02 diciembre 2009

LA METÁFORA DEL COPILOTO

¿Cómo incluir el futuro en nuestras acciones presentes?

Carlos Rodrigo Zapata C.

Los bolivianos no hemos aprendido a incorporar el futuro en nuestras acciones y reflexiones, razón por la que tendemos a ocuparnos excesivamente de lo coyuntural, de lo que acontece en el momento actual

¿Qué significa eso? Que vivimos en función del día a día, del último acontecimiento acaecido, por lo que nuestra atención y nuestros esfuerzos usualmente se hallan centrados en el ahora mismo, situación que nos conduce a despreciar diversas formas de incluir el futuro en el presente, tales como la prevención, la educación, la información, la planificación, la disposición al cambio, las reformas continuas, etc., por lo que las respuestas que producimos usualmente son poco adecuadas, parciales, tardías y descontextualizadas. En este marco podría afirmarse que somos unos permanentes aprendices de la improvisación y la unilateralidad.

¿Cómo hacemos para ganarle un lapso de tiempo a la dinámica desbocada que vivimos, cómo hacemos para dar un salto al futuro en nuestros proyectos y realizaciones, de tal modo que la realidad no nos sorprenda siempre en paños menores con su sarcasmo y su implacable rigor? Esperamos responder a este cuestionamiento con ayuda de una metáfora, basada en una experiencia concreta, que podría ayudarnos a comprender la importancia y necesidad de incluir el futuro en nuestras acciones presentes. Es oportuno aclarar que metáfora es una forma de estructurar el pensamiento –la más poderosa de cuantas podamos evocar- y consiste en reconstruir una cuestión o materia para nosotros relativamente desconocida, en términos de otra cuestión o materia conocida o familiar para nosotros. Pero veamos la metáfora que nos ayudará en este asunto.

Recuerdo una experiencia de Julio Mantilla cuando fue Alcalde de La Paz, la cual siempre me ha conmovido por su fuerza y originalidad. En una oportunidad le invitaron a participar como copiloto en una carrera de autos –creo que fue la vuelta al lago Titicaca. Luego de su participación, Julio estaba encantado, impresionadísimo con su vivencia. Me explicó cuál es la tarea que debe cumplir un copiloto en una carrera. Es el que tiene que indicar al piloto con la debida anticipación cómo está el camino, cuando hay curva, de qué lado viene, si reducir o acelerar la velocidad, qué marcha poner. “Derecha, derecha, bache, reducir, izquierda, izquierda, segunda, tercera….”, así le iba indicando al piloto en cada tramo, según recuerdo su relato. Pero lo que más me impresionó, fue cuando me contó que ir de copiloto es como “mandar tu ajayu (*) por delante en el camino”, para que vaya a explorar la siguiente curva, a examinar el siguiente tramo. Como copiloto, tú no puedes concentrarte en los siguientes 50 ó 100 metros del camino, me dijo, pues esa es la tarea del piloto; tu tarea consiste en concentrarte en los siguientes 200 ó 500 metros o más, pues como copiloto debes contribuir a anticipar todos los tiempos y movimientos del piloto

Esa hermosa vivencia -que de paso nos ilustra de cuerpo entero la pasión por el “deporte tuerca”, como se suele denominar al automovilismo deportivo- nos sirve de metáfora para darnos cuenta, cuándo estamos actuando sólo en función del momento y la circunstancia, dejándonos arrastrar y arrasar por el día a día, y cuándo estamos mirando más allá y actuamos anticipando el futuro. Podríamos decir que el piloto es el que tiene la responsabilidad de conducirnos a la meta y que el copiloto es el que procura incorporar el futuro en el presente con todas sus advertencias, recursos y orientaciones, pero sólo la acción conjunta y combinada de ambos -su convolución podría decirse- es la que permite hacer una gran carrera

Mientras sólo nos ocupamos de lo inmediato o coyuntural, de aquellas cuestiones que nos impone la tiranía del momento actual, con seguridad que acumularemos una montaña cada vez mayor de problemas sin resolver, simplemente porque no podremos ir tan rápido como quisiéramos, porque nuestras respuestas serán coyunturalistas y dejarán muchos cabos o hilos sueltos, porque algunas o muchas de ellas serán un completo fiasco y, además, porque la misma vorágine de la coyuntura nos impedirá ocuparnos de todas las cuestiones pendientes

De modo que la metáfora del copiloto no sólo nos muestra la importancia de incorporar el futuro en todas nuestras acciones y reflexiones -lo cual se constituye a su vez en una de las formas más preciosas de anticipar el futuro, es decir, de ganarle a la incertidumbre unos palmos- sino que además nos muestra la necesidad de una acción coordinada y sincronizada entre piloto y copiloto, entre aquellos que dirigen y conducen, y aquellos que anticipan y previenen. Sin piloto no hay nave que pueda ser conducida efectivamente, pero sin copiloto no hay nave que pueda llegar a destino oportuna y certeramente.

(*) Ajayu. Expresión aymará que significa energía vital en busca de armonía.

[Originalmente publicado en El Diario el 2 de noviembre de 2006. También en BolPress (http://www.bolpress.com) y GUASABARAeditor (http://guasabaraeditor.blogspot.com)]

 E-mail: carlosrodrigozapata@gmail.com