Carlos Rodrigo Zapata C. [1]
Grecia se ha convertido en las pasadas semanas súbitamente en el corazón
de un huracán de incontenible fuerza, cuyo poder de transformación va creciendo
a medida que el mundo va comprendiendo todo lo que nuevamente está en juego en
el Ágora griego, lugar donde se establecieron en tiempos remotos las claves del
mundo occidental.
Para unos, Grecia aparece ahora como el patito feo europeo, como el
paradigma de la irresponsabilidad, que solo puede encontrar alguna salida
plausible si se le brinda la ayuda indispensable, aunque sujeta a una
diversidad de condiciones, como si dichas condiciones funcionaran y los otros socios
de la Eurozona se hallaran convenientemente a salvo.
Para otros, nada es lo que parece ser, pues todo lo que llegamos a ver
con nuestros azorados ojos termina siendo exactamente lo contrario, lo cual recién
podremos comprobar plenamente cuando caiga el telón al final de esta presentación
tan desgarradora.
El
marco actual
A fin de disponerse a presenciar esta obra, es necesario contar con
algunos elementos de partida. Lo primero es señalar que Grecia tiene al
presente una deuda externa que ronda los 320.000 millones de euros y que dicha
deuda equivale al 180% de su PIB, el segundo país relativamente más endeudado
del mundo después de Japón, y el 16avo por el monto total de su deuda, ya que
antes que Grecia se hallan Estados Unidos, Japón, China, 7 países europeos
(Alemania, Italia, Francia, Reino Unido, España, Holanda, Bélgica), India,
Canadá, Australia, México y Brasil. La deuda total de estos países alcanza la
astronómica suma de 41 billones de Euros (una cifra con 14 dígitos), monto que
triplica la deuda de los Estados Unidos, el país más endeudado del mundo. Los
restantes 163 países del mundo con información disponible tienen una deuda
total de 5,8 billones, es decir, la séptima parte de los países súper
endeudados.[2]
No obstante, la dimensión del drama griego empieza a comprenderse mejor
cuando se sabe que aproximadamente la mitad de su actual deuda externa se ha
generado desde el inicio de la crisis financiera internacional en 2008, que
gran parte de esa deuda adicional ha servido para pagar a los acreedores, muy
en particular a la banca europea, por lo que no ha podido emplearse en
inversiones en Grecia, sea para acrecentar el gasto social o para mejoras en
infraestructura. ¿Cómo puede sintetizarse mejor los resultados de la política
impuesta hasta ahora por la Troika (Comisión Europea, el Banco Central Europeo
y el Fondo Monetario Internacional)? Grecia tiene ahora mucho más deudas que al
inicio de la crisis, el PIB del país ha caído en 30% en este periodo y la tasa
de desocupación supera el 25% del total de la fuerza de trabajo y el 60% de la
de los jóvenes. Por otro lado, se estima que la deuda griega no debería superar
el 75% de su PIB como para que pueda ser gobernable, muy inferior al 180%
actual. Peores resultados, imposible.
Un segundo cuadro de esta representación nos muestra el resultado de las
recientes elecciones griegas, en las que se impuso el frente de izquierda Syriza
encabezado por Alexis Tsipras, frente a formaciones políticas de derecha y de
corte neonazi. Este frente no ha logrado la mayoría absoluta de los votos, por
lo que ha requerido establecer una coalición de gobierno, suscrita con un
partido de la derecha del espectro político griego. Este nuevo gobierno es
portador de muchas esperanzas para el pueblo griego que vive seguramente una de
las crisis más agudas de su historia.
La
negociación
Un tercer cuadro se abre con una escena en la que se puede ver a la
delegación del nuevo gobierno griego, encabezada por su ministro de finanzas,
Yanis Varoufakis, en plena negociación con los ministros de finanzas de países europeos
pertenecientes a la zona del Euro y algunos funcionarios de la Comisión Europea,
a los que se han sumado representantes del BCE y el FMI, que en conjunto constituyen
una suerte de Eurogrupo ampliado. La negociación es dura, en la que se trata de
imponer la continuidad del mismo curso de ajuste y austeridad ya practicado por
años, como si éste hubiera servido de algo hasta el presente.
Veamos algunos momentos de esta escena. La delegación griega continua
haciendo esfuerzos para evitar las imposiciones del Eurogrupo, para lo cual
admite que “hasta en un 70%” comparte los acuerdos previos ya establecidos, los
que de todas maneras deben ser rápidamente implementados. En relación al resto
de acuerdos, el Eurogrupo acepta que sea Grecia quien proponga las reformas y
políticas a implementar, siempre que no se aparten del rígido cerco de
condiciones que el programa de ajuste y austeridad le ha impuesto a Grecia.[3]
Los resultados de la negociación van aproximándose a su fin: la lógica
de los programas de ajuste y austeridad cede en algunos puntos, especialmente
relacionados con el empleo, y se ratifica que los griegos presenten una lista
de reformas a aplicarse en dicho marco. Se otorga un nuevo plazo de 4 meses
para definir en detalle el alcance de dichas reformas a las que Grecia deberá
atenerse en el futuro para hacer frente a su descomunal deuda externa. Por lo
que va advirtiéndose, dicho plazo no es más que una pajuela para seguir
respirando bajo el agua.
Para comprender mejor la trascendencia de estas negociaciones es
necesario separar el componente duro e inflexible de las mismas, que comprende
las medidas de ajuste estructural y austeridad, del componente flexible y más
innovador que la delegación griega logra arrebatar a la contraparte europea: la
lista de reformas a aplicar, formulada y propuesta por la delegación griega.
En la lista presentada [4] se ha
puesto el énfasis en la construcción de un nuevo estado, así como en medidas
que apuntan a controlar la corrupción, mejorar la recaudación de impuestos,
desburocratizar el país, controlar el contrabando, pero también a incrementar
el salario mínimo sin afectar la competitividad del país, todos ingredientes
que bien caben en el menú de cualquier ajuste de corte neoliberal impuesto
primordialmente por el FMI. No obstante, junto con estas líneas de acción,
también se ha previsto introducir la renta básica en determinados segmentos de
la población (relacionados con los sectores próximos a jubilarse), desarrollar
un programa humanitario y sentar las bases para poder aplicar mayores impuestos
a los más ricos.[5] Al ver esta
lista, da la impresión que el nuevo gobierno intentará aprovechar en su favor
todo resquicio que ha podido lograr en el marco de las extremas condiciones en
que les toca operar.[6] Si al menos
este camino garantizará de alguna manera una salida de la crisis de
endeudamiento….
Las
restricciones imperantes
Lo primero que puede advertirse es que toda la negociación, incluyendo
las concesiones alcanzadas, parten del supuesto que una efectiva y eficaz
implementación de las medidas acordadas tendría que proveer la llave para salir
de la crisis de endeudamiento, devolviéndole a Grecia la posibilidad de manejar
su deuda externa adecuadamente, como dicen que lo están logrando otros países,
como Portugal e Irlanda. Prueba de que es un supuesto y ni siquiera
expresamente explicitado, es que Varoufakis se refirió en una entrevista
realizada después de la negociación, a la necesidad de reducir o condonar la
deuda griega, lo cual disparó las alarmas en todo el grupo negociador. Luego se
aclaró que Varoufakis solo se estaba anticipando a lo que tendría que acontecer
4 meses más tarde, pero las preocupaciones habían retornado nuevamente. Buena
parte de las percepciones distintas acerca del alcance de los acuerdos logrados,
debe atribuirse a lo que el mismo Varoufakis ha bautizado como “ambigüedades
creativas”, una táctica consistente en no llamar a las cosas por su nombre, a
fin de ganar en la interpretación algunos grados de libertad.
Más allá de ello, también es oportuno señalar que ni la Troika ni el
Eurogrupo tienen un menú de opciones para ayudar a Grecia a enfrentar su crisis
de endeudamiento, como se pudo ver en el caso de la crisis de la deuda
latinoamericana en los años 80, cuando se logró aplicar diversas medidas para
atenuar su impacto. No obstante, las deudas latinoamericanas nunca alcanzaron
entonces el tamaño sideral que ahora tiene la deuda griega, por lo que ese menú
de opciones pierde buena parte de su eficacia para este caso.
Pero, cómo poder valorar si las negociaciones fueron por la mejor vía
posible o si la vía elegida realmente es plausible y prometedora. Las quejas de
la delegación griega en sentido que el Eurogrupo se atiene a reglas rígidas y
no quiere discutir sobre asuntos macroeconómicos, es muy sintomático al
respecto.[7] Queda la
clara impresión que los negociadores del Eurogrupo, no han tomado suficientemente
en cuenta el contexto económico actual en que se encuentran Grecia y la Eurozona
e incluso el estado mismo de la ciencia económica.[8] Este punto es clave, pues sin considerar ello,
podría dar la impresión que la vía que va tomando Grecia promete arrojar un
resultado plausible y que, si se atiene a los acuerdos alcanzados, podría
lograr salir de su crisis de endeudamiento, así sea en un siglo o más. En este
punto es indispensable tomar en cuenta algunas opiniones y considerar otros
criterios.
Como Thomas Piketty, autor de El
Capital en el Siglo XXI, ha hecho notar, varios países europeos han pagado
su deuda externa en el período de posguerra gracias a la inflación y la
condonación de sus deudas, mientras que Gran Bretaña en el siglo XIX sería el
único caso conocido de un país que pagó cada centavo que recibió, pero demoró
un siglo en hacerlo. No obstante, incluso este caso excepcional resulta hoy
inimaginable, ya que entonces no existían tantas restricciones como las que hoy
pueden advertirse y están acosando a Grecia, y por cierto a los otros países altamente
endeudados de la Eurozona, en un grado y dimensión descomunal.
¿Cuáles son esas restricciones? Hoy el nivel de crecimiento económico en Europa se halla en niveles muy
bajos, permanentemente próximos a la recesión o en depresión como es el caso de
Grecia. ¿Cómo se puede pagar deudas con tasas nulas e incluso negativas de
crecimiento -como es lo que ha venido aconteciendo en Grecia en los últimos
cinco años- es un misterio, excepto que se piense en reducir gastos, eliminar
puestos de trabajo, prosiguiendo con un austericidio despiadado, que es también
lo que ha venido aconteciendo en Grecia.
A ello se añade el hecho que la tasa
de inflación se aproxima peligrosamente al cero por ciento, al punto
que la preocupación mayor ya es la
deflación, es decir, una caída continua y acelerada de los precios,
situación que haría completamente ingobernable la economía, ya que muchos
contratos se establecen sobre el supuesto que la inflación es positiva, aunque
baja.[9] Sin un
cierto grado de inflación y, peor aún, con la amenaza de la deflación, no es
posible imaginar nuevas inversiones, pues todo ello es señal de inestabilidad,
de saturación e incluso de capacidades instaladas subempleadas.
A estos tres problemas se añade el de las tasas de interés que bordean el cero por ciento, lo cual
muestra que ni con dinero sin costo financiero es posible activar el motor
económico, al punto que una de las preocupaciones mayores de los poseedores de
ahorros radica en qué invertir, ya que la gama de opciones satisfactorias se ha
reducido notablemente. Incluso el BCE ha destacado sus dificultades de
encontrar alternativas de inversión, como se puede apreciar en su informe de enero de 2015 cuando tomó la decisión de iniciar un
billonario programa de compra de bonos estatales. Por lo visto, los incentivos
para ahorrar han decaído significativamente, lo cual puede prolongar y acentuar
la crisis aún mucho más.
Como si todo ello fuera poco, además está el riesgo país, es decir, una tasa de interés extraordinaria
o adicional que deben pagar los países más riesgosos respecto de aquella que
paga el país con la menor tasa por colocar sus propios bonos soberanos en el
mercado. En el caso de Grecia, dicha tasa ha llegado temporalmente a superar el
20%, lo cual es simple y llanamente una opción de financiamiento imposible.
Grecia está de facto fuera del mercado financiero privado internacional, pues
esas tasas de interés hacen completamente imposible que pueda pagar su deuda en
los plazos que sean. Las tasas adicionales que debe pagar Grecia han variado
según el plazo requerido y el grado de agitación existente en el mercado, pero
en términos generales Grecia debe pagar un 10% adicional a la tasa que paga el
país con la mejor solvencia. La existencia de esas tasas diferenciales a su vez
es interpretada como prueba que el euro ya no funge como una moneda verdadera [10],
sino tan solo como un acuerdo para establecer determinados tipos de cambio fijo
entre los países, como sucedió en ocasión de la unificación alemana.[11]
Pero con los puntos señalados, aún no concluyen todas las restricciones
a las que Grecia se halla expuesto actualmente. Joseph Stiglitz, Premio Nobel
de Economía, ha señalado hace ya varios años que el drama europeo está
íntimamente relacionado con la pérdida
de soberanía monetaria por parte de los estados nacionales europeos,
razón por la que ya no tienen esta opción para poder reaccionar frente a la
coyuntura. [12] En Europa solo cuenta el ser eficiente, acrecentar las deudas
exponencialmente o someterse a unos procesos de austeridad tajantes, pues
salvavidas tales como la inflación, la devaluación o la emisión monetaria, que
pueden ayudar a reaccionar con cierta flexibilidad en periodos críticos, han
sido eliminados del repertorio de artilugios económicos en el diseño de la
Eurozona.
Para graficar más la tragedia griega, podríamos decir que lo que el Eurogrupo
le exige a Grecia es que se invente los medios y los recursos para obtener los
fondos que le permitan pagar la deuda, pese a que por ahora está impedido de
aprovechar todos los medios señalados, como el crecimiento económico, las bajas
tasas de interés y la inflación, a que tampoco puede hacer frente a la
deflación por su cuenta o liberarse de las tasas adicionales por el riesgo país, y que además
no tiene derecho a usar una moneda propia. Es como pedirle a un atleta
desnutrido que gane una maratón amarrado de los pies y sujeto a las exigencias
de unos jueces implacables. Digamos que es imposible!
Citando nuevamente a Piketty, da la impresión que Europa no está
dispuesta a reconocer sus errores, [13] pero por lo visto tampoco su propia historia (como es el caso de las
condonaciones de las deudas de distintos países), a lo que añado, y hasta
parece no tomar en cuenta el más común de todos los sentidos: evitar que crezca
la cuenta del desastre, que es la regla más elemental para una gestión de
riesgos coherente. Procurando anticiparse a eventuales evoluciones,
Paul Krugman, Premio Nobel de Economía, se ha referido recientemente al “valor
teórico” de la deuda, que “en este momento es una cifra más o menos arbitraria”
y que “incide poco en el monto que nadie espera que pague Grecia”.[14] Decir todo ello de una deuda de 320.000 millones de
Euros es prácticamente haberla desahuciado.
El tiempo apremia, pero a estas alturas queda claro que mucho más que
tiempo, lo que se requiere es cambiar algunas reglas de juego, sin lo cual no
habrá una solución gobernable y sostenible. Las circunstancias y los argumentos
le dan la razón a Grecia. Europa debe ponerse a la altura de sus miembros,
mucho más en los momentos actuales.
Conclusiones
Por todo lo señalado, puede advertirse que Europa atraviesa una fase muy
crítica de su evolución, donde se pueden apreciar corrientes profundamente
confrontadas, al punto que una sigue apoyándose en la austeridad y el ajuste, y
la otra destaca primordialmente el crecimiento, aunque sin desconocer la
necesidad de una gestión más ajustada.
Como consecuencia de esta confrontación, en Europa se habla de una
abierta lucha de clases, donde el capital, es decir, los grandes poderes
financieros, se habría propuesto someter al trabajo, imponiendo a los pueblos
deudas descomunales.[15] Una de las
líneas para lograr este cometido, radica en hacer inviable cualquier esquema o
propuesta que no se ajuste a sus propias directrices. Por ello, la emergencia
de Syriza en Grecia (y ahora de Podemos en España) es vista con preocupación,
al punto que puede advertirse mucho interés en que dichas formaciones políticas
que están intentando cambiar el mapa de las determinaciones políticas y
económicas en Europa, fracasen en sus cometidos.
¿Por qué es importante que Grecia fracase? Para que se crea y se piense
que Grecia optó por la salida equivocada, para evitar que pueda servir de
ejemplo, para que no se escudriñe otras salidas, pero también para encubrir la
imposibilidad de una salida por la vía que actualmente, de modo tan tozudo, se
sigue impulsando.
Pero si se quiere que Grecia fracase, ¿por qué le permiten que siga
sobreviviendo, le dan esperanzas, extienden la vigencia de los acuerdos
establecidos, etc.? Por una simple razón: porque de otro modo los poderosos
aparecerían como los culpables. Está meridianamente claro que Grecia no podrá
pagar su deuda externa, porque la vía que les obligan a transitar a los griegos
-eso del “submarino” es apenas un chiste, más preciso sería pensar en el corredor de la
muerte- los llevará indefectiblemente al desastre. [16]
Entonces, ¿qué le queda a Grecia? ¿Capitular, continuar con el
austericidio hasta el final o qué? No le queda otro camino que encarar un proceso
de cambio profundo de gran envergadura, una revolución en el sentido más
ambicioso y a la vez más urgente del término, que ante todo ponga al sector
financiero bajo control. Frente a un callejón sin salida, no puede haber otro
escape que el cambio profundo. En qué medida los griegos están conscientes de
ello y las instituciones europeas están dispuestas a asumir ese cambio, eso es
lo que deberá resolverse en los próximos tiempos. El tiempo trabaja a favor de
Grecia, pues pronto podrían caer otros países en el mismo callejón griego y,
por lo que puede advertirse, se trataría de jugadores más grandes, con deudas más
pesadas y que aún no han iniciado ese proceso de organización de la acción
colectiva nacional orientada al cambio, como es el que lleva adelante Grecia de
la mano de Syriza. Por lo visto hasta aquí, Grecia solo es el ensayo general,
luego vendrán las verdaderas batallas.
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NOTAS
1 Economista, analista político.
2 Deuda Pública http://www.datosmacro.com/deuda
3 Varoufakis highlights battle between rules and macroeconomics at the
euro group table
5 Tomas Hirst, El gobierno griego
se revela como una izquierda moderna anunciando en su lista de reformas un
esquema de Renta Básica incondicional garantizada http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=7772
6 Zacharias
Zacharakis. Griechenland
Tsipras beendet die Demütigung http://www.zeit.de/wirtschaft/2015-02/griechenland-europaeische-union-reformen-liste-athen-kommentar
8 Frances
Coppola, El fracaso de la macroeconomía http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=7790
9 Sara Zinnecker. Deflation. Die Angst vor
sinkenden Preisen http://www.handelsblatt.com/finanzen/anlagestrategie/trends/deflation-die-angst-vor-sinkenden-preisen/11416648.html
10 Jean Pisani-Ferry The Costs of
Grexit http://www.project-syndicate.org/commentary/grexit-costs-eurozone-by-jean-pisani-ferry-2015-02#cGsY9bsD2q5wZfcv.99
11 Establecer la tasa de conversión entre marcos de Alemania occidental y
marcos de Alemania oriental constituyó el punto clave del proceso de
reunificación, ya que definió la tasa de cambio a aplicarse en la economía, y
según opinión común, dicha tasa fue más política que económica.
12 Ver, J Siglitz, Una narrativa griega sobre moralidad,
http://www.project-syndicate.org/commentary/greece-eurozone-austerity-reform-by-joseph-e--stiglitz-2015-02/spanish
14 Paul Krugman, What Greece Won http://www.nytimes.com/2015/02/27/opinion/paul-krugman-what-greece-won.html?_r=0
15 Sharmini Peries Con quién está negociando exactamente Varoufakis, y cuál
es la estrategia del gobierno de Syriza. Entrevista a Michael Hudson http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=7770
16 James K. Galbraith Frente a las interesadas (o incompetentes)
interpretaciones de los medios de comunicación dominantes: la lectura correcta
del pacto griego http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=7771
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GRECIA, CAPÍTULO 2 DE SU ODISEA [Julio, 2015]
El artículo anterior de hace ya más de 3 años se concentró en la primera
fase de la negociación que entablaron Grecia y la Troika (Comisión Europea, el
Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional), comandada por el
Eurogrupo. El resultado ya es ampliamente conocido: Grecia convocó a un
plebiscito para contar con la aprobación de la sociedad griega, y el resultado
fue que ganó el NO, como expresión de un pueblo que no está dispuesto a perder
su dignidad. Pero también es conocida la reacción: El Eurogrupo no tuvo ningún
inconveniente es hacer caso omiso del resultado del plebiscito griego e impuso
el conjunto de condiciones más leoninas y salvajes que es posible imaginar:
simplemente sometieron a Grecia a la pena de seguir caminando rumbo al cadalso,
hasta que en algún punto del trayecto caiga desfallecido. Esta etapa de la
Odisea concluyó en julio de 2015.
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GRECIA, CAPÍTULO 3 DE SU ODISEA [Junio, 2018]
Carlos Rodrigo Zapata C.
El nuevo capítulo continua en el punto en que bombásticamente se
anuncia que Grecia logró superar todos los escollos y finalmente quedó libre de
las exigencias e imposiciones de la Troika. A fin de ilustrar sobre aspectos
del acuerdo, adjunto un artículo de Vanis Varoufakis, "Otro ejemplo de la ceguera de Europa", quien en su momento fue uno
de los actores cruciales de toda esa negociación, y que hoy nos advierte sobre
cómo es apropiado interpretar el resultado: dicho en breve, seguir camino al
cadalso, con una leve sombrilla.
La pregunta que se hace el mundo político es por las razones del acuerdo que
no resuelve la crisis, por la forma altisonante de anunciarla, por la aceptación
del mismo por parte de Grecia. La respuesta es que tendría mucho que ver con la
actual crisis migratoria y con el papel que se espera endilgarle a Grecia para
frenar las "oleadas" de migrantes desesperados por llegar a Europa
continental.
El tiempo dirá su última palabra. Lo único cierto por ahora es que a la
crisis aún no resuelta de Grecia, se ha sumado la de Italia y lo que
posiblemente es peor aún, la emergencia ya indisimulable de expresiones
populistas neofascistas en prácticamente todos los países de Europa, con marcado
énfasis en los países de Europa del Este, sometidos por décadas al poder soviético,
y aquellos otros países que se sienten en desventaja en el marco de la Unión Europea.
Más allá del drama económico que viven los griegos, las crecientes
corrientes migratorias dirigidas a Europa han puesto en evidencia la fragilidad
y superficialidad de los acuerdos y compromisos de la "Unión"
Europea. La carrera por desentenderse de responder a la inmensa crisis
humanitaria, desatada por la erupción simultánea de varias guerras y frentes en
conflicto en Oriente Medio, pero también en el norte de África, ha catapultado
esas corrientes neofascistas que no solo construyen muros en sus fronteras,
sino bloquean sus puertos y se niegan a asumir compromisos de todo orden en
materia de atención a los migrantes.
En lugar de reducir los problemas, resolverlos, admitir la realidad de
deudas impagables, los problemas se van acumulando en Europa, la de los
desentendidos.
Esperamos y deseamos que los cambios que deberán darse próximamente en los
gremios que conducen la Unión Europea permitan un aire más liviano, más
propicio para el cambio, pero sobre todo para el sentido común.
Europa y el mundo lo requieren con urgencia, especialmente en tiempos de un
Trump, el elefante en vitrina de porcelanas.