Carlos Rodrigo Zapata C.
La idea de la democracia se nos escurre como agua entre los dedos, no
tanto porque a los ciudadanos les de lo mismo si se toma en cuenta su voto, su
preferencia, su necesidad o no, sino por la creciente concentración del poder
en todas sus formas que la está sometiendo a pruebas y peligros desastrosos.
Hay diversas formas de concentración del poder. La primera y más
conocida es la que tiene que ver con la concentración de la riqueza y los
ingresos. La manifestación más cruda de esta realidad se expresa en el hecho
que el 10% de la población controla el 70% de la riqueza y el 47% de los
ingresos en los Estados Unidos, según estimaciones de Thomas Piketty. La cara opuesta a esta realidad
es que se admite universalmente que las desigualdades limitan el crecimiento,
es decir, la posibilidad misma de superar dichas desigualdades.
Pero hay otras formas de concentración del poder que están conduciendo
al desencanto con la democracia. Es la que tiene que ver con la conformación de
esquemas políticos e ideológicos que asumen la tarea de amedrentar a los
ciudadanos, ejerciendo presiones sobre los mismos, a fin de controlar su voto,
empezando por obstaculizar el libre intercambio de opiniones y puntos de vista,
pilar fundamental de la capacidad de las sociedades de dialogar y elegir la
visión de futuro que más y mejor responda a sus propias inquietudes y requerimientos.
Para ello se recurre usualmente a limitar la libertad de prensa y expresión, y
a controlar los medios de comunicación. De este modo se tiende a obstaculizar
el "cambio sin violencia", definición más breve y precisa de la
democracia.
Por cierto que hay una gama amplia de formas de vaciar de contenido a la
democracia, de mostrarla como un mero artificio o ponerla al servicio de
intereses ajenos a las colectividades humanas. Va desde la idea de los
gobernantes de turno de creer que tienen la verdad en sus manos y que no existe
otra posible verdad, hasta cuestionar los fundamentos mismos de la democracia,
como es el de alternancia y elección libre, justificando dichos cuestionamientos
con asuntos tales como concluir la tarea iniciada, no hay razón para cambiar el
modelo aplicado, la defensa del proceso en marcha, etc. Los impedimentos para
postularse libremente son otro mecanismo empleado. Los casos de China y Cuba
son paradigmáticos al respecto, lo mismo que la nueva tendencia en América Latina
(aunque también en África) de recurrir a modificaciones de las Constituciones
para abrir la posibilidad de reelección indefinida de sus gobernantes de turno.
También Europa acaba de presentarnos un número ejemplar de desprecio de la
democracia, mejor, de expulsión de la democracia de ámbitos en los que
gobiernan los bancos. No se puede estar ajustando los programas de austeridad
cada vez que hay elecciones en un país, le han dicho a Grecia los jerarcas del
Eurogrupo. De modo que Grecia no tiene otro remedio que tomarlo o someterse a
otras torturas peores.
Esa licuefacción de la democracia se aprecia en todos los planos y
lugares del planeta, como si la democracia se hubiera convertido en una suerte
de comodín que le calza a todo el mundo, pues da la impresión que se ajusta y
se acomoda a toda constelación política. Una institución tan versátil, tan
conveniente para enfoques e intereses tan diversos y contradictorios, debe
tener alguna falla de construcción fundamental, pues no es posible que pueda
servir a tantos y diversos amos con tanta prolijidad.
Un caso más de todos los que se puede reseñar, se presenta a
continuación.
Se trata de la incursión de los billonarios (el término multimillonario
ya queda chico para describir las fortunas de los magnates a los que nos
referiremos) norteamericanos en su propio país. Resulta que la pugna democrática
en los EE.UU. se ha desplazado del voto al billete, y todo ello con las bendiciones
de la Corte Suprema estadounidense. La emergencia y proliferación de lobbies y
de aportes millonarios a las campañas electorales en los Estados Unidos cuenta
con todos los avales del Poder Judicial, de modo que nada de lo que acontece en
dicho país es producto de alguna maniobra o pirueta.
El Prof. Robert Reich ha descrito como los hermanos Koch, que ostentan
la tercera fortuna más importante de Norteamérica, van influyendo en la definición
de la mismas leyes y reglas que regulan el andamiaje político.
[http://www.elmundo.es/america/2010/10/29/estados_unidos/1288359869.html]
En su artículo Reich nos dice que: "(Norte)América aún no es una oligarquía, pero es
allí adónde nos están llevando los Koch y otros pocos billonarios."
Así es, pero cada vez se parece más, simplemente porque no hay una
segunda opinión, no hay una visión alternativa, no hay los medios como para
difundirla y pulirla.
La evaporación de la democracia puede ser un peligro aún mayor que
el cambio climático, pues los pueblos están sintiendo que ya no tienen voz ni
voto y tienen que someterse a las diversas formas de concentración del poder
que se están apoderando de la democracia, el único instrumento conocido para
organizar libremente la convivencia pacífica de los pueblos mediante el
diálogo, la discusión de ideas, el disenso y el consenso.
Carlos Rodrigo Zapata C.
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Los nuevos jefes políticos billonarios en los EE.UU
Robert B. Reich (*)
Robert B. Reich (*)
Charles y David Koch no deben ser culpados por tener más riqueza que el 40 por ciento del total de los estadounidenses. Tampoco deben ser condenados por su imperio petroquímico. Por lo que sé, ellos juegan según las reglas y obedecen las leyes.
También tienen derecho a sus propios puntos de vista políticos de derecha. Es un país libre.
Sin embargo, al usar su enorme
riqueza para cambiar esas reglas y leyes con el fin de adaptarlas a sus opiniones políticas, los hermanos Koch están
socavando nuestra democracia. Eso es una traición al más precioso objeto que comparten los estadounidenses.
Los Kochs ejemplifican una nueva realidad que
golpea el corazón de América. La gran riqueza que se ha acumulado en la cúspide
de la economía estadounidense no es en sí misma el problema. El problema es que el poder político tiende a
incrementarse donde está el dinero Y esta combinación de gran riqueza con poder
político lleva a más y mayores acumulaciones y concentraciones de ambos –
inclinando el campo de juego en favor de los Koch y los de su clase, y contra el resto de nosotros.
(Norte)América aún no es una oligarquía, pero es
allí adónde nos están llevando los Koch y otros pocos billonarios.
La democracia estadounidense se basa en los
partidos políticos que nos representan más o menos a la mayoría de nosotros.
Los científicos políticos de los años 1950 y 1960 se maravillaban del
"pluralismo" estadounidense,
con lo cual se referían a la capacidad de los partidos y otras
agrupaciones de reflejar las
preferencias de la gran mayoría de los ciudadanos.
Luego, alrededor de hace un cuarto de siglo, cuando el ingreso y la riqueza comenzaron a concentrarse en la
cúspide de la escala de ingresos, los partidos Republicano y Demócrata empezaron a transformarse en mecanismos de extracción de dinero, principalmente de la gente rica.
Finalmente, después de la decisión de la Corte Suprema de 2010 sobre “Ciudadanos Unidos” (1), los billonarios comenzaron a crear sus propios mecanismos políticos, independientes de los partidos políticos. Comenzaron a proporcionar grandes cantidades de dinero directamente
a los candidatos políticos de su elección, y a crear sus propias campañas de comunicacionales
para influir en la opinión pública en
dirección hacia sus propios puntos de vista.
En el periodo electoral 2014, "Americans
for Prosperity" principal grupo político de los hermanos Koch, ha emitido más de 17.000 anuncios de televisión, en
comparación con sólo 2100 que sacaron al aire los grupos del Partido Republicano.
"Americans
for Prosperity" también ha gastado más que los
principales súper PAC (2) demócratas en casi todas las disputas electorales en el Senado que los Republicanos
esperaban alcanzar este año. En siete de las nueve disputas electorales la
diferencia en el gasto total es por lo menos de dos a uno y los súper PAC demócratas
han tenido prácticamente ninguna presencia en los medios en cinco de los nueve
estados.
Los Koch han dado lugar a varios imitadores. Hasta finales de febrero, cuatro de
los cinco principales contribuyentes a los súper PACs en 2014 ahora están dando dinero para operaciones políticas creadas por ellos mismos, según el Center for Responsive Politics.
Por ejemplo, el
billonario fundador de la empresa TD Ameritrade, Joe Ricketts, y su hijo, Todd, co-propietario de los Chicago Cuns, tienen su propia operación política por $ 25.000.000 llamada "Ending Spending".
El grupo está invirtiendo fuertemente en los anuncios
de televisión contra el
representante republicano Walter Jones en una primaria de Carolina del Norte (culpan a Jones por haber votado con demasiada frecuencia con Obama).
Su anuncio atacando el senador demócrata de Nueva Hampshire Jeanne Shaheen por apoyar la ley de salud de Obama se ha convertido en un modelo para anuncios similares financiados por "Americans for Prosperity" de los Koch en las
disputas electorales al Senado en todo el
país.
Cuando los billonarios suplantan a los partidos políticos, los candidatos están en deuda directamente con los billonarios. Y siempre y cuando los candidatos ganen las
elecciones, los multimillonarios quedarán completamente a cargo.
En este mismo momento, el magnate de Casinos, Sheldon Adelson (cuya fortuna es $ 37,9 mil millones) está ocupado entrevistando a posibles candidatos republicanos a quien podría financiar, en lo que se ha dado en llamar Las “Primarias de Sheldon”.
"Ciertamente, las “Primarias de Sheldon” es una primaria importante para cualquier republicano que pretenda disputar la presidencia", dice Ari Fleischer, el ex secretario de prensa de la Casa
Blanca durante la presidencia de George W. Bush. "No hace
falta decir que cualquiera que aspire a la nominación republicana querría tener a Sheldon a su lado."
Los nuevos jefes políticos billonarios no se limitan a los republicanos. Billonarios de tendencia demócrata, como Tom Steyer, un manager de fondos de cobertura, y el ex alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, también han creado sus propios grupos políticos. Pero incluso si los dos lados son iguales, billonarios enfrentándose unos contra otros no es ni remotamente una
democracia.
En su tan mentado libro, "El capital en el siglo XXI", el
economista Thomas Piketty explica por qué los ricos se han vuelto cada vez más
ricos mientras que la proporción del ingreso nacional que va a los salarios
continúa bajando. Él muestra que cuando la riqueza se concentra en
relativamente pocas manos, y la renta generada por esa riqueza crece más
rápidamente que la economía en general - como ha sido el caso en los Estados
Unidos y muchas otras economías avanzadas durante años - el más rico recibe
casi todo el crecimiento del ingreso.
Lógicamente, esto conduce a más y mayores
concentraciones de ingresos y riqueza en el futuro - fortunas dinásticas que se
transmiten de generación en generación, como lo fueron antes del siglo XX en
gran parte del mundo.
La tendencia se invirtió temporalmente en el siglo
XX por la Gran Depresión, dos terribles guerras, el desarrollo del Estado de
bienestar moderno, y sindicatos fuertes. Pero Piketty está justificadamente
preocupado por el futuro.
Una nueva era dorada está empezando a parecerse
mucho a la antigua. La única manera de parar esto es a través de la acción
política concertada. Sin embargo, la única acción política a gran escala que
estamos presenciando es el de Charles y David Koch, y sus imitadores
billonarios.
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(*)Robert B. Reich, profesor de Políticas
Públicas de la Universidad de California en Berkeley y Senior
Fellow en el Centro Blum para las
economías en desarrollo, fue Secretario
del Trabajo en el gobierno de
Clinton. La revista Time lo nombró uno de los diez secretarios
del gabinete más eficaces del siglo XX. Ha escrito catorce libros, entre los más vendidos "Aftershock", “El Trabajo de las Naciones", y "Más allá de la indignación". También es editor fundador de la revista American Prospect y presidente de Causa Común. Su película, DESIGUALDAD PARA TODOS está disponible
en Netflix, iTunes, Amazon. Su nuevo libro,. "salvar al capitalismo: para la mayoría, no de unos pocos" ya está publicado.
1. En una decisión de 5 contra 4, la Corte Suprema
dijo que está bien para las corporaciones y sindicatos gastar tanto como ellos
quieren para convencer a la gente devotar a favor o en contra de un candidato. [https://en.wikipedia.org/wiki/Political_action_committee],
2. Los Súper PACs (political action committee) no pueden hacer contribuciones a las
campañas de candidatos o partidos, pero puede participar en el gasto político
ilimitado independientemente de las campañas. A los Súper PACs no se les permite coordinar directamente con los
candidatos o partidos políticos. Sin embargo, es legal para los candidatos y administradores de Súper PAC poder discutir la estrategia de campaña y tácticas a través de los medios de comunicación. [http://reclaimdemocracy.org/who-are-citizens-united/]
Link del artículo orginal:
http://robertreich.org/post/80717261549
[Traducción: Carlos Rodrigo Zapata C.]