Carlos Rodrigo Zapata
C.
La verdad es que este
asunto del contexto me parece crucial, mucho más ahora que empiezo a encontrar
orientaciones y precisiones tan afortunadas como las que nos ofrece la
periodista Marta Ruiz en su artículo: Sin
contexto nada tiene sentido.
Les propongo dedicar unos momentos a reflexionar sobre ello. En la parte final,
se reproduce in extenso el artículo
mencionado.
“El
contexto es lo que le da sentido a la información. Eso lo sabemos todos. Pero ¿qué es el contexto? No sólo
los antecedentes, como suele ser la fórmula común, sino sobre todo, encontrar conexiones, a veces invisibles entre
hechos. Son estas conexiones las que nos permiten ver las
consecuencias que pueda tener un hecho noticioso o cualquier historia
periodística.”
Desmenucemos brevemente estas valiosísimas
enseñanzas.
“El contexto es lo que le da sentido a la información.
Eso lo sabemos todos.”
Sí, pues es verdad que algo sacado de contexto
puede significar cualquier cosa, pero no, pues dudo mucho que tengamos
conciencia suficiente sobre la importancia fundamental del contexto para
comprender y darle sentido a la información. Ejemplo: si crees que el jefe de
gobierno sirio es un tirano, entonces los invasores actuales posiblemente te
parecerán unos héroes que luchan por la libertad del pueblo sirio, pero si
piensas que Assad es un estadista, un
líder de su pueblo, entonces verás a los invasores como unos simples e infelices
mercenarios, unos asesinos despiadados. ¿Qué significa ello? Que las partidas
ante la opinión pública se ganan o se pierden antes que los hechos extremos se
produzcan. Esa es la guerra por el contexto, por posicionarse en él, por
fabricarlo, por construir escenarios convenientes para los intereses y poderes
en disputa. De igual modo, sin un análisis preciso del contexto, que nos
muestre las conexiones más fuertes en una determinada situación, no podrá haber
una comprensión clara de lo que acontece, porqué acontece, a quién
beneficia y perjudica, etc. Hoy, gracias a las sabias reflexiones de la autora,
estoy en condiciones de empezar a entender estas cosas.
“Pero ¿qué es el contexto?
No sólo los antecedentes, como suele ser la fórmula común, sino sobre todo, encontrar conexiones, a veces invisibles entre
hechos.”
He aquí la esencia del asunto: encontrar las
conexiones entre hechos, las conexiones a veces invisibles entre hechos, ¡encontrarlas!
O sea, para describir, presentar, caracterizar, exponer o lo que mejor se
llame, un contexto, no basta con dar unos nombres, algunas coordenadas y latitudes,
unos datos y porcentajes, tampoco bastará con mencionar algún lugar y momento del
hecho, sino que es necesario encontrar conexiones entre hechos, conexiones a
veces invisibles entre hechos. La verdad, al dejar que estas ideas y formas de
expresarlas, me invadan los sentidos, siento que paso de mi triciclo a un
ferrari, pues me empieza a dar vértigo comprender todas las consecuencias que
se pueden derivar de ello. La mejor demostración de la validez de estas enseñanzas,
es el mismo artículo de Marta Ruiz. Con dos pinceladas, no sólo nos ha descrito
las condiciones para que se den las conversaciones de paz en Colombia, sino que
además nos ha explicado los peligros que las acechan y, de paso, nos ha
mostrado las debilidades del Presidente Santos, todo en dos páginas tamaño carta!
No tenía idea que un análisis agudo de las
conexiones entre hechos, es decir, del contexto, podía ser ya casi el hecho
mismo, pues lo intuye, lo prevé, lo imagina, lo anticipa de tal modo que
prácticamente ya lo hace nacer. Es como lo ha señalado la dialéctica de la posibilidad
y la realidad, con la diferencia que este “encontrar las conexiones, a veces
invisibles entre hechos” ya casi nos permite pasar de una remota posibilidad a una
muy concreta realidad.
“Son estas conexiones las que nos permiten ver las
consecuencias que pueda tener un hecho noticioso o cualquier historia
periodística.”
Aquí la autora me parece tímida, como que aún no
se atreve a usar todo el poder explosivo que contienen sus enseñanzas: “…..las
que nos permiten ver las consecuencias que pueda tener un hecho noticioso….”.
Francamente muy tímida, mucho más si comparamos con mi atrevimiento: el contexto
anticipa el hecho, ya casi lo es, como podemos decir con mucha certeza de toda
mujer preñada próxima a dar a luz.
Yo lo formularía más categóricamente, más
contundentemente: “Son estas conexiones las que nos permiten descubrir los
juegos de intereses, los poderes en marcha, las estructuras de intercambios,
las formas de ser de las sociedades, de lidiar con sus avatares y de superar
sus circunstancias que podrán descubrirse en un hecho noticioso o cualquier
historia periodística.”
Bueno, creo que ya ha quedado clara mi manera
de poner un acento exclamativo y de celebrar este gran aporte a nuestra manera
de comprender el mundo que nos circunda y nos marea.
Aún me queda una cosita más que decir. No soy
periodista de profesión, tampoco me dedico al periodismo, pero me siento
periodista de pasión, de entusiasmo, de ganas de contribuir a que construyamos
ese mundo mejor que todos deseamos para nuestros hijos y nietos. A la luz de lo
expuesto, no me cabe duda alguna que la mejor forma de definir el periodismo es
construir contextos, “encontrar conexiones entre hechos, conexiones a veces invisibles
entre hechos”. Gracias Marta Ruiz, qué forma tan formidable de aportar a
mejorar nuestros instrumentos de comprensión de nosotros mismos, de nuestras
interrelaciones, de nuestro mundo. Gracias.
Por: Marta Ruíz
Periodistas aguardan la llegada de negociadores de paz en La Habana /
León Darío Peláez/Revista Semana
El contexto es lo que le da sentido a la información. Eso lo sabemos
todos. Pero ¿qué es el contexto? No sólo los antecedentes, como suele
ser la fórmula común, sino sobre todo, encontrar conexiones, a veces
invisibles entre hechos. Son estas conexiones las que nos permiten ver las
consecuencias que pueda tener un hecho noticioso o cualquier historia periodística.
Veamos algunos elementos de contexto que han hecho posible las
conversaciones Farc-Gobierno:
1. Hay un cambio en el clima político de la región. De la
polarización Alba-Imperio hemos pasado a un tono diplomático, en el que
Venezuela, con Nicolás Maduro, está buscando un acercamiento con los Estados
Unidos y un nuevo clima en sus relaciones. Lo mismo ocurre con Cuba, donde Raúl
Castro viene planteando reformar lentamente, y buscando un mayor acercamiento
con los gobiernos, más que con las guerrillas o las izquierdas del continente.
2. La ruptura política entre Santos y Uribe.
Sin ese quiebre posiblemente no hubiera sido posible el proceso de diálogo,
aunque a su vez éste ha profundizado la distancia entre ambos. No obstante, las
diferencias comenzaron desde la Ley de Víctimas, y la política de tierras, que
es donde más claramente se ven las diferencias de ambos gobiernos.
3. La sensación de fracaso de la lucha anti-drogas. Después
de 30 años de perseguir a campesinos cultivadores de coca, de extraditar a por
lo menos dos millares de narcos, y de pagar una cuota de sangre enorme, en
Colombia se empiezan a plantear alternativas diferentes a la de la guerra
contra las drogas, con toda su carga militar, policíaca y represiva. Siendo las
Farc un factor crítico sobre todo en los cultivos y producción de la coca, el
diálogo se convierte en una posibilidad de atacar el problema de manera más
política. Por supuesto, que sea Obama el presidente de Estados Unidos, y no un
republicano, ayuda mucho.
4. El relativo estancamiento del equilibrio militar. Si bien
entre 2004 y 2008 las Fuerzas Militares lograron debilitar fuertemente a las
Farc, desde ese año, en el que Alfonso Cano asumió la comandancia de esa
guerrilla, se produjo un estancamiento de la situación, con tendencia a
revertirse. Cano llevó a su organización de nuevo a la llamada guerra de la
pulga, en la que pequeñas acciones, constantes, le han producido enormes bajas
a los militares y dejan la sensación de que la insurgencia recupera terreno y
no es posible su derrota a punta de bombardeos.
Pero así mismo hay nuevos elementos de contexto que pueden dar a
entender que se está creando un clima adverso a la firma de un acuerdo
marco de paz. El principal de ellos es la reelección de Santos.
1. El año próximo hay elecciones y Santos seguramente buscará repetir en
la presidencia. El proceso de La Habana pudo haber sido su bandera, pero dado que éste
tiene un ritmo propio, y no se puede ajustar al calendario electoral, ni a los
vaivenes de la polarización del país, las elecciones juegan en contra del
mismo. Así se vio esta semana cuando, luego de que se conociera una
encuesta en la que Santos obtiene apenas el 47 % de aprobación; un 60 % de
rechazo a su reelección; elevó el tono de denuncia contra las Farc y les puso
un nuevo ultimátum para que lleguen a un acuerdo pronto.
2. Un segundo elemento es el clima de colapso de la
seguridad. Desde octubre, fecha en la que se instaló la mesa formalmente, se han
disparado las amenazas y atentados contra líderes sociales y de derechos
humanos. Esto no es nuevo. Durante todos los procesos de diálogo que ha
intentado Colombia desde 1982, es notorio el incremento de la guerra sucia,
para enrarecer el clima político. Esta vez no es la excepción.
3. La falta de claridad sobre la posibilidad de una participación
política. Mientras no se reglamente el Marco Jurídico para la Paz, los miembros
de las Farc, si es que se desmovilizan, no podrían tener participación como
partido. Movimientos que se consideran cercanos a sus plataformas políticas,
como la Marcha Patriótica, hoy no tienen manera de participar en elecciones por
falta de sustrato legal. Esa es una encrucijada, pues no es lógico que si
lograra un acuerdo antes de las elecciones del 2014, las Farc, ya sin armas, no
pudieran participar.
Por último hay una agitación social en el campo, proveniente tanto de
sectores del establecimiento, como los empresarios de la agroindustria
algodonera y azucarera, y de sectores campesinos que se oponen sobre todo a la
extracción desaforada de recursos naturales. Este clima da la
sensación de que no hay gobierno ni liderazgo. Y si algo necesita un
proceso de paz, es un Presidente con respaldo. Santos lo está perdiendo cada
día más.