10 febrero 2025

¿POR QUÉ LA DESIGUALDAD DESTRUYE EL FUTURO DE LAS SOCIEDADES?

“La herencia perpetúa las relaciones pasadas, en particular, las de injusticia”



Carlos Rodrigo Zapata C.

Se menciona frecuentemente la desigualdad como una causa mayor del desastre económico global que vive la humanidad. No es que recién han surgido dichas desigualdades, sino que recién ahora los incrementos cuantitativos han derivado en cambios cualitativos. Lo que no se señala o explica son las razones por las que ello es así.

Veamos primero qué desarrollos históricos contribuyeron a una mayor igualdad y luego examinemos brevemente los principales factores causantes de la desigualdad como para comprender por qué la desigualdad se ha convertido en un cáncer global que todo lo corroe.

Hay 3 factores que históricamente han contribuido a la igualdad:

■ el Estado de bienestar, centrado en salud pública, educación, pensiones de jubilación.
■ la fiscalidad progresiva, especialmente sobre los ingresos y en escasa medida sobre la riqueza. Hay cierta progresividad cuando hablamos de impuestos sobre ingresos, pero es muy regresivo cuando hablamos de capital y riqueza.
■ la cancelación de la deuda pública. Se desarrolló toda una cultura y hasta una doctrina tendiente a evitar el endeudamiento y reducirlo, como el Schwarze Null (cero negro o límite de gasto) y el austericidio. La idea es evitar trasladar cargas a las generaciones más jóvenes.

Otras fuerzas y factores también actuaron e intervinieron para reducir las desigualdades, tal como se dieron en el periodo post guerra mundial y hasta los años 70 del pasado siglo, según ha señalado Thomas Piketty, periodo de la mayor igualdad global en siglos. La guerra fría centrada en la competencia entre el sistema capitalista y el socialista también fue un factor no despreciable de dicha mayor igualdad. El sistema capitalista no se sentía tan dueño del planeta para actuar como se le plazca.



















Ese periodo de mayor igualdad (o menor desigualdad) coincide claramente con eventos globales de gran trascendencia:

■ La reconstrucción de Europa y los milagros alemán y japonés principalmente
■ el relanzamiento de la economía global sobre los fundamentos del libre mercado y la libertad de comercio
■ el surgimiento de la globalización con un grado muy superior de intensificación de las relaciones comerciales.

La razón primordial por la que no se pudo mantener o prolongar por más tiempo ese estado de cosas, también está relacionada con la caída de la URSS y el bloque de países socialistas que le dejaron al capitalismo la cancha global a su disposición.

Lo que vino a continuación generó las condiciones para la debacle actual. Entre los factores que más contribuyeron al actual estado de cosas pueden destacarse:

■ la paralización en el desarrollo de los Estados de bienestar
■ la aceleración sin precedentes de los niveles de endeudamiento mundial
■ una pronunciada reducción de las tasas impositivas aplicadas, en particular, a las grandes fortunas
■ la multiplicación de herencias millonarias
■ una globalización cada vez más excluyente de la gran mayoría de los países
■ el crecimiento de China como taller mundial que desplazó a muchos países de la esfera global
■ la aceleración del calentamiento global y la inevitable necesidad de reconocer los limites planetarios y los plazos perentorios para superarlos.

Todos estos factores han ido socavando de modo extremadamente peligroso las condiciones de posibilidad de participación de las sociedades en la generación del producto global. La desigualdad dejó de ser un problema de unos cuantos – los llamados perdedores – para convertirse en un problema de muchas sociedades arrinconadas por la globalización y la acumulación desmedida en pocas manos.

En este marco podemos decir que la razón fundamental por la que la desigualdad se ha convertido en uno de los problemas cruciales de las sociedades radica en el hecho que la súper concentración de los ingresos en pocas manos ha dejado las decisiones de inversión fundamentales de las sociedades en cada vez menos manos y, por consiguiente, en sus vectores de preferencias y prioridades.

La formación de dichas preferencias y prioridades en un contexto de extremas y crecientes desigualdades y de grandes urgencias para evitar la destrucción de nuestros fundamentos de vida es la causa esencial de la problemática fundamental de la sociedad global actual. Eso significa que las razones esenciales acerca de la peligrosidad de las profundas desigualdades actuales están intrínsecamente relacionadas con la formación de prioridades de inversión ajenas a los requerimientos de las grandes mayorías.

En este marco, la siguiente pregunta es crucial y determinante para juzgar la peligrosidad de las profundas desigualdades actuales: ¿cuáles son las razones que convierten la desigualdad en el problema central de las sociedades?

Hay cuando menos 4 núcleos problemáticos principales que surgen o se derivan de la desigualdad:

1] La insuficiente creación de puestos de trabajo legales o formales, situación que conduce a una búsqueda caótica de oportunidades de ganarse el sustento y deriva en una suerte de vulneración continua de las estructuras institucionales colectivas que intentan darse las sociedades, conduce a un estado de desorden permanente y provisionalidad del orden establecido que termina resultando demasiado pasajero y por tanto inestable.
2] La preferencia por el uso de los recursos derivados de la hiperconcentración de los ingresos en la reproducción (como ser, la recompra endogámica de acciones) y ampliación de la riqueza, lo cual significa no sólo que se profundiza la senda ya transitada, sino que se desprecia otras vías alternativas. En un mundo que vive al borde de la catástrofe climática, esta forma de administrar semejante cúmulo de riqueza resulta no sólo una amenaza fatal contra la humanidad, sino un uso perverso y completamente contra natural de los ingentes recursos acumulados en pocas manos en contra de los intereses mismos de subsistencia segura de la humanidad.
3] Estas preferencias se suman a otras que resultan intolerables en un mundo signado cada vez más por la escasez y las limitaciones, como ser, las estructuras legales de transmisión intergeneracional de la riqueza por simples mecanismos hereditarios, consolidando de este modo la idea que todo el proceso de acumulación y concentración del pasado es una adquisición y una propiedad privada legítima que puede perpetuarse, desconociendo y despreciando el carácter irreductiblemente público, colectivo, cooperativo e histórico de todo proceso de creación de riqueza. La herencia perpetúa las relaciones pasadas, en particular, las de injusticia. A todo ello se suman todas las formas de protección de la concentración de los ingresos y la riqueza ya habida (incluidos los paraísos fiscales ilegales tolerados) y por supuesto, la falta de voluntad o capacidad de los gobiernos por retornar a reglas más equitativas de distribución de los ingresos.
4] La violación del ‘acuerdo tácito universal’ existente por el que las sociedades aceptan la acumulación y la concentración de ingresos y riquezas (o sea, de medios de vida y producción), incluso en pocas manos, a condición de un uso responsable de dichos recursos, primordialmente en la creación de puestos y oportunidades de trabajo, como en lo referente al uso sostenible de los mismos. La humanidad tendría que haber perdido el juicio si estuviera de acuerdo en lo que sucede actualmente o en una administración privada de la riqueza por parte de un reducido grupo de súper ricos que no le provea las suficientes oportunidades sostenibles de vida.

En suma, la razón fundamental por la que la desigualdad realmente importa es porque socaba las bases y fundamentos de la posibilidad que el mundo pueda movilizar sus capacidades disponibles para hacer frente a la gran debacle climática y ecológica global y contribuye a profundizar la inestabilidad global y a difundir un estado de inestabilidad y derrotismo.


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(*) Carlos Rodrigo Zapata C. Es economista, especialista en planificación territorial y gestión de riesgos, catedrático de Desarrollo del Capitalismo. Analista político, social y ambiental.