apertura externa de las economías tiende a retornar a niveles que se hallan en mayor sintonía con sus reales capacidades estructurales para actuar en los mercados externos, por lo que el valor del coeficiente de correlación tiende a subir notablemente a 0,3751546 (incrementándose en un 47%) en comparación con el año en que el ciclo de precios de las materias primas llegó a su máximo, todo ello en un lapso de 7 años.

El año 2010 podría calificarse como un año de transición entre esos dos años extremos, por lo que el coeficiente de correlación adquiere un valor intermedio entre ambos momentos.

La observación final de esta sección es que pese a que podemos asumir que intervienen e interactúan muchos factores en la determinación de los diversos grados de apertura externa (tanto aquellos relacionados con la competitividad auténtica, como los relacionados con la competitividad espuria y las notables oscilaciones coyunturales de los precios de las materias primas), las grandes oscilaciones de los precios internacionales de las materias primas nos permiten construir escenarios que nos ayudan a mostrar que existen y prevalecen determinados grados de apertura externa de las economías que hemos denominado de tipo estructural, ya que dichos grados de apertura están claramente relacionadas con altos grados o niveles de productividad y competitividad que se han traducido a su vez en grandes diferencias de ingresos per cápita, situación que en conjunto les permite a las economías más avanzadas mantener su predominio y su influencia económica en el mundo, pues por esta vía tienen la posibilidad de imponer las visiones tecnológicas que formulan, así como aplicar las combinaciones de factores productivos que mejor responden a la composición de recursos que poseen, situaciones que resultan muy difícil contrarrestar a economías que cuenta sólo con bajas capacidades competitivas.

Apertura externa coyuntural

El caso de Bolivia es básicamente distinto al descrito precedentemente. En este caso es pertinente hablar de apertura externa coyuntural, ya que como se argumentará, las variaciones en la apertura externa de la economía boliviana están íntimamente ligadas o vinculadas a las variaciones de los precios de las materias primas.

A fin de poder establecer la relación existente entre la apertura externa y los precios internacionales, es oportuno analizar su comportamiento en relación a los términos de intercambio, que muestran a su vez la relación de los precios de las exportaciones respecto de los precios de las importaciones. Se sabe que históricamente esta relación ha sido adversa a los países productores de materias primas, ya que se ha observado que usualmente los precios de los productos importados por dichos países (generalmente se trata de productos de origen industrial) tienden a subir más que proporcionalmente que los precios de sus productos exportados (que usualmente son materias primas), por lo que se requiere cada vez mayores exportaciones para poder importar un mismo valor. La elección de los términos de intercambio para este análisis resulta apropiado, ya que se toma en cuenta tanto el índice de precios de productos exportados como también de los importados, lo cual se corresponde mejor con la definición de apertura externa que incluye ambos movimientos comerciales.

Los gráficos siguientes nos muestran los datos básicos.



Fuente: INE, cálculos propios.



Fuente: Gráfico en base a información tomada de: Pablo Cuba Borda y Luis Gonzales Carrasco. El Embrujo de los Términos de Intercambio en Bolivia. Blog El Faro, abril, 2016

En dichos gráficos se puede observar la apertura externa de la economía y el índice de los términos de intercambio para el período 2000 a 2015. Es notable como varía en dicho periodo el grado o nivel de apertura externa (entre 45% y 85%, aunque con caídas súbitas a 67%) en el mismo sentido y dirección que se comportan los precios internacionales reflejados en los términos de intercambio presentados en el otro gráfico.

Correlacionando ambas variables se ha obtenido un coeficiente de 0,9464 que muestra un grado muy alto de correlación y confirma que el patrón de comportamiento que exhibe la apertura externa es prácticamente idéntico al patrón que muestran los términos de intercambio. [ver link sobre memoria de cálculo]

La explicación más simple para este comportamiento está sin duda ligada a la estructura del comercio exterior boliviano, compuesto por exportaciones de materias primas e importaciones de bienes finales (de consumo e inversión). Dicho de otra manera: las oscilaciones coyunturales de los precios internacionales de las materias primas determinan nuestras posibilidades de exportación, las que a su vez determinan en gran medida nuestra capacidad de compra en los mercados externos. Dicha capacidad de compra en los mercados internacionales incide a su vez poderosamente en los niveles de inversión (pública y privada), ya que en proporción significativa dependen las mismas de las importaciones. De este modo se establece una secuencia condicionada de acciones y reacciones que es ampliamente dictada por las oscilaciones de los precios internacionales de las materias primas, que constituyen nuestro principal rubro exportador.

Otros argumentos indirectos

Si bien lo señalado precedentemente ya muestra claramente que la economía nacional depende fuertemente de las oscilaciones de los precios internacionales de las materias primas, es oportuno destacar rápidamente otros indicadores y argumentos que convalidan el resultado indicado.

Índices de competitividad. En los rankings internacionales que se elaboran y publican periódicamente, diversas organizaciones internacionales muestran la posición relativa que tienen los países respecto de conjuntos de indicadores que a juicio de dichas organizaciones miden la competitividad de los países o cuando menos, nos dan buenas pautas y pistas sobre su desempeño. En el caso del Doing Business del Banco Mundial (que reúne decenas de indicadores ordenados en 10 áreas de regulación de actividades empresariales), Bolivia ocupa el puesto 157 entre 189 países, como resultado de una continua caída en su posición (pasó de la posición 151 en 2014 a 157 en 2015).

También el Foro Económico Mundial publica un ranking de competitividad, presentado en The Global Competitiveness Report 2015–2016, aunque con otros acentos, también sitúa a Bolivia entre los países con menor competitividad a nivel mundial, ubicándolo en la posición 117 entre 140 países.

El tema de la competitividad es un tema o asunto de trascendental relevancia cuando se trata de pasar de modos de vida dictados por los ascensos y caídas de los precios internacionales de las materias primas a establecer condiciones de vida relativamente estables, menos expuestas a oscilaciones coyunturales.

La revista The Economist ha elaborado un indicador de dependencia de exportaciones de materias primas, en el que Bolivia figura como país de alto riesgo junto con los países más dependientes del mundo de exportaciones de materias primas.



Adicionalmente a ello, el problema resultante de la baja competitividad de la producción nacional es que los países con muy bajos niveles de competitividad, tampoco pueden hacer frente en su propio mercado doméstico a la competencia de productos proveniente de otros países, por lo que las diferencias en los grados de competitividad tienden a socavar gravemente las condiciones de empleo y producción, y por tanto, los ingresos de la población.

La importancia de los índices internacionales. Los índices mencionados destacan una gama relativamente amplia y significativa de aspectos y dimensiones que toda economía debería tener en cuenta, ya que la competitividad se construye sistémicamente, como también en cada rama productiva y cada centro de actividad. Sin mejorar o elevar los niveles de competitividad, la informalidad seguirá creciendo, ya que una de las derivaciones o consecuencias de ello es la proliferación de actividades al margen de toda regulación, al punto que los emprendedores por subsistencia se hallan prácticamente libres de toda clase de obligaciones (impositivas, laborales, ambientales, etc.) que puedan limitar su accionar, situación que contribuye a mantener un estado de gran desorden social y económico.

En este marco resulta inaudito que el Presidente de los Empresarios Privados rechace estos indicadores de competitivdad, señalando que porque la economía crece, dichos indicadores no resultan apropiados, aunque sin explicar las causas o bases de dicho crecimiento.

Connotaciones

El breve análisis presentado nos muestra que los grados de apertura externa que exhiben las economías son el resultado de una combinación de factores estructurales y coyunturales, pesando en el primer caso altos niveles de productividad, competitividad e ingresos, y en el segundo caso los precios de las materias primas en los mercados internacionales y el empleo de instrumentos relacionados con la competitividad espuria. Ello significa que hay economías cuya apertura externa está más directamente correlacionada con los factores estructurales mencionados, mientras que la apertura externa de otras economías tiende a depender más directamente de factores coyunturales. A su vez, esta diferenciación significa que las economías que dependen más de sí mismas y menos de factores externos, mantendrán niveles de apertura externa más estables y constantes, por lo que su presencia en los mercados internacionales tenderá a ser también más constante que lo que acontece con las economías sujetas a factores coyunturales, más expuestas a variaciones y oscilaciones en sus grados de apertura externa.

Este análisis también muestra que la apertura externa de Bolivia depende esencialmente de los precios internacionales de sus materias primas y que tiene prácticamente escasa capacidad de maniobra cuando caen los precios (excepto que recurra a los artificios relacionados con la competitividad espuria), de donde salen a relucir dos características o rasgos cruciales en la economía boliviana: la escasa diversificación de su aparato productivo, especialmente del orientado al comercio exterior, y su muy bajo nivel de competitividad, producto a su vez de niveles muy bajos de productividad en sus distintos rubros productivos, situación que le impide ingresar a otros mercados, e incluso enfrentar exitosamente la competencia en su propio mercado interno o doméstico.

Sin superar fundamentalmente estos dos factores, esto es, la escasa diversificación y la baja productividad y competitividad de sus productos, el “path dependence” (es decir, la presión proveniente de la trayectoria pasada) seguirá pesando fuertemente en su evolución futura, y continuará girando en torno al extractivismo, como único sector crucial de actividad, con todas las implicancias mayormente adversas y negativas que ello trae consigo, tales como la enfermedad holandesa, los bajos niveles de empleo, la elevada intensidad de capital de los puestos de trabajo en la economía extractiva, la economía de enclave que se caracteriza por su escasa conexión con la economía en su conjunto y por tanto escasamente generadora de efectos multiplicadores sobre el conjunto de la economía, la degradación ambiental, el agotamiento de los recursos, la no incursión en la economía del conocimiento y todas las secuelas relacionadas con ello.

En el marco del extractivismo, la gran mayoría de la población económicamente activa no tiene opciones ni oportunidades de aspirar a un trabajo digno, capaz de cubrir los costos sociales y laborales que requieren puestos de trabajo estables y permanentes, razonablemente bien remunerados.

De ahí que el sector informal se constituye en el sector de refugio para la gran mayoría de la fuerza de trabajo nacional, donde el contrabando, el incumplimiento de leyes y normas impositivas, laborales y ambientales, y otros factores, se constituyen en bases de los procesos de acumulación simple y de reproducción precaria de la fuerza de trabajo, que mantienen con vida a sectores de actividad insostenibles, por lo que la economía boliviana continua presa de su propio encierro estructural, del que no podrá salir sin romper esas barreras y superar los vacíos existentes.

(*) Economista, con amplia experiencia en planificación territorial.
______________

[1] El INE Bolivia señala que el COEFICIENTE DE APERTURA EXTERNA, “indica la progresiva internacionalización de nuestra producción sumada al grado de interdependencia de la economía nacional con el resto del mundo” (Véase INE. Indicadores de Competitividad del Comercio Exterior de Bolivia 2000-2014, tomada de sitio web del INE). Por lo que se puede apreciar en el presente trabajo, no existe una “progresiva internacionalización… de la economía nacional”, sino una exposición errática de la economía nacional al resto del mundo.

[2] Hsieh C. y Klenow P. (2010), “Development Accounting” American Economic Journal Macroeconomics 2:1 Pág. 207-223, tomado de: Pablo Cuba Borda y Luis Gonzales Carrasco. Productividad y Crecimiento: 40 años perdidos en Bolivia. Blog El Faro, julio, 2016.

[3] El concepto habría sido acuñado por Fajnzylber e incluye varios aspectos, tales como bajos salarios, tipos de cambio sobrevaluados o recursos naturales con ventajas comparativas estáticas, aspectos todos que apuntan a un solo fin: la caída del ingreso real. Ver: M Torres (compilador), Fernando Fajnzylber – Una visión renovadora del desarrollo de América Latina. CEPAL, 2006.


02 septiembre 2016

¿FIN DEL CAPITALISMO EXTRACTIVISTA ANDINO?


Carlos Rodrigo Zapata Cusicanqui

El gobierno en apuros, procurando mostrar capacidad de reacción y respuesta frente a los acontecimientos gravísimos desatados la semana pasada, ha aprobado una serie de decretos que apuntan a desmontar las actuales bases de producción y reproducción del cooperativismo minero.


¿Cuál es el tenor de dichos decretos? 

- revertir al dominio del Estado las áreas sobre las que se suscribieron contratos de riesgo compartido entre cooperativas mineras y empresas privadas,
- revertir áreas de cooperativas mineras que no tengan actividad,
- otorgar a la autoridad de control cooperativista el control y fiscalización de todas las cooperativas mineras del país.
- proteger por la Ley General del Trabajo a todas las personas que sin ser socias, prestan servicios a cooperativas mineras,
- prohibir por segunda vez el uso de dinamita en manifestaciones públicas.


A partir de las acciones criminales y lesivas a los intereses de la sociedad y el Estado cometidas por ccoperativistas mineros, la opinión pública seguramente recibirá de buen agrado las disposiciones citadas.


No obstante, puede advertirse que el Gobierno está actuando no solo con precipitación desmedida, sino sin la debida reflexión, sin ponderar y valorar los posibles efectos e impactos de estas medidas y lo peor, sin comprender el carácter y la naturaleza real de las fuerzas que se han desatado en torno al cooperativismo minero.

En un país en el que la permisividad es una de sus columnas vertebrales, es obvio que se han construido y desarrollado una serie de sectores de actividad completamente insostenibles o que solo pueden pervivir, reproducirse y crecer a la sombra de dichos privilegios, ventajas y demás prebendas otorgadas en cada caso. Sea que se trate de cocaleros, gremiales, transportistas o cooperativistas mineros, por mencionar a los principales sectores beneficiarios de este estilo prebendal y permisivo de ganarse la vida, el hecho es que cada uno de estos sectores alberga al presente desde más de un millón de trabajadores, como es el caso de los gremiales, hasta cientos de miles en los otros casos. 

Por tanto, no es imaginable que de la noche a la mañana se suspendan todos estos privilegios y gangas, como si todos los trabajadores de las cooperativas que serán afectadas tuvieran que pagar el pato de la misma manera. Se sabe que detrás de cada socio cooperativista hay un rimero de trabajadores que desempeñan su trabajo en condiciones miserables, y lo hacen porque el proceso de cambio no ha podido generar hasta el presente los puestos de trabajo alternativos que ofreció hace ya una década.

La simple pregunta es, ¿en qué trabajaran esos miles de trabajadores que por la falta de las concesiones y amarres establecidos con empresas privadas, nacionales o extranjeras, perderán sus oportunidades de empleo? No es pues posible cambiar todo por obra y magia de unos decretos, y todo ello en un santiamén. 

Si no son las concesiones perdidas, serán los costos labores los que finalmente les hagan el harakiri a estas cooperativas mineras crecidas al amparo del descontrol y la licencia para hacer lo que se les antoje. 

Particularmente estas dos disposiciones ocasionarán reacciones diversas, tanto de los socios de las cooperativas, que de pronto perderán soga y cabra, y sus pretensiones de convertirse en capitalistas extractivistas, como de los trabajadores que perderán en muchos casos sus oportunidades de ganarse algún sustento. Si estas medidas en tiempo de vacas rechonchas pueden resultar difíciles de manejar, en tiempos de vacas flacas significan su liquidación.

Si la idea es deshacerse de sectores de actividad productiva insostenibles, este conjunto de decretos es un buen ejemplo de la vía rápida de hacerlo, sin medir ningún tipo de consecuencias. Incluso la forma de prohibir el expendio de dinamita por segunda vez (como si lo señalado en la Ley 400 definitivamente no tuviera ningún valor en comparación con un Decreto Supremo) resulta a su vez otra forma de controlar, limitar e impedir la actividad minera, como han dado a conocer los cooperativistas que extraen oro.

Sabemos que por lo general se trata de operaciones tremendamente depredadoras, contaminadoras, ejecutadas a cielo abierto o en socavones, a lo que se han agregado muchos otros ingredientes nefastos, tales como todas las prebendas otorgadas en formas de concesiones e impuestos, cerrando los ojos ante los derechos laborales y sociales, ignorando el criterio de identidad de socios y trabajadores, rasgo que define a las cooperativas de producción y que ha sido alterado hace mucho. 

Gracias a las prebendas los socios se han convertido en caciques locales, mandamases con la capacidad de contratar trabajadores, ignorando la esencia del cooperativismo, y de paso perfilarse como nuevos capitalistas, los más curiosos y extraños de toda la fauna capitalista, pues ahora tenemos unos capitalistas extractivistas andinos, que se presentan como si fueran propietarios soberanos de los recursos que explotan a placer, pero al mismo tiempo tienen la potestad de depredar y contaminar suelos, aire y aguas con total impunidad. 


La reacción que hemos visto hace días de parte de estas catervas de mineros alcoholizados constituye la forma fascista en que este capitalismo extractivista andino está reaccionado ante los riesgos de no conseguir sus demandas o de perder las bases de producción y reproducción de su modo prebendal de acumulación.

Si se cree que con esas reacciones precipitadas se podrá controlar estos desbordes fascistas, es completamente absurdo, no solo porque ya se despertó la angurria en toda su magnitud, sino porque el estado no posee ni las capacidades ni tiene la voluntad de controlar a fondo y en serio estas operaciones mineras que se han convertido en la forma de reproducir nuestra miseria en medio de tanta riqueza. 

En conclusión, si se cree que con estas medidas controlarán algo, puede señalarse que se trata de un gran auto engaño, una estafa o una mentira. Por ello, lo más probable es que se esté apuntando a darle pastillas de amnesia a la opinión pública, dejando muchas cosas como están, incluso a los trabajadores en sus empleos, pero mirando a otra parte cuando se trate de derechos laborales y sociales. Hablar de “decretos de la venganza” como ya lo están haciendo ahora unos apresurados opositores, es ignorar todos estos trasfondos.

Volveremos a fojas cero, al mismo circo de siempre, porque para cambiar algo se requiere tener alternativas y resulta absolutamente claro que ni este gobierno ni el país ha logrado hasta el presente perfilar opciones coherentes para construir un país viable proyectado al futuro. 




01 septiembre 2016

EL ESTILO SINDICALISTA DEL PRESIDENTE



Carlos Rodrigo Zapata C.

PARA MANTENER CAPTURADA LA ATENCIÓN DE LAS BASES, HAY QUE VIVIR EN EMERGENCIA PERMANENTE. Y QUÉ MEJOR PARA ELLO QUE DEVELAR A CADA PASO LOS ATAQUES INMINENTES O YA DESBARATADOS DE PODERES ADVERSOS DE TODA LAYA, SIN IMPORTAR SI SON DRAGONES DE FUEGO O MOLINOS DE VIENTO.


A lo largo de una década en el ejercicio del poder, el Presidente no ha podido abandonar su estilo sindicalista, tampoco el tipo de argumentación que emplea en dichos círculos, aparentemente imprescindible, para lograr su apoyo y cerrar filas en torno a su liderato. Por ello no trepida en sus intervenciones en tocar los mismos temas y asuntos, como si se tratara de secuencias que no deben alterarse ni saltarse, so pena de no conectar con las bases y canalizar sus convicciones.




A raíz de los trágicos sucesos acaecidos en nuestro país en los últimos días, que incluyen el linchamiento del Viceministro Rodolfo Illanes y la muerte de 4 cooperativistas mineros, a cuyos familiares y personas cercanas les expreso mis más sentidas condolencias, el Presidente ha preferido no perder de vista a sus adversarios jurados, y ha hablado de “intento de golpe de estado”, con gran naturalidad, como si su gobierno enfrentara estas emergencias de Estado rutinariamente, una veces promovidas por los enemigos internos, otras por los externos, pero por lo general, por ambos. 

Este tipo de discurso tiene dos problemas que podemos calificar de muy preocupantes. Por un lado, resultan poco creíbles, ya que por lo general son emitidos al calor de la circunstancia que se vivencia en cada caso, y no se presentan más evidencias que la propia opinión del jefe de estado. El segundo problema es la oportunidad perdida para reflexionar sobre incontables asuntos, problemas y desafíos que enfrenta la sociedad y el estado bolivianos.


Seguro que en lugar de hablar de “intento de golpe de estado” en el caso actual, por ejemplo, habría sido oportuno hacer un gran mea culpa del gobierno por haber alentado comportamientos tan deleznables, ruines y finalmente criminales, provenientes nada menos que de la misma cúpula dirigencial de los cooperativistas mineros. 

Dicha ocasión también podría haber sido oportuna para plantear al país una política minera que no consista simplemente en chauchitar los cuatros yacimientos que actualmente tenemos descubiertos o en desarrollo, sino presentar planteamientos concretos para explorar y habilitar otros yacimientos, lo que evitaría que miles de trabajadores mineros tengan que andar “rogándose” ante los intocables socios de las cooperativas mineras para acceder a un mísero puesto de trabajo o una ocasión para ganarse el sustento en los socavones de angustia. 

Más aún, el Presidente también podría haber llamado a la reflexión al aparato gubernamental encargado de este sector y comprometer sus siguientes pasos ante la opinión pública. Un acto de transparencia no despintaría ni decoloraría al Presidente, sino mostraría su voluntad de contar con el concurso de la ciudadanía y sus organizaciones en la tarea de controlar y fiscalizar la eficacia, la eficiencia y la idoneidad de la gestión de gobierno. Pero de todo ello nada de nada, como si se tratara de otro país o de otra atmósfera. 


Es una gama amplia de temas y asuntos que se dejan sin tocar, como si la idea del “golpe de estado” no solo las suprimiera, sino las hiciera completamente innecesarias. Y si uno se pone a pensar en la cantidad de ocasiones y oportunidades que se han perdido, dilapidado o usado pobremente como para dar línea al país en los más diversos asuntos y al mismo tiempo, comprometer una gestión de gobierno más abierta, más atrevida en lo que se refiere al escrutinio público, para vincularse pedagógicamente con el pueblo, con la propia gestión y los objetivos de la misma, entonces uno tiene la impresión que nada de todo ello interesa, sino y sobretodo y ante todo, mostrar que el gobierno controla todo, incluso a sus adversarios internos y externos, y que es capaz de saber en cada momento cuáles son sus jugadas, cuáles son sus siguientes pasos…. 

Todo eso está muy bien, pero para una serie de TV, de agentes y espías, pero definitivamente es muy poco como metodología para conducir un país sediento de respuestas, de respuestas certeras, y harto de consignas, de tramas truculentas y de interminables novelones conspirativos.

En el tiempo de gobierno que le resta, ¿tendremos ocasión de ver al Presidente con la mira puesta en la crítica, la autocritica, la reflexión madura y la propuesta centrada en el porvenir del país? Todos los indicios de estos años dicen que no. Ojalá nos sorprenda y que no nos quede al cabo del tiempo un sabor amargo.