30 septiembre 2013

La Paz pierde población. ¿Por qué?


Carlos Rodrigo Zapata C. (*)

Los resultados finales del Censo 2012 nos han afectado fuertemente, ya que indican que el municipio/ciudad de La Paz habría perdido 28.676 habitantes, al pasar de 793.293 habitantes registrados en el Censo 2001 a 764.617 habitantes en el Censo 2012. Dicha cifra resulta aún más insólita, toda vez que las proyecciones poblacionales (tomadas del INE) nos situaban en los 840.209 habitantes ya para el año 2010. Ello significaría que la pérdida total de población alcanzaría cuando menos a los 75.592 habitantes. No debemos olvidar que estamos hablando de la evolución de la población en un lapso de 11 años, por lo que es necesario considerar lo acontecido en dicho periodo. Ello implica tomar en cuenta la gran cantidad de compatriotas que salió hacia el 2002, principalmente a EEUU, y luego hacia el 2006, principalmente a España. Por supuesto que estos movimientos migratorios también han afectado al municipio/ciudad de La Paz.
La Paz - Puentes trillizos


Podríamos quedarnos en la idea que es inconcebible que una ciudad sede de gobierno pueda perder población, por lo que el Censo 2012 estaría errado, dedicándonos a continuación a especular en torno a toda clase de manipulaciones que se habrían urdido contra La Paz, y eso en medio de su pretensión de ser erigida como una de las “ciudades maravilla” del orbe, o como nos dice el ex presidente Carlos Mesa: “Lo que se discute es que La Paz es la única capital de departamento en la historia censal que ha decrecido de población” (Twitter).  Lamentablemente en el país se ha ido tejiendo toda clase de recelos y dudas, al punto que ya no resulta inimaginable pensar que puede tratarse de un ardid para tratar de debilitar al adversario político.

Más allá de la interpretación que pueda darse a estos resultados, lo que propone este artículo es reflexionar sobre las causas o factores que contribuyen a explicar la pérdida de población del  municipio/ciudad de La Paz en los últimos 11 años. Esta reflexión es más provechosa que quedarnos petrificados ante los datos del Censo 2012. La pregunta a esclarecer no debe limitarse al resultado del Censo 2012, sino debe incluir la población proyectada. ¿Dónde están, por qué se fueron esos más de 75 mil habitantes en los pasados 11 años?

Para encarar esta tarea de modo breve, es necesario aclarar que un censo de población es una instantánea de la magnitud y características de una población en un día determinado. Esa foto es un registro del momento en que se tomó la misma, ni más ni menos, por lo que resulta imposible repetir el Censo como para demostrar que el mismo estaba equivocado, ya que con seguridad obtendremos otros resultados, dependiendo de los factores que puedan incidir en dicho comportamiento. La dinámica migratoria en Bolivia -tanto interna como externa- es intensa y exhibe comportamientos muy diversos, por lo que no deberían extrañar dichos cambios, más aún cuando co-actúan diversas presiones e incentivos para cambiar de jurisdicción.

Partiendo de estas consideraciones, identificaremos algunos factores que han contribuido en diversa magnitud a explicar los movimientos migratorios que están incidiendo en la pérdida de población de la ciudad de La Paz en los pasados 11 años.

Balance poblacional = Crecimiento vegetativo + saldo migratorio

Para analizar el tema que nos ocupa, empleamos como marco referencial los indicadores demográficos que explican el balance poblacional, el que a su vez se deriva del crecimiento vegetativo y el saldo migratorio.

Mientras que las tasas de natalidad y mortalidad determinan el crecimiento vegetativo, las tasas de emigración y de inmigración definen el saldo migratorio. El resultado combinado de dichas tasas explica la variación en la población. Si una ciudad pierde población, ello puede deberse a que la tasa de mortalidad supera a la de natalidad, mientras que la tasa de emigración es mayor que la de inmigración o una combinación de todas ellas, todo ello en un momento determinado comparado con un periodo anterior. De ahí que nuestras pesquisas deberán concentrarse inicialmente en las tasas señaladas.

Natalidad. Es posible percibir una caída significativa en la cantidad de hijos nacidos vivos por mujer, lo cual ha reducido el número de hijos por familia de 3-4 a 2-3 hijos. Nos estamos achicando. Los datos oficiales del Censo 2012 sobre esta temática aún no han sido publicados,  por lo que se hace referencia a la tendencia observada en los últimos años. De todos modos, las proyecciones del CELADE, el INE y otras encuestas muestran esta transición claramente.

Mortalidad. Por una mayor cobertura en servicios de salud y mayor información por parte de la población, puede advertirse que la tasa de mortalidad también cae. Los datos del Censo 2012 a publicarse nos darán más luces al respecto. No obstante, puede advertirse que no tenemos la impresión que la mortalidad actual sea mayor que ayer o que acontezca a edades más jóvenes que antes, por lo que el factor que estaría regulando el ritmo y la velocidad con que varía el crecimiento vegetativo de la ciudad de La Paz es dado por la natalidad. Ello significaría que no tenemos un decrecimiento vegetativo, pero si tenemos menos descendencia y–lo que también es muy probable- que la que tenemos está naciendo parcialmente fuera de nuestra ciudad. Pero este punto ya corresponde al balance migratorio.

En suma, el crecimiento vegetativo es relativamente lento, ya que las tasas de natalidad estarían disminuyendo a ritmos más acelerados que las tasas de mortalidad. De ahí que buena parte del balance poblacional final depende del saldo migratorio, es decir, de la diferencia entre inmigrantes y emigrantes, en lo que nos concentramos a continuación.

Inmigración. La Paz como punto de encuentro de la bolivianidad y como sede de gobierno tiene una proporción significativa de población inmigrante por razones de trabajo (tanto la población transeúnte, como es la población procedente de El Alto, como la flotante proveniente del interior del país, de carácter relativamente temporal). En el 2012, el 15% de los pobladores de la ciudad/municipio de La Paz había nacido en otro lugar. Ello no significa que trabajar en La Paz sea sinónimo de casarse en La Paz, tener hijos, pagar impuestos o hacerse censar en La Paz. Cada uno de esos y otros comportamiento en nuestro medio puede tener respuestas muy distintas, y de hecho las tienen. De esta reflexión podemos extraer una conclusión: trabajar en La Paz, no implica asumir un compromiso de vida más pleno, integral o íntimo con La Paz. O, por decirlo de otro modo: con La Paz, hasta por ahí nomás. Pregunta: ¿Es así, por qué?.

Seguimos sin ser una ciudad atractiva para nuestros propios connacionales que vienen, viven un tiempo entre nosotros y luego muchos de ellos retornan a sus lares, sin que se haya construido lazos más estables y permanentes. Pero habría que indagar también en torno a esas otras corrientes inmigratorias que históricamente han sido sumamente parcas o escasas en nuestro medio, especialmente si comparamos con el Oriente boliviano: las corrientes inmigratorias del exterior del país que, por lo visto, tampoco logramos retener ni atraer. ¿La Paz, como oportunidades pasajeras de empleo, pero poco atractiva para vivir y sentar sus reales en ella?.

Emigración. A los factores anteriores se agregan otros. Según el Censo 2012, el departamento de La Paz pierde población que va a radicar al exterior (un total de 94.632 hab.). Si suponemos conservadoramente que La Paz (municipio/ciudad) pierde población en la misma proporción que su peso poblacional en el departamento (que es del 28% de la población departamental: 0,76/2,7mill.), entonces tendríamos que admitir que 26.736 paceños del municipio/ciudad de La Paz (resultante de 94.632 hab*28%) se habrían ido a vivir al exterior.  Sólo este factor ya explicaría  parte de la reducción poblacional de la ciudad de La Paz en los últimos 11 años.

A partir de los elementos de análisis que hemos expuesto, las variables críticas que debe analizar La Paz son principalmente las emigraciones y las inmigraciones. Mientras que la natalidad y mortalidad construyen lentamente la base poblacional, los movimientos migratorios son más dinámicos y erráticos, por lo que en poco tiempo pueden alterar o destruir dicha base poblacional significativamente, razón por la que es indispensable cuidar dichos movimientos migratorios que a su vez explican en mayor proporción las causas y razones del comportamiento poblacional observado en la Paz.

Cuáles son las causas o razones de dichos comportamientos, por qué no logramos revertirlos, qué factores están concurriendo para generar el comportamiento demográfico observado, son algunas de las preguntas que requerimos esclarecer a fin de identificar problemas que no hemos tenido en cuenta en el pasado. Sin ese autoexamen, sin una introspección sobre nosotros mismos, será muy difícil que podamos identificar los factores que debemos tener en cuenta, mucho menos las respuestas y soluciones que requerimos para revertir procesos posiblemente poco gratos que debemos enfrentar. Pero sigamos adelante. 

Factores que afectan el balance poblacional de La Paz

A continuación presentamos una gama de factores que están actuando en la base de los movimientos migratorios, los que no podrían explicarse razonablemente sin tener en cuenta dichos factores.

Límites municipales. La población radicada en el municipio/ciudad de La Paz vive un tira y afloje diario en sus áreas limítrofes, simplemente porque no hay una definición de ellos. No hay día que pase sin que esta guerrilla sorda y subterránea no sea tema o salga a relucir. Justamente en las áreas donde La Paz requeriría expandirse es donde los municipios vecinos le plantan a diario una feroz batalla. No debe olvidarse que el municipio de La Paz, al dividirse del municipio de El Alto, ya perdió una importante posibilidad de expansión. En este marco, se puede percibir varias guerras simultáneas, sea por recursos naturales (suelos, primordialmente), ingresos de coparticipación, por inversiones o por servicios. Por supuesto que en ese ambiente se siembra el caos, florece la discordia y se cosechan enemistades, pues se hallan presentes todos los ingredientes de una bomba que explota a diario. Sin duda alguna, la falta de definición de límites, está contribuyendo a debilitar al municipio/ciudad de La Paz que cada vez pierde más el control de su propio espacio por todas esas formas de mantener subvertido el orden, lo cual deriva en una asignación antojadiza de población a las jurisdicciones de los municipios en disputa.

Cartografía defectuosa. Como consecuencia de este grave desorden y por la existencia de cartografía incompleta o desactualizada se habría producido una asignación irregular de población, de tal modo que población que pertenecería al municipio de La Paz, habría sido asignada a municipios colindantes. Sin duda, este factor es el uno de los más críticos y que más puede cuestionar los resultados del Censo, aunque no por ello desaparecen o pierden importancia otros factores causales que explican la pérdida de población en el municipio/ciudad de La Paz.

Retorno de los “residentes”. En los medios de comunicación se ha registrado ampliamente la presión ejercida sobre los “residentes” (curioso eufemismo para designar a aquellas personas que son oriundas de comunidades rurales, pero que ya no residen en ellas, sino en una urbe, en este caso, en la ciudad de La Paz) para que retornen a sus respectivas comunidades a “hacerse censar”, ya que de ello depende la distribución de los recursos de coparticipación tributaria que les permiten a los municipios financiar sus gastos e inversiones. La información sobre la imposibilidad de encontrar pasajes para viajar al interior en los días previos al censo, así como noticias ocasionales de carpas y campamentos que se habrían erigido para albergar a la población retornante que respondía así al “llamado de la tierra”, dan cuenta de dicho extremo (ver: http://reyquibolivia.blogspot.com/2012/11/la-gente-respondio-al-censo-2012-pero.html). Qué cantidad de personas dejó la ciudad para hacerse censar en sus comunidades o ciudades de origen, es sin duda un tema de investigación interesante, que en parte a futuro se podría subsanar si se instalan en el país oficinas de empadronamiento en cada centro poblado. El hecho que es posible señalar es que ha habido población residente en la ciudad de La Paz que ha “emigrado” temporalmente a sus respectivas localidades por razones censales, lo cual ha ocasionado una cierta reducción de su población.
 
Distribución anacrónica de recursos per cápita. Un anacronismo heredado desde los inicios mismos del proceso de participación popular se refiere a la distribución de recursos de coparticipación tributaria en base al número de habitantes de cada jurisdicción municipal, generando toda clase de distorsiones, entre ellas, la de dar la espalda a la jurisdicción en la que viven, trabajan, atienden su salud, envían a sus niños a la escuela, etc., todo con el fin de apoyar interesadamente a sus propias comunidades, ya que en el común de los casos los “residentes” tienen determinadas obligaciones, pero también conservan algunas propiedades en sus comunidades de origen. El hecho de usar el registro censal para redistribuir los recursos de coparticipación tributaria, ya originó en el pasado movimientos poblacionales significativos en torno al día del censo. Basta recordar las amenazas del ex alcalde Paredes en El Alto en ocasión del Censo 2001 para asegurar la lealtad de los pobladores con la jurisdicción que les provee diversos servicios (Ver: http://www.bolpress.com/art.php?Cod=10000; http://www.bolivia.com/Especiales/censo2001/boletin.asp). En el Censo 2012 es probable que dichos movimientos poblacionales se hayan acentuado, particularmente por el hecho que la coparticipación ha mostrado ser la única fuente de recursos para muchos municipios, que tienen una recaudación nula o muy baja de recursos propios. 

Insuficientes oportunidades de empleo. La ciudad de La Paz se caracteriza por el empleo en los sectores público y comercial principalmente, con empleo formal predominante en el primer caso e informal en el segundo. En los últimos años también ha crecido el empleo en el sector de la construcción que históricamente es cíclico e inestable, aunque al presente goza de un boom de varios años. El problema del empleo en La Paz es que existen muchas micro y pequeñas empresas, escasamente generadoras de empleo y con baja remuneración. Las empresas medianas y grandes son relativamente escasas, por lo que la generación de empleo es limitada. No existen políticas de generación de empleo ni en el sector público ni privado, y tampoco existen políticas de formación de la mano de obra centradas en los jóvenes. Todos estos aspectos limitan en gran manera las posibilidades de retener y mucho más de atraer a nuevos grupos poblacionales.

Falta de política de construcción del área metropolitana. El municipio de La Paz no tiene una política clara en materia de construcción del área metropolitana. Por lo que se puede apreciar, los municipios vecinos a la ciudad de La Paz (particularmente los que se hallan en su flanco sur, Mecapaca, Palca y Achocalla) aún no han logrado identificar su lugar, su rol, su función en el marco del área metropolitana paceña, que también incluye las ciudades de El Alto y Viacha (y los más atrevidos, la extienden hasta el Lago Titicaca). La falta de identificación de funciones que puede desempeñar cada municipio en el área metropolitana y de definición de servicios que es posible esperar de ella (incluyendo sus áreas urbana y rural) constituye el factor crítico que impide establecer acuerdos para construir dicha región. En este marco puede advertirse que la ciudad de La Paz –sin ser el único actor responsable en el tema metropolitano- contribuye a mantener el conflicto limítrofe, ya que sin visiones compartidas no pueden emerger propósitos comunes. 

Problemas urbanos. En este acápite de problemas urbanos se deben mencionar varios problemas de gran impacto. Posiblemente el mayor de todos se refiere al costo de la propiedad, a los precios de los predios urbanos y el costo de la vivienda. Comparado con otras ciudades del país, dichos costos son elevadísimos, imposibles de pagar para mucha gente. Por cierto que ello está relacionado con la falta de terrenos aptos y áreas de expansión, lo que explica uno  de los deportes preferidos (y obligados) de los paceños: aplanar cerros. Seguramente que ni el impulsor de la fundación de La Paz (Pedro de la Gasca), ni los frailes franciscanos que seleccionaron el sitio, se imaginaron que 465 años más tarde nos hallaríamos inmersos en dichas ocupaciones.  A ello debe agregarse los costos administrativos de perfeccionamiento de los derechos propietarios, una de las calamidades del país y de la ciudad de La Paz. La falta de políticas de ordenamiento territorial y planificación urbana, de gestión del derecho a la ciudad, de provisión de espacios para vivienda social, etc. ensombrecen todo el horizonte, pues ya es posible imaginarse con gran precisión que estos asuntos tomarán mucho tiempo en cambiar. La suma de falencias y omisiones a través del tiempo en materia de ocupación territorial y organización del espacio público es muy grande. A ello se suma el caos en el transporte público, que se ha convertido en permanente conflicto y controversia. Todos estos aspectos por cierto que desalientan la permanencia en la ciudad de La Paz. Sería importante establecer la magnitud de movimientos poblacionales ocasionados por estos factores.

Democracia oligárquica. Una de las herencias de la democracia pactada de los primeros 20 años a partir del retorno a la democracia ha consistido en trozar el universo electoral en multitud de circunscripciones de todo tamaño, llegando a producir el caso paradójico en democracia que el voto de un ciudadano ubicado en una circunscripción electoral puede valer 50 a 100 veces el voto de otro ciudadano ubicado en otra circunscripción, no tratándose de minorías. De ese modo se ha confiscado el poder del voto a la mayoría, por lo que una minoría de votos puede lograr una mayoría parlamentaria. El caso del departamento de La Paz es patético, pues dicho departamento tenía el 2001 tanta población como Chuquisaca, Oruro, Potosí, Tarija, Beni y Pando, pero cuenta con tan sólo el 40% de los parlamentarios que la Constitución y las presiones políticas les han asignado a dichos departamentos. Ese desequilibrio conduce a un desbalance entre la población y sus posibilidades de decisión. Sin duda que este es otro factor que influye en el “voto con los pies”, una expresión metafórica de Ch. Tiebout que muestra que cuando no se puede tomar decisiones en base al voto, se opta por cambiar de jurisdicción y desplazarse a aquella que mejor responda a las expectativas de la población.

Marchas y bloqueos. La ciudad de La Paz se ha convertido en el epicentro de la conflictividad nacional, ya que en ella recalan de uno u otro modo gran parte de las demandas y conflictos nacionales. Los costos que ocasionan dichos paros, bloqueos y marchas no han sido cifrados aún, pero sin duda insumen una parte significativa de los recursos paceños y nacionales. El monitoreo diario de los conflictos nos muestra que cerca del 30% de todos los conflictos registrados en el país acontecen o se manifiestan en la sede de gobierno. Sin duda que ello ocasiona un alto grado de tensión y estrés, al punto que los paceños se repliegan cada vez más en su intención de protestar y quejarse ante semejante descalabro diario. La tesis de Albert Hirschman sobre “voz, salida y lealtad” señalaría que en La Paz se reduce la protesta y la lealtad a la ciudad, y aumenta la salida, es decir, la emigración y la apatía. El cúmulo de factores que complota para producir ese resultado es cada vez mayor. ¿Podríamos realmente sorprendernos que la ciudad de La Paz pierda población?

Falta de políticas de atracción. ¿Alguna vez nos hemos preguntado qué hacemos para facilitar la permanencia y la integración de los migrantes temporales (sean funcionarios o migrantes en busca de oportunidades) en nuestra ciudad? No, que yo sepa. Si bien nos caracterizamos por ser bastante cosmopolitas, receptivos y no discriminadores, por otro lado somos poco interesados en la vida y asuntos de los demás. Si ni siquiera intentamos estrechar lazos con el área rural que nos circunda –sea por la vía del turismo, de la cultura, de aprovechar la diversidad- cómo habríamos de interesarnos por compatriotas venidos de rincones más alejados. No conozco programas, proyectos, iniciativas que se orienten a facilitar las labores de la población rural, que es la que al final de cuentas nos proporciona buena parte de nuestros alimentos. Nos falta mucho de cultura territorial, de capacidad de confraternizar, de ejercer un espíritu más activo, más interesado en los demás. 

Un ejemplo de ello es nuestra indiferencia para organizar programas de acogida de nuestros emigrantes necesitados de retornar. Ni teniendo a todos los órganos públicos, dependencias, embajadas, organismos internacionales que tenemos -que son casi todos los que existen en el país- logramos establecer una política de recepción a nuestros hermanos que por las circunstancias adversas de nuestro país y de nuestra ciudad tuvieron que buscar otros rumbos. O sea, acumulamos desventajas y no utilizamos las ventajas que podemos movilizar a nuestro favor. El desinterés nos tiene cercados y ni siquiera nos percatamos de ello. ¿Y pretendemos rasgarnos las vestiduras cuando nos informan que hemos perdido veintitantos mil habitantes, cuando fácilmente podemos dar cuenta de haber perdido muchos más?

Incidencia de los factores en el comportamiento demográfico.

Buena parte de los factores señalados alienta la emigración y desalienta la inmigración. En qué magnitud, es sin duda un asunto que debe ser estudiado con mayor detalle y profundidad, ya que se constituyen en factores que están trastocando nuestra vida y las perspectivas de futuro cierto en nuestro municipio.

Algunos de dichos factores se han desarrollado a lo largo de mucho tiempo, otros son creados por fuerzas coyunturales, unos son de cuño nacional y otros tienen el sello de producción local. Independientemente de cuál sea su origen, y quién o qué constelación de actores sea responsable de su emergencia y pervivencia, lo cierto del caso es que se requieren políticas y acciones concertadas para hacerles frente y superarlas en los menores plazos posibles. La ciudad de La Paz sin duda que merece figurar entre las ciudades más maravillosas, sorprendentes y llamativas del Orbe por su topografía, su emplazamiento, su historia, su belleza escénica y paisajística, pero no por todo el cúmulo de factores mencionados que minan y complotan contra su desarrollo. 

No podría haber resultado más nefasto que quedarnos mirándonos el ombligo y suponer que todo lo acontecido es obra del Censo 2012 y de una gran tramoya  montada contra La Paz. Por lo visto, aunque de modo rápido e incluso superficial, existe un cúmulo de factores que no desparecerán sólo por pensar que son obra del adversario político. Es tiempo de hacernos cargo de La Paz todos los paceños, de enfrentar sus problemas, no sus traumas, tampoco sus intrigas, menos sus alaridos.

La finalidad de esta reflexión apunta a ponernos a pensar de modo muy serio y sistemático en la magnitud de los factores que están oscureciendo la transparencia de nuestro aire, nublando nuestro cielo estrellado y opacando nuestro futuro. A partir de ello, debemos construir políticas públicas de gran alcance y proyección, capaces de resolver esta problemática y embarcarnos a todos en perspectivas de futuro más promisorias.

(*) Economista, paceño, independiente.

09 septiembre 2013

Democracia: ¿Caballo de Troya contra los pueblos?



Carlos Rodrigo Zapata C. (*)


En los últimos tiempos vemos absortos cómo se atenta contra nuestra fe en la democracia, entendida como “el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”. Esa idea adquiere un trazo cada vez más borroso y bochornoso, pese a lo cual se pretende que continuemos venerando a esa vieja esfinge, como si en toda circunstancia pudiera mantener incólume su brillo de antaño.

Las grandes luchas que se han dado por la democracia en América Latina, Asia, África y ahora en el mundo árabe, no guardan relación alguna ni con su antiguo brillo, ni con lo que efectivamente nos está dando este sistema de gobierno, produciendo un vacío cada vez más profundo y una gran orfandad en materia de organización de los estados y de la acción colectiva de los pueblos. Incluso la trillada frase de Churchill, que “la democracia es la peor forma de gobierno, excepto todas las otras formas que se han probado de tiempo en tiempo”, ya no nos deja ni siquiera la migaja aquella con la que solíamos contentarnos. Lo que vamos viendo con precisión milimétrica es que los grupos de poder de todo el orbe recurren agradecidos a la antigua idea de la democracia, pues comulga con el sentido más íntimo y profundo de convivencia pacífica que abrigan todos los seres humanos en su fuero más íntimo. Ya es tiempo de llamar a las cosas por su nombre.

Los casos que ejemplifican la crisis de la democracia crecen exponencialmente en la medida que se multiplican los afanes de diversas parcialidades (llámense partidos, castas, sectas, camarillas, etc.) por mantenerse en el poder a toda costa, sin dejar de autocalificarse de democráticas.

Veamos algunos de los casos más sonados de los últimos tiempos, digamos mejor, del presente año 2013.

El caso de Egipto con el Sr. Mursi y los Hermanos Musulmanes es sin duda paradigmático, como son los demás. El Sr. Mursi se hizo elegir a la presidencia con el voto popular prometiendo un gobierno para todos, superando resistencias atávicas del resto de la sociedad egipcia. No obstante, tan pronto se posicionó en el poder, el Tribunal Constitucional declaró ilegal la composición de la Asamblea Constituyente que había elaborado la Carta Magna, con el resultado que los Hermanos Musulmanes ya no fueron vistos por una parte considerable de la sociedad egipcia como una representación aceptable, digna de confiar. Mursi creyó que su mayoría era un cheque en blanco para hacer lo que se le antojaba. No contó con que el verdadero poder de la sociedad egipcia seguía radicando en los militares que dieron un golpe brutal y sangriento, y no contentos con ello, liberaron al Sr. Mubarak  de su temporal encierro, quien permaneció 30 años en el poder (mediante referéndums y elecciones), pese a que hacía tiempo se había convertido en un tirano electoralmente aceptado.

El caso de Turquía muestra a un Presidente que se cree con poderes omnímodos sobre la población para dictar e imponer su criterio (“este Estado no es su juguete", Erdogan), como si no existiera una sociedad con derechos y propuestas de construir un orden participativo y democrático. Las manifestaciones en la plaza Taksim en Estambul (ocasionadas por la imposición gubernamental de construir un centro comercial en un área –el parque Gezi- que la población local prefería destinar a recreación pública) no sólo fueron creciendo en intensidad y masividad, sino que empezaron a ser imitadas en otras partes del país, incluyendo nuevas demandas, siendo común a dichas manifestaciones la exigencia de democracia y apertura. La continua represión al pueblo turco permitió reconocer plenamente las verdaderas aristas del sistema de gobierno imperante en la península turca, ya que en el límite, en el extremo, podemos descubrir el carácter, el modo de comportamiento realmente existente. El Sr. Erdogan cuenta con el respaldo de la OTAN que lo considera un aliado indispensable, como también era valorado Mubarak en Egipto.

También podemos ver actitudes y comportamientos similares a lo largo y ancho de nuestra América y la del Norte. El caso de Obama y Siria es ejemplar de la crisis de la democracia. Obama señaló en su anuncio de atacar a Siria sine die que él podía tomar esa decisión sin necesidad de autorización congresal, pero que esperaría esa autorización en aras del interés nacional. Aunque mostró su magnanimidad al no emplear de inmediato los poderes que le confieren sus leyes, no tomó en cuenta a la comunidad internacional, a las Naciones Unidades y al Consejo de Seguridad, todo en aras de la seguridad nacional. El Sr. Kerry, su Ministro de Exteriores, reiteró esa potestad de Obama por ser el comandante supremo de las fuerzas armadas norteamericanas. Así la democracia se va perfilando cada vez más como el producto y resultado de decisiones de carácter autoritario. La suerte de Siria depende de la voluntad de Obama, mientras que todo proceso democrático institucional -nacional e internacional- puede quedarse a la vera del camino. ¡Qué sistemas de gobiernos tan flexibles y moldeables los que nos gastamos!

En Colombia, Venezuela, Ecuador, Chile, Bolivia, por mencionar sólo un conjunto de casos en nuestro continente, observamos de igual modo una serie de decisiones de autoritarias que forman la base de decisiones electorales que de cuando en cuando se les permite tomar a los pueblos. Este sistema democrático, llamado unas veces despotismo ilustrado (“todo para el pueblo pero sin el pueblo”) y otras, simplemente oclocracia (“el peor de todos los sistemas políticos”, Polibio) ha conducido a la democracia al hazmerreir de la historia, pues ya no es chicha ni limonada, sino exactamente todo lo contrario.

Recuerdo a un profesor que se empeñaba en explicarnos la importancia de la continuidad de los gobernantes eficientes. Posiblemente no se imaginó que abrir el candado de la reelección conduciría a desatar toda suerte de efluvios de poder, dedicándose en adelante los gobernantes de turno, sean eficientes o no, a estudiar e implementar las mil y una formas de perpetuarse en el poder.

Por ello, por ser útil y oportuno para reflejar las tendencias actuales de la democracia en el mundo, es pertinente redefinir la democracia como el conjunto de decisiones autoritarias que sirven de fundamento para la toma ocasional de decisiones electorales. De este modo, las decisiones electorales son degradadas a la condición de sainetes de un drama, donde en algún momento le toca al “pueblo” salir al escenario a gritar a coro el nombre de su nuevo salvador. 

Este es el modo en que todo pueblo -una vez que recupera plenamente sus cabales- empieza a añorar el retorno a la democracia, una de verdad. Y ahí suele empezar nuevamente todo el circuito ya conocido.


(*) Economista, analista político. Ha acuñado la expresión de la “democracia oligárquica o caciquil” para caracterizar las deformaciones que fue sufriendo la democracia en Bolivia desde su recuperación en los años ochenta del pasado siglo. 


02 septiembre 2013

LA PAZ ETERNA DE IMMANUEL KANT


Carlos Rodrigo Zapata C. (*)

El filósofo alemán Immanuel Kant, allá por el año 1795 en su ciudad natal de Könisberg, decidió reflexionar de modo sistemático acerca de la posibilidad de alcanzar la paz eterna en el mundo, un estado en el que la guerra, los conflictos y las desavenencias pudieran quedar desterrados para siempre de la sociedad humana.
Luego de largas cavilaciones llegó a conclusiones poco satisfactorias para la finalidad que se había propuesto. Descubrió que sólo un gobierno universal, organizado sobre la base de leyes de alcance igualmente universal sería un fundamento básico para aspirar a ese fin. No obstante ello, observó que las condiciones en nuestro planeta no ofrecían la menor oportunidad de arribar a esa meta debido sobre todo a los distintos intereses en pugna y a las rivalidades entre estados.
Cuando todo hace suponer que concluirá su escrito ("Zum ewigen Frieden", 1795) con una colección de vaticinios pesimistas acerca de la imposibilidad de la paz eterna y que nos dejará con más dudas y preguntas que al principio de su reflexión, Kant nos sorprende con una exhortación inesperada, portadora de esperanza de paz.
Kant considera que la paz eterna no es posible, pero sí, y en cada instante, es posible crear el fundamento de la paz futura. Dado que él estima que el estado habitual ("Naturzustande") de la sociedad humana es un estado de conflagración, guerra y conflicto, aconseja apostar en favor de la paz futura con la siguiente reflexión: "En medio del fragor de la contienda aún debe quedar algún resto de confianza en el modo de pensar del adversario, pues de otro modo tampoco podrá acordarse la paz futura entre los adversarios de antaño". Si el adversario no es capaz de renunciar al empleo de métodos infames en la contienda, ¿cómo podría creerse que éste aún respeta algún principio o norma ética de convivencia, cómo podría confiarse en su intención de una paz futura?.
Mantener algún "resto de confianza en el modo de pensar del adversario" es el único elemento práctico que Kant consigue rescatar a lo largo de su reflexión y que aún hoy podemos aprovechar como plenamente certera para enrumbar nuestros conflictos, en aras de una paz futura, en la que también deberemos convivir con nuestros adversarios.
Si bien la reflexión kantiana se limita a las relaciones entre los estados, es posible extender la misma a las relaciones entre grupos y facciones de toda índole. Restarle toda buena fe a la conducta de los rivales y adversarios (sean estos políticos, económicos, culturales, etc.) es un acto que presupone que la paz es un bien público que se produce y reproduce por generación espontánea. Kant considera que la paz debe ser creada ("gestieftet") y recreada constantemente, y que la confianza no nace sólo del ánimo y predisposición natural de los seres humanos de confiar, sea en aras de la paz futura o de evitar conflictos, sino y principalmente del respeto a un marco legal mínimo al cual se sujeten los individuos. 
Cómo traducir esa conclusión de Kant a nuestra época en la que "mantener un resto de confianza en el modo de pensar del adversario" aparece como una actitud anticuada y empolvada por la pátina del tiempo? En nuestra sociedad esa actitud se hace sospechosa no sólo de debilidad y flaqueza, sino también de complicidad. ¿Acaso somos infalibles y consideramos en nuestra conducta el supremo bien de la paz como norma permanente, acaso estamos dispuestos a sacrificar ventajas de cualquier índole en aras de esa paz futura ?. Si definimos el conflicto como la existencia de lógicas antagónicas que coexisten en el mismo tiempo y espacio, y aceptamos que sólo la modificación aunque sea parcial de las mismas nos permitirá reducir o eliminar el conflicto subyacente, entonces tendremos que aceptar todas las fórmulas que nos ayuden a modificar esas lógicas.
Kant nos dice que en última instancia será ese "resto de confianza en el modo de pensar del adversario" en medio del fragor de la contienda el instrumento que nos permitirá sentar las bases de una paz futura. No nos dice que la paz retornará de inmediato, tampoco que la contienda desaparecerá como por encanto, menos que las "razones" que la motivaron dejarán de existir. Nos señala únicamente un camino para modificar las bases que le dieron vida, y ni siquiera eso, nos enseña que comunicarle al adversario que aún queda un hálito de humanidad en nosotros es el fundamento de una paz futura. Ese es el mensaje de Kant, el racionalista y humanista alemán que no le confiaba mucho al ser humano lo que podría hacer con sus congéneres.
La conclusión válida para nosotros y nuestro tiempo es que no debemos esperar que las voluntades de las partes en conflicto se hallen continuamente dispuestas a ceder en sus posiciones y a confiar ilimitadamente en el modo de pensar del adversario. Es necesario crear el marco de respeto legal en que la convivencia humana tiene lugar, pues sólo la combinación de ambos -voluntad de confiar en el adversario y respeto a los derechos ciudadanos- puede ser la base de una convivencia humana fundada en la paz.


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(*) Publicado el 7 de enero de 1993 en la columna “Claraboya” de Ultima Hora, La Paz, Bolivia.   E-mail: carlosrodrigozapata@gmail.com; Twitter: @CharlsZapata