El calendario agrícola se aproxima a las fechas en que el campo empieza a agitarse, y todo comienza a girar en torno a la próxima cosecha. Este año, quiero sumarme a esa gran fiesta, pues en esos días se define cómo nos irá todo el año, si tendremos abundantes frutos, o incluso si pasaremos hambre y estrecheces.
En medio de escenario tan esperado emerge un
personaje, al que nunca hemos agradecido sus esfuerzos, ni le hemos rendido el
homenaje que se merece. Es el Yapu Kamani, que en idioma aimara significa, el
guarda de las chacras colectivas.
Por primera vez publico este sencillo homenaje que escribí
hace ya 17 años, en el que he procurado retratar en pocas pinceladas en qué
consiste la labor del Yapu Kamani, cuál es su importancia para la comunidad,
cuánto le debemos a su rol y su función.
Para quienes les pueda sorprender la existencia de este
personaje, es importante señalar un par de coordenadas que pueden ayudar a
comprender las razones de su existencia y la importancia de su rol y su función.
Nace en medio de la agricultura de gran altitud, a más
de 3800 msnm, en el corazón del Altiplano Boliviano, en aquellos espacios o
parajes donde aún existe propiedad colectiva de la tierra y las inclemencias
del clima no son tan severas como para que sean irrelevantes sus servicios, ni
tan débiles u ocasionales como para prescindir de él. Un área llena de Yapu Kamanis
se encuentra entre el Lago Titikaka y la Cordillera Volcánica occidental de Los
Andes, allí donde se encuentra la frontera tripartita entre Bolivia, Perú
y Chile. En este extremo, por lo regular hay más de 300 días con heladas al año,
haciendo prácticamente imposible toda labor agrícola. En el otro extremo de
este divino pedazo andino, se encuentra el Lago Titikaka, cuna y crisol de la
civilización andina. Allí, debido al efecto termorregulador del lago sobre su
entorno inmediato, las heladas son muy excepcionales, por lo que no es necesario
un encargado de cuidar las chacras para hacer frente a las adversidades climáticas.
Si se quiere comprender la importancia de su labor de un sólo pincelazo, entonces hay que decir que por la gama y diversidad de limitaciones y restricciones para la agricultura en esas latitudes y altitudes, sin el Yapu Kamani la producción agrícola sería prácticamente imposible. La acción colectiva organizada de la sociedad local, coordinada por el Yapu Kamani, se constituye en el eslabón clave para hacer posible la agricultura de gran altura. Ello ha contribuido ya desde hace miles de años a la "humanización de la montaña" (Pierre Gourou, geógrafo francés), y sigue haciéndolo posible hoy mismo. ¡Gracias Yapu Kamani!
Si se quiere comprender la importancia de su labor de un sólo pincelazo, entonces hay que decir que por la gama y diversidad de limitaciones y restricciones para la agricultura en esas latitudes y altitudes, sin el Yapu Kamani la producción agrícola sería prácticamente imposible. La acción colectiva organizada de la sociedad local, coordinada por el Yapu Kamani, se constituye en el eslabón clave para hacer posible la agricultura de gran altura. Ello ha contribuido ya desde hace miles de años a la "humanización de la montaña" (Pierre Gourou, geógrafo francés), y sigue haciéndolo posible hoy mismo. ¡Gracias Yapu Kamani!
Publico este homenaje en el día del cumpleaños de mi
hermano menor, Marco, quien ha fungido en la familia como un auténtico Yapu Kamani,
pues se ha constituido en un verdadero puente entre todos, produciendo cercanía
y calor de hogar. Gracias hermano por todo lo que nos das.
La Paz, 31 de enero de 2013
EL YAPU KAMANI DE MI PUEBLO
por: Carlos Rodrigo Zapata C.
Yapu
Kamani de mi pueblo,
alma
herida por las cabriolas del clima,
atormentada
por los rayos y las tormentas,
ven,
acércate a mi casa, acepta mi mano
que
tus tormentos son mis tormentos,
Yapu
Kamani, guarda de nuestros cultivos.
Quijote
que luchas contra remolinos de viento,
que
andas al acecho de la helada,
a
la pesca de la granizada,
combatiendo
sequías, ahuyentando pájaros,
como
si fueras un espantapájaros vivo,
un
espantasequías, espantaheladas,
cuidando
de nuestro cotidiano alimento,
de
nuestro yantar de todo el año.
Eres
profundamente incomprendido
y
tus desvelos parecen sólo tuyos;
eres
víctima de nuestras tradiciones,
responsable
de nuestra paz con la
Pachamama,
de
llenar nuestros graneros,
y
hasta de nuestras risas y lamentos.
Las
inclemencias del tiempo pueden inundar nuestras chacras,
secar
nuestras plantas, quemarlas la helada,
pero
tú no te librarás de nuestra furia,
tú
corporizas nuestra última esperanza,
tú
no nos puedes fallar.
Durante
los largos meses de la siembra a la cosecha,
todos
los detalles debes cuidar,
ninguno
puedes ignorar de los que indica la tradición.
De
poncho, chalina, lluchu y sombrero debes estar todo el tiempo,
con
tu coca, alcohol, ramas secas y fósforo a la mano,
y
presto en todo momento para espantar del clima sus mil demonios.
¡Guay
de ti que te atrevas a bañarte o afeitarte,
o
no te halles en medio de nuestros plantíos
cuando
llegue la helada o caiga el granizo,
o
faltes a cualesquiera de tus deberes!!
Ahí
nomás, en el acto, te convertirás en un paria,
en
un desheredado, rechazado por todo el vecindario,
buscado
sin pausa ni consuelo para ser duramente castigado.
Yapu
Kamani de mi pueblo,
eres
nuestro último mensajero a la
Pachamama
para
que no nos abandone ni nos castigue,
ni
nos haga llorar todito el año.
¡Y
si la cosecha es abundante y copioso el fruto que recogemos,
entonces
te llenaremos de collares y colgandijos de panes y frutas,
y
todo el pueblo festejará y bailará a tu alrededor,
y
seremos bulliciosos testigos de tus contactos con la Pachamama,
esperando
encontrar para el otro año,
otro
Yapu Kamani de tus influencias!
¡Oh
Yapu Kamani de mi pueblo,
centro
de nuestras alabanzas o improperios:
no
hay niño en este mi santo pueblo
que
más haya sufrido que con tus desvelos,
ni
más se haya alegrado, que con tus logros!
No
nos dejes nunca, nunca nos abandones,
pues
entre tú y la Pachamama
tejen
nuestro futuro, labran nuestro destino,
dignifican
toda nuestra esencia.