Carlos Rodrigo Zapata C.
¿Cuál
es el actual modo de funcionamiento del capitalismo globalizado?, es una
pregunta de singular importancia, en particular para identificar los peligros a
los que se hallan expuestas las economías hoy en día.
Gustavo Codas señala en su artículo “Problemas de la política económica progresista” [ver aquí], que en su tiempo era el “keynesianismo-fordismo”
el que jugaba un rol estabilizador de la economía, pues bastaba con cavar
huecos y volverlos a tapar como para reactivar una economía (dicho en sentido
figurado, pero reflejando la idea de Keynes relacionada con el “deficit
spending” y con intervenciones mesuradas que permitan producir resultados). Por
su parte, el “fordismo” actuaba en este caso como la principal correa de
transmisión, pues más medios de pago en circulación (producto del déficit spending)
debían impulsar una rápida reactivación de la producción para evitar inflación,
y qué mejor que los nuevos métodos de producción en serie y las líneas de
montaje mecanizadas. Hasta ahí todo combinaba. ¿Qué ocurre hoy y por lo menos en
las últimas tres décadas?
Se
ha ido generando un desacoplamiento creciente entre el funcionamiento real de
la economía y su funcionamiento monetario. Las causas son diversas y múltiples,
pero se pueden resumir en buena parte en tres aspectos: la creencia en el
funcionamiento de la mano invisible del mercado, la producción cada vez mayor
de medios de pago por parte de los bancos y los afanes por desmontar toda norma
o mecanismo que controle, regule, limite u obstaculice la libre acción de la
mano invisible.
Más allá de cuál de dichas causas ha pesado más o qué intereses
han primado en todo ello, el asunto es que como consecuencia de dicho
desacoplamiento creciente entre la esfera real y la esfera monetaria, ha sido
indispensable recurrir a la esfera financiera (la “ingeniería financiera”),
cuya importancia ha crecido aún más en la medida en que dicha brecha crecía y,
por supuesto, en la medida en que el propio sector financiero descubrió que no
solo era requerido para cerrar brechas, sino que podía aprovechar dichos
desfases o desencuentros en su propio beneficio.
Allí
emergió la esfera financiera como el fundamento esencial e indiscutible del
sistema económico planetario. Lastimosamente, su peso e importancia no fueron considerados
en su justa dimensión en los análisis y reflexiones que se efectuaron en las
ciencias económicas, por lo que continuó creciendo su poder no solo al amparo
de su angurria, sino de la incomprensión de su creciente rol desmoronador de
todo orden capitalista previo.
La esfera financiera pronto se apropió del
funcionamiento de las otras esferas, al punto que la crisis del 2008 es de su
autoría y de su exclusiva factura. Todos los demonios que trajo consigo se
desataron en dicha oportunidad, al punto que hubo que despertar de su tumba
al viejo keynesianismo para ponerle algún remedio.
Para
comprender entonces si existe o no algún “modo de regulación” en la actual fase
del capitalismo, es indispensable tener en cuenta todo ello, y darse cuenta que
la esfera financiera es el ámbito en el que se ordena el funcionamiento de la
economía global y que sus consecuencias, por erráticas e indeseadas que sean,
son un producto inevitable de la forma y la manera en que ejerce su labor
reguladora.
Por ello podemos decir enfáticamente que existe un “modo de regulación” del capitalismo globalizado manejado
por la esfera financiera, solo que a diferencia de la vieja idea de estabilidad
centrada en determinados niveles de producción, empleo y consumo, el actual
“modo de regulación” financiero se centra en las balanzas de ganancias y pérdidas,
las tasas de rentabilidad, los niveles de ganancias y otros indicadores
financieros que, por cierto, se muestran muy estables y en crecimiento, sin
interesar o importar lo que pueda acontecer en la esfera real.
Por
supuesto que la esfera financiera no es suicida en su loco accionar. Tiene
mecanismos y herramientas que le permiten actuar tan desembozadamente sin temer
mayores embates o consecuencias.
¿Cuáles
son esas esos mecanismos? Algunos provienen desde el día aquél en que alguien
logró juntar ahorros (propios y de otras personas u operaciones) y prestarlos
para financiar operaciones distintas de las que habían generado ese primer
capital. Ello dio lugar a la aparición del sector financiero en el firmamento capitalista y a empezar a acumular un poder cada vez mayor.
¿Otros mecanismos? Los créditos, el endeudamiento, la competencia, la rivalidad, el
poder, el desface creciente entre la esfera real y monetaria, la creencia en la mano invisible, el desmontaje de los mecanismos de control de la esfera financiera, en suma, todo aquello en lo que se puede apreciar la “belicosidad de la especie
humana”, como una vez se expresó el viejo Kant, ya que todas esas son oportunidades propicias para que la esfera financiera pueda jugar un rol estelar.
Cada una de dichos mecanismos y oportunidades
ha conducido a multiplicar el poder de la esfera financiera, ya que en los hechos
actúa no solo como el “lender of last resort”, es decir, como primer y último medio de provisión de recursos
financieros, sino como el fiel de
la balanza, el poder que dirime, el que define quién sube y quién baja, habiéndose provisto al mismo tiempo de una gran gama de lobbies y corifeos que
son simplemente los empleados de los poderes que controla.
Vistas así las
cosas, podemos decir en conclusión que el “modo de regulación” prevaleciente es
distinto del que prevalecía en el pasado, no solo por su idea o concepto
completamente distinto de lo que debe estabilizarse, sino por las consecuencias
que ocasiona, pero bajo ningún punto de vista podemos sostener que "vivimos un período histórico donde en el capitalismo mundial no hay un “modo de regulación” que tienda mínimamente a estabilizarlo – como fue el fordismo-keynesianismo en los “30 gloriosos años” de la post guerra –", como señala Codas. Lo que le interesa estabilizar al poder financiero son los niveles de ganancia y acumulación, sin duda distinto a lo que se priorizaba en el pasado.
La esfera financiera es justamente el producto indeseado pero inevitable del capitalismo, que ha nacido y crecido en su seno y que ahora, ya llegado a su madurez, ha sacado a relucir todos los demonios que lleva dentro. No solo no le importa las consecuencias reales de sus intervenciones, sino que las mismas no son su asunto.
Dicha esfera se entiende con angurrias, ansiedades, ambiciones, no con estómagos, corazones ni valores humanos. Si el viejo capitalismo nos parecía extraño y ajeno a nuestras inquietudes y preocupaciones, pues hay que decir que ello no es nada en comparación con su mayor engendro, la esfera financiera, que resulta completamente ajeno a todas las formas de orden que nos habíamos imaginado alguna vez.
Uno puede preguntarse azorado, ¿cómo puede ocurrir semejante desfase? ¿Acaso no ha nacido del seno de relaciones establecidas y contraídas entre seres humanos? ¡No puede haber tanto desencuentro! Pero si, existe. Ahí está. Y no parece interesado en soltar su presa.
La esfera financiera es justamente el producto indeseado pero inevitable del capitalismo, que ha nacido y crecido en su seno y que ahora, ya llegado a su madurez, ha sacado a relucir todos los demonios que lleva dentro. No solo no le importa las consecuencias reales de sus intervenciones, sino que las mismas no son su asunto.
Dicha esfera se entiende con angurrias, ansiedades, ambiciones, no con estómagos, corazones ni valores humanos. Si el viejo capitalismo nos parecía extraño y ajeno a nuestras inquietudes y preocupaciones, pues hay que decir que ello no es nada en comparación con su mayor engendro, la esfera financiera, que resulta completamente ajeno a todas las formas de orden que nos habíamos imaginado alguna vez.
Uno puede preguntarse azorado, ¿cómo puede ocurrir semejante desfase? ¿Acaso no ha nacido del seno de relaciones establecidas y contraídas entre seres humanos? ¡No puede haber tanto desencuentro! Pero si, existe. Ahí está. Y no parece interesado en soltar su presa.