Semejanzas, Diferencias, Peculiaridades, Peligros
Carlos
Rodrigo Zapata C. (*)
El triunfo de Javier Milei ha sorprendido a muchos, decepcionado a algunos y alegrado a pocos analistas. Es oportuno intentar un balance en torno a lo acontecido en la Argentina, o sea, en torno al triunfo electoral de Milei que ha infligido una derrota sin precedentes al kirchnerismo y, de paso, al peronismo histórico.
Posiblemente el dramatismo de este golpe tenga mucho que ver con el discurso de Milei centrado en el ideario liberal más secante y recalcitrante que se haya escuchado alguna vez en el mundo entero (no me he preocupado de comprobar esta última aseveración, pues la considero un axioma, o sea, una verdad que no requiere verificación alguna).
¿Por
qué es importante dicho balance? Porque es obvio que dicho resultado alentará
respuestas semejantes en otros países, por empezar en Bolivia, donde se empieza
a gestar una alternativa parecida. Es importante identificar semejanzas,
diferencias y peligros, así como especificidades argentinas.
A
mi parecer el corazón de la apuesta de Milei se centró en su diagnóstico: en la
casta mafiosa y su uso descarado del Estado y de la emisión monetaria
inorgánica de dinero. Este diagnóstico no sólo dio en el blanco, sino que
desnudó las bases del poder del oficialismo.
Para
comprender los alcances de dicho diagnóstico hay que verlo en toda su
impudicia. Manejando el Estado y la emisión monetaria a su regalado antojo la
casta kirchnerista podía, al mismo tiempo, "cumplir" su programa de
gobierno, repartir prebendas, ganar mucho dinero y sepultar a la Argentina en
el caos y la pobreza. Bastaba con prometer el cielo, presupuestar déficits,
cubrirlos con deudas y mucha emisión inorgánica, y listo el pastel.
Los
resultados están a la vista: inflación anual de 150%, 40% de la población en la
pobreza, 10% en la indigencia, una deuda externa que supera el 100% del PIB y
una virtual cesación de pagos a proveedores externos e internos.
Este
diagnóstico puso ya de rodillas el poder del kirchnerismo. A ello se sumó un
gobierno corrupto completamente inoperante e incapaz que llegó al extremo que
los primeros mandatarios prácticamente defeccionaron de sus funciones, se
borraron del mapa, dejando a Sergio Massa, el candidato derrotado y ministro de
economía, como virtual presidente de facto. Peor marco y peor escenario,
imposible.
En
Bolivia aún no se ha demostrado un estado tan calamitoso. En parte porque se
eliminó esa práctica nefasta de cobrar nuevos impuestos mediante la inflación
porque la población no la tolera, y en parte debido a que la crítica para
mostrar las debilidades de la gestión económica del régimen adolece de muchas
insuficiencias, llegando al extremo de anticipar devaluaciones e inflación una
y otra vez, sin que ello suceda, o solo de modo muy atenuado. En Bolivia no hay
un diagnóstico claro y rotundo que manejen las fuerzas "libertarias"
porque da la impresión de que no entienden el país o que no les interesa
hacerlo. Luego nos referiremos más ampliamente a este punto.
Pero
vamos más allá de ese gran acierto de Milei con su diagnóstico.
Su idea de la libertad parece sacada de un manual de teoría económica. Es teórica en el sentido más puro y lato del término, no tiene ningún empalme ni entronque con la realidad de ningún país. Es de ahí de donde surge su tono amenazador y temerario porque da la clara impresión de un loco tratando de aterrizar una teoría pura en un cometa desbocado. Muchas de sus propuestas iniciales se enmarcan claramente es estas líneas, situación que lo ha hecho ver como a un desquiciado. La idea de la motosierra o la de reducir el Estado a lo mínimo, vía recortes y austericidio, pintaron un cuadro aún más macabro que el que ya imperaba para el futuro argentino. En estas condiciones Milei no era potable. Domingo Cavallo, el padre de la convertibilidad argentina, llegó a decir hace unos días que Milei habla de “filosofía económica, no de teoría económica vinculada a la historia del país” y que el manejo de la reforma económica deberá dejar en manos de su equipo económico.
Ello
explica a mi juicio que pese a haber ganado claramente las PASO, perdió en
primera vuelta contra el representante de la casta, un resultado absolutamente
bochornoso, aunque no quedó fuera de la contienda. Al final haré una valoración
sobre el papel estratégico que jugó el electorado argentino que a mi juicio fue
fundamental para conseguir el resultado alcanzado.
Villarruel, Milei, Bullrich |
A
estas alturas la intervención del expresidente Macri y la jefa de Juntos por el
Cambio (JxC), Patricia Bullrich, fue determinante, pues ayudó a transformar una
derrota ya casi segura en un gran triunfo.
¿Cuál
fue el valor agregado que aportó Macri? A mi juicio básicamente tres elementos:
morigeración en las propuestas del candidato, apoyo orgánico de un frente
político con estructura y presencia nacional, y votos. Todo ello fue clave para
contrarrestar la furiosa campaña de la casta, centrada en el miedo y la
irracionalidad del candidato y sus abruptos cambios de estado de ánimo, asunto
que empezó a interesar a psicólogos y psiquiatras.
En el marco del pacto de Acassuso, llamado así por la localidad donde se hizo el acuerdo y reside Macri, se comprometió apoyo condicionado a que Milei deje sus propuestas teóricas extremistas y se apreste a tomar en cuentas realidades que el liberalismo ignora, tales como los bienes y servicios públicos o la "path dependence", es decir, las estructuras históricamente conformadas es muy difícil desmontar a corto plazo. La motosierra quedó archivada y la liquidación del Banco Central en veremos, aunque prosigue la idea de la dolarización que considero crucial para evitar el retorno de la casta o cuando menos para evitar que hagan lo que les da la gana si retornaran en algún futuro, pues dolarizar significa perder soberanía monetaria, o sea, perder la posibilidad de utilizar instrumentos monetarios para hacer lo que le dé la gana a la casta y para empobrecer y tiranizar al pueblo. Milei dijo que no hay condicionamientos y que está libre para proseguir con sus propuestas, pero ha quedado claro que no tiene la libertad que se auto asignaba antes de la primera vuelta. Pese a dejar la impresión de perder en el debate ante Massa una semana antes de la segunda vuelta, las encuestas sobre este torneo oral le dieron el triunfo a Milei. Lo que siguió fueron grandes concentraciones en diversas ciudades argentinas que le dieron un gran apoyo, especialmente en Mendoza, Rosario y Córdoba.
El
electorado jugó un papel estratégico ya que fue asignando posiciones y
distribuyendo roles de manera estratégica a los partidos a lo largo de toda la
contienda electoral. Asignó un papel estelar a Milei al darle el triunfo en las
PASO, mientras que en la primera vuelta sacó de la contienda a JxC, puso en
remojo a Milei y le dio el triunfo a Massa, lo que encendió todas las alarmas
que obligaron a Macri y Bullrich a actuar rápidamente. Esas claves fueron
determinantes para el pacto de Acassuso. El resultado es espectacular, mucho
más aun tratándose de un don nadie en la política argentina hace apenas 2 años
atrás.
¿Cuáles
son las semejanzas, diferencias y peligros que es posible advertir entre el
proceso argentino, que le ha dado el poder a un liberal extremista, y lo que se
puede advertir en Bolivia?
Centremos
el análisis en algunos puntos clave.
●Grado
de la crisis: La debacle argentina ya es legendaria, tanto
como la venezolana o la cubana, que además tiene un régimen incapaz de gobernar.
Ese estado extremo no se percibe en Bolivia, no porque no exista, sino porque
gran parte de las facturas del presente están siendo trasladadas al futuro. No
otra cosa significa las estructuras miserables que se han formado en torno a
los extractivismos, el narcotráfico, el contrabando, la corrupción, la
informalidad y un Estado tomado por medio millón de empleados públicos
masistas. Pero todas esas formas de “empleo” no son más que pan para hoy y
hambre y mucha miseria para mañana. Estas son algunas de las cosas que los
liberales bolivianos y diversos analistas no toman en cuenta porque suelen
ajustarse a una colección de indicadores más apropiados para economías que
tienen otras condiciones y estructuras.
●Diagnóstico: El golpe maestro de Milei
fue su diagnóstico. Pulverizó las filas kirchneristas a las que bautizó como
“la casta”, emulando a Podemos de España, un partido que se hallaba en las
antípodas ideológicas de Milei, generando la imagen de un adversario corrupto y
descarado que no estaba dispuesto a abandonar el poder. En el caso de Bolivia
no tenemos un diagnóstico común y compartido sobre las causas de la
problemática imperante, sobre los problemas estructurales que urge enfrentar y
sus retroalimentaciones mutuas. Cada quien tiene una idea distinta, llegando al
extremo que subsisten y conviven respuestas completamente antagónicas, lo que
impide construir un lenguaje común y, por tanto, la unidad y la construcción de
consensos y, mucho menos aún, coincidir en soluciones y trabajar conjuntamente por ellas. En el caso argentino, tener un diagnóstico claro, simple y contundente
fue la clave de la apertura a esta posibilidad de cambio. Ojalá que no se
atraganten con semejante bocado.
●Aliados
orgánicos: El
papel de Macri, Bullrich y JxC fue crucial en diversos aspectos, como ya se
señaló. Eso se basó en algunos valores fundamentales que es preciso destacar.
Por un lado, en el convencimiento que había que reunir todos los esfuerzos para
acabar con el kirchnerismo, lo cual significa consecuencia, perseverancia,
compromiso. A ello se agregó que JxC tiene una maquinaria relativamente bien
aceitada y presente en todo el territorio nacional, no eran unos improvisados,
ni se trataba de un taxi partido. La imagen de ambos, pero especialmente de
Macri, también fue importante para animar a mucha gente a seguir al
expresidente en su apoyo “incondicional” a Milei. Una buena imagen es crucial
en momentos críticos. En Bolivia no se perciben tiendas políticas con una
estructura tan bien consolidada y una dirigencia tan bien posicionada. Tampoco
existen puntos comunes que permitan acuerdos y consensos de amplio espectro.
Desde nuestros orígenes no hemos dejado de ser un conjunto de pueblos
dispersos, un archipiélago de opiniones distintas. La razón: la incapacidad de construir un relato común y compartido de nuestro devenir histórico y de nuestra problemática nacional, situación que ha impedido forjar un lenguaje común, imprescindible también para plantear soluciones compartidas, deseables y posibles.
●Comportamiento
del electorado:
Ya se hizo referencia a este punto. Punto alto al electorado en el caso argentino.
En el caso de Bolivia el panorama es de dispersión, de lealtad incondicional
con el partido de sus preferencias, así sea que el mismo esté sumido en la
corrupción, el saqueo, la cooptación o la impostura. La democracia no puede
funcionar con esta clase de electorado, pues se convierte en una amenaza para
sí mismo o en una cortina de humo. Mientras subsista el voto prebendal,
condicionado, sea en base a chantajes, amenazas o premios, no existe libertad
de elección, lo que conduce a generar mayorías que no son dueñas de sus actos,
sino de sus necesidades, angurrias o presiones. Así no es posible satisfacer el
máximo precepto de la democracia, el “cambio sin violencia”. Bolivia tiene una
deuda inmensa con sus propios procesos de formación, educación, cultura. Nos
pavoneamos hablando de diversidad, pluriculturalidad y semejantes, pero no
manejamos los códigos más básicos del entendimiento humano mutuo. Estamos
hundidos en una educación elemental de pésima calidad, en una pavorosa
estrechez de ideas y conocimientos, en un gran desconocimiento de nuestra
problemática estructural o en discursos de odio. No hemos cultivado el ABC del
entendimiento mutuo, del respeto, del diálogo y el consenso. Tampoco tenemos
estructuras que las hagan posibles. La debacle boliviana, en todos estos
sentidos, es mayor aún que la argentina, sólo que por ahora no sale a relucir,
pero reventará inevitablemente si no actuamos ya.
●Régimen
electoral:
En el caso argentino, pese a algunas dudas y ataques a algunos fundamentos del
régimen electoral, como el robo y rotura de papeletas del partido de Milei (no
existe la papeleta única, multicolor y multi signo en la Argentina) o el
control del conteo, se logró contener los intentos de fraude. Un ejército de
fiscales de mesa, estimado en unos 200000 ciudadanos, logró parar los intentos
de distorsionar la voluntad del soberano. Ese fue otro logro de la alianza
implícita que ya se estableció entre Milei y Macri, gracias a las estructuras
partidarias de ambos frentes. En el caso boliviano estamos en un territorio
infame, ya que podemos decir que las elecciones son sistemáticamente amañadas
gracias a un régimen electoral legal que se ha ocupado de distorsionar
notablemente la voluntad popular. Las mañas utilizadas se basan
mayoritariamente en la desigualdad del voto o falta de proporcionalidad en el
peso de los votos. Eso significa que, debido al diverso tamaño de las
circunscripciones, un desquiciado invento boliviano en materia de geografía
electoral, el peso de unos electores vale mucho más que el de otros, llegando
en los extremos a 1 a 8, pero por lo general a 1 a 3. A ello se agrega el hecho
que en las circunscripciones uninominales se gana con la primera mayoría, lo
cual puede requerir tan sólo un 20% o 30% del total de votos en muchas circunscripciones.
Es mucho más fácil y más barato ganar escaños mientras más partidos participen, ya que
la votación se distribuye entre ellos, pero gana la fuerza con más presencia,
sólo que requiere menos votos. La prueba es que casi todos los diputados
uninominales e indígenas son acaparados por el MAS gracias a esa mezcla de
desproporcionalidad y falta de unidad de la oposición. Sólo con estos dos
instrumentos legales el MAS ya puede asegurarse los triunfos que quiera en el
2025 y también en el 2050, ininterrumpidamente. Los instrumentos de que dispone
el MAS para cosechar nuevos “triunfos” son muchos más, ignorados
sistemáticamente por la oposición política. El voto consigna, la manipulación
de padrón electoral, el rediseño de las circunscripciones uninominales, la posibilidad
de trasladar legalmente a electores de una circunscripción electoral a otra sin que
cambien de domicilio realmente y de montar otros fraudes monumentales con ayuda
de mexicanos y quien sea, siguen siendo otros “instrumentos” masistas a su
disposición.
●Voluntad de unidad: En el caso argentino es notable que tan sólo se presentaron a las elecciones 5 frentes políticos, 2 con mínima incidencia política. Los pequeños lo hicieron como un acto testimonial, los otros porque tenían las condiciones para enfrentar el proceso electoral con posibilidades de éxito. En el curso mismo de la contienda electoral ya se forjó una alianza implícita entre los partidos de oposición para enfrentar al oficialismo en la fase final. Tampoco lograron ponerse de acuerdo desde el vamos en torno a un candidato común, pues dejaron que sea la fuerza de la contienda electoral la que les vaya asignando roles y posiciones. Lo notable en este caso es que actuaron de acuerdo a las posiciones que les fue asignando el electorado en cada momento. En el caso de Bolivia las condiciones son muy distintas. No sólo porque las votaciones que ha alcanzado el masismo en los últimos 20 años han sido históricamente superiores a lo acontecido en el pasado, excepto en tiempos del MNR en que se daban triunfos iguales o aún mayores, sino porque el promedio de partidos que se ha presentado a las elecciones ha sido mayor, pese a no tener una estructura nacional y en algunos casos sin siquiera tener una propuesta propia de programa. Resulta muy difícil entender a qué apuntan estos mini partidos que sólo se inflan en las vísperas de unas elecciones y luego hibernan durante los siguientes 5 años, si es que acaso llegan a presentarse nuevamente, lo que sucede rara vez, ya que usualmente pierden hasta su personería jurídica por “exceso” de votos. Lo que sale a relucir en todo ello es la falta de unidad. Todos se creen elegidos por alguna fuerza misteriosa y juran que se hallan en el corazón de las preferencias ciudadanas.
Ni
idea de dónde sacarán semejantes ocurrencias, si no tienen presencia
territorial, no conocen razonablemente la problemática nacional y tampoco
conocen todas las artimañas incorporadas en el régimen electoral ni la forma en
que se lo maneja. Al presente ya se anticipan no menos de 5 frentes para las
elecciones del 2025 y se habla ya de 20 nombres. Gracias
a la dispersión de la oposición y a la consiguiente multiplicación de
candidaturas el MAS obtuvo dos tercios de los escaños ya
en más de una elección.
Con esos adversarios, el MAS ya no requiere ni preocuparse. El MAS se vale de unas “rentas electorales”, es decir, de diversas formas retorcidas de ganar el apoyo del electorado, algunas ya descritas anteriormente, así como de marcos legales envenenados y también del fraude, tallado en piedra en el padrón electoral, como ya se ha denunciado reiteradamente. El censo tardío y manipulado impedirá efectuar un 'control estructural' del padrón, circunscripción por circunscripción, en base a la población en edad de votar, y sólo permitirá una comprobación póstuma de la “transparencia” del padrón, ya que es de esperarse que los guarismos de ambos registros coincidirán milimétricamente, lo cual no será más que otra forma de hacerse la burla del soberano y hacer escarnio de la democracia (ver: Las rentas electorales del MAS).
Conclusión
El
triunfo de Milei ha obedecido a una dinámica muy propia de la Argentina que ha
logrado movilizar a todas sus fuerzas vivas para enfrentar la actual debacle,
pese a las múltiples dudas que deja el frente elegido. Este resultado es sin
duda loable porque ha primado la idea de la solución por la vía de la unidad,
dejando para el camino ver cómo se arreglan las cargas que sin duda no serán
pocas, ni menores, sino duras y muchas, pero creo que los argentinos han
elegido con sabiduría, pues vale mucho más un final con susto que un susto sin
final que es lo que el kirchnerismo y la casta mafiosa tenían para ofrecer al
sufrido y trajinado pueblo argentino.
En
el caso boliviano, esta contrastación con la experiencia argentina pone en
evidencia una multitud de vacíos que tenemos instalados en nuestra geografía
política, electoral y cultural. Las diferencias sustanciales tienen que ver con
el grado y la medida en que unos y otros tienen consciencia sobre la magnitud
de la debacle que viven, la calidad de los frentes políticos que salieron al
frente, la seriedad del régimen electoral que tienen, el comportamiento del
electorado y la voluntad de unidad imperante. A todo ello aún habría que
agregar otro elemento, sobre el cual aún no tenemos elementos de juicio
suficientes: ¿qué pretenden hacer los liberales bolivianos?, ¿creen que todavía
hay espacio para impulsar el liberalismo en Bolivia donde ya todo parece hallarse
en remate o se rifa y chauchita a discreción. Algunas respuestas preliminares
ya se han ido manifestando. Muestran que existe un gran desconocimiento de la
realidad el país y sus estructuras. Pero ésta será materia de otras reflexiones
cuando tengamos más elementos de juicio en un próximo futuro.