Por: Carlos Rodrigo Zapata C. (*)
Comúnmente se piensa que las mujeres tienen un papel claramente definido
en la sociedad patriarcal, según el cual deben ocuparse de la triple K alemana:
"Kinder, Küche und Klamoten" (niños, cocina y trapos), y que ello
traería consigo una escasa superación y preparación de las mujeres, situación
que las condenaría a quedarse en su mundo de Ks.
Pese a ese modo de pensar, puede más bien advertirse que con ésas y
múltiples otras ocupaciones domésticas, las mujeres no sólo hacen posible la
reproducción de diversos ámbitos familiares y sociales, sino que además sientan
bases sólidas y ventajosas para su propio desarrollo y formación.
La socialización tradicionalmente “femenina” se inicia ya a temprana
edad, especialmente cuando las niñas descubren las muñecas que se convierten en
sus verdaderas maestras. Aprenden en sus modelos todos los cuidados básicos que
debe tenerse en la crianza y cuidado de un niño, desde aspectos relacionados
con su alimentación y vestimenta, hasta la selección de sus gustos y
comportamientos sociales.
Más adelante, aprenden una diversidad de oficios domésticos tales como
coser, tejer, cocinar, planchar, cuidado del cuerpo, además de estar siempre
involucradas en las tareas de la casa que van desde la limpieza y el orden,
hasta el cuidado del ambiente y la paz hogareña. Las más empeñosas, aprenden
también instrumentos musicales, idiomas, danza clásica y/u otras expresiones
artísticas, tales como pintura, teatro, artes plásticas o se empeñan en alguna
práctica deportiva. Usualmente destacan por su mayor pulcritud y aporte al
equilibrio y armonía en las relaciones humanas, así como por su disciplina y
cumplimiento en sus deberes y quehaceres.
Todo este estilo de socialización constituye un modo de entrenamiento permanente, minucioso y sofisticado que combina las guías y orientaciones de los mayores con el desarrollo de iniciativas propias, las necesidades sociales con preferencias individuales, las tendencias y modas actuales con la propia creatividad, en fin, una gama rica y diversa en opciones de desarrollo individual estrechamente interconectadas con el ambiente social en que se desenvuelven.
Todo este estilo de socialización constituye un modo de entrenamiento permanente, minucioso y sofisticado que combina las guías y orientaciones de los mayores con el desarrollo de iniciativas propias, las necesidades sociales con preferencias individuales, las tendencias y modas actuales con la propia creatividad, en fin, una gama rica y diversa en opciones de desarrollo individual estrechamente interconectadas con el ambiente social en que se desenvuelven.
Hasta un pasado no muy lejano, para una significativa mayoría de mujeres
prácticamente allí concluía su formación, pues en el libreto luego venían
matrimonio y guaguas de verdad. En su formación escolar rara vez pasaban del
nivel primario y sus opciones de desarrollo individual dependían exclusivamente
de sus oportunidades sociales de "aprender haciendo", situación que
no sólo limitaba severamente sus posibilidades de incursionar en nuevas esferas
de trabajo y actividad, sino que además impedía que las mujeres pudieran sacar
mayor provecho a sus calificaciones y habilidades.
Los cambios de mentalidad que van acaeciendo en el mundo, así como las exigencias de la economía y la sociedad demandan que cada vez más mujeres terminen no sólo su formación escolar, sino que además continúen su preparación en niveles superiores.
Los cambios de mentalidad que van acaeciendo en el mundo, así como las exigencias de la economía y la sociedad demandan que cada vez más mujeres terminen no sólo su formación escolar, sino que además continúen su preparación en niveles superiores.
En el caso de Bolivia se dan en esta materia varias sorpresas muy destacables:
- la primera es que ya en 1992 (Censo´92), en la población comprendida entre 20 y 24 años, había más mujeres profesionales que hombres, 1 mujer por cada 0,9 hombres, mientras que, por ejemplo, para ese mismo año, había entre las personas mayores de 60 años 1 profesional mujer por 5 profesionales hombres, y en la población comprendida entre los 35 y 44 años, había 1 mujer profesional por cada 2,5 profesionales hombres;
- la segunda, es que las mujeres han conseguido ese resultado pese a que usualmente existen relativamente menos mujeres que hombres en la matrícula universitaria y en la formación escolar, tanto primaria como secundaria, y a que en el ámbito nacional la tasa de analfabetismo de las mujeres es muy superior a la de los hombres;
- la tercera, otro aspecto, igualmente poco destacado, es que las mujeres concluyen sus estudios en menos tiempo que los hombres y con mejores calificaciones en promedio que ellos.
Ante este conjunto de sorpresas, la única pregunta que cabe es,
¿cómo lo hicieron?
Da la impresión que la combinación de ese estilo de socialización de las mujeres, esbozado brevemente más arriba, con nuevas oportunidades de formación y necesidades de trabajo, son los principales argumentos que explicarían este resultado.
Dicho estilo de socialización no sólo las capacita en diversos oficios y tareas domésticas, sino que además sentaría las bases para un desarrollo individual sólido, donde la disciplina, la responsabilidad, el orden y el empeño se hallarían mejor asentados, virtudes que a su vez permitirían alcanzar mejores resultados que los que están logrando los varones.
Por su parte, los varones se hallan claramente limitados por preconceptos machistas en su formación, escasamente capacitados para el desempeño de diversidad de tareas y oficios, poco entrenados en la práctica de múltiples virtudes y valores, y al mismo tiempo fuertemente confrontados a una creciente competencia en el mercado de trabajo que va revalorizando esas virtudes y atributos "femeninos", aunque en condiciones que todavía siguen privilegiando el trabajo masculino en la sociedad.
Da la impresión que la combinación de ese estilo de socialización de las mujeres, esbozado brevemente más arriba, con nuevas oportunidades de formación y necesidades de trabajo, son los principales argumentos que explicarían este resultado.
Dicho estilo de socialización no sólo las capacita en diversos oficios y tareas domésticas, sino que además sentaría las bases para un desarrollo individual sólido, donde la disciplina, la responsabilidad, el orden y el empeño se hallarían mejor asentados, virtudes que a su vez permitirían alcanzar mejores resultados que los que están logrando los varones.
Por su parte, los varones se hallan claramente limitados por preconceptos machistas en su formación, escasamente capacitados para el desempeño de diversidad de tareas y oficios, poco entrenados en la práctica de múltiples virtudes y valores, y al mismo tiempo fuertemente confrontados a una creciente competencia en el mercado de trabajo que va revalorizando esas virtudes y atributos "femeninos", aunque en condiciones que todavía siguen privilegiando el trabajo masculino en la sociedad.
Si bien la sociedad patriarcal tiende a socapar y tratar condescendientemente a los varones inútiles en una diversidad de quehaceres, oficios y tareas, esta escapatoria se hace cada vez más difícil, a medida que se tolera cada vez menos diversas incapacidades de los varones, sean adultos o jóvenes.
La conclusión de todo ello es que la política social en materia de educación y formación superior debe concentrar su foco de atención particularmente en las mujeres, pues son capaces de dar mejores resultados que los varones, mientras que la política familiar debe dar igual atención al varón que a la mujer, so pena de producir hombres cada vez menos aptos tanto para hacer frente a los avatares de los tiempos que se avecinan, como para convivir adecuadamente con las nuevas mujeres en pleno proceso de maduración, más dueñas de sí y más dispuestas que nunca a dar de sí todo lo que tienen.
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*) Economista.
Consultor en Análisis Territorial. E-mail: carlosrodrigozapata@gmail.com
Artículo originalmente
publicado en mayo de 1998 en El Diario, La Paz, Bolivia.
**) La fotografía del encabezado del blog muestra a unas niñas afganas (a la derecha) que espían a sus compañeros varones mientras pasan clases. La fotografía es de John McConnico, a Pulitzer Prize and World Press Photo Award winning photojournalist.
Las nuevas sorpresas
del Censo 2012:
- La
cantidad total de mujeres profesionales con títulos de licenciatura, maestría y
doctorado en el año 2012 es de 345.371, mientras que la de hombres profesionales con los
mismos títulos es de 363.892. Este
resultado es altamente meritorio si se considera que tradicionalmente ha egresado una
cantidad mucho mayor de hombres que de mujeres profesionales y que dicha
tendencia histórica recién empieza a revertirse hace 20 años (ver el artículo más arriba, sobre el Censo 1992), cuando la
cantidad de mujeres profesionales que egresaban cada año comenzó a superar
crecientemente a la cantidad de profesionales hombres.
-
Tomando en
cuenta los últimos 12 años (2000 – 2012), puede observarse que
la cantidad de mujeres que obtuvieron los títulos mencionados fue de 167.568, mientras
que la de hombres fue de 139.911, un salto muy significativo que le permite a la
mujer ganar cada vez más espacios en los diferentes ámbitos de la sociedad.
- También es
menester hacer un homenaje a las mujeres que tenían entre 20 y 24 años cuando
se realizó el Censo de 1992, ya que son las pioneras en haber empezado a
revertir dicha tendencia histórica. Dicho grupo de mujeres, que hoy tiene
entre 40 y 44 años, cuenta con más licenciaturas que los hombres de ese mismo
tramo de edad, pero con menos maestrías y doctorados que los hombres. En cambio
el mérito de las mujeres más jóvenes en los últimos 12 años es haber superado
la cantidad de hombres profesionales en todos estos niveles de formación.
Fuente: INE. Base de
datos. Bolivia: Censo de Población y Vivienda 2012 http://www.censosbolivia.bo/binbol/RpWebEngine.exe/Portal?&BASE=CPV2012COM [consultada el 02/02/2014]