Carlos Rodrigo Zapata C. (*)
Los resultados finales del Censo 2012
nos han afectado fuertemente, ya que indican que el municipio/ciudad de La Paz
habría perdido 28.676 habitantes, al pasar de 793.293 habitantes registrados en
el Censo 2001 a 764.617 habitantes en el Censo 2012. Dicha cifra resulta aún
más insólita, toda vez que las proyecciones poblacionales (tomadas del INE) nos
situaban en los 840.209 habitantes
ya para el año 2010. Ello significaría que la pérdida total de población
alcanzaría cuando menos a los 75.592 habitantes. No debemos
olvidar que estamos hablando de la evolución de la población en un lapso de 11
años, por lo que es necesario considerar lo acontecido en dicho periodo. Ello
implica tomar en cuenta la gran cantidad de compatriotas que salió hacia el
2002, principalmente a EEUU, y luego hacia el 2006, principalmente a
España. Por supuesto que estos
movimientos migratorios también han afectado al municipio/ciudad de La Paz.
Podríamos quedarnos en la idea que es
inconcebible que una ciudad sede de gobierno pueda perder población, por lo que
el Censo 2012 estaría errado, dedicándonos a continuación a especular en torno
a toda clase de manipulaciones que se habrían urdido contra La Paz, y eso en
medio de su pretensión de ser erigida como una de las “ciudades maravilla” del
orbe, o como nos dice el ex presidente Carlos Mesa: “Lo que se discute es que
La Paz es la única capital de departamento en la historia censal que ha
decrecido de población” (Twitter). Lamentablemente
en el país se ha ido tejiendo toda clase de recelos y dudas, al punto que ya no
resulta inimaginable pensar que puede tratarse de un ardid para tratar de debilitar
al adversario político.
Más allá de la interpretación que
pueda darse a estos resultados, lo que propone este artículo es reflexionar
sobre las causas o factores que contribuyen a explicar la pérdida de población del municipio/ciudad de La Paz en los últimos 11
años. Esta reflexión es más provechosa que quedarnos petrificados ante los
datos del Censo 2012. La pregunta a esclarecer no debe limitarse al resultado
del Censo 2012, sino debe incluir la población proyectada. ¿Dónde están, por
qué se fueron esos más de 75 mil habitantes en los pasados 11 años?
Para encarar esta tarea de modo breve,
es necesario aclarar que un censo de población es una instantánea de la magnitud
y características de una población en un día determinado. Esa foto es un
registro del momento en que se tomó la misma, ni más ni menos, por lo que
resulta imposible repetir el Censo como para demostrar que el mismo estaba
equivocado, ya que con seguridad obtendremos otros resultados, dependiendo de
los factores que puedan incidir en dicho comportamiento. La dinámica migratoria
en Bolivia -tanto interna como externa- es intensa y exhibe comportamientos muy
diversos, por lo que no deberían extrañar dichos cambios, más aún cuando
co-actúan diversas presiones e incentivos para cambiar de jurisdicción.
Partiendo de estas consideraciones,
identificaremos algunos factores que han contribuido en diversa magnitud a
explicar los movimientos migratorios que están incidiendo en la pérdida de
población de la ciudad de La Paz en los pasados 11 años.
Balance poblacional = Crecimiento vegetativo + saldo migratorio
Para analizar el tema que nos ocupa,
empleamos como marco referencial los indicadores demográficos que explican el
balance poblacional, el que a su vez se deriva del crecimiento vegetativo y el saldo
migratorio.
Mientras que las tasas de natalidad y mortalidad determinan el crecimiento vegetativo, las tasas de emigración y de inmigración definen el saldo migratorio. El resultado combinado de dichas tasas explica la variación en la población. Si una ciudad pierde población, ello puede deberse a que la tasa de mortalidad supera a la de natalidad, mientras que la tasa de emigración es mayor que la de inmigración o una combinación de todas ellas, todo ello en un momento determinado comparado con un periodo anterior. De ahí que nuestras pesquisas deberán concentrarse inicialmente en las tasas señaladas.
Mientras que las tasas de natalidad y mortalidad determinan el crecimiento vegetativo, las tasas de emigración y de inmigración definen el saldo migratorio. El resultado combinado de dichas tasas explica la variación en la población. Si una ciudad pierde población, ello puede deberse a que la tasa de mortalidad supera a la de natalidad, mientras que la tasa de emigración es mayor que la de inmigración o una combinación de todas ellas, todo ello en un momento determinado comparado con un periodo anterior. De ahí que nuestras pesquisas deberán concentrarse inicialmente en las tasas señaladas.
Natalidad. Es
posible percibir una caída significativa en la cantidad de hijos nacidos vivos
por mujer, lo cual ha reducido el número de hijos por familia de 3-4 a 2-3
hijos. Nos estamos achicando. Los datos oficiales del Censo 2012 sobre esta
temática aún no han sido publicados, por
lo que se hace referencia a la tendencia observada en los últimos años. De
todos modos, las proyecciones del CELADE, el INE y otras encuestas muestran
esta transición claramente.
Mortalidad. Por
una mayor cobertura en servicios de salud y mayor información por parte de la
población, puede advertirse que la tasa de mortalidad también cae. Los datos
del Censo 2012 a publicarse nos darán más luces al respecto. No obstante, puede
advertirse que no tenemos la impresión que la mortalidad actual sea mayor que
ayer o que acontezca a edades más jóvenes que antes, por lo que el factor que
estaría regulando el ritmo y la velocidad con que varía el crecimiento
vegetativo de la ciudad de La Paz es dado por la natalidad. Ello significaría
que no tenemos un decrecimiento vegetativo, pero si tenemos menos descendencia
y–lo que también es muy probable- que la que tenemos está naciendo parcialmente
fuera de nuestra ciudad. Pero este punto ya corresponde al balance migratorio.
En suma, el crecimiento vegetativo es
relativamente lento, ya que las tasas de natalidad estarían disminuyendo a
ritmos más acelerados que las tasas de mortalidad. De ahí que buena parte del
balance poblacional final depende del saldo migratorio, es decir, de la
diferencia entre inmigrantes y emigrantes, en lo que nos concentramos a
continuación.
Inmigración.
La Paz como punto de encuentro de la bolivianidad y como sede de gobierno tiene
una proporción significativa de población inmigrante por razones de trabajo
(tanto la población transeúnte, como es la población procedente de El Alto,
como la flotante proveniente del interior del país, de carácter relativamente
temporal). En el 2012, el 15% de los pobladores de la ciudad/municipio de La
Paz había nacido en otro lugar. Ello no significa que trabajar en La Paz sea
sinónimo de casarse en La Paz, tener hijos, pagar impuestos o hacerse censar en
La Paz. Cada uno de esos y otros comportamiento en nuestro medio puede tener
respuestas muy distintas, y de hecho las tienen. De esta reflexión podemos
extraer una conclusión: trabajar en La Paz, no implica asumir un compromiso de
vida más pleno, integral o íntimo con La Paz. O, por decirlo de otro modo: con
La Paz, hasta por ahí nomás. Pregunta: ¿Es así, por qué?.
Seguimos sin ser una ciudad atractiva para nuestros propios connacionales que vienen, viven un tiempo entre nosotros y luego muchos de ellos retornan a sus lares, sin que se haya construido lazos más estables y permanentes. Pero habría que indagar también en torno a esas otras corrientes inmigratorias que históricamente han sido sumamente parcas o escasas en nuestro medio, especialmente si comparamos con el Oriente boliviano: las corrientes inmigratorias del exterior del país que, por lo visto, tampoco logramos retener ni atraer. ¿La Paz, como oportunidades pasajeras de empleo, pero poco atractiva para vivir y sentar sus reales en ella?.
Seguimos sin ser una ciudad atractiva para nuestros propios connacionales que vienen, viven un tiempo entre nosotros y luego muchos de ellos retornan a sus lares, sin que se haya construido lazos más estables y permanentes. Pero habría que indagar también en torno a esas otras corrientes inmigratorias que históricamente han sido sumamente parcas o escasas en nuestro medio, especialmente si comparamos con el Oriente boliviano: las corrientes inmigratorias del exterior del país que, por lo visto, tampoco logramos retener ni atraer. ¿La Paz, como oportunidades pasajeras de empleo, pero poco atractiva para vivir y sentar sus reales en ella?.
Emigración.
A los factores anteriores se agregan otros. Según el Censo 2012, el
departamento de La Paz pierde población que va a radicar al exterior (un total
de 94.632 hab.). Si suponemos conservadoramente que La Paz (municipio/ciudad) pierde
población en la misma proporción que su peso poblacional en el departamento
(que es del 28% de la población departamental: 0,76/2,7mill.), entonces
tendríamos que admitir que 26.736 paceños del municipio/ciudad de La Paz (resultante
de 94.632 hab*28%) se habrían ido a vivir al exterior. Sólo este factor ya explicaría parte de la reducción poblacional de la
ciudad de La Paz en los últimos 11 años.
A partir de los elementos de análisis
que hemos expuesto, las variables críticas que debe analizar La Paz son
principalmente las emigraciones y las inmigraciones. Mientras que la natalidad
y mortalidad construyen lentamente la base poblacional, los movimientos
migratorios son más dinámicos y erráticos, por lo que en poco tiempo pueden
alterar o destruir dicha base poblacional significativamente, razón por la que es indispensable cuidar
dichos movimientos migratorios que a su vez explican en mayor proporción las
causas y razones del comportamiento poblacional observado en la Paz.
Cuáles son las causas o razones de
dichos comportamientos, por qué no logramos revertirlos, qué factores están
concurriendo para generar el comportamiento demográfico observado, son algunas
de las preguntas que requerimos esclarecer a fin de identificar problemas que
no hemos tenido en cuenta en el pasado. Sin ese autoexamen, sin una
introspección sobre nosotros mismos, será muy difícil que podamos identificar los
factores que debemos tener en cuenta, mucho menos las respuestas y soluciones
que requerimos para revertir procesos posiblemente poco gratos que debemos
enfrentar. Pero sigamos adelante.
Factores que afectan el balance poblacional de La Paz
A continuación presentamos una gama de
factores que están actuando en la base de los movimientos migratorios, los que
no podrían explicarse razonablemente sin tener en cuenta dichos factores.
Límites municipales. La población radicada en el municipio/ciudad de La Paz vive un tira y afloje diario en sus áreas limítrofes, simplemente porque no hay una definición de ellos. No hay día que pase sin que esta guerrilla sorda y subterránea no sea tema o salga a relucir. Justamente en las áreas donde La Paz requeriría expandirse es donde los municipios vecinos le plantan a diario una feroz batalla. No debe olvidarse que el municipio de La Paz, al dividirse del municipio de El Alto, ya perdió una importante posibilidad de expansión. En este marco, se puede percibir varias guerras simultáneas, sea por recursos naturales (suelos, primordialmente), ingresos de coparticipación, por inversiones o por servicios. Por supuesto que en ese ambiente se siembra el caos, florece la discordia y se cosechan enemistades, pues se hallan presentes todos los ingredientes de una bomba que explota a diario. Sin duda alguna, la falta de definición de límites, está contribuyendo a debilitar al municipio/ciudad de La Paz que cada vez pierde más el control de su propio espacio por todas esas formas de mantener subvertido el orden, lo cual deriva en una asignación antojadiza de población a las jurisdicciones de los municipios en disputa.
Cartografía
defectuosa. Como consecuencia de este grave desorden y
por la existencia de cartografía incompleta o desactualizada se habría producido
una asignación irregular de población, de tal modo que población que pertenecería
al municipio de La Paz, habría sido asignada a municipios colindantes. Sin
duda, este factor es el uno de los más críticos y que más puede cuestionar los
resultados del Censo, aunque no por ello desaparecen o pierden importancia otros
factores causales que explican la pérdida de población en el municipio/ciudad
de La Paz.
Retorno de
los “residentes”. En los medios de comunicación se ha
registrado ampliamente la presión ejercida sobre los “residentes” (curioso
eufemismo para designar a aquellas personas que son oriundas de comunidades
rurales, pero que ya no residen en ellas, sino en una urbe, en este caso, en la
ciudad de La Paz) para que retornen a sus respectivas comunidades a “hacerse
censar”, ya que de ello depende la distribución de los recursos de
coparticipación tributaria que les permiten a los municipios financiar sus
gastos e inversiones. La información sobre la imposibilidad de encontrar
pasajes para viajar al interior en los días previos al censo, así como noticias
ocasionales de carpas y campamentos que se habrían erigido para albergar a la
población retornante que respondía así al “llamado de la tierra”, dan cuenta de
dicho extremo (ver: http://reyquibolivia.blogspot.com/2012/11/la-gente-respondio-al-censo-2012-pero.html).
Qué cantidad de personas dejó la ciudad para hacerse censar en sus comunidades
o ciudades de origen, es sin duda un tema de investigación interesante, que en
parte a futuro se podría subsanar si se instalan en el país oficinas de
empadronamiento en cada centro poblado. El hecho que es posible señalar es que
ha habido población residente en la ciudad de La Paz que ha “emigrado”
temporalmente a sus respectivas localidades por razones censales, lo cual ha
ocasionado una cierta reducción de su población.
Distribución
anacrónica de recursos per cápita. Un anacronismo heredado desde los
inicios mismos del proceso de participación popular se refiere a la
distribución de recursos de coparticipación tributaria en base al número de
habitantes de cada jurisdicción municipal, generando toda clase de
distorsiones, entre ellas, la de dar la espalda a la jurisdicción en la que
viven, trabajan, atienden su salud, envían a sus niños a la escuela, etc., todo
con el fin de apoyar interesadamente a sus propias comunidades, ya que en el
común de los casos los “residentes” tienen determinadas obligaciones, pero también
conservan algunas propiedades en sus comunidades de origen. El hecho de usar el
registro censal para redistribuir los recursos de coparticipación tributaria,
ya originó en el pasado movimientos poblacionales significativos en torno al
día del censo. Basta recordar las amenazas del ex alcalde Paredes en El Alto
en ocasión del Censo 2001 para asegurar la lealtad de los pobladores con la jurisdicción que les provee
diversos servicios (Ver: http://www.bolpress.com/art.php?Cod=10000;
http://www.bolivia.com/Especiales/censo2001/boletin.asp).
En el Censo 2012 es probable que dichos movimientos poblacionales se hayan
acentuado, particularmente por el hecho que la coparticipación ha mostrado ser la
única fuente de recursos para muchos municipios, que tienen una recaudación
nula o muy baja de recursos propios.
Insuficientes
oportunidades de empleo. La ciudad de La Paz se caracteriza
por el empleo en los sectores público y comercial principalmente, con empleo
formal predominante en el primer caso e informal en el segundo. En los últimos
años también ha crecido el empleo en el sector de la construcción que
históricamente es cíclico e inestable, aunque al presente goza de un boom de
varios años. El problema del empleo en La Paz es que existen muchas micro y
pequeñas empresas, escasamente generadoras de empleo y con baja remuneración.
Las empresas medianas y grandes son relativamente escasas, por lo que la
generación de empleo es limitada. No existen políticas de generación de empleo
ni en el sector público ni privado, y tampoco existen políticas de formación de
la mano de obra centradas en los jóvenes. Todos estos aspectos limitan en gran
manera las posibilidades de retener y mucho más de atraer a nuevos grupos
poblacionales.
Falta de
política de construcción del área metropolitana. El
municipio de La Paz no tiene una política clara en materia de construcción del
área metropolitana. Por lo que se puede apreciar, los municipios vecinos a la
ciudad de La Paz (particularmente los que se hallan en su flanco sur, Mecapaca,
Palca y Achocalla) aún no han logrado identificar su lugar, su rol, su función
en el marco del área metropolitana paceña, que también incluye las ciudades de
El Alto y Viacha (y los más atrevidos, la extienden hasta el Lago Titicaca). La
falta de identificación de funciones que puede desempeñar cada municipio en el área
metropolitana y de definición de servicios que es posible esperar de ella (incluyendo
sus áreas urbana y rural) constituye el factor crítico que impide establecer
acuerdos para construir dicha región. En este marco puede advertirse que la
ciudad de La Paz –sin ser el único actor responsable en el tema metropolitano- contribuye
a mantener el conflicto limítrofe, ya que sin visiones compartidas no pueden
emerger propósitos comunes.
Problemas
urbanos. En este acápite de problemas urbanos se deben mencionar varios
problemas de gran impacto. Posiblemente el mayor de todos se refiere al costo
de la propiedad, a los precios de los predios urbanos y el costo de la
vivienda. Comparado con otras ciudades del país, dichos costos son
elevadísimos, imposibles de pagar para mucha gente. Por cierto que ello está
relacionado con la falta de terrenos aptos y áreas de expansión, lo que explica
uno de los deportes preferidos (y
obligados) de los paceños: aplanar cerros. Seguramente que ni el impulsor de la
fundación de La Paz (Pedro de la Gasca), ni los frailes franciscanos que
seleccionaron el sitio, se imaginaron que 465 años más tarde nos hallaríamos
inmersos en dichas ocupaciones. A ello
debe agregarse los costos administrativos de perfeccionamiento de los derechos
propietarios, una de las calamidades del país y de la ciudad de La Paz. La
falta de políticas de ordenamiento territorial y planificación urbana, de
gestión del derecho a la ciudad, de provisión de espacios para vivienda social,
etc. ensombrecen todo el horizonte, pues ya es posible imaginarse con gran
precisión que estos asuntos tomarán mucho tiempo en cambiar. La suma de falencias
y omisiones a través del tiempo en materia de ocupación territorial y
organización del espacio público es muy grande. A ello se suma el caos en el
transporte público, que se ha convertido en permanente conflicto y controversia.
Todos estos aspectos por cierto que desalientan la permanencia en la ciudad de
La Paz. Sería importante establecer la magnitud de movimientos poblacionales
ocasionados por estos factores.
Democracia
oligárquica. Una de las herencias de la democracia
pactada de los primeros 20 años a partir del retorno a la democracia ha
consistido en trozar el universo electoral en multitud de circunscripciones de
todo tamaño, llegando a producir el caso paradójico en democracia que el voto
de un ciudadano ubicado en una circunscripción electoral puede valer 50 a 100 veces
el voto de otro ciudadano ubicado en otra circunscripción, no tratándose de minorías.
De ese modo se ha confiscado el poder del voto a la mayoría, por lo que una
minoría de votos puede lograr una mayoría parlamentaria. El caso del
departamento de La Paz es patético, pues dicho departamento tenía el 2001 tanta
población como Chuquisaca, Oruro, Potosí, Tarija, Beni y Pando, pero cuenta con
tan sólo el 40% de los parlamentarios que la Constitución y las presiones
políticas les han asignado a dichos departamentos. Ese desequilibrio conduce a
un desbalance entre la población y sus posibilidades de decisión. Sin duda que
este es otro factor que influye en el “voto con los pies”, una expresión
metafórica de Ch. Tiebout que muestra que cuando no se puede tomar decisiones
en base al voto, se opta por cambiar de jurisdicción y desplazarse a aquella que
mejor responda a las expectativas de la población.
Marchas y
bloqueos. La ciudad de La Paz se ha convertido en el
epicentro de la conflictividad nacional, ya que en ella recalan de uno u otro
modo gran parte de las demandas y conflictos nacionales. Los costos que
ocasionan dichos paros, bloqueos y marchas no han sido cifrados aún, pero sin
duda insumen una parte significativa de los recursos paceños y nacionales. El
monitoreo diario de los conflictos nos muestra que cerca del 30% de todos los
conflictos registrados en el país acontecen o se manifiestan en la sede de gobierno.
Sin duda que ello ocasiona un alto grado de tensión y estrés, al punto que los
paceños se repliegan cada vez más en su intención de protestar y quejarse ante
semejante descalabro diario. La tesis de Albert Hirschman sobre “voz, salida y
lealtad” señalaría que en La Paz se reduce la protesta y la lealtad a la
ciudad, y aumenta la salida, es decir, la emigración y la apatía. El cúmulo de factores que
complota para producir ese resultado es cada vez mayor. ¿Podríamos realmente
sorprendernos que la ciudad de La Paz pierda población?
Falta de políticas
de atracción. ¿Alguna vez nos hemos preguntado qué hacemos
para facilitar la permanencia y la integración de los migrantes temporales
(sean funcionarios o migrantes en busca de oportunidades) en nuestra ciudad?
No, que yo sepa. Si bien nos caracterizamos por ser bastante cosmopolitas,
receptivos y no discriminadores, por otro lado somos poco interesados en la
vida y asuntos de los demás. Si ni siquiera intentamos estrechar lazos con el
área rural que nos circunda –sea por la vía del turismo, de la cultura, de
aprovechar la diversidad- cómo habríamos de interesarnos por compatriotas
venidos de rincones más alejados. No conozco programas, proyectos, iniciativas
que se orienten a facilitar las labores de la población rural, que es la que al
final de cuentas nos proporciona buena parte de nuestros alimentos. Nos falta
mucho de cultura territorial, de capacidad de confraternizar, de ejercer un
espíritu más activo, más interesado en los demás. Un ejemplo de ello es nuestra indiferencia para organizar programas de acogida de nuestros emigrantes necesitados de retornar. Ni teniendo a todos los órganos públicos, dependencias, embajadas, organismos internacionales que tenemos -que son casi todos los que existen en el país- logramos establecer una política de recepción a nuestros hermanos que por las circunstancias adversas de nuestro país y de nuestra ciudad tuvieron que buscar otros rumbos. O sea, acumulamos desventajas y no utilizamos las ventajas que podemos movilizar a nuestro favor. El desinterés nos tiene cercados y ni siquiera nos percatamos de ello. ¿Y pretendemos rasgarnos las vestiduras cuando nos informan que hemos perdido veintitantos mil habitantes, cuando fácilmente podemos dar cuenta de haber perdido muchos más?
Incidencia de los factores en el comportamiento demográfico.
Buena parte de los factores señalados
alienta la emigración y desalienta la inmigración. En qué magnitud, es sin duda
un asunto que debe ser estudiado con mayor detalle y profundidad, ya que se
constituyen en factores que están trastocando nuestra vida y las perspectivas
de futuro cierto en nuestro municipio.
Algunos de dichos factores se han desarrollado a lo largo de mucho tiempo, otros son creados por fuerzas coyunturales, unos son de cuño nacional y otros tienen el sello de producción local. Independientemente de cuál sea su origen, y quién o qué constelación de actores sea responsable de su emergencia y pervivencia, lo cierto del caso es que se requieren políticas y acciones concertadas para hacerles frente y superarlas en los menores plazos posibles. La ciudad de La Paz sin duda que merece figurar entre las ciudades más maravillosas, sorprendentes y llamativas del Orbe por su topografía, su emplazamiento, su historia, su belleza escénica y paisajística, pero no por todo el cúmulo de factores mencionados que minan y complotan contra su desarrollo.
No podría haber resultado más nefasto
que quedarnos mirándonos el ombligo y suponer que todo lo acontecido es obra
del Censo 2012 y de una gran tramoya montada
contra La Paz. Por lo visto, aunque de modo rápido e incluso superficial,
existe un cúmulo de factores que no desparecerán sólo por pensar que son obra
del adversario político. Es tiempo de hacernos cargo de La Paz todos los
paceños, de enfrentar sus problemas, no sus traumas, tampoco sus intrigas, menos
sus alaridos.
La finalidad de esta reflexión apunta
a ponernos a pensar de modo muy serio y sistemático en la magnitud de los
factores que están oscureciendo la transparencia de nuestro aire, nublando nuestro cielo estrellado y opacando nuestro
futuro. A partir de ello, debemos construir políticas públicas de gran alcance
y proyección, capaces de resolver esta problemática y embarcarnos a todos en
perspectivas de futuro más promisorias.
(*) Economista, paceño, independiente.