Carlos Rodrigo Zapata C. (*)
Los parques nacionales no han nacido por generación espontánea en nuestro país, mucho menos el “Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure” (TIPNIS) que congrega dos usos compatibles en sí mismos: parque nacional y territorio indígena. Cada uno de dichos usos del territorio del TIPNIS responde a diversas necesidades e inquietudes que paulatinamente han sido reconocidos a través del tiempo.
Por lo señalado, lo primero que tenemos que tomar en cuenta al referirnos al TIPNIS es su historia de conformación, procurando respondernos a la pregunta: ¿qué valores se trata de proteger y conservar en ese preciso y precioso rincón de la naturaleza? Pasemos revista a las disposiciones legales que se dictaron en su momento y pongamos atención a los argumentos empleados entonces para justificar y sustentar todo ello. Así también comprenderemos mejor, qué valores son los que ahora se pretende tirar por la borda.
El instrumento que creó la base del actual TIPNIS fue el “Decreto Ley” Nº 07401 de 22 de noviembre de 1965, dictado por los Generales René Barrientos y Alfredo Ovando, por entonces Presidentes de la Junta Militar de Gobierno, que creó el “Parque Nacional del Isiboro y Sécure” y le asignó sus límites originales.
Particular atención merecen sus “Considerandos”:
• conservar las cuencas hidrográficas y las nacientes de los ríos a fin de evitar inundaciones e interferencias en la navegación;
• mantener como reservas vírgenes dichas áreas por su particular belleza, ubicación, topografía, riqueza en flora y fauna;
• evitar el serio peligro en que la construcción del camino marginal de la selva y los planes de colonización ponen la integridad de los recursos naturales renovables y la belleza escénica de la región;
• los parques nacionales constituyen centros de recreo, turismo, estudio e investigación, incremento y defensa de los recursos naturales renovables.
¿Será que dichos argumentos ya no tienen sentido, que ya no son valores que deban protegerse y preservarse, que el progreso llegó sin ningún clase de miramientos hacia la Madre Naturaleza? No, no lo creemos, simplemente porque hay valores más permanentes e imperecederos que el desarrollismo súbito y espontáneo.
El Decreto principal que crea el TIPNIS en su actual configuración data de 1990, cuando se produce la gran “Marcha Indígena por el Territorio y la Dignidad” de 1990 y tiene su desenlace en la aprobación del Decreto Supremo 22610 de 24 de septiembre de 1990 durante el Gobierno de Jaime Paz Zamora, que agrega la condición de “territorio indígena”, pasando de este modo a denominarse “Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure”.
Los “considerandos” y otros artículos de dicha disposición nos revelan el espíritu que animó dicha medida:
• Que, la Ley de Reforma Agraria, la Ley General de Colonización y la Ley General Forestal, reconocen y protegen el derecho a la tierra de los grupos étnicos del Oriente la Amazonía.
• Que, el Directorio del Centro de Desarrollo Forestal Regional Norte declaró al Parque Nacional Isiboro Sécure como área indígena indispensable para el desarrollo y sobrevivencia de los pueblos indígenas que lo habitan.
• Que, en fecha 19 de enero de 1990, autoridades del Ministerio de Asuntos Campesinos y Agropecuarios y del Centro de Desarrollo Forestal Nacional firmaron, conjuntamente, representantes de la Central Obrera Boliviana ( COB ), Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB) [¡!] y Confederación de Colonizadores [¡!!!], un Convenio para dar solución definitiva al problema de los asentamientos de colonización en los parques nacionales, particularmente en los de Amboró, Carrasco Ichilo e Isiboro Sécure, constituyendo Comisiones Mixtas con la finalidad de establecer líneas rojas para evitar nuevos asentamientos.
• Que, la construcción de toda obra de desarrollo como ser carreteras, poliductos u otros, requieren de una evaluación sobre su impacto en el ambiente natural, sobre todo si se trata de un área protegida como es el Parque Isiboro Sécure.
• Que, el reconocimiento del Parque Nacional Isiboro Sécure como territorio indígena en favor de los pueblos originarios que lo habitan, no es incompatible con su calidad de Parque Nacional.
El Decreto daba unos pasos más. En su Artículo Primero se reconoce al Parque Nacional Isiboro Sécure como territorio indígena de los pueblos Mojeño, Yuracaré y Chimán que ancestralmente lo habitan, constituyendo el espacio socioeconómico necesario para su desarrollo. En su Artículo Segundo se amplía la extensión del TIPNIS, y en el Tercero se dispone que la población indígena debe “garantizar el cumplimiento de las normas necesarias para el manejo y conservación de un área protegida”. Por su parte en el Artículo Sexto se dispone que “toda construcción y obra de desarrollo, particularmente, de vías camineras y poliductos, que se realicen en el Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure, debe contar, previamente, con un pormenorizado estudio de impacto ambiental, debidamente aprobado por el Ministerio de Asuntos Campesinos y Agropecuarios, con la participación de la organización indígena de la región. Las obras que estén en ejecución deberán ser paralizadas hasta contar con su respectivo estudio de impacto ambiental. Asimismo, todo proyecto o estudio a realizarse deberá ser consultado y coordinado con la organización indígena de la región”. Más claro, ¡agua!
Pero sigamos un poco más, pues el TIPNIS se fue forjando trabajosamente, a partir de diversas miradas, como una de las pocas cosas en las que los bolivianos hemos logrado ponernos de acuerdo alguna vez, acuerdo que ya dura varias décadas.
Más allá de las normas de creación del TIPNIS, también se han realizado numerosos estudios que dan cuenta de los valores que se trata de preservar en dicha área protegida. En el “Directorio de Áreas Protegidas de Bolivia” de Patricia Ergueta y Humberto Gómez, por ejemplo, se destacan, entre otros, los siguientes valores:
• Protección y conservación para el control de presiones externas que afectarán su integridad
• Brindar a las comunidades opciones productivas y creativas basadas en el aprovechamiento integral de los recursos naturales
• Capacitación permanente de la población indígena para facilitar la autogestión
• Promoción de las actividades científicas relacionadas con la conservación y el uso sostenido de los recursos naturales
• Conservación de los ecosistemas representativos y los paisajes naturales
• Rescate y sistematización de conocimientos sobre recursos naturales, medicinales y literatura nativa.
Por cierto que dichos valores se refieren primordialmente al territorio en sí mismo. Pero de igual importancia es la preservación de los valores de los pueblos indígenas. Veamos brevemente algunos rasgos de los pueblos Mojeño, Yuracaré y Chimán, que son los pueblos indígenas destinatarios para ocupar y aprovechar el territorio del TIPNIS según sus usos y costumbres.
El pueblo mojeño es el más numeroso en la región del TIPNIDS y hoy en día su población se hallaría en torno a los 30.000 habitantes. El mojeño trinitario es el dialecto más empleado en la lengua mojeña, que tiene 4 dialectos, todos en peligro de extinción. La situación es diferente en el Parque Nacional Isiboro Sécure, donde los niños todavía hablan el idioma indígena.
Los mojeños son responsables en los llanos de Moxos de las lomas, terraplenes, canales y camellones que constituían un sofisticado sistema de control hidráulico, tanto en la pampa como en el bosque, que permitió superar las limitantes ambientales de la región para la agricultura, en particular las inundaciones estaciónales y la baja fertilidad de los suelos. También los grandes mitos de El Dorado o el Gran Moxos se asocian justamente con los mojeños, como el pueblo que fue capaz de mejorar los rendimientos de la misma naturaleza, un pergamino que todo movimiento ecologista del presente quisiera ansiosamente tener.
Las misiones jesuitas asociadas y posteriormente el periodo de explotación de la goma elástica contribuyeron a desestructurar profundamente su sistema de vida. Diversos otros procesos de ocupación territorial, profundizaron dicho proceso. No obstante ello, nuevas formas de organización y su participación en las grandes marchas de reivindicación desde 1990, en particular la Marcha Indígena por el Territorio y la Dignidad, han reafirmado sus propias bases culturales.
La población de los Chimán se halla en torno a los 10000 habitantes (Censo 2001: 8528 hab.). Se halla distribuida en varias TCO, por lo que el TIPNIS es una de sus áreas de ocupación territorial. La economía de los Chimán, se basa en la pesca y la recolección de productos (miel silvestre, frutos del monte, motacú, jatata). Pescan durante todo el año, siendo la mayor época de pesca la de invierno, pescan a orillas de los ríos utilizando machetes, anzuelo, arco y flecha. También practican la agricultura de roza, tumba y quema, para autoconsumo y sólo algún excedente para la venta, principalmente de arroz, maíz, yuca, plátano, caña de azúcar, cebolla, tomate, y palta. También practican la caza para alimentación familiar. Los Chimán cazan tradicionalmente con arco y flecha; también utilizan una variedad de trampas, especialmente para cazar al tigre. El idioma que hablan los Chimán no ha sido aún clasificado entre las familias lingüísticas que se hablan en nuestro país.
Por su parte los yuracares son un pueblo indígena de no más de 4000 habitantes, el de menor población de los que habitan el TIPNIS. Su principal asentamiento humano se halla justamente en el TIPNIS. El acceso a su territorio está seriamente amenazado por colonizadores, cazadores y madereros, por lo que los recursos naturales, se encuentran en franca disminución.
Por lo que puede apreciarse, los valores y argumentos mencionados de pronto se hallarían a disposición, como si ya no contaran las formas de vida que se han dado los pueblos indígenas, ni su modo de producción ancestral. Si bien es cierto que también se requiere discutir los temas de vertebración territorial, debería quedar meridianamente claro que ello no puede ser a costa de aquellos escasos espacios que hemos ido manteniendo y preservando para las futuras generaciones.
Nuestra fiebre por refundarlo todo con cada gobierno, está rifando en la práctica nuestro porvenir, el de la nación boliviana, porque los recursos naturales no son propiedad exclusiva de unos cuantos, ni siquiera de ciertas generaciones, sino son pertenecientes a la vida misma, y nuestra tarea y nuestra misión es preservarlos a través del tiempo. Mejores aliados para cumplir con este cometido que los pueblos indígenas, asentados en la región del TIPNIS, imposible.
Para concluir, es oportuna una reflexión sobre nuestra misión en el mundo. Rescato lo que ha señalado el Presidente Morales, en todas sus letras, incluso cuando apresuradamente ha hecho aprobar la ley de la Madre Tierra para refrendar su inquebrantable espíritu de defensa de la Pachamama en Cancún. Señor Presidente, permítame decirlo con mis propias palabras: Estoy de acuerdo con su mensaje, es más, estoy convencido que usted ha dado en el clavo, ha encontrado la forma de ganarnos nuestro lugar y nuestro pleno reconocimiento ante las naciones del mundo, siempre y cuando prosigamos sin vacilaciones y dubitaciones esa ruta, rumbo a la defensa intransigente de la Madre Tierra. Ello nos marcará para siempre, y nos pondrá en el sitial que siempre hemos pretendido y esperado. Pero esa vía es sin retorno, es un compromiso que involucra verdaderamente a toda la nación, sus estructuras y estamentos.
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Economista, planificador regional. E-mail: carlosrodrigozapata@gmail.com
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