08 octubre 2019

LOS PILARES INSOSTENIBLES DEL CRECIMIENTO EN BOLIVIA Desmitificando las falacias del “modelo” boliviano



Carlos Rodrigo Zapata C. [1]

Una de las tantas falacias que el régimen de Evo Morales en Bolivia le ha vendido al país y al mundo tiene que ver con el crecimiento económico que ha sido presentado como producto de una extraña mezcla de actos de “nacionalización” de hidrocarburos y estatización de algunas empresas “estratégicas”, participación ciudadana, intervencionismo en la gestión de los recursos naturales renovables, gestión macroeconómica equilibrada (gracias a inmensos flujos de ingresos derivados del súper ciclo de los precios de las materias primas) y un manejo supuestamente extraordinario del mercado interno que habría sustituido a las exportaciones o cuando menos las habría complementado como motor del crecimiento, único caso conocido de una economía que con una matriz productiva de intercambios interindustriales tan pobre, es decir, con tan bajos grados de división del trabajo, especialización y complementariedad entre sus sectores productivos, pudiera tener tal incidencia interna para impulsar el crecimiento. Sostener que la inversión pública y la política de redistribución de ingresos son los factores que propulsan el crecimiento de la demanda interna equivale no solo a desconocer nuestra magra matriz productiva, sino además a pasar por alto una serie de fuentes ilegales e insostenibles de ingresos. Al finalizar estas notas tendremos un panorama mucho más amplio y completo de factores que han contribuido significativamente al crecimiento.

INTRODUCCIÓN
“Los resultados hablan por sí mismos”, suele destacar incansablemente el ministro del ramo, con lo que trata de aportar la prueba maestra que su sopa de intervenciones sería capaz de arrojar: las tasas de crecimiento económico más altas de la región en los últimos años. Si bien se trata de tasas mayores que las que se observa en el vecindario, repleto de recesiones y colapsos económicos, son francamente magras, especialmente si consideramos las tasas que han alcanzado economías con ingresos inferiores a Bolivia que han sobrepasado holgadamente el 10% durante periodos significativos. [2]
No obstante, esta “prueba” nos da la pista para buscar justamente en las bases y condiciones que hacen posible ese crecimiento.
Pues bien, si no es así como se lo ha relatado incontables veces hasta producir lo que se llama "the only tale in town" (el único relato en el pueblo), entonces ¿cómo se explica los "éxitos" del "modelo" boliviano?, porque al final del día alguna explicación habrá de haber.
Está claro que de principio surge una duda paralogizante: ¿cómo es posible que un modelo  supuestamente tan exitoso y celebrado en el mundo, presentado y expuesto en las universidades más destacadas del mundo, no haya encontrado todavía ningún imitador ni por asomo?
Antes de iniciar la exposición sobre los factores reales del crecimiento impulsado por el masismo en los últimos 13 años, es oportuno efectuar unas breves aclaraciones conceptuales.
La intención de estas reflexiones es contribuir a desmitificar lo que se nos ha contado innumerables veces estos años sobre el crecimiento económico. Esto significa poner al descubierto todas las causas que permiten llegar a un determinado resultado y no solo unas cuantas escogidas intencionalmente con la finalidad de construir una historia que permita contar un relato fantástico. Al proceder de este modo, podemos valorar en qué medida es cierta o bajo qué condiciones es posible o imaginable lo que se nos ha contado por años y qué es todo lo que se ha mantenido oculto o lejos de la atención y la mirada pública. De esta forma es posible poner al descubierto tramas ocultas que sostienen desde la sombra relatos inverosímiles, al mismo tiempo que les permite a quienes aman la libertad comprender el grado y la medida en que están siendo objeto de grandes maniobras de manipulación y hacia dónde conducen las cosas, de seguir como están.
Todo ello tiene que ver con desmitificar, eliminar mitos, quimeras, cuentos chinos, pues es la única manera de mirar la realidad de frente sin artificios ni mentiras y de liberarse de falsas concepciones, rumbos equivocados y de identificar vías para enderezar las cosas. Mientras antes mejor. Los pueblos pierden su libertad por desinformación, desidia o simple claudicación. Si el pueblo boliviano se halla en alguna de esas categorías, entonces debe tener la certeza que está labrando su propio sometimiento y esclavitud.
Empecemos con una aclaración: ¿qué es crecimiento? Es el incremento anual del Producto Interno Bruto (PIB) de un país en términos reales, es decir, sin tomar en cuenta los precios corrientes en su determinación. Eso significa simplemente el incremento neto respecto del año anterior de la cantidad de bienes y servicios finales que produce una economía.
Si se efectúa un análisis de los factores que contribuyen al crecimiento podremos apreciar que es el resultado de trabajo, capital y tecnología. Dicho análisis arroja a su vez dos resultados. Por un lado está el crecimiento generado por incrementos en las cantidades de trabajo y capital. Por otro lado está el crecimiento como consecuencia del incremento de la productividad que resulta de la combinación de esos factores gracias a la tecnología aplicada o de nuevos métodos o formas de trabajo y por lo general es el resultado de profundizar la división del trabajo y la especialización de los factores que intervienen.
En este marco, una fracción del crecimiento se debe al incremento del trabajo. Eso significa que a mayor crecimiento poblacional, mayor crecimiento económico. Se estima de modo general que el crecimiento de la población contribuye aproximadamente en igual proporción al crecimiento del PIB que su tasa de crecimiento. Dado que la población de Bolivia crece a un ritmo de 1,5% anual, se puede señalar que el factor trabajo contribuye en esa proporción al crecimiento. Por otra parte, se estima que la contribución de la productividad no pasa del 1%. Si asumimos una tasa de 4% anual, el aporte del capital al crecimiento podría estar en torno al 1,5% anual para sumar entre todos esos factores ese 4%. En las últimas seis décadas, la economía boliviana ha tenido un crecimiento promedio del 3%, escasamente superior al promedio del crecimiento poblacional del 2% en dicho periodo. En el actual periodo el crecimiento medio anual se halla en 4,9%. [3]
Esta es una forma tradicional de caracterizar el concepto del crecimiento, pero resulta insuficiente para comprender el fenómeno del crecimiento en un marco más apropiado. [4]
Una definición más amplia de crecimiento debe tomar en cuenta no solo el incremento neto de la cantidad de bienes y servicios finales que produce una economía anualmente, sino además los procesos que hacen posible la producción de todos estos bienes y servicios finales e incluso los intermedios (como los insumos, equipos y materias primas necesarios para producir los bienes finales) y, en particular, si dichos procesos respetan los marcos legales vigentes y si los mismos son de naturaleza sostenible. Esto significa que dejamos la idea de que vale cualquier crecimiento y centramos la atención en un crecimiento que cumpla con condiciones mínimas indispensables, tales como si el crecimiento promueve el orden legal establecido o tiende a alterarlo y destruirlo, y si el crecimiento está en línea con el uso y aprovechamiento sostenible de los recursos o se desentiende de este precepto cada vez más determinante en la vida económica, mucho más hoy en día en que la humanidad ya está sufriendo los primeros embates de una catástrofe climática incontrolable.
Como veremos, sin un sistema de contabilidad integral y un adecuado clasificador de partidas que asigne entradas a todos los elementos que concurren a generar el crecimiento, puede ocurrir que crecimiento sea igual a destrucción, degradación y burda expoliación, sin tomar en cuenta los costos y tiempos de reposición de los bienes de la naturaleza, la reproducción digna de las familias o la defensa de la soberanía de una nación.
Este enfoque cobra cada vez más importancia porque el crecimiento en el mundo se ha desentendido de modo extremo y agresivo de la imperiosa necesidad de tomar en cuenta de modo integral los procesos de producción de todos los recursos que emplea en sus procesos productivos, muchos de los cuales son materias primas o medios (agua, oxígeno) que nos provee la naturaleza.
Dicho en breve, nada es gratis, por lo que no puede hablarse de crecimiento allí donde hay una producción de bienes y servicios que no toma en cuenta los costos e impactos ocasionados por dichos insumos, ni el agotamiento de sus fuentes o reservas y tampoco si dichas fuentes son legales o ilegales, en el sentido si las mismas son admitidas por el ordenamiento legal vigente o no. De otro modo significaría que estamos en el país de la abundancia eterna, donde cada quien puede hacer lo que se le antoje y todo se reproduce mágicamente, sin costo para la sociedad ni para el medio ambiente natural, por lo que no importaría cómo se obtuvieron dichos insumos.
Cuando observamos que los ríos, acuíferos, glaciares, suelos y biodiversidad están siendo afectados, contaminados, envenenados por acción de empresas piratas que actúan al margen de la ley o que los bosques están siendo diezmados, saqueados, degradados y finalmente incendiados, muchas veces con la complicidad activa o por omisión de autoridades y directos responsables de controlar estas áreas, comprendemos que ignorar esos impactos que generan actividades como el lavado de oro, la extracción de madera, la producción de cocaína u otras operaciones que alteran equilibrios ecológicos establecidos al cabo de miles o cientos de miles de años, significa atentar directamente contra la vida, contra las bases de subsistencia de la nación boliviana. Un crecimiento de estas características es depredador, empobrecedor, envilecedor, desestructurador, es decir, lo contrario de lo que usualmente se entiende con la idea de crecimiento como algo positivo, aunque en el mundo el crecimiento es visto cada vez más como una amenaza o un atentado a las bases de vida de la humanidad. En Bolivia, no es solo una amenaza. El crecimiento ya se convirtió en una catástrofe para nuestro futuro que ya estamos pagando aunque sin haber tomado suficiente conciencia hasta el presente de la magnitud e intensidad de daños que está ocasionando.
Como podremos advertir, aquí se cumple inexorablemente una sentencia de Marx: las condiciones de la producción son las condiciones de la reproducción, lo cual significa que para cumplir un nuevo ciclo o proceso productivo tendemos a repetir los pasos que inicialmente hicieron posible su producción. Si el proceso de producción siguió un curso legal y sostenible, su reproducción de igual modo. En cambio, si siguió un curso ilegal e insostenible, su proceso de reproducción también tenderá a seguir el mismo curso con las consecuencias e impactos acumulativos que generan dichos procesos, tanto sobre el orden y la institucionalidad en la sociedad, como sobre el patrimonio natural del país.

FACTORES DEL CRECIMIENTO IMPULSADO POR EL MAS

En contra posición a lo enunciado repetidamente por el actual régimen, el crecimiento en Bolivia se explica en parte significativa por una combinación altamente problemática, inviable e insostenible de los siguientes elementos:

-   EXTRACTIVISMO
-   INFORMALIDAD
-   LAVADO DE CAPITALES
-   LLUVIA DE MANÁ
-   CONTABILIDAD SESGADA DEL PIB

Veamos cada uno de ellos brevemente. Al final, presentamos unas conclusiones.

EXTRACTIVISMO

Entendemos por extractivismo la extracción de materias primas, primordialmente minerales y gas, y su venta a mercados externos, según el molde impuesto hace ya más de 450 años en nuestro país. Tres rasgos son significativos: el predominio de productos provenientes de estos sectores en la composición de las exportaciones, el hecho que no están destinados a su aprovechamiento interno o solo en menor escala y los altos impactos ambientales que ocasionan su explotación.
En el concepto ingresa también el sector agropecuario y forestal, debido al modo muchas veces depredador o no sostenible de uso o aprovechamiento de los bienes de la naturaleza. Rasgos concomitantes son los cambios abruptos o extremos del uso del suelo, sin consideración de criterios agroecológicos ni la aptitud de uso del suelo, la degradación o directamente la destrucción de bosques, la contaminación de aguas, la desertificación de suelos, la reducción de áreas protegidas para destinarlas a estas actividades, la paulatina pérdida de biodiversidad y la entrega de áreas protegidas al uso de plantaciones de cocales o al capital extractivista nacional e internacional. Todo ello significa unos ritmos de extracción y expoliación de los bienes de la naturaleza sin precedentes en la misma historia de Bolivia que ha vivido siempre de la extracción de materias primas para su comercialización externa y solo en menor grado para su aprovechamiento interno. Como veremos, los productos derivados de este extractivismo descontrolado ingresan en los circuitos económicos nacionales tanto por la vía legal de la producción y las exportaciones registradas, como por las vías de la explotación pirata o ilegal y del contrabando, y su inclusión en la economía nacional mediante su transformación y venta interna y el lavado de capitales (una modalidad propia de “trickle down” ilegal o goteo ilegal).
Como también veremos, en la contabilidad de PIB se incluyen los ingresos derivados de todo ello, pero no la reducción de las reservas, menos los costos, ni los pasivos ambientales, obteniéndose con este tipo de explotación de los bienes de la naturaleza solo ingresos netos, sin costos que los disminuyan. Así, todo queda debidamente empatado y encubierto y la evidencia que Bolivia vive en una suerte de paraíso, donde todos los recursos se reponen y renuevan solos de modo automático, todo gracias a la magia de un modelo que ha descubierto la forma de aprovechar -¡al fin!- ese paraíso perdido.
¿Cómo así contribuye el extractivismo a nuestro “crecimiento”? Echando mano de todo recurso ansiado en el mundo que nosotros poseemos en cantidades y no se hallan debidamente resguardados ni protegidos. La lista es corta, los impactos y efectos son inmensos: Oro, madera, cocaína, fauna silvestre, yacimientos mineros, etc.
Como no existe información detallada, resulta muy difícil hacerse un cuadro de los volúmenes y valores en juego. Se trata de miles de millones de dólares anuales, de una danza que acontece en los márgenes de la economía legal, formal, oficial, pero ingresa de lleno en dicha economía. 
Veamos algunos datos para orientarnos.

Uno de los pocos servicios que debemos agradecer a la ABT es habernos proporcionado algunas cifras sobre los volúmenes de madera explotada ilegalmente y los precios a los que se transan. El resultado es escalofriante: son 4 millones de metros cúbicos de madera extraídos ilegalmente el 2018, que de ser exportados en su totalidad, darían un valor de 3100 millones de dólares, en base a los datos publicados por esta misma institución. Para mover esa montaña de madera se requeriría un total de 190174 camiones y se requeriría un total de 630 operativos de gran envergadura para poder controlar semejante volumen de madera. [5]

En el caso de la cocaína, y asumiendo que la mitad de la producción de hoja de coca -que según las estimaciones de la UNODC sería de 21000 TM el 2018- se destina a la elaboración de cocaína, Bolivia estaría produciendo 70 toneladas métricas de cocaína.
A los precios predominantes en Argentina se obtendría por ese volumen  630 millones de dólares y a precios de España un total de 2800 millones de dólares.
Si en cambio asumimos que los volúmenes de hoja de coca destinados a la producción de cocaína son al menos el doble de la cifra anterior, entonces estaríamos hablando cuando menos de 1260 a 5600 millones de dólares. ¿De dónde saldría ese milagroso incremento de la hoja de coca destinada al narcotráfico? Del hecho que los rendimientos en Perú y particularmente en Colombia llegan a ser hasta 4 veces mayores que los reportados en Bolivia, de modo que esa duplicación del volumen viene a ser una estimación conservadora.
La UNODC hace dos décadas que no hace un estudio a fondo de los rendimientos en Bolivia y sigue usando estimaciones completamente caducas. Sería oportuno tener una clara explicación de este organismo para comprender porqué no las ha actualizado. [6]
En el caso del oro solo se tiene los valores del oro recuperado por el Banco Central, capturado en las cuentas nacionales, y exportado. Anualmente Bolivia exporta 1200 millones de dólares (NABANDINA 7108120000 Formas de oro en bruto), pero se estima que un monto considerablemente mayor sale del país, retornando algunos capitales que son reinsertados en la economía para continuar con el mismo negocio. La súbita aparición de decenas de dragas y operaciones de explotación de oro en los ríos del norte boliviano, nos muestran la gran extracción de recursos que significa este negocio y la muy escasa presencia del Estado en el control y supervisión de todos esos recursos, yacimientos y zonas del país. Los reportes sobre operaciones de extracción de oro con fuerte presencia de ciudadanos chinos y colombianos tanto en el norte del Beni, como en la región de Apolobamba e Inquisivi en La Paz se multiplican. Dichas operaciones de explotación de oro, que usualmente se valen de la forma de cooperativas auríferas, controlan el territorio de tal modo que llegan a impedir el ingreso incluso de comisiones de fiscalización. Los impactos medio ambientales que tales operaciones generan son devastadores y la opinión pública no tiene mayor información sobre su alcance, daños y repercusiones sobre la salud humana y su afectación sobre la flora y fauna. Se estima que Bolivia es el país más contaminador con mercurio en la región sudamericana. [7]
En el caso de la fauna silvestre y de especies en peligro de extinción es aún más difícil obtener datos sobre montos y valores que ello significa. La captura de algunos ciudadanos chinos en plena labor depredadora en nuestro país nos da una pauta de ello. Se estima que han cazado ya más de cien jaguares que en el mercado chino, vendidas sus partes en detalle, se llega a obtener por ellos más de 1 millón de dólares por cada uno.
Las autoridades han logrado incautar un total de 380 colmillos en dos años y medio. La degradación de la fauna silvestre introduce nuevos desequilibrios en los ecosistemas. [8]
De acuerdo a la información conocida, solo en este caso estaríamos hablando de más de 200 millones de dólares. A ello hay que sumar diversas especies como caimanes, lagartos, víboras, parabas, monos, peces, otras aves diversas y una gran variedad de plantas. En todos los casos generan pingües ganancias, forman capitales que en buena parte se van al exterior y en parte retornan y se inserten en la economía nacional. Mediante el lavado de esos fondos, sea como capital de operaciones para continuar con esos negocios o como inversiones en ampliación de las capacidades instaladas, en la compra de tierras e inmuebles y por supuesto en la omnipresente corrupción, el eslabón básico de todas estas cadenas de depredación y expoliación de nuestros recursos, se logra reinsertar dichos recursos en la economía oficial, legal o formal, contribuyendo de este modo al crecimiento depredador y degradador que impulsan estos procesos.
En el caso de yacimientos mineros se ha estimado, por ejemplo, en el caso del indio, un mineral raro con un presencia muy limitada en yacimientos de plomo y zinc, que Bolivia pierde anualmente alrededor de 140 millones de dólares por no controlar la salida de aprox. 200 TM de ese mineral, como parte de operaciones de exportación de empresas mineras que trabajan en dichos rubros. El precio del indio superó los 900 dólares por kg. el año 2006, justamente cuando inició operaciones la empresa San Cristóbal que exporta aprox. el 80% del zinc boliviano en forma de concentrados. Por supuesto que es posible controlar la composición de los concentrados que se explotan y exportan. Basta con unos análisis exhaustivos de laboratorio de muestras de las exportaciones. [9]
También se ha conocido de explotaciones de piedras semipreciosas y de otros yacimientos, aunque no se tiene información sobre volúmenes y valores.
Estos datos “a mano alzada” nos dan una idea de la variedad de productos extraídos ilegalmente, así como de los volúmenes y valores que se mueven en esa economía que danza como si se hallara en un universo paralelo al lado de la economía formal, legal u oficial. Esta es una fuente esencial del “crecimiento” boliviano, puesto que aun quedando en el país una fracción de esas cifras colosales o retornando a él tan solo una parte de las mismas, ya da como para generar un ritmo de crecimiento mucho mayor al que el vetusto, desarticulado y reducido aparato productivo del país es capaz de generar por sus propios medios.
Es más, dichos ingresos resultan a su vez esenciales para dicho aparato, pues de ese modo ingresan divisas que son nada más y nada menos que el elixir con el que se mueve y  mantiene la economía, absolutamente dependiente de mercados externos para sus productos y altamente desarticulada internamente, por lo que requiere una enorme gama de productos importados para poder funcionar. ¡Y es con estas condiciones externas y capacidades internas que el “modelo” conseguiría que sea justamente la demanda interna la que lograría dinamizar el crecimiento! ¡Vaya ocurrencia! [10]
En relación a la demanda interna se ha observado una reducción de la remuneración al trabajo y una caída correspondiente en el gasto en consumo de los hogares, lo que a su vez sería producto del incremento en la presión tributaria y el crecimiento de la inversión pública. Eso significa una participación cada vez más magra de los hogares en la demanda interna que resulta ajena a las familias y al mismo aparato productivo interno. [11]
De este modo podemos comprender que debido a que no podemos vestirnos gracias a nuestra propia industria textil, nos vemos obligados a recurrir a la ropa usada e incluso a la de contrabando para poder hacerlo, de igual modo el aparato productivo pobremente articulado internamente requiere del inminente auxilio de las importaciones, ya que sin ellas no podría vivir. Es la historia de las vías férreas en Bolivia, que conectan a las distintas regiones del país con los países vecinos, pero no logran interconectar al país internamente, entre este y oeste, sur y norte. Tanto las partes como el todo de la estructura productiva necesitan su universo paralelo para poder subsistir y reproducir sus condiciones de existencia.

En síntesis, el extractivismo con todas sus características destructivas y violadoras de todo marco legal e institucional, con rasgos muchas veces mafiosos, se nutre de una concepción prebendal del poder, de una estrategia de desarrollo caduca y de la falta de ideas, voluntad e interés de cambiar dichas condiciones. [12]
Por todo ello y mucho más, el extractivismo se ha convertido en parte orgánica de las estructuras productivas obsoletas del país, indispensable para ayudar a mantener y reproducir nuestro andrajoso aparato productivo, e incluso hasta para que algún ministro intente lucirse con un crecimiento desestructurador y depredador que se estaría logrando gracias a un modelo inverosímil, cuyo aparatoso nombre aún no he logrado memorizar.


INFORMALIDAD

Bolivia ostenta el título de campeón mundial en materia de informalidad. No existe ningún país que tenga un nivel de informalidad tan alto como el que se presenta en Bolivia.
¿Qué significa ello? Que la mayor parte de la fuerza de trabajo en Bolivia, superior al 70%, debe inventarse su propia fuente de trabajo, razón por la que sus niveles de productividad e ingresos son muy exiguos, lo que obliga a dicho sector a operar al margen de múltiples regulaciones. Entre ellas suelen no ser tenidos en cuenta o aplicados los contratos de trabajo, el pago de impuestos (o hallarse sujetos a diversas formas de excepción), el seguro de salud, seguro de jubilación, siendo completamente inexistente algo así como un seguro de desempleo. [13]
A ello se añade un hecho que ya se ha naturalizado en tal medida que ya ni es motivo de análisis: gran parte de las fuentes de ingresos o de los puestos de trabajo que se inventan los trabajadores informales están íntimamente relacionados con diversas violaciones a las normas establecidas. Entre ellas cabe  mencionar el omnipresente contrabando, la piratería de productos importados, la participación en diversos eslabones de la cadena de valor del narcotráfico, la participación en diversas organizaciones de tipo criminal, como trata y tráfico, explotación de bosques, de minas y canteras al margen de toda ley, usurpación de propiedades, lo que además incluye todas la formas de vinculación entre extractivismo e informalidad, producto a su vez de la precariedad laboral y la ausencia de oportunidades laborales.
Otra forma cada vez más frecuente de acceder a oportunidades de ingreso o empleo en el sector informal es recurriendo a las prebendas estatales y por ende al clientelismo político. Quién administra y reparte estas oportunidades es por cierto el Estado que ha convertido la subasta de prebendas en una continua feria, al punto que ha reformateado el Estado, al convertirlo en una suerte de Estado Matrioshka, en analogía a las muñequitas rusas, es decir, en un Estado compuesto de mil Estados, uno para cada sector económico y social para atender sus demandas, repartir prebendas y exigir lealtad y sumisión incondicional. De esta manera se asegura el Estado de tener todas las riendas al alcance de la mano para perpetuarse en el poder, sin importar el grado de desinstitucionalización y de violación de normas que ello implique o de depredación de los recursos que ello traiga consigo.


Los casos en que se ha observado la repartija de prebendas, facilidades y dádivas es inmensa, y el común de los ciudadanos tiene en mente varias de ellas.
Los casos paradigmáticos están relacionados con los cooperativistas mineros y los cocaleros que se han convertido en los mimados del régimen. Hemos sido testigos de casos extremos de violencia, como el asesinato del Viceministro Rodolfo Illanes por los cooperativistas que exigían hasta el derecho de contaminar aguas, subvención en el servicio de energía eléctrica y hasta encubrir a empresas transnacionales, así como la incursión al TIPNIS por parte de los cocaleros, sin ninguna contemplación por áreas protegidas ni por las comunidades indígenas que allí tienen su hábitat.
Pero la lista incluye a muchos sectores: los transportistas que han internado al país cientos de miles de vehículos, muchos usados y de contrabando; los gremiales que defienden a brazo partido la internación legal, pero generalmente por la vía de contrabando de toneladas de ropa usada, haciendo imposible toda industria textil en el país, y que han llegado al extremo de atacar las oficinas del municipio de El Alto donde han muerto 6 funcionarios y dejado 35 heridos. En la lista están también los fabriles y su Ley 1055 de Empresas Sociales vigente desde 2018 destinada a legalizar la toma de empresas, los petroleros y sus jugosas remuneraciones, los campesinos y la repartija a sus dirigentes de recursos del FONDIOC, la COB con sus cargos en las Cámaras como Diputados o Senadores, los interculturales y la entrega de tierras para fines agrícolas, pero incompatibles con las aptitudes de uso de las tierras recibidas, los empresarios agropecuarios y su pedido de desmontar 1 millón de hectáreas anuales para ampliar la frontera agrícola en tierras que no tienen aptitud agrícola, como han establecido los Planes de Uso del Suelo (PLUS) de las diversas regiones del país. Los incendios de la Chiquitanía son el corolario de estas políticas de depredación basadas en la angurria y la ignorancia, pues los suelos del bosque seco chiquitano, de transición entre el Chaco y la Amazonía, conformados sobre el escudo brasilero, no son aptos para agricultura, y convertir esas áreas boscosas en campos de pastoreo resulta un uso depredador y destructivo sin nombre, mucho más si comprendemos que la ganadería es otra fuente de calentamiento global. En suma, el nuevo Estado masista ha montado un sistema de distribución de prebendas al servicio de los diversos sectores sociales, los unos seguramente más urgidos que otros, cuyos dirigentes empero están cada vez más enriquecidos, aunque a costa del país, sus recursos, su ordenamiento y del respeto que todo deben tener por su futuro. [14]
Si algún argumento positivo tiene la concepción liberal-republicana del Estado y la economía, basada en la Constitución, en la clara separación de poderes, en elecciones libres e incluso en impuestos relativamente bajos, es justamente éste: evitar que la angurria de poder se apodere de los medios que permitan dar rienda suelta a las tendencias autocráticas para reproducir su poder sin el consenso, la aprobación y la legitimación de la mayoría del pueblo, el verdadero soberano de una nación.
En Bolivia se han quebrado gravemente estos fundamentos, lo cual también es una condición indispensable para asegurar el funcionamiento del artificioso “modelo”  de crecimiento y para asegurar el control de las condiciones de reproducción del poder autoritario.
La historia del extractivismo en nuestro país nos ha dado ya muestras claras que siempre va de la mano de tendencias oligárquicas y autocráticas, así como de comportamientos prebendales y de corrupción y, por supuesto, de depredación y degradación de los bienes de la naturaleza, y por cierto de aprovechamiento no sostenible de dichos bienes. De modo que luchar por evitar el uso no sostenible de estos bienes es una condición indispensable para desalentar estas tendencias tan adversas a la democracia y al Estado de derecho.
Otra muestra del proceso de desmantelamiento de todo centro, instancia o autoridad que pueda ejercer libre y responsablemente sus funciones de acuerdo a sus atribuciones y competencias se relaciona con los cargos interinos en las más importantes instituciones del Estado durante ya más de una década. La única razón que explica este extremo es tener la opción de despedir a cualquier funcionario de alto nivel en el momento que pueda constituirse en un estorbo para el manejo discrecional del aparato del Estado.
En este marco es indispensable intentar explicar brevemente  las razones de surgimiento del sector informal, de ese ejército de trabajadores desprovistos de muchos medios que tienen que ingeniárselas para subsistir. Un ingrediente crucial y fundamental que se halla en el fondo mismo de todo ello -aquí se halla la idea de la formación abigarrada de Zavaleta- , tiene que ver con nuestro famoso “capitalismo” que ha mostrado a lo largo de sus dos siglos de presencia en nuestra formación social su inclinación por el extractivismo y el rentismo, no así por un desarrollo de las fuerzas productivas en base a las ciencias, la investigación, la tecnología, la educación.
La historia de los malabarismos que ha hecho nuestra sociedad y sigue haciendo para subsistir en una país donde los propietarios de los medios de producción no han asumido la función social y ambiental de la propiedad privada, es decir, el deber de los propietarios de proveer suficientes puestos de trabajo y velar por el cuidado ambiental, aún no ha sido escrita, pero su esqueleto se puede ver en la estructura de clases que ha surgido, donde la mayor parte de los trabajadores no son poseedores de medios de producción o solo en escasa y precaria medida, por lo que tienen que inventarse las formas más bizarras de subsistencia. También se puede ver en la variedad de sectores productivos, muchos de ellos simples recicladores de productos y valores ya producidos en otras economías, en las interminables jornadas de trabajo, en fin, en toda la policromía y diversidad de condiciones, formas de remuneración o compensación, etc. que pueblan nuestro espacio económico, produciendo una heterogeneidad estructural tal de condiciones que permiten que convivan o coexistan las más diversas condiciones técnicas de producción, pero a la vez hacen muy difícil poder regular ese conjunto con leyes “iguales para todos” cuando todo es desigual para muchos. [15]
Estas reflexiones apuntan a un objetivo muy concreto: mostrar que el sector informal es incomprendido en relación a sus orígenes estructurales, ha sido completamente desatendido en sus requerimientos y es usado para los fines que le interesa al régimen en funciones, tanto como fuerza de trabajo dispuesta a usar y aprovechar los productos del extractivismo depredador, tanto el “legal” como el pirata, pero también como clientela política siempre atenta a recibir dádivas y prebendas del Estado. El hecho que se haya optado por no distraer recursos del excedente económico -generado gracias a los altos precios de las materias primas- en favor del sector informal, es sin duda un muestra evidente de la forma despótica con que ha sido tratado este sector en todos estos años, tal como ha sido revelado públicamente por aliados ideológicos del régimen. [16]
El sector informal es el pagano del pato de este modelo extractivista-informal, ya que al haber sido excluido de participar de los beneficios que le podía traer el excedente económico –por no haber sido considerado un “sector estratégico” de la economía- se ha mantenido ampliamente en las mismas condiciones de precariedad y rezago de siempre, como si por estas tierras no hubiera pasado un tren cargado de oro, producto de la lluvia de divisas que cayó por estos lares durante más de una década.
Esta política de excluir al sector informal de los recursos recibidos es un grave error, ya que documenta la incapacidad del actual régimen para generar alguna propuesta o alguna visión de lo que desesperadamente requiere el sector informal, el mayor reservorio de pobres, pero ansioso de superar sus mayores limitaciones y estrecheces. Para decirlo en pocas palabras: necesita urgentemente un gran plan de provisión de bienes y servicios públicos y colectivos que a millones de trabajadores de este sector les permita acceder a recursos y facilidades complementarias a los propios recursos que disponen. Los informales suelen contar con algunos recursos, aunque por lo general son precarios, insuficientes y diversos, por lo que resulta esencial poner a disposición facilidades y servicios complementarios a la composición de recursos y capacidades que disponen. De haber procedido de esa manera y no con un programa improvisado y anquilosado de crecimiento como el que se ha impulsado, hoy podríamos tener un sector con una importantes bases de crecimiento, con capacidades instaladas para incursionar claramente en las nuevas revoluciones tecnológicas y con un desarrollo muy amplio de sus propias capacidades y con disposición al emprendimiento innovador, creador, con una gran y creciente incorporación de nuevas soluciones tecnológicas. Pero todo ello es parte de todo lo que el viento se llevó por el uso dispendioso, derrochador e improvisado de esa montaña de recursos que los mercados internacionales derramaron sobre nuestro país durante los últimos 13 años. [17]

LAVADO DE CAPITALES 

Cuando se quiebran las reglas de juego imperantes en una sociedad, aquellas expresamente acordadas y aprobadas por todos sus miembros, como son la Constitución Política, las leyes, los referendos, se abren las compuertas para toda clase de distorsiones.
Ello sucede con mucha mayor fuerza cuando la ley no es comprendida como el producto del pacto social establecido entre todos los ciudadanos, sino como una imposición o una simple manera de obstruir las actividades privadas. Esta distorsión hace imposible construir un tejido social estable, ya que constantemente se cuestionan los fundamentos que deben hacer posible la convivencia pacífica. Las leyes no solo son la expresión más acabada del pacto social, sino que tienen la función o destino de ser aplicadas, incluso compulsivamente por la autoridad. Ese es el mandato que se deriva del pacto social y de las leyes. No es otro. Pero las autoridades que se ocupan de ganar adeptas en base a prebendas no tienen nada de eso en mente, sino de favorecer a clientelas potenciales, lo cual pasa casi indefectiblemente por hacer la vista gorda ante un sinnúmero de leyes  que disponen otra cosa.
En este marco, el lavado de capitales aparece como un delito más de los muchos que las autoridades por conveniencia y los informales por necesidad socapan a diario. No obstante, se trata de un delito con graves repercusiones, pues se alienta a su vez la violación de muchas leyes, constituyendo en conjunto cada actividad relacionada con el lavado de capitales un verdadero atentado a las posibilidades de convivencia pacífica de una sociedad y de velar por su patrimonio adecuadamente.
El lavado de capitales, siempre de origen oscuro, en muchos casos es producto del narcotráfico, pero también de la extracción ilegal de recursos naturales, de operaciones de corrupción significativas o como forma de dar cobijo a dineros negros provenientes del exterior. Dicho de modo general, el lavado de capitales significa la inserción de recursos mal habidos en la economía legal u oficial (oro, madera, drogas, etc.).
Todos estos bienes y flujos financieros indudablemente contribuyen al cálculo final del PIB, a incrementar las cantidades de bienes y servicios, pero como producto de operaciones fraudulentas que son incorporadas en el país mediante vías y canales oscuros, que buscan y encuentran las maneras de aparecer como recién lavados. Todo ello lleva a distorsionar la realidad, pues se da por bueno el resultado, sin tomar en cuenta los factores o elementos que ingresan a ese resultado.
De modo que el resultado final es una mezcla de economía legal con ilegal, de dineros bien habidos con dineros mal habidos, de operaciones que cuidan y preservan la capacidad de reproducción de los recursos con aquellas que destruyen dicha capacidad, creando un mundo de apariencias que se vende como una gran verdad, como si solo fuera producto y resultado de una de dichas partes –la buena por supuesto, la legal, la oficial- pero que también es producto de muchas operaciones fuera del control, la legalidad o la permisividad que una sociedad que se respete puede permitirse.
El lavado de capitales es la forma de incorporar recursos provenientes de operaciones oscuras o fraudulentas en actividades muchas veces lesivas a la naturaleza y los intereses de largo plazo de la economía de un país. La razón es muy simple: dado que las condiciones de producción son usualmente las mismas condiciones de reproducción, ello implica que la incorporación de dichos recursos oscuros apuntarán a mantener o reproducir las condiciones y actividades que los originaron. El resultado será la perpetuación de actividades atentatorias a la convivencia pacífica y los intereses verdaderamente estratégicos del país, como son cuidar el patrimonio natural, promover el bienestar social y defender la soberanía nacional.
Por estos elementos decir que gracias al “modelo” la demanda interna es impulsora del crecimiento o presentarlo como el caso más exitoso de crecimiento de la región, es una burla y una estafa al sentido común. Si así fuera, nos preguntamos nuevamente, ¿por qué nadie aplica el modelo boliviano? Simplemente porque es insostenible y está construido sobre bases inviables, pues nadie tiene un paraíso de recursos que se renueven solos ni ningún país tiene una economía paralela que le permita tanta holgura, flexibilidad y acceso a recursos gratuitos en base a la depredación y el despilfarro.
Como todavía veremos, uno de los secretos de toda esta tramoya consiste en no tener una contabilidad integral, lo cual ha conducido a anotar los ingresos, pero no los costos, los beneficios pero no los impactos, la producción, pero no el agotamiento de reservas, los ingresos derivados del narcotráficos, el oro, las maderas preciosas producidas ilegal y criminalmente, pero no la depredación ambiental, la contaminación de ríos y suelos, la degradación o destrucción de bosques, así como de sus capacidades de reproducción y de los servicios ambientales que prestan. Claro, teniendo muchos recursos naturales a disposición y actuando de este modo es fácil aparecer como país con grandes habilidades para crecer. Eso no significa que solo en Bolivia se manejan las cosas tan irresponsablemente. Significa solamente que aquí se lo hace de modo relativamente mucho más pronunciado y acentuado que en otras partes y en los últimos años de modo aún mucho más acentuado y desembozado que en cualquier otro periodo.

LLUVIA DE MANÁ

La lluvia de maná, es decir, el incremento espectacular y único en nuestra historia de los ingresos obtenidos por el país por nuestras exportaciones ha quedado indeleblemente unido a una diversidad de records históricos: los incrementos de las exportaciones, las importaciones, el presupuesto, la inversión pública y los términos de intercambio. El más impactante de dichos records es sin duda que en los últimos 13 años Bolivia ha obtenido por exportaciones tantos ingresos como en toda su vida económica anterior y ello sin despeinarse, es decir, gracias al incremento espectacular de los precios internacionales de las materias primas y alimentos, pero sin que haya habido incrementos significativos en los volúmenes de exportaciones. En la fase de declive de dichos ingresos a partir del 2015 se ha percibido un cierto incremento de volúmenes de minerales, pero de declive de gas y petróleo.
Ningún país de América Latina ha multiplicado tanto sus exportaciones como Bolivia en esta fase, aunque también se ha beneficiado con el súper ciclo de los precios internacionales de las materias primas. Bolivia ha llegado a multiplicar el 2014 por 9 sus exportaciones en relación al promedio de exportaciones del periodo neoliberal, mientras que Brasil y Chile lograron como máximo cuadruplicar sus exportaciones el año 2011 respecto al año 2000, mientras que Venezuela llegó a triplicar sus exportaciones en el año 2010 y Argentina logró lo mismo el 2011. El promedio de incremento de las exportaciones bolivianas durante todos estos años bordea los 9000 millones de dólares por año, es decir, 6 veces el promedio del periodo anterior. Sabemos que no hay magia en economía y menos en el intercambio comercial, pero sin duda este periodo único en la historia económica se asemeja mucho a ello.[18]
Como consecuencia de lo antedicho, los fondos “anticíclicos” se han formado por exceso de ingresos y de divisas, no por previsiones previstas o planeadas, pero también por limitaciones de la propia economía relacionadas con su limitada capacidad de absorción de inversiones, razón por la que miles de millones de dólares han quedado tristemente parqueados en cuentas de ahorro particulares, simplemente porque para el común de sus titulares más vale pájaro en mano que ciento volando, es decir, no tiene la confianza en la economía para invertir, ni observa una gama más o menos amplia de oportunidades, ni cuenta con las habilidades para arriesgarse a incursionar en la actividad empresarial. Solo casos como construcción y compra-venta de inmuebles han contado con recursos provenientes de estos sectores, ya que responden ampliamente a la mentalidad rentista predominante en la sociedad.
De modo que la lluvia de maná tuvo innumerables efectos y consecuencias muy reveladoras sobre el carácter de nuestra formación social, que paso a destacar:
-  El gobierno se convirtió de la noche a la mañana en un gran malabarista de la economía, capaz de introducir unos insumos extraños en una caja oscura y obtener unos resultados extraordinarios, sin que nadie se detenga a ver cómo se producía dicha transformación. La cortina de humo denso que tendió la lluvia de maná entre los ojos hipnotizados del público y los malabarismos gubernamentales, nos cegó a todo análisis detallado y pormenorizado.
-  La oposición se fue a dormir a su casa. Se desentendió de la economía, del análisis crítico, de formular propuestas, de construir visiones, de hacer el seguimiento meticuloso que exigían las circunstancias. Y cuando salió, fue solo para tentar fortuna en las elecciones, pero lo único que consiguió fue no solo legitimar dichos procesos, incluso el de 2014 a la sombra de la primera violación de la Constitución, sino además  regalarle los 2/3 de la Asamblea al actual régimen, que han contribuido notablemente a construir esa gran angurria de poder.
-  Los ganadores se ocuparon de ganar cuanto pudieron, llegando al punto de sumarse sin remilgos ni dubitaciones a las huestes gubernamentales. Los casos, ejemplos y situaciones en que se fue estableciendo y consolidando ese pacto son innumerables. Aquí salieron a relucir dos rasgos profundos de nuestras elites económicas: prefieren el rentismo y usar los recursos del Estado, o los propios, siempre que sean generosamente apoyados por muchas prebendas, facilidades, subvenciones y concesiones. ¿Empresarios, creadores e innovadores, burguesía con el ánimo y la intención de estructurar el país de acuerdo a su vocación empresarial, ordenadora y organizadora de circuitos para su propio  beneficio final, pero sin dejar librada a su suerte a la mayor parte de la fuerza de trabajo nacional? Ni por casualidad.
-   Las bases sindicales optaron por apoyar a capas dirigentes que se habían arrimado a los conductores del “proceso de cambio para vivir bien”, como se ha autodenominado el relato más falso de nuestra historia que fue creído a pie juntillas y sigue siendo creído por una fracción dura de la ciudadanía. Con ello se desentendieron del rol esencial de las organizaciones sociales: ser los vigías de los procesos nacionales, mantenerse independientes, como la memoria larga de la sociedad, con capacidad de cuestionar el ejercicio del poder y articular movimientos de protesta como el único control efectivo en un Estado endeble, mucho más cuando de por medio hay una lluvia de maná. Prefirieron el pacto, la sumisión y la prebenda y alinearse como clientela del oficialismo que cumplir su rol histórico y aceptar y tolerar la división de muchas organizaciones. El control histórico mediante las organizaciones sociales y el control legal o institucional mediante los poderes del Estado fueron fagocitados por ese poder que el gobierno se ocupaba de exhibir como para que hasta el más indiferente se sienta tentado a sumarse a la corte gubernamental.
-   La opinión pública internacional quedó absorta con tantos cantos de sirena, rindiéndose a los pies del presidente indígena elegido democráticamente, mostrando a todos los despreciados, marginados y vilipendiados pueblos y minorías de este mundo que sí era posible, que ahí estaba la prueba, que su propia liberación incluso era posible por canales legales democráticos de un mundo cada vez más civilizado. A 3 lustros de esos primeros momentos, recientemente el presidente Bolsonaro ha ponderado este hecho, como para mostrar las oportunidades que se pierden todos los pueblos indígenas que prefieren refugiarse en áreas reservadas en medio de la selva y exhibirse como si fueran animales de un zoológico, ha sostenido. Se refiere a la oportunidad de que algún indígena que ahora vive en la selva en su país, pueda algún día ser elegido presidente de todo el Brasil, como ha ocurrido con Evo Morales, salido de la selva, según Bolsonaro.[19]
-  Uno de los pilares del creciente poder omnímodo que fue adquiriendo el actual régimen se debe justamente a tanto festejo y celebración a Evo Morales en el exterior. Todos veían los resultados, nadie se ocupaba de las fuentes, los pilares, los fundamentos, las raíces del crecimiento y de otras obras y políticas que se fueron aplicando. La historia de todos esos gestos, apoyos, manifestaciones de admiración por el proceso boliviano aún debe ser escrita, sobre todo como testimonio de la forma superficial, descomprometida, ajena que asumen unos gobiernos y diversos círculos intelectuales en el exterior con tal de tener a quien seguir en un mundo cada vez más uniformemente gris.
-   La angurria de poder fue creciendo, no como un bonsái, que va madurando sin perder la estatura, sino como una planta salvaje que crece desmesuradamente, como si hubiera perdido todas las proporciones. La primera violación a la Constitución del 2014 se la dejamos pasar demasiado fácilmente, porque aún su relato fantástico funcionaba, nadie se ocupaba de comprobar si el casco de la nave tenía perforaciones. Qué interesaban los locos discursos, las fantásticas patrañas, si al final del día seguía funcionando la economía. Eran los años en que los ingresos extraordinarios llegaron a su clímax, entre 2013 y 2014. Gran error no haber puesto mucho más atención. El adormecimiento de la oposición se generalizó, en circunstancias en que un líder cocalero (¡ni en ello realmente habíamos deparado!) empezaba a adquirir unas insospechadas dimensiones angurrientas. La convocatoria al referendo del 21 de febrero de 2016 fue la hora nona, porque allí se sintió tan empoderado, tan ensoberbecido que juraba que usando las reglas de juego que él mismo había puesto o determinado podía salirse con la suya. Pero ahí el pueblo le dijo no, posiblemente más como intuición que como convencimiento íntimo, pero ello bastó para que salga a relucir el ansia de poder que había acumulado por años.
No me imaginé que terminaría en estas disquisiciones al tratar de explicar uno de los factores de este modelo demoledor de nuestros horizontes y expectativas, pero salta a la vista que ese regalo de los mercados globalizados nos caló hasta los huesos, introdujo innumerables distorsiones y fantasías que hoy nos toca aclarar y desentrañar, so pena de seguir amarrados a unos tótems y mitos fantásticos que ya no podemos ni debemos seguir portando ni soportando por más tiempo.
El resultado final es que la lluvia de maná reconfiguró muchos espacios, perspectivas, horizontes, muchas para mal, algunas para bien. Pero por sobre todo ayudó a mantener vivito y coleando un modelo de crecimiento económico destructivo, inviable, insostenible, que nos ha traído ahora a puertas de un cúmulo de desgracias y desafíos muy complejos y problemáticos que amenazan la suerte misma del país. Al final de estas notas, volveremos sobre ello, porque al final del día no interesa tanto si el modelo fue malo o pésimo, subvencionado por el maná o por nuestro desinterés. Lo que interesa es la viabilidad el país como base para el desarrollo de sus habitantes y como miembro activo y respetable de un mundo capaz de luchar por su subsistencia con las mejores arnas que podamos movilizar: nuestra gente, nuestras culturas, nuestros recursos, con ellos, no contra ellos.

CONTABILIDAD SESGADA DEL PIB

Uno de los instrumentos más exitosos en la historia de la economía es el PIB, el producto interno bruto. ¿Por qué? Simplemente porque nos ha permitido saber qué producimos, cuánto producimos, qué consumimos, cómo distribuimos todo ello, y a partir de ello, cuán eficientemente lo hacemos, etc. También ha permitido una suerte de clasificación de los países de acuerdo al tamaño de su PIB y a su rendimiento. Pronto todo eso ha derivado en la obsesión por el crecimiento. Al perder sentido comparar las magnitudes del PIB por las enormes diferencias entre unos y otros países, se optó por la tasa de crecimiento. Así todos se podían seguir sintiendo participes de la misma carrera desbocada.
El drama del asunto es que cuando se concibieron las cuentas nacionales, es decir, el sistema de contabilidad necesario para poder ordenar todo ese inmenso cúmulo de datos de manera inteligible para todos, los conceptos que se emplearon no tomaban en cuenta muchas cosas que iban más allá de los criterios de contabilidad relacionados con la economía. En esa contabilidad no había capital natural, ni capital social ni capital humano, tampoco sostenibilidad y la idea misma del agotamiento de los recursos, de los límites del crecimiento, recién fue claramente expuesta hace medio siglo, poco después que el tema ambiental empezó a tomar cuerpo de la mano de estudios sobre la contaminación ambiental. [20] Los recursos naturales no renovables no se agotaban, ni se depreciaban, ni se perdían. Permanecían eternamente iguales como si se tratara del cuerno de la abundancia, del que se puede extraer eternamente todo sin sufrir menoscabo alguno.
Como ahora vamos entendiendo, este es uno de los errores más gigantescos de la historia humana, pues ha dado lugar a desarrollar una actitud depredadora, extractivista, despótica hacia la naturaleza, ha alimentado circuitos y procesos insostenibles que ahora de pronto nos confrontan con la miseria, pobreza o bajeza de nuestras pasadas decisiones y modos de relacionarnos con la naturaleza. El mundo interpela a las viejas generaciones actuales como las principales causantes de ese estado de cosas o en todo caso como las primeras en comprender todo ello y no hacer lo indispensable para superarlo.
El resultado es que nos hemos acostumbrado a hacer unas cuentas fantásticas, donde no consideramos el deterioro, destrucción, daño, depredación o franco agotamiento de los recursos como un costo que debería disminuir el PIB, del mismo modo en que no se considera el trabajo doméstico o todo lo que ahora se llama la economía del cuidado.
También se ha reportado dudas sobre determinados datos sobre los que se estima el crecimiento, en particular en el sector agrícola y minero, lo cual contribuiría a incrementar la tasa de crecimiento, un dato crucial y determinante tanto para su política de doble aguinaldo, como para seguir figurando en lugar destacable en la región.[21]
De modo que la contabilidad que seguimos utilizando solo suma, no resta. De este modo llegamos al extremo que crecer puede ser producto –en muchos casos lo es, como lo hemos visto- de  destruir, dañar, afectar agotar, etc. ¡Vaya crecimiento, como si realmente viviéramos en un paraíso de mieles, que se auto reproduce y recompone solo y está listo al otro año para prestarnos sus mismos servicios de siempre.
El Banco Mundial publicó ya hace años un estudio muy revelador sobre todos estos temas y mostró los extremos a los que es posible llegar. Para su estudio eligió un país paradigmático por su alta dependencia de los recursos naturales y su tradicional tendencia a no tomar en cuenta una diversidad de costos e impactos. Ese país es Bolivia.
El estudio muestra que si se toma en cuenta únicamente el PIB (el estudio se basa en el Ingreso Nacional Bruto) el país crece, pero si se considera adicionalmente sus inversiones en capital humano y los costos relacionados con el capital natural y por contaminación, entonces el país decrece. Si esa conclusión era correcta hace años, hoy lo es mucho más, ya que todo el modelo actual descansa primordialmente en el saqueo de los recursos naturales a una escala sin precedentes, y por cierto en la precariedad del sector informal.
Veamos la síntesis del estudio del Banco Mundial en el siguiente gráfico, que refleja lo señalado precedentemente.
En el gráfico se puede apreciar que como consecuencia de la interacción de todos los factores señalados y de la consideración en las cuentas de capital natural y capital humano, la economía en lugar de crecer, decrece. Si bien este estudio se halla disponible hace ya 13 años, no ha sido objeto en nuestro país de ninguna atención conocida, ya que ello iba y va en contra de los enfoques que manejan los conductores de la economía. Por lo visto el mismo Banco tampoco realizó ningún esfuerzo por procurar que el país maneje un sistema de cuentas que tome en consideración todos estos aspectos. 

El resultado actual es evidente: crecemos depredando, liquidando las base del futuro, contribuyendo al calentamiento global y al cambio climático de modo absolutamente desconsiderado, porque se maneja la idea que “un poco de depredación” se justifica para combatir la pobreza, ya que al fin de cuentas, los países altamente industrializados son los principales responsables de esta debacle climática.
De este modo, en lugar de desarrollar una cultura de preservación y uso sostenible de los bienes de la naturaleza, hemos tendido a  manejar el medio ambiente despóticamente, yendo absolutamente en contra de preceptos fundamentales como ese del Derecho al Medio Ambiente, inscrito en nuestra propia Constitución:
DERECHO AL MEDIO AMBIENTE
Artículo 33. Las personas tienen derecho a un medio ambiente saludable, protegido y equilibrado. El ejercicio de este derecho debe permitir a los individuos y colectividades de las presentes y futuras generaciones, además de otros seres vivos, desarrollarse de manera normal y permanente.
Artículo 34. Cualquier persona, a título individual o en representación de una colectividad, está facultada para ejercitar las acciones legales en defensa del derecho al medio ambiente, sin perjuicio de la obligación de las instituciones públicas de actuar de oficio frente a los atentados contra el medio ambiente.

De igual modo, existen  muchas violaciones a nuestro ordenamiento que no son registradas ni tomadas en cuenta en las cuentas nacionales, al punto que se da una convivencia fluida entre capitales y flujos de intercambios legales e ilegales, formales e informales, como si todos fueran parte natural del mismo ordenamiento. Mientras que en el caso de los intercambios legales deben cumplirse un sinfín de obligaciones, en el caso contrario son omitidos, lo que significa en el común de los casos lesiones al derecho al medio ambiente sano, contaminaciones, depredaciones, etc. de calibre muchas veces inimaginable.
Que adicionalmente a todo este sistema de ignorar todos esos intercambios, de depredación y conculcación de derechos se sume el hecho que todo ello termina siendo incluido de diversas formas en el PIB y en el crecimiento económico del país resulta un atentado al sentido común, pero sobre todo a las bases de vida del país.
Este sistema de contabilidad sesgada del PIB ha permitido actuar con total impunidad en materia ambiental y se ha constituido en una suerte de carta blanca para depredar y tomar por asalto los recursos del país, inclusive avasallar propiedades privadas y de las comunidades.
Por el grado de irresponsabilidad que trasunta este sistema sesgado de registro de las actividades económicas del país, se ha constituido en uno de los eslabones de este modelo de crecimiento depredador del que hace gala el régimen actual.
En este marco puede advertirse que una tarea crucial para cambiar este modelo radica en tomar en cuenta los estándares más exigentes que se han ido recomendando en esta materia por parte de estudiosos del tema desde años.  Una referencia es sin duda la Comisión Stiglitz - Fitoussi que ha planteado una diversidad de aspectos a considerar. [22] 

En la presentación del último informe de dicha comisión puede leerse:
“Las métricas son importantes para la política y las políticas son importantes para el bienestar. En este informe, los copresidentes del Grupo de Expertos de Alto Nivel sobre Medición del Desempeño Económico y el Progreso Social, organizado por la OCDE, Joseph E. Stiglitz, Jean-Paul Fitoussi y Martine Durand, muestran cómo la excesiva dependencia del PIB como criterio del desempeño económico engañó a los responsables políticos que no vieron venir la crisis de 2008. Cuando la crisis golpeó, concentrarse en los indicadores equivocados significaba que los gobiernos tomaron decisiones políticas inadecuadas, con consecuencias severas y duraderas para muchas personas. Si bien el PIB es el indicador económico más conocido y poderoso, no puede decirnos todo lo que necesitamos saber sobre la salud de los países y las sociedades. De hecho, ni siquiera puede decirnos todo lo que necesitamos saber sobre el desempeño económico. Necesitamos desarrollar paneles de indicadores que revelen quién se beneficia del crecimiento, si ese crecimiento es ambientalmente sostenible, cómo se sienten las personas acerca de sus vidas, qué factores contribuyen al éxito de un individuo o de un país”.
Sin lugar a dudas, resulta un atentado contra el futuro de una sociedad que sus principales cuentas económicas registren como ingreso, logro o resultado positivo actividades que fomentan la ilegalidad y la insostenibilidad. [23] 

RESULTADO FINAL

Posiblemente el mayor error colectivo que hemos cometido en Bolivia ha sido el de permitir que se cuente y difunda una sola versión del acontecer económico en nuestro país, que penetre en todas esferas públicas y privadas, así como en diversos centros de pensamiento y foros de reflexión en el exterior, y que se ignore todo un inmenso cúmulo de insuficiencias, engaños  y omisiones.
Se puede entender que muchos de los loas recibidos por el gobierno Morales durante muchos, demasiados años, sean producto de informaciones insuficientes y comprensiones erróneas, porque todo lucía aparentemente bien o coherente. Pero las apariencias engañan, son tenaces para ocultar la verdad porque usualmente asumimos que las apariencias son expresión de la verdad, por lo que ya no nos preocupamos por escarbar más a fondo o dudar de lo que se nos presenta a los sentidos. Pero las formas o apariencias son solo la manifestación de la esencia, del fondo, no son el núcleo duro de la verdad. Solo la interacción coherente de ambas, del fondo y la forma, de la esencia y la apariencia, nos permite llegar a ella. Y eso ocurre recién cuando vemos la necesidad de comprender de qué manera se articulan ambas. Ahora hemos llegado a ese punto.
Lo que podemos observar es que el masismo ha construido un modelo de gestión de la economía y el país en torno a si mismo y los intereses que lo secundan, que responde perfectamente a sus requerimientos y exigencias. Tiene a su disposición todas las teclas del poder que son activadas y puestas en marcha en el momento que es requerido, sin que ley, valores, compromisos, ética o promesa alguna valgan nada. La historia de lesiones y atentados a todos los fundamentos que hacen posible la convivencia pacífica y armónica de nuestra sociedad han sido violados o alterados en los últimos 13 años con saña y descaro, como nunca antes se había visto.
El resultado de este modelo es que se ha construido un mundo de piedra, es decir, un conjunto de relaciones y vínculos entre las partes del mismo que no se puede alterar ni modificar en ningún sentido, so pena que todo el modelo se venga abajo. Existe un mundo de piedra cuando por temor al riesgo, por aversión a cualquier transformación profunda se tenga la íntima convicción que si acaso se cede en algún punto, todo lo demás se destruirá, por lo que nadie se puede animar a tirar la primera piedra, ni a cambiar nada por los riesgos y consecuencias que tamaño atrevimiento puede traer consigo. Ergo, para mantener el control de todo, no haya nada, absolutamente nada que cambiar.
De este modo el mundo de piedra se caracteriza por ser un mundo petrificado, anquilosado, y a la vez un mundo en perfecto equilibrio, ya que responde exactamente a los intereses de quienes se han ocupado de construir ese mundo y ese modelo a su regalado antojo.
Si observamos los fundamentos o los factores que hacen posible este mundo de piedra al servicio de intereses creados y ajenos al país, comprendemos que no podemos continuar con el mismo o porque representa un atentado a las bases mismas de sustento y de convivencia pacífica de los bolivianos.
El extractivismo a ultranza, de carácter depredador y degradador, la informalidad que se la mantiene como un recurso aprovechable políticamente y explotable por parte de esa economía pirata paralela, el lavado de capitales íntimamente unido a una diversidad de formas de arrasar con los recursos naturales y violar todo el ordenamiento legal del país, que además significa la conformación de poderes fácticos por encima de los organismos creados para preservar el orden y la seguridad nacionales, la lluvia de maná, un hecho fortuito que ha otorgado un poder sin precedentes a una capa de funcionarios públicos que nunca se había ocupado a fondo por comprender las raíces y fundamentos de nuestro rezago económico y que al calor de esa lluvia de divisas se les ocurre encarar proyectos fantásticos, completamente alejados de los requerimientos histórico-estructurales del país, y finalmente un manejo de las cuentas nacionales que se ocupa de cerrar los ojos a múltiples licencias, omisiones y errores que termina vendiéndonos la idea que hay crecimiento cuando se depredan los recursos, se los contamina, se destruye nuestras bases de vida, son el conjunto de factores que han hecho posible unas tasas de crecimiento a costa de desordenar nuestra vida nacional y depredar nuestros recursos, factores que cuestionan severamente  las bases de nuestro futuro nacional.
En suma, puede decirse que los fundamentos de nuestro rezago no han sido tocados, la inmensa cantidad de recursos que nos cayó no ha sido aprovechada responsablemente, las oportunidades de vida, progreso y desarrollo de los bolivianos son tan magros o insuficientes como siempre. No tenemos ni una comprensión clara de nuestra problemática nacional, menos una visión que nos permita construir un futuro promisorio para todos y mucho menos políticas que pudieran conectar lo uno con lo otro. Hemos sido víctimas de discursos ideológicos que han perdido de vista los marcos y contextos del mediano y largo plazo, así como de la improvisación, la casuística, el antojo, porque lo que en el fondo interesaba es que los depredadores del país, de sus recursos, de su orgullo, de su soberanía tengan el espacio y las oportunidades que requieren para hacer lo que se les antoja. Para el resto del país solo caben juegos de luces y sombras, un deporte altamente desarrollado en estos 13 años de profundo extravío nacional, que debían ser años de reencuentro, de superación de viejos resentimientos, de inclusión y apertura. Hemos llegado al final de esta etapa. Ya no hay nada nuevo que descubrir o encontrar.
Es hora de despertar. El cuento  ha terminado. ¡Viva la libertad!


[1] Economista, Experto en Planificación Regional. Catedrático de “Desarrollo del Capitalismo”.
A. Ibañez, M. Gavincha, M. Llapaco. Crecimiento económico, cambio estructural y diversificación: el caso de Bolivia https://ideas.repec.org/a/blv/journl/v24y2016i1p49-114.html
[4] Cfr.:
Arévalo Luna, G. (2016). Economía y política del modelo boliviano 2006-2014: evaluación preliminar. Apuntes Del CENES, 35(61), 147-174. https://doi.org/10.19053/22565779.4152
https://yapukamani.blogspot.com/2016/01/evo-morales-la-economia-del-pais-se.html;  para una vista de las principales omisiones y atentados que comete el Estado en relación al medio ambiente y los derechos de los pueblos indígenas, cfr.  https://cedib.org/wp-content/uploads/2019/10/Infome-EPU-Espan%CC%83ol-4Pags.pdf
[13] Cfr: M. Hassan, F. Schneider. Size and Development of the Shadow Economies of 157 Countries Worldwide: Updated and New Measures from 1999 to 2013 http://ftp.iza.org/dp10281.pdf
[15] Es oportuno señalar que la historia de Bolivia está signada por muy escasos auges en las exportaciones y en los precios de las materias primas, pero también por una administración poco eficiente de dichos momentos. La Fundación Konrad Adenauer ha publicado dos tomos sobre la historia económica boliviana que nos dan una clara muestra de ello. Cfr.: https://www.kas.de/veranstaltungsberichte/detail/-/content/un-siglo-de-economia-en-bolivia-1900-2015-tomo-i; https://www.kas.de/veranstaltungsberichte/detail/-/content/un-siglo-de-economia-en-bolivia-1900-2015-tomo-ii
[20] En particular son importantes los libros pioneros de Rachel Carson, La primavera silenciosa (1962), y luego Los límites del crecimiento económico del Club de Roa (1973).
[21] En el caso del sector minero se ha señalado un contraste pronunciado entre el crecimiento de los volúmenes de producción y exportación de concentrado de minerales, cuando se sabe que dicha producción solo tiene sentido si es exportada, por lo que “producción” sin exportación es equivalente a “alquimia económica”. Cfr.: Juan Carlos Zuleta. ¿ALQUIMIA ECONÓMICA EN EL MEFP? https://www.noticiasfides.com/opinion/juan-carlos-zuleta/alquimia-economica-en-el-mefp-4180
En el caso del sector agrícola se ha observado inconsistencia en los datos, ya que se duda de la contribución de la agricultura no industrial al crecimiento del año 2016 debido a que el comportamiento de dicho sector “rompe inexplicablemente con las tendencias establecidas por los datos acumulados desde hace 35 años sobre los volúmenes de producción, la superficie cultivada y los rendimientos (productividad) de la agricultura no industrial”. Cfr.: Ensayos de INASET Enrique Velasco https://brujuladigital.net/inaset/hay-bases-para-dudar-del-461-de-crecimiento-del-pib
[22] Cfr.:  J. Stiglitz, A. Sen, J-P. Fitoussi, Informe de la Comisión sobre la Medición del Desarrollo Económico y del Progreso Social https://www.palermo.edu/Archivos_content/2015/derecho/pobreza_multidimensional/bibliografia/Biblio_adic5.pdf
J. Stiglitz, J-P. Fitoussi,  M. Durand (2018) Measuring What Counts for Economic and Social Performance http://www.oecd.org/social/beyond-gdp-9789264307292-en.htm?fbclid=IwAR1uxtH7ma-eI2a1KYtFOQG9aGoWGtxf4U3lPOBl9tdwlbuNZfKuBZ2SS6w
[23]  NOTA. Esta referencia recientemente añadida [febrero, 2021]se refiere con mucha pertinencia a esta misma problemática de los bienes de la naturaleza depredados o degradados que nos son tomados en cuenta en el cálculo del PIB. Ver: https://www.project-syndicate.org/commentary/making-nature-part-of-economic-analysis-and-policy-by-diane-coyle-2021-02?a_la=english&a_d=6023b9b6ec7e413770d10cb0&a_m=&a_a=click&a_s=&a_p=%2Fcolumnist%2Fdiane-coyle&a_li=making-nature-part-of-economic-analysis-and-policy-by-diane-coyle-2021-02&a_pa=columnist-commentaries&a_ps=&a_ms=&a_r=