20 enero 2011
Causas del gasolinazo: ¿SECUESTRO DE LA GOBERNABILIDAD O IMPROVISACIÓN Y LÍMITES ESTRUCTURALES DE LA POBREZA?
Carlos Rodrigo Zapata C. (*)
Ojalá la historia del gasolinazo y su abrogación pudiera simplificarse à la Carlos Mesa, como un “secuestro de la gobernabilidad” por parte de los movimientos sociales, de los que hasta el mismo Gobierno no sería más que un mero rehén (Página Siete - 08/01/2011).
Me temo que el asunto es harto más complejo y mucho más preocupante, pues lo que en realidad está mostrando este retroceso en la implementación del Decreto 748 que dispone la elevación de los precios de los hidrocarburos líquidos, es el reconocimiento tardío de una multiplicidad de límites en materia de gobernanza económica. El gasolinazo no es otra cosa que el clarinazo que anuncia el agotamiento de los medios y opciones aplicados para romper el férreo círculo vicioso en que nos hallamos, una compleja trampa de la pobreza, secundada por una inadecuada acción gubernamental. Pero vamos por partes.
¿Por qué se tuvo que recurrir al gasolinazo y, además, por qué se procuró mimetizárselo en medio de fiestas de fin de año, como si de ese modo pudiera evitarse las reacciones que ocasionó? La razón de ello estriba a mi parecer en los siguientes aspectos, empezando por el desconocimiento de la situación real de la economía y de la gente por parte de las autoridades:
1) La brecha entre los precios internos y externos de los combustibles hidrocarburíferos ha crecido desmesuradamente, al punto que ya ha ocasionado el contrabando masivo de estos productos hacia los países vecinos, situación que no sólo desangra las arcas fiscales del país, sino que además conduce a acrecentar la escasez interna de combustibles en el país, situación que tenderá a agravarse, ya que es previsible que dicha brecha se amplíe aún más en el año 2011 si los precios internos permanecen sin variación. Dicho crecimiento de la brecha se producirá por el constante crecimiento del precio del barril de crudo (que se estima podría superar los 100 dólares a fines del 2011) y por la tendencia común en los países vecinos a transferir dichos incrementos a los productos finales, de modo que no se produzcan desajustes significativos en dichos países entre sus precios internos de producción y expendio, y los precios internacionales.
2) La cuenta anual de importación de combustibles ha crecido también desmesuradamente, razón por la que se prevé que el año 2011 se necesitará más de 1.000 millones de dólares para proveernos de los combustibles requeridos. Ello se debe principalmente a dos factores: una enorme disminución en la producción de hidrocarburos en el país, así como un crecimiento igualmente vertiginoso de la demanda de ellos.
El primer factor es resultado de la inadecuada aplicación de la política hidrocarburífera que se expresa en la continua disminución de la producción de hidrocarburos en el país, los muy bajos niveles de exploración e inversión, la corrupción que acompañó el fracaso de la planta separadora de componentes del gas, situación que se prolonga ya por otros dos años, sumando a dicho acto de corrupción los costos de esta demora inaudita, la creciente importación de hidrocarburos, los inmensos costos de tiempo para hacer realidad cualquier proyecto (gas al Altiplano, conversión de vehículos de gasolina a GNV, planta separadora, petroquímica, urea, etc.), proyectos que ni con la nacionalización de los hidrocarburos y el control de toda la cadena productiva han podido concretarse y efectivizarse, dejando ver las enormes falencias que se han ido formando al interior de la gestión gubernamental en esta materia.
El segundo factor es consecuencia de las subvenciones generalizadas al consumo de los hidrocarburos que han conducido a la proliferación de estructuras no sostenibles, apoyadas en los precios subvencionados de dichos productos, como ser el uso vehicular de GLP en garrafas, alentar una agricultura oriental insostenible en el corazón sudamericano (el Presidente Morales habla de “cáncer” al respecto), sobrecarga de las estructuras del sector hidrocarburífero, subutilizando por ello las capacidades de otros sectores energéticos (como es la energía hidráulica principalmente) y desalentando el empleo de otras energías no contaminantes o más benignas con el medio ambiente, como la energía solar, eólica, geotérmica, etc.
3) El sector informal, refugio vital de los migrantes llegados de las áreas rurales y de ciudades menores, ha mostrado que se halla en los límites mismos de sus propias posibilidades, tanto porque los trabajadores informales por cuenta propia y trabajadores dependientes (que viven en su gran mayoría con ingresos que difícilmente alcanzan los niveles de subsistencia) ya no pueden inventarse nuevas formas de auto-explotación (como la extensión de la jornada de trabajo, la participación de menores de edad en las tareas de producción y comercialización, la no remuneración de los familiares o evitar toda forma de erogación que pueda reducir los ingresos familiares acudiendo al esfuerzo familiar ), ni encuentran nuevas formas de obtener beneficios o de evitar costos haciendo caso omiso del orden estatal legal establecido, puesto que ya recurren regularmente al contrabando hacia fuera y hacia adentro, no pagan impuestos, no cumplen normas laborales ni de seguridad, invaden espacios públicos, privatizan los escasos bienes y servicios públicos y colectivos disponibles con tal de evitar el pago de alquileres, servicios, etc. Por ello, la pobreza ampliamente generalizada en el sector informal urbano (que en casos como la ciudad de El Alto llega al 80% de la fuerza de trabajo empleada) y en las áreas rurales ocasiona que la gran mayoría de la población viva con niveles sumamente bajos de ingresos, por lo que no cuenta con grados de holgura o de libertad que le permita asumir el impacto de un gasolinazo en el corto plazo, esperando que a mediano plazo se puedan generar compensaciones y nuevos equilibrios en el sistema de precios que le permita resarcirse y reponerse de ese golpe.
4) Las tasas de interés han llegado a niveles muy bajos y los fondos disponibles en los bancos y entidades financieras a los más altos y abundantes que registramos en nuestra historia, por lo menos en los últimos 50 años. No obstante esos extremos, al presente se hallan disponibles no menos de dos mil millones de dólares en los bancos, en parte por razones de liquidez y previsión de contingencias (para hacer frente de modo inmediato a los recurrentes rumores de “corralitos”) y en parte a la espera de interesados que no llegan. ¿A qué se debe ello? Sin duda hay muchos factores que pueden explicarlo, pero el clima de negocios poco alentador, la distribución crasamente desigual de oportunidades y riqueza en el país y el permanente descuido en la provisión de bienes y servicios públicos y colectivos para los diversos rubros productivos y microrregiones, son sin duda sus principales causantes.
El primer factor se explica por otra diversidad de causas, entre las cuales la falta de estabilidad y confianza en las reglas de juego, un ejercicio perverso de la justicia –primero cárcel, luego proceso y al final tal vez sentencia-, una política económica centrada en mega proyectos que no llegan a la economía de la gente ni tocan sus bolsillos y una burocracia que todo lo hace más complejo y difícil (en varios indicadores internacionales aparecemos como uno de los países con mayor burocracia en el mundo, que encarece y aletarga todo proceso), son las más significativas.
El segundo factor –distribución desigual de las oportunidades y la riqueza- impide que la mayor parte de la población pueda acceder a créditos en una entidad financiera, simplemente porque está muy lejos de poder cumplir con toda la condicionalidad requerida.
El tercer factor es sin duda el que mayores perjuicios causa a la sociedad, ya que sin una gama amplia y diversa de bienes y servicios públicos y colectivos, ajustados a los requerimientos de los diversos rubros productivos y microrregiones, el común de los micro o macro emprendedores no tienen la oportunidad de emplear ventajosamente sus recursos y factores productivos, por lo que deben contentarse con el desarrollo de una diversidad de estrategias de subsistencia, ya que la economía no les brinda las facilidades, apoyos e incentivos indispensables que requieren para desarrollar sus propias economías y emprendimientos.
A partir de los aspectos señalados, puede advertirse que el país ha tocado los bordes de sus propios límites, los que a su vez están impidiendo que podamos romper dicha cadena de restricciones. Ello no quiere decir que nos hallemos en un escenario de destino fatal, insuperable, sino que las condiciones imperantes nos convocan a elegir cuidadosamente una ruta crítica que no exacerbe los propios límites o restricciones prevalecientes y que no se tropiece con cada mina que se halla en el campo minado que estamos recorriendo.
¿Qué implica ello, qué exigencias surgen a partir de ello? Las principales tienen que ver con ajustes sustanciales en el programa económico, en particular dar mucha mayor atención a los sectores que se ocupan del empleo y la generación de ingresos, centrar la acción estatal en la provisión de bienes y servicios públicos y colectivos específicos para los diversos rubros productivos y microrregiones, fortalecer la economía popular de muchas más formas y maneras, destinando a ello parte significativa de las inversiones pensadas para industrialización de los recursos naturales. Sin estos y otros correctivos, la economía boliviana continuará por una senda de bajo crecimiento, víctima de sus propias contradicciones y restricciones, situación que puede ser superada y revertida, pero exige que la economía se conduzca con sumo cuidado en este laberinto de obstáculos estructurales al desarrollo y al crecimiento.
(*) Economista, especialista en planificación regional. carlosrodrigozapata@gmail.com