#Elecciones2020
Carlos Rodrigo Zapata C.
Me sorprenden los aires triunfalistas que exponen Amalia Pando y otros connotados analistas de nuestra realidad. Es como si de pronto hubieran encontrado la fórmula mágica que nos sacará de nuestras tribulaciones y evitará que tengamos el mayor accidente de nuestra historia: el retorno del MAS al poder de modo legal. Reducir la peligrosidad del adversario y animar al electorado, pueden producir mayor bravura en las propias líneas, pero posiblemente también mayor ceguera. Evitar los tropiezos en esta recta final de nuestro destino es absolutamente crucial.
El problema que se intenta resolver con esta directriz que EL VOTO ÚTIL ES NECESARIO, PERO INSUFICIENTE, Y LA UNIÓN ES INDISPENSABLE radica en que existen segmentos del electorado que no están dispuestos a dejarse arrear con la consigna del voto útil y tienen sus preferencias a las que no están dispuestos a renunciar así nomás, como es el caso del voto duro del MAS y los votos duros de algunas tiendas políticas. El problema de esos segmentos es que cada uno de ellos solo tiene en mira su opción a la que le atribuyen un poder milagroso de convocatoria y no están teniendo en cuenta muchos ángulos y aristas de nuestro régimen electoral que puede destruir todos los sueños.
La pregunta es, ¿cómo se les explica a los estrategas de los frentes políticos que se consideran demasiado seguros de sus decisiones que nos están llevando al desastre? Creo que con argumentos, datos, elementos que probablemente no han tomado en cuenta y por supuesto, apelando a que abran su mente, su sentido común y sus sentidos ante lo que se viene.
Empecemos haciendo un breve retrato del adversario: el MAS. No se trata de un contrincante democrático y tampoco de un contrincante capaz de ajustarse a derecho, la razón, la ética o los valores. Ya ha dado demasiadas muestras que todo eso no va con ellos. El MAS quiere el poder porque es el único espacio desde el cual puede operar a sus anchas como lo ha venido haciendo sin tener que rendir cuentas a nadie. El MAS mismo está atrapado en su propias redes. Representa a intereses completamente contrarios a un manejo viable y sostenible de la economía que a su vez constituyen –dichos intereses y dichas prácticas– la base para ejercer el clientelismo y prebendalismo más secantes y denigrantes de que tengamos noticia. Ese conjunto de encadenamientos no admite mayorías o minorías, debates, voto secreto e individual, ni democracia. Todo eso es un franco obstáculo incómodo para sus pretensiones. Se juega a la democracia porque es la única fachada que permite gobernar autocráticamente sin mayores cuestionamientos.
Seamos más claros. Los intereses que representa el MAS están concentrados en el extractivismo y el narcotráfico, fuentes de enriquecimiento ilícito de unos pocos, y también de empleos y de mantenimiento de una clientela frondoso. Que todo ello sea a costa de enajenar la soberanía nacional, destruir los bienes de la naturaleza o aniquilar el patrimonio patrio, los tiene absolutamente sin cuidado, esos asuntos no son de su incumbencia, al menos mientras el núcleo duro del masismo, directamente controlado por el MAS, se llene los bolsillos y pueda tener y ejercer sus cuotas de poder.
Bien, seguramente se podrían anotar muchos otros elementos, pero desde un punto de vista estructural, es decir, de los encadenamientos básicos necesarios para la construcción de dicha organización y su modo de accionar, estos elementos son suficientes. Para decirlo de otro modo y de modo breve: es una maquinaria que tiene un fin y no le importan los medios que requiera utilizar para alcanzarlo.
Describir descarnada, pero objetivamente al rival principal tiene la finalidad de darse cuenta que no se puede responder con arcos y flechas a quienes atacan con artillería pesada. Bolivia está cometiendo un error estratégico al pensar que hoy en Bolivia hay una pelea entre azules y no azules, entre bolivianos de uno y otro bando, pugnando por tener el mejor gobierno.
¡Estupideces! Estamos frente a un adversario que ha dado cobijo a intereses antinacionales que no tienen ninguna consideración si les toca hacer escarnio de nuestra soberanía, nuestro futuro o nuestro sistema de convivencia. El Estado-Nación para el MAS no es más que la excusa para usar la soberanía y la no injerencia externa en asuntos internos como un gran escudo protector para sus artimañas y negociados. La voracidad de apetitos que se han coaligado en torno al MAS es destructiva para Bolivia, se lo mire por donde sea, puesto que:
· No responden por sus actos
· Tratan de encubrirlos
· Agreden constantemente
· No intentan ajustarse a nuestro ordenamiento legal y lo usan para perseguir
· Atizan el odio, la rivalidad, el encono, el desencuentro
· Se basan en la mentira, el engaño, el descaro
· Es la mejor escuela para hacer inviable todo marco que facilite nuestra convivencia pacífica.
Uno diría que todo ello basta y sobra para que todo el electorado vote masivamente en contra de semejante esperpento y se decida a votar por un candidato capaz de salvar la patria. Sería de desear, pero el problema número uno es que el MAS se ha ocupado de lavarle la cabeza a mucha gente en relación a sus supuestas grandes obras y realizaciones, y se presenta a sí mismo como redentor de la patria, cuando en realidad la ha hundido en la abyección, al atizar el racismo y alentar toda clase de rivalidades, odios y confrontaciones. De ahí surgen los seguidores incondicionales –el voto duro– de semejante banda de asaltantes de nuestro futuro y también están los que todavía creen en no sé qué méritos que tendría ese partido al cabo de 14 años de haber vivido en Jauja, desaprovechando la lluvia de maná más extraordinaria de nuestra historia, sin haber construido ni legado nada duradero.
De modo que pese a la más dura caracterización que se pueda hacer de esta organización, resulta que hay cuando menos dos segmentos del electorado que no están dispuestos a rendirse ante dicha caracterización: sus electores incondicionales, es decir, su voto duro, y los que siguen creyendo en su historia de éxito. Todavía hay un tercer grupo muy heterogéneo, pero igual o más peligroso que los anteriores. Es el conjuntos de electores que por diversas razones apoyan a diversos candidatos y están convencidos que el candidato que apoyan es el mejor. Estas fuerzas centrifugas son capaces de destruir todo asomo de unidad en las urnas basado en el voto útil, tan solo siguiendo sus propios convencimientos e impulsos.
Pero sigamos, porque hasta aquí apenas se ha identificado un primer grupo de peligros –los electores reacios a aceptar la consigna del voto útil, pese a la inmensa amenaza que representa el MAS– que se pretende controlar con esa estrategia simplona y comodona de dejar todo en manos del electorado.
El segundo grupo de peligros está íntimamente relacionado con el régimen electoral. Aquí el problema es que da la impresión que los estrategas no están reconociendo los peligros que se ciernen sobre el país. Todo parte de un equívoco muy grande. Se sostiene que nuestro régimen electoral es proporcional, porque hasta ahora los resultados electorales han mostrado que existe una razonable proporcionalidad entre votos y escaños, de modo que, digamos, si un partido obtiene el 35% de los votos, obtendría aproximadamente el 35% de los escaños. Ese resultado evidentemente es el que en general, con sesgos entre 5 y 9%, se ha podido observar en las últimas 5 contiendas electorales válidas (1997 a 2014). La conclusión apresurada que se ha extraído de observar los resultados observados es que el régimen electoral es básicamente proporcional.
El problema es que dicho régimen ha creado en el transcurso del tiempo muchas llaves de paso para romper con dicha proporcionalidad, al punto que en un escenario teórico es posible mostrar que se puede lograr el control de ambas cámaras, es decir más de la mitad de los representantes, con menos de 30%. No se ha dado ese extremo porque no ha sido necesario, ya que el MAS viene de una racha de mayorías absolutas y dos tercios que hacía innecesario que trate de maximizar el aprovechamiento del régimen electoral vigente.
Ahora las cosas han cambiado. Es la hora en que el MAS se está movilizando al máximo para explotar todas la oportunidades de producir un sesgo electoral en su favor que le permita controlar la ALP, aún en el caso que no gane el Ejecutivo. Ningún partido, ni todos juntos, tienen la oportunidad de hace frente a esa maquinaria de generación de sesgos y de extracción de escaños. Solo para recordar, en las elecciones que el MAS ha ganado, ha obtenido más de 2/3 de los diputados uninominales, casi todos los especiales, los que en conjunto ya le daban más de 50 diputados. A ello se han sumado usualmente 20 diputados plurinominales con lo que ya tenía asegurada la cámara de diputados. Dada la cantidad de partidos en disputa y el peso significativo de varios de ellos en las preferencia electorales, dicho resultado se puede lograr con muchos menos votos que los que el MAS requirió en el pasado.
Dicho en breve: los sesgos electorales pueden destruir todo plan basado en el voto útil simplemente porque no depende de cuántos votos se obtiene para lograr un determinado peso en los escaños, sino de dónde se los obtiene, qué estrategia se ha seguido y qué constelación de fuerzas políticas está participando. Por ello nuestro régimen electoral ya dejó de ser un régimen en el que se pelea por el voto, ya que los sesgos empezaron a diversificarse y acrecentarse, al punto que la idea de 1 ciudadano, 1 voto fue haciendo aguas, a medida que la democracia se asemejaba cada vez más a una suma de maquinaciones antes a que a una suma de votos.[1]
Como ejemplo, la encuesta de CIES MORI del pasado domingo 6 /09 /2020 ha mostrado que con 37% de los votos el MAS podría alzarse con el 50% de senadores, lo que significa un sesgo de 13%, es decir proporcionalmente 13% más escaños senatoriales que votos.
El tema de los sesgos se basa a su vez en una serie de reglas que vienen desde la introducción de las circunscripciones uninominales en nuestro régimen electoral en 1997, así como en diversas reformas que el MAS ha ido introduciendo, ajustando y puliendo hasta producir una maquinaria generadora de sesgos o rentas electorales. Entre las primeras la posibilidad de retener todos los escaños uninominales que obtenga un partido, incluso a costa de escaños plurinominales que les correspondan a otras tiendas políticas, es su pieza de oro. Entre las reformas introducidas por el MAS se encuentran los cambios en las circunscripciones, lo que ha alterado el tamaño de la población electoral en las mismas, la cantidad de circunscripciones y la inclusión de las diputaciones especiales, que son otras maniobras para maximizar escaños sin necesidad de incrementar votos.
A todo ello todavía hay que sumar el voto consigna, una práctica bien establecida y muy arraigada en muchas circunscripciones. El MAS jamás ha creído en el voto secreto e individual, sino en un arma para hacerse del poder legalmente que encubra todas sus fechorías. Eso es lo que logró hasta un pasado reciente y esa es la gallina de los huevos de oro que no quiere perder.
Pero hay más. Es previsible que por primera vez se usen ciertos cerrojos de seguridad que el MAS ya incorporó en la Constitución hace más de 10 años. Me refiero a la regla del 40/10 y a la segunda vuelta. Estas son armas de grueso calibre que están en línea con ganar poder sin necesidad de construir mayorías, el gravísimo defecto de nuestro actual régimen electoral. Con esas dos reglas, el MAS podría, además de controlar la ALP o una de sus cámaras, ganar el poder. Gracias a la gran cantidad de partidos en disputa que parecen tan ajenos a todo lo que se va señalando que el MAS tiene todas las de ganar por su voto duro, su presencia nacional, su aprendizaje sistemático en la explotación del régimen electoral permisivo y su práctica del voto consigna. Frente a semejante maquinaria, los demás partidos, aisladamente tomados, parecen mosquitos fritos, incapaces de soportar ningún embate electoral.
En este marco la pregunta que surge naturalmente es, ¿qué hacer? Hasta ahora solo se han dado dos respuestas posibles frente a esa maquinaria de agresión: el voto útil y la unión. Por las razones señaladas, el voto útil, es decir, dejar a la decisión de todos y cada uno de los electores su voto sin ofrecerles nada más que una advertencia, o apoyas al contrincante mejor posicionado o le entregas el país al MAS, es una opción extremadamente peligrosa tanto por el voto duro del MAS como por los reductos de electores relacionados con otros partidos que no estarían dispuestos a cambiar su opción electoral, aunque ello pueda significar salvar a la patria.
La opción de la unión es determinante ya para la primera vuelta, puesto que ello evitaría que el MAS pueda ganar mayorías absolutas o primeras mayorías en ambas cámaras. Pero, ¿cuál es el valor agregado de la unión, qué elementos nuevos trae consigo que podrían lograr que se derrumbe el montaje siniestro que el MAS ha venido fabricando desde hace años justamente para una contingencia como la que se presenta en este momento?
La unión tiene la virtud de decir de modo claro y categórico que las fuerzas democráticas tienen un proyecto común, constituyen la única alternativa capaz de construir viabilidad y de comprometerse con la construcción de un futuro para todos. Sin esos compromisos y esas certezas resulta muy difícil esperar que especialmente los reductos de votantes renuentes a cambiar su voto puedan cambiar el destino hasta ahora inevitable que se nos viene encima: un gobierno conducido por el MAS lo que significaría quebrar la medula espinal del país, o una gobernabilidad sitiada, acosada y chantajeada por el MAS, empeñado en mostrar la incapacidad de todas las demás fuerzas políticas. La unión es demostrar que se entiende y comprende la preocupación del electorado que no se tome en cuenta sus demandas principales y es también un medio poderoso para atraer al electorado, despejando sus dudas, incertidumbres e indecisiones.
Suma sumarum. Sin un plan claro de unidad y sin una inmediata ejecución del mismo, es decir, de formalizar los compromisos que sean indispensables, aunque la fase de conformación de alianzas ya ha precluido en el marco del calendario electoral, estamos condenado a pasar por las calderas del diablo.
Doy un paso más. Considero que quien mejor puede ayudar a articular en marchas forzadas dicha unidad es Tuto Quiroga lo cual significaría por supuesto que abandone ya su candidatura y se ponga a construir ese gran acuerdo, que no tiene que ser otra mega coalición, ni un pacto más, sino un conjunto de lineamientos sesudos, claves para reencaminar el país y conducirlo a su mejor futuro posible. La acción conjunta y mancomunada, así como los aportes de los diversos frentes a un programa conjunto pueden lograr el milagro de hacer que el total sea mayor que la simple suma de las partes.
Sin derrotar democráticamente al MAS en estas elecciones el país está perdido, irremediablemente perdido, quien sabe por cuánto tiempo.
[1] Ver: Análisis del Régimen Electoral Vigente para las Elecciones 2020: SESGO ELECTORAL, EL MAYOR PELIGRO PARA LA DEMOCRACIA BOLIVIANA. La Paz, septiembre 2020.
https://drive.google.com/file/d/1UPn60EVw1lWpiHV9WzPrZC8wvbZTy2L3/view?usp=sharing
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LA VICTORIA ESTÁ CERCA | A pesar de lo que digan las encuestas, la mayoría sabe que tiene que votar, concentrar el voto y ganar.
http://www.cabildeodigital.com/2020/09/la-victoria-esta-cerca-pesar-de-lo-que.html