Por:
Carlos Rodrigo Zapata C. (*)
Con
este sugerente título (Where is the Wealth of Nations?) que marca un
vínculo con el clásico de la economía política, “An Inquiry into the Nature
and Causes of the Wealth of Nations” de Adam Smith, el Banco Mundial ha querido
indagar en las formas en que se presenta la riqueza en el mundo de hoy, así
como en su composición y peso específicos, si lo que se pretende es avanzar por
la senda del desarrollo económico sostenible.
Los autores proponen un enfoque que va más allá del tradicional PIB (Producto Interno Bruto) como unidad de medida y proponen medir la riqueza total, la misma que estaría dada por la suma de tres tipos de capital: productivo (inversión en infraestructura y maquinaria), natural (comprende la explotación de los recursos naturales) e intangible (este último resultado del capital humano e institucional).
Los autores proponen un enfoque que va más allá del tradicional PIB (Producto Interno Bruto) como unidad de medida y proponen medir la riqueza total, la misma que estaría dada por la suma de tres tipos de capital: productivo (inversión en infraestructura y maquinaria), natural (comprende la explotación de los recursos naturales) e intangible (este último resultado del capital humano e institucional).
A
fin de ilustrar el comportamiento de estos capitales en situación de
crecimiento económico, el referido estudio presenta el caso de Bolivia que se
muestra en el gráfico adjunto. De acuerdo con dichas estimaciones, Bolivia en
lugar de crecer estaría decreciendo debido a que el ahorro neto (ahorro bruto
menos las depreciaciones de capital fijo) sumado a los gastos en educación, son
insuficientes para compensar la extracción de recursos naturales y los daños
por contaminación, generando un ahorro genuino negativo.
Ello significa que sin considerar los capitales natural e intangible (este último representado en el cálculo por las inversiones en educación), Bolivia habría crecido el año 2003, pero si se toma en cuenta dichos capitales el país habría decrecido.
Ello significa que sin considerar los capitales natural e intangible (este último representado en el cálculo por las inversiones en educación), Bolivia habría crecido el año 2003, pero si se toma en cuenta dichos capitales el país habría decrecido.
Esta
conclusión sugiere que el indicador de crecimiento que usualmente tomamos en
cuenta en nuestros cálculos y proyecciones, es decir, la tasa de crecimiento
del PIB, resulta engañoso, simplemente porque no estamos considerando el
comportamiento de todos los recursos o capitales existentes en la economía a través
del tiempo, así como tampoco su impacto. Al no proceder de este modo, no
estamos empleando toda la gama de políticas económicas que sería necesario
aplicar para aprovechar plenamente los recursos disponibles y conducir al país
hacia una senda de desarrollo sostenible.
A
fin de ilustrar la composición y peso específico de los capitales señalados, en
la tabla adjunta se presentan los mismos para distintos grupos de países y
países específicos.
En
la tabla se puede advertir que las variaciones son menores para el capital
producido, pero si son altas para los otros dos tipos de capital. Ello
significa, por ejemplo, que los países de ingresos altos dependen en escasa proporción
de sus recursos naturales, mientras que el capital intangible (que comprende la
educación, el capital institucional o gobernabilidad y el capital social o
cohesión social) tiene un peso muy grande en la generación de la riqueza
social. Por ello, el Banco Mundial sostiene que “los países ricos son ricos
debido básicamente a la calificación de su población y a la calidad de las
instituciones que sostienen la actividad económica”.
En
el caso de Bolivia se puede apreciar el peso significativo que tiene el capital
natural en la economía en comparación con los demás países, situación que exige
una política de gestión del capital natural (que comprende los recursos
renovables, no renovables, servicios ambientales) mucho más clara y consecuente
que hasta ahora.
Quizá
la conclusión más importante de esta propuesta radica en la importancia de
aplicar un enfoque integral a la política económica y a las cuentas nacionales
que incluyan el medio ambiente y los recursos naturales, así como el capital
humano e institucional, y se centre en la gestión del ahorro y en la eficacia
de las inversiones.
En este contexto resulta particularmente significativo tomar
en cuenta la regla de sostenibilidad de John Hartwick, según la cual para
alcanzar un nivel de ingresos sostenible los países deben invertir el total de
sus rentas provenientes de la explotación de los recursos naturales
(particularmente de los no renovables), lo cual pasa básicamente por sostener
niveles significativos de impuestos y de control de los ingresos estatales.
Esta última conclusión, a la luz de las demandas de los cooperativistas mineros
de ser eximidos del pago de impuestos y de las pretensiones de los
contrabandistas de evadir los aranceles aduaneros, nos muestra las enormes
dificultades del país de alcanzar una senda de desarrollo sostenible.
Más allá del carácter innovador e ilustrativo, el análisis del Banco Mundial no
considera suficientemente la magnitud en que el cambio climático y los
desastres están destruyendo la riqueza de las naciones, situación que afecta
más gravemente a países que dependen en mayor grado de sus recursos naturales.
Debido a los desastres, el cuadro expuesto anteriormente resulta aún mucho más
crítico, lo cual no hace otra cosa que refrendar la exigencia de políticas
económicas integrales que tomen en cuenta todas las formas de capital que
disponen las economías, que incentiven decididamente todas las formas de
generación de ahorros y velen por su cuidadosa inversión.
Pretender que el
crecimiento económico puede ser generado por unos capitales a expensas de
otros, es sin duda un craso error que la humanidad está pagando muy caro por la
vía del cambio climático y todas sus secuelas.
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(*) Economista, analista político. El presente
artículo fue publicado originalmente en El Diario de La Paz, Bolivia, el 22 de
febrero de 2007, es decir hace ya 10 años. Se ha preferido mantener el texto en
su formato original para mostrar la continuidad en algunas cuestiones, pese a que en los años transcurridos han surgido diversos
temas que muestran por un lado la creciente problemática ambiental, y
por otro, la necesidad, más imperiosa que nunca, de emplear no solo políticas
públicas integrales, sino diversificar la matriz productiva y sembrar el gas,
como base fundamental para poder optar por una vía sostenible de crecimiento.
En la versión original no se publicaron el gráfico y el cuadro incluidos en la
presente publicación.
http://siteresources.worldbank.org/INTEEI/214578-1110886258964/20748034/All.pdf